Por Malú Kikuchi.-

El periodismo es una actividad vieja y una profesión relativamente nueva. La palabra define actividades que se realizan en ciclos reiterados. Viene del latín, “periodicus” y del prefijo griego, “ismo”, tendencia. El periodista es, o debiera ser, el intermediario entre la información y la gente.

Hoy se celebra el día del periodista en la Argentina. Lo hace desde 1938. Se decidió en un congreso de periodistas en Córdoba. Fue para honrar la aparición de “La Gazeta de Buenos Aires”, creación de Mariano Moreno el 7 de junio de 1810, para difundir en las provincias las ideas patrias.

Era una suerte de boletín oficial. Pero fue el primer periódico a partir de la Revolución de Mayo. Anteriormente existió el “Telégrafo Mercantil”* 1801, del español Francisco Cabello y Mesa; el bilingüe “La estrella del sur”, 1807, editado en Montevideo (ingles /español) y el diario de Manuel Belgrano, “El Correo de Comercio”, que apareció el 3 de marzo de 1810.

La libertad de expresión, consagrada en la Constitución Nacional de 1853, artículo 14, tiene una larga historia que empieza en 1811, con un decreto de la Junta Grande. Se podría decir que nació con la Patria y se espera que siga vigente. Hoy más que nunca, esa libertad es indispensable.

Pero el periodismo no nació en la Argentina. El primer diario conocido en occidente, fue “El acta diurna”, creación de Julio César, siglo I aC, colocado en el foro romano. En la Baja Edad Media, se repartían hojas escritas con noticias comerciales/económicas, en las calles de las provincias burguesas.

En Venecia se vendían las hojas escritas al precio de una “gaceta”, que era la moneda usada por los vénetos en el siglo XVI. De ahí el nombre de tantísimas publicaciones. Ya en los siglos XVII, XVIII y XIX, los políticos descubrieron el inmenso poder de las “gacetas” para llegar a la gente.

También se descubrió el potencial comercial del periodismo. Surgieron los primeros periódicos parecidos a los actuales. En EEUU, Joseph Pulitzer, con el “New Yok World” y Willian Randolph Hearst con el “New York Journal”, grandes diarios, comenzaron una guerra despiadada entre ellos.

¿Cómo nació la prensa amarilla? Además de la primera tira cómica, “The Yellow Kid”* en 1895, que se publicaba con dos autores distintos en ambos diarios. Fue el New York Press, diario serio y nada sensacionalista que le puso el nombre de “prensa amarilla”, usando el doble sentido de “amarillo” y el de “cruel y cobarde” que tiene “yellow” en inglés.

Alrededor de 1880 aparecieron empresas que recolectaban información que luego vendían a los diarios. Así nacen las agencias de noticias. Con la telegrafía y la fotografía, la difusión de noticias se facilitó enormemente. Hoy en día las noticias se conocen al producirse el hecho.

Acá, en la Argentina, ya en 1867 apareció “La Capital” de Rosario, fundado por Ovidio Lagos y Eudoro Carrasco. En 1869, “La Prensa” de José C. Paz y “La Nación” de Bartolomé Mitre en 1870. Ya en el siglo XX, en 1945, aparece Clarín, fundado por Roberto Noble. Son diarios que sobreviven.

En cuanto al periodismo, se divide en gráfico, radial, televisivo y digital. El periodismo puede ser de investigación, político, económico, deportivo, científico, internacional y de cualquiera otra actividad humana. Desde las agencias llega la información, luego los periodistas con firma, opinan.

Hoy en día, con la proliferación de las redes sociales y el periodismo digital que permite que los lectores opinen sobre lo que leen, todos somos periodistas. Más bien opinólogos sin filtro, sin responsabilidad editorial. Muchas veces es muy molesto, no omite insultos ni palabras chocantes.

A pesar de todo, la libertad de expresión, que por largos periodos ha sido cercenada en la Argentina, se impone. Aunque llegue a ser realmente desagradable, la posibilidad del lector de opinar como mejor le parezca, prevalece. Y eso es bueno. Sin libertad de expresión, no hay República.

¡Feliz día del periodista! A los que trabajan de periodistas y a todos los que opinan al respecto.

* “Yellow”, amarillo en inglés. También quiere decir, cruel, cobarde.

* “Telégrafo mercantil, rural, político, económico e historiográfico del Río de la Plata”, que ese era su nombre completo.

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