Por Malú Kikuchi.-

Insolencia, desfachatez, descaro, grosería, