Por Manuel Lichtenstein.-

Los pronósticos que mucho que digamos no aciertan, en circunstancias como las actuales, dan como ganador del próximo ballotage el 22 de noviembre, a Mauricio Macri, lo cual no anuncian nada novedoso ya que las evidencian son irrefutables.

Aceptando que Macri será nuestro nuevo Presidente de la Nación, la pregunta del millón no puede ser otra que esta: ¿qué hará en su gestión dentro de los primeros cien días de gobierno?

¿Jugará su partido con la pelota a ras del piso o hará lo mismo que los muchos “salva tutti” anteriores, fundamentalmente el kirchnerismo, que jugaron a los pelotazos, sin planes a largo plazo ni estrategias subordinadas a metas prefijadas? Y así les fue.

De movida, tendría que demostrar que si tiene las pestañas bien puestas, deberá arbitrar los mecanismos para rearmar las Fuerzas de Seguridad en su conjunto, que si no están equipadas e instruidas al máximo de posibilidades, tanto como para que estén presentes y siempre listas para fortalecer y cuidar las espaldas del Presidente y sus colaboradores inmediatos.

Nada de lo que proyecte se podrá cristalizar sólidamente, habida cuenta que un país que no tiene en sus inventarios a sus fuerzas de seguridad y sus instituciones militares actualizadas con las últimas incorporaciones científicas y tecnológicas a los efectos de que se recupere el prestigio de la Argentina, patrimonio de épocas pasadas.

El capítulo de las fuerzas armadas para un país de nuestras características, con fronteras en cinco países vecinos, y con un narcotráfico cada día en mayor ebullición, nos obliga a profundizar en la asignatura más caliente a cumplir de inmediato, como es el de recomponer a nuevo, tanto sus Fuerzas de Seguridad, su Gendarmería, su Ejército, su Marina de Guerra y su obsoleta Fuerza Aérea, que seguramente tendrá un costo que de movida podría ser muy difícil de afrontar para una nación tan fundida, que será sin ninguna duda, el regalito que encontrará el nuevo Presidente cuando asuma el 10 de diciembre, pero de donde sea, deberá fabricar los fondos para cumplir con esta ineludible empresa.

Sin embargo, la primera prioridad es atacar a la inflación, impuesto inmoral que le cuesta y lo paga la mayoría de la población que no llega nunca a fin de mes con sus magros e insuficientes ingresos.

Una señal que demostraría elocuentemente cuáles habrán de ser los objetivos prioritarios del próximo debutante como Jefe del Poder Ejecutivo, es no imprimir mas billetes sin su correspondiente respaldo, tal como lo viene haciendo desde hace tiempo, el gobierno de Cristina, que desde su presidencia, no dejó de destructurar la administración del Estado, con sus desmedidos e imbancables caprichos.

Para nada está en mi ánimo marcarle la agenda a nadie, pero como ciudadano que está en la cresta de la ola, por fin quisiera ser un beneficiario de medidas de un gobierno que me tenga en cuenta, a la inversa de cómo se me dio en los “tiempos ganados” por los Kirchner, que nos boletearon descaradamente cada vez que mencionaban a nuestros 40.000.000 de habitantes, llenándonos de mentiras, caprichos y corrupciones, además de manejarse con una justicia adicta que hasta hoy, solamente encontró a un culpable en orsai, pero que anda tan suelto como un pajarito cantor.

Una decisión unilateral del futuro Presidente, si fuera fiel a sus convicciones y a un sin número de declaraciones en campaña, donde anticipa que llegado a la Rosada, jamás gobernaría solo y que figuras de relieve y de prestigio tanto profesionalmente como ética y moralmente, podrían también ser participes de su gobierno, lo cual significaría que lo mejor no está en lo que él pueda, sino en lo que acuerden juntos y eso, podría resultar muy bueno para la República.

Personajes como Roberto Lavagna, Sergio Massa o Alberto Fernández, que dentro del abanico político han aportado a la sociedad sus bien ponderados esfuerzos, el Presidente debutante, los debería tener presentes en sus alforjas, cosa que desmostaría que sus anuncios y prédicas en campaña se ajustan a una conducta filosófica más que política y eso también sería bueno para la República.

Tarea extremadamente difícil que debería contar con la ayuda de Dios, si es que no se distrae y fija su mirada para la vereda de enfrente.

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