Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del 18 de mayo, Página/12 publicó un artículo de Horacio González titulado “Rebajar lo humano”. Sus párrafos salientes son los siguientes: “El pretexto, la coartada o el subterfugio son todas figuras propias de una conciencia que busca otra versión disimulada para sus verdaderos deseos o apetencias. Se podría decir que esa es una característica de las personas que mantienen su ansiedad sobre un objetivo, pero que por distintas razones, vacilan en presentarlo con su identidad verdadera. Tejen redes arácnidas, tienen miedo de sus propias desmesuras. Su táctica es la de hacer constantes excepciones sobre sí mismo, pero han aprendido que la palabra es un simple cortinado ocasional” (…) “El atenuante de este comportamiento es conocido. Nunca es difícil encontrar un uso inevitable de coartadas en la acción humana” (…) “Pero la coartada sistemática nos lleva a una conducta de mala fe que los funcionarios de este gobierno han “protocolizado” como gravísima eximición del mundo del habla y lo que ella implica como compromiso y autoexamen. Al contrario de lo que toda persona cree, para ellos hablar no implica costos sino efímeras actuaciones. Se consideran así exentos de censuras o autocensuras”.

“La teoría de una conciencia gubernamental insoportablemente opaca pero pavorosamente desdeñosa del drama del lenguaje (esto es, de la promesa, la culpa o el dolor). Hablar entonces son emisiones encadenadas de excusas y venganzas contra el tiempo” (…) “De ahí el uso del pretexto y todo un bagaje de recursos evasivos para darle curso a acciones que tienen la estructura de esa mala fe, la que aplican ignorando conscientemente su verdadero sentido. En su reemplazo, esgrimen una segunda cuerda, un acorde menor, de apariencia indiscutible, para que sirva para la justificación de una decisión desmedida o agraviante” (…) “Para justificar lo bochornoso del fallo de la Corte, se lo disimuló alegando la independencia de poderes. Quieren reivindicar el pasado terrorismo estatal, pero se exoneran a medida que la Ciudad les hace llegar los indicios masivos del repudio” (…) “Para masacrar la vida urbana como inherente a un conjunto vital de ciudadanos-trabajadores, la desmenuzan en la atomización extrema en la figura del vecino. Es el paso para justificar la conversión de la ciudad en vías de circulación extremadamente agresivas con sus clásicas instalaciones urbanas” (…) “Los asuntos políticos los hacen pasar por cuestiones técnicas, las cuestiones técnicas por políticas de seguridad, la seguridad se transforma en un protocolo, el protocolo sustituye a la ley, y la ley ya no es más un acto deliberativo de la conciencia pública-individual o colectiva-, sino un sondeo de opinión, un nivel de encendido de un canal de televisión, un rito publicitario para vender una ciudad postiza como los pícaros hacían loteos falsos en la película El Jefe (Ayala, Viñas, 1962). Diagramar conductas con tecnologías de sujeción de la conciencia pasó a llamarse Ley” (…).

“Así se transforma la vida en un flujo de acoplamientos mecánicos revestidos de grácil ligustrina. Se la lleva a lógicas de experimentación humana que están por encima de códigos o de tradiciones jurídicas. Antes gobernó el Proceso, al que el macrismo añora en sus clubes políticos. Ahora gobiernan por medio de procesamientos. Denominan ley a una aleación empresarial-jurídica-gerencial y disciplinaria. De allí sale la decisión, la voluntad o el capricho. Incluso el caprichito. Y la ley siempre llega después, para sufragar un hecho consumado. Es ley macrista. Ley que recubre lo ya decidido” (…) “El macrismo es fáctico, brutal, sus intelectuales disfrazan el daño realizado con ropajes de constitucionalismo republicano. La república se extingue en sus manos, la aplastan al convertirla en actos de injuria, en persecuciones basadas en exterminios morales” (…) “El código que admiten es el del insulto a lo popular, para luego solaparlo todo con el dicho de que lo mejor que tenemos es el mismo conjunto de personas que acaban de vejar” (…) “Al peronismo lo consideran un pellejo vacío y precisan peronistas que se digan macristas y viceversa. No faltan apostadores. La excavación automática del subsuelo social no da abasto; los dedos se electrizan de tanto timbrear” (…).

“El macrismo convirtió a la república en una monarquía del pretexto, en una autocracia de la coartada” (…) “Siempre un lenguaje vivo contiene su retractación, su pensar sobre sí mismo, su aire confesional o excusatorio. No aquí. Estos genuinos recursos han desaparecido ahogados por una planicie metálica de dos fríos enchapados: primero muestran un acto reglamentario intrascendente para impedir el juego político transcendente; luego presentan un ámbito público individualizado…, como cobertura bucólica de actos de afrenta laboral, vejación personal, lapidación de nombres y prestigios. La palabra volátil y desarticulada es transportada sobre decisiones de guerra. Para eso, los publicistas oficiales pintarrajean la destrucción como si fuera un umbral para la esperanza futura. Es el ameno pasaje macrista al desmigajamiento del trabajo, la anulación del legado histórico nacional en su amplitud soberana. Es el aplastamiento de la nación misma tragada en juegos corporativos no declarados algunos, alegremente declarados otros. Endeudamientos inconcebibles, operaciones contra otros estados-Venezuela-, y un proyecto de perdurabilidad infinita”.

