Por Carlos Valenzuela.-

“Hoy no se persigue abiertamente pero se intimida, no se respeta el derecho de actuar conforme a la propia conciencia y, con ello mismo, se va creando ambiente de temor en el que no es posible confesar abiertamente la fe y actuar en consecuencia. Esto en una sociedad que se dice democrática y pluralista. Me pregunto: ¿de qué pluralismo y democracia se habla? ¿De la de un discurso único y excluyente que convierte automáticamente en enemigo al que con todo derecho discrepa?”

¿De quién es esta frase? ¿De algún dirigente opositor? ¿De algún presidenciable?

No. De Monseñor Zecca. Obispo de Tucumán, en el Tedeum por el Día de la Independencia.

Los presidenciables están muy ocupados por las PASO.

Uno, aconsejado por Durán Barba. Origen: marxista leninista. Llegado a Bs.As., entra en la Tendencia (izquierda peronista), al descubrir, según sus dichos, que en la Argentina “los obreros son peronistas”.

Otro, custodiado por Zannini. Origen: marxista maoísta. Al llegar a Santa Cruz, se hace kirchnerista, al descubrir que allí los negocios y la política tienen apellido.

Durán Barba, convenciendo a Macri de que el peronismo pertenece al pasado. Que la verdad está “en el cambio”.

Zannini, custodiando que el pejotismo no influya. La verdad está en los Kirchner y en La Cámpora. O en el PC de Sabbatella.

¡Que coincidencia! Origen: similar. Objetivo: que los candidatos no se peronicen.

¿Y el país?

¡Ah, no! De eso que se ocupe la Iglesia. O una justicia que cada tanto se despereza y reacciona cuando agreden la corporación. O alguna movilización popular, más o menos importante, que termina cuando empieza, porque nadie la interpreta ni la contiene.

¿Qué nos ofrecen? “Cambiemos”, “el camino del medio”, “el cambio justo”.

Es lo que tenemos. ¡Qué destino gris!

Hasta el léxico es confuso. Hemos reemplazado la justicia social por la “inclusión”. El subsidio, que disminuye el hambre, ha desplazado al trabajo, que devuelve la dignidad.

Y termina monseñor Zecca (curiosamente un hombre de Bergoglio, a quien acusan de ser débil con “la señora”): “Estamos como anestesiados y nos hemos acostumbrado a la injusticia, a la exclusión de tantos hermanos víctimas de la droga, de la inseguridad, de la pérdida de su dignidad por haber abandonado el trabajo para vivir de injustas prebendas que los esclavizan. Hay que despertar, el cristianismo no es para cómodos o cobardes. Es para los luchadores que bien basados en la roca firme de la verdad evangélica estén dispuestos, si es necesario, a entregar la propia vida”.

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