Por Alfredo Nobre Leite.-

Son llamativas las declaraciones del Papa Francisco sobre la guerra del Estado Islámico terrorista (EI), diciendo que es «una guerra de trozos», pero «no se trata de una guerra de religiones, sino por dinero, intereses, recursos ambientales y el dominio de los pueblos», banalizándola. Sin embargo, no es lo que piensa Francia, pues tras 12 días del masacre de Niza en que masacraron 84 personas e hirieron a más de doscientas, lo que reivindicado por el EI, que cruzó una línea roja, al atacar a un símbolo cristiano en el corazón de Europa, degollando dos terroristas islámicos al sacerdote Jacques Hamel, de 86 años, mientras celebraba la Santa Misa, gritando «Alahu akbar» (Dios es el más grande). Ante esta atrocidad, el presidente de Francia, François Hollande, prometió que su país «va a ganar la guerra contra el islamismo radicalizado, asegurando que «atacar una iglesia, asesinar a un sacerdote, es profanar a la república», y «cuando un sacerdote es atacado, se hiere a toda Francia». Asimismo, el rector de la Gran Mezquita de Paris, Dalil Boubakeur, dijo que espera que «los centros de culto judíos, cristianos, musulmanes, sean objeto de una mayor atención», porque incluso «el más humilde es también objeto de agresión» a la vista de lo ocurrido en la iglesia de Saint Etienne de Rouvray», Normandía.

La guerra sin control del islamismo terrorista que no respeta ninguna Convención de Ginebra, persigue y asesina desde niños, adolescentes que transforman en esclavas sexuales, mujeres, ancianos y hombres de toda edad que decapitan, está basado en el versículo del Corán 8, 12, que dice: «Infundiré el terror en los corazones de quienes no crean. ¡Córtales el cuello, pegadles en todos los dedos» (sic). De modo que Francisco no debe disminuir la gravedad del ataque a la civilización occidental, lo cual podría asimilarse al acto de su antecesor Urbano II, a quien debería emular, que en el siglo XI inspiró la primera Cruzada, llamando a los reyes y príncipes católicos para rescatar el Santo Sepulcro en manos musulmanas. Asimismo, hay que recordarle que su antecesor Pío XII, el Venerable, abrió las Iglesias, Conventos y Monasterios al pueblo judío, durante la Segunda Guerra Mundial, perseguidos por el nazismo, salvando a más de 860 mil de una muerte segura.

Y, con la autoridad e inspiración del Espíritu Santo, llamar a las autoridades de las potencias europeas y de Estados Unidos -¡Rusia abstenerse!- para hacer frente al islamismo integrista terrorista desde el punto de vista cultural, social, militar y espiritual, y no tolerar la sevicia del extremismo que decapita a civiles, periodistas y sacerdotes inocentes por odio cerril, venganza y revanchismo, que pretende regresar al siglo VII de la Edad Media, visto que el islamismo fue impuesto por Mahoma con la espada y no por convencimiento.

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