“Nada tenemos contra el metrobús, como es obvio; sí contra su ideologización alcornoque; nada contra la bicisenda y sí con su explicación obtusa; nada contra la felicidad sino contra la pánfila intención de anunciarla con eufemismos melosos y huecos” (…) “Te empobrecen bajo un protocolo obligado y te mandan a pedalear en una Eco-Ciudad que ya no es tuya. Es un eco del circulador inmaterial del gran Capitalismo. Es el plato fuerte de la globalización irresponsable, que anula lo que toda nación debe resolver en su seno, la preparación del hombre universal, de un humanismo incisivo que piense el planeta bajo el estímulo de una nueva humanidad del trabajo y cultura emancipada” (…) “La circulación humana, un derecho histórico consagrado, la acicalan con calcomanías de alegría y el éxtasis de un tuteo falsificado. Por eso, “vos” que me estás escuchando, vos, sí, Mordisquito, como te decía Discépolo, ¿qué harías si oyeras al soberbio e improvisado Macri decir que habló con Trump sobre “vos”…? ¿Te creías que antes, cuando el gobierno anterior decía capitalismo serio, hacía solo obra capitalista? No, Mordisco, hacía cosas a las que por improvisación les daba ese nombre pero merecían otro” (…).

“Bueno, ante esta destrucción de la lengua, la política, la cultura de textos e imágenes, de la libertad urbana, de la vocación laboral, hay una persona que debe presentarse a la lid. Con urgencia-mirá lo que digo-, con urgencia. Porque guarda una distancia enorme con el resto. Se llama Cristina, vos la conocés. Sé que primero la viste con suspicacia y luego te diste cuenta. Y empezaste a reírte del tintineo de mucha moneda falsa lanzada por los truchos del pretexto infinito y de la coartada sistemática. Son momentos cruciales, perentorios. Dicen que polariza mal, que con ella se discute el pasado y no “para adelante”. ¿Y? ¡Si justamente se trata también de discutir contra esos conceptos de ocasión! Es un tema de tragedia clásica, no de estadística profesional. Bueno Mordi. Tiene que presentarse porque no tiene otro remedio que presentarse” (…) “Cristina debe decir presente, ni siquiera en nombre de su liderazgo ni de cómo “tracciona votos”-ojo a la jerga-, sino por la incumbencia fatal que una persona no puede eludir. Pues encarna ese pathos de la distancia-no te asustes por la frase, hasta la dicen en la Casa Rosada; es de Nietzsche pero lo comprenden mal-, distancia que la separa inevitablemente del absolutismo trivializado que nos gobierna. Esa distancia primordial y fuera de discusión puede esfumarse en la indigna crueldad de estos días si no se asumen las quijotadas y las valentías necesarias. Debe presentarse-no me mires así, Mordisquito-, y te digo más, debe presentarse poniendo otra palabra sugestiva y convocante en el lugar donde dice capitalismo, palabra que no está a la altura de todo lo demás que dice. ¡Date cuenta, Mordisquito! date cuenta, no es un tema político ni económico; es que están rebajando lo humano, nos dicen que estamos demás, aquí y allá, que nos corramos, que nos vayamos, que tienen que reparar esta vereda, que ni para pedalear servimos” (…) “Está el país en juego y una noción de la emancipación humana se podrá abrir entre nosotros. Dos cosas nos deben llenar el ánimo de admiración y respeto, Mordisquito. El cielo estrellado sobre nosotros y la ley moral en mí, en vos, y en todos nosotros”.

“En la misma edición, Página/12 publicó un artículo de ex juez de la Corte Suprema E. Raúl Zaffaroni titulado “Femicidio”. Sus párrafos salientes son los siguientes: “El feminismo es quizá el movimiento más revolucionario que nos llega del siglo pasado, pues con las ricas discusiones de todas sus variables teóricas, al sacar a luz los efectos del patriarcado provocó la crítica más contundente a nuestra orgullosa cultura “occidental”, corriendo el velo que cubría la discriminación machista subordinante, nada menos que de la mitad de la especie humana” (…).

“En tanto todos los días leemos noticias de nuevos femicidios, entendiendo por tales los homicidios con base motivacional machista. Conforme a las circunstancias se podría intentar una clasificación de estos delitos, pero lo cierto es que todos los casos tienen en común que la resistencia de la mujer a continuar o iniciar una relación o a prestarse a un acto sexual, decide al “macho” (herido en su “hombría”) a dar muerte a ella o a un tercero por venganza” (…) “Pero si en realidad la frecuencia femicida ha aumentado-y más si nos hallamos en un pico, brote o “epidemia”-, sin perjuicio de seguir enfrentando la cultura machista, habría que averiguar qué otros factores han incidido en eso, obviamente que no por mera curiosidad, sino también para prevenir los hechos y contener el fenómeno” (…) “Las penas para los femicidas son las máximas de nuestra legislación, debido a que en casi todos los casos, se trata de homicidios con múltiples agravantes y, por ende, penados con prisión perpetua, que es la máxima pena de nuestra ley. Si la frecuencia criminal se mantiene, y más si ha aumentado, es claro que la pena máxima no tiene efecto preventivo disuasorio, fuera de que es obvio que no lo puede tener en los casos no tan raros de “femicidio-suicidio”, a veces de brutal crueldad. Si bien es correcto seguir imponiendo esas penas, lo cierto es que el derecho penal llega tarde, pues las mujeres ya están muertas, y no parece razonable que el Estado se limite a recoger cadáveres e imponer penas” (…).

“Si en verdad nos hallamos en un brote femicida, lo cierto es que la pena perpetua -con todo lo justa que sea- no lo contiene, y si bien las marchas y manifestaciones son necesarias, positivas y útiles, su naturaleza de lucha cultural demorará su efecto en el tiempo y, en tanto, clama la razón más elemental que es indispensable hacer algo diferente para evitar nuevas muertes. Ante todas estas dudas, una sociedad en la que predominen actitudes racionales debería preguntarse muy en serio qué es lo que está sucediendo, para encarar con máxima eficacia la prevención de los femicidios. La respuesta a esta pregunta no la puede dar sino la criminología de campo, o sea, una investigación seria y completa, que abarque en todo el país los casos de esta particular criminalidad y, por cierto, que no sería difícil ni caro llevarla a cabo, pues contaría incluso con innumerables personas dispuestas a colaborar en ella, aún sin costo alguno. La experiencia que resulta de la investigación de homicidios que en el Poder Judicial nacional se lleva a cabo desde hace años para el ámbito de la ciudad de Buenos Aires, indica que la única fuente de datos seguros la proveen los expedientes judiciales” (…).

“El universo de los femicidios no es tan grande, de modo que en una investigación se puede abarcar la totalidad de las causas judiciales, sin necesidad de acudir a proyecciones y otros cálculos dudosos, es decir, que se puede recoger la totalidad de los datos disponibles. Ante todo, se trata de una “cifra dura”, en el sentido de que casi la totalidad de los hechos reales se registra en sede judicial” (…) “Salvo los casos de agresión sexual a una víctima por un desconocido o conocido accidental, en todos los demás femicidios, dado que el criminal está vinculado a la víctima, también es conocido, lo que permite indagar circunstancias subjetivas que puedan ser reveladoras para la prevención” (…) “¿Qué sería, pues, lo que habría que hacer? Se me ocurre que en primer lugar sería necesario reunir toda la información de que se disponga hasta el presente en distintos organismos oficiales y evaluar su utilidad para efectos preventivos. Como segundo paso, sería necesario un acuerdo del Poder Judicial de la Nación y los Poderes Judiciales provinciales para llevar adelante la investigación sobre los datos “duros”, facilitando en todo el país el acceso a los expedientes por parte de los investigadores, con las debidas garantías y reserva del secreto profesional en actuaciones en trámite”.

“Sería necesario a continuación reunir un seminario limitado de expertos, que confeccionen un protocolo de preguntas y datos a recoger de cada expediente judicial” (…) “El seminario de expertos concretaría las hipótesis e indicaría los datos que fuesen necesarios para su verificación positiva o negativa” (…) “El paso siguiente consistiría en convocar a un curso de dos o tres días para entrenar a los equipos que fuesen a recoger los datos de cada expediente, a efectos de que la tarea sea lo más homogénea posible. Se evaluaría el universo de casos y la capacidad de investigación, para decidir desde qué año se recogerían los datos” (…) “Los datos deberían ser compilados y elaborados por un equipo interdisciplinario, dados a publicidad y presentados con una convocatoria amplia, que muestre las conclusiones, obviamente centradas en lo que interese más directamente a la prevención” (…) “Una investigación criminológica seria sobre un fenómeno criminal que en principio parece bastante desconcertante, no debe descartar ninguna hipótesis de las posibles y razonables, pero debe tenerse en cuenta que, sin verificación empírica, esas hipótesis no pasan de meras opiniones o posibilidades que únicamente permiten hacer prevención con el método del ensayo y el error, lo que en caso de vidas humanas resulta aberrante. Sólo con los datos en la mano podríamos saber qué hipótesis son válidas y cuáles cabe descartar o darles una dimensión más adecuada, para marchar con cierta seguridad en dirección a la prevención” (…) “En una sociedad madura que se enfrenta a un fenómeno de esta naturaleza, nadie podría negar la evidencia de que es imposible prevenir lo que se desconoce, como que ante la posibilidad de un brote homicida, tampoco es cuestión de perder el tiempo teorizando en el vacío”.

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