Por Máximo Luppino.-

El verdadero éxito de un gobierno es producir el bienestar del pueblo. Esto se torna imposible con una inflación anual que acaricia el 50%. Estos elevadísimos índices de suba de precios y servicios son una verdadera y monstruosa generadora de pobres e indigentes. Ningún gobierno será tildado de eficaz y próspero si no puede controlar la inflación, una asesina constante del bienestar popular.

Claro que la presión usurera del FMI es un serio limitante del adelanto del país, pero nos atrevemos a decir que la inflación es un veneno más letal aún para los pueblos que la mismísima opresión del Fondo Monetario Internacional.

“Los salarios por la escalera, los precios por el ascensor”. Con esta idea, el General Juan Perón, ya definía la cruda realidad del fenómeno inflacionario. Fue la falta de control de la inflación lo que adelantó la salida del gobierno del doctor Ricardo Alfonsín, cuando el aumento demencial de precios llegó a producir resarcimientos de costos de alimentos y demás hasta 3 veces en un mismo día. Esta hiperinflación es inmanejable y genera caos social con consecuencias dramáticamente inciertas. La inflación alta como la que padecemos debe ser enérgicamente controlada, de lo contrario es fantasma de la “híper” amenaza siempre con presentarse en el seno de una comunidad que desea trabajar con orden y estabilidad.

Para peor de males, la invasión de Rusia a Ucrania genera una escalada del precio del petróleo, la soja y demás productos. Es decir, el contexto internacional poco ayudará al control inflacionario de nuestra Nación. La magnitud de la crisis internacional la podremos medir en los próximos días acorde a las medidas que tomen EEUU, China y Europa. Esperemos que las oraciones y prédica sobre la paz mundial realizada por nuestro Santo Padre encuentren oídos racionales para hacerse carne en una realidad que la humanidad anhela. Con guerras nada se soluciona, todo tiende a empeorar.

Alberto Fernández se encuentra acosado por varias necesidades imperiosas, pero la más urgente, la que le “muerde los talones” al primer mandatario y a la población toda, es la de la inflación.

Con esta realdad inflacionaria no existe salario alguno que pueda escapar del agobio de servicios y precios que genera un mal humor real hasta entre los más dilectos aliados del presidente.

El Peronismo cada vez eleva más el clamor de su exigencia contundente sobre el control inflacionario. Sabedor el movimiento del General que sin control inflacionario el futuro electoral le es incierto, y más preocupante aún, el bienestar de la gente.

¡El hambre no espera, menos aún a los más humildes de la patria!

La inflación es un impuesto encubierto de las corporaciones económicas al pueblo, es un cáncer político que los dirigentes eficientes y honestos deben extirpar.

El aumento irracional de precios en todo, especialmente en alimentos es una bomba activada con fecha cierta y concreta de detonación, el gobierno no debe dejar de escapar más las oportunidades de actuar con firmeza y determinación patriótica para controlar el gran flagelo del pueblo.

El tiempo no espera a nadie, y los tiempos pre-electorales se insinúan con más claridad.

¿Alberto Fernández podrá “tomar al toro por las cuernos “o se conducirá a un descrédito social? ¿Un eventual fracaso del presidente será la frustración de todo el peronismo?

Esperemos que las lecturas políticas en la Casa Rosada sean las correctas y que se actúe con la eficacia y prontitud que el pueblo espera de sus representantes. Se votó al Frente de Todos para solucionar problemas, sobre todo el de la inflación y la desocupación. A no olvidarlo.

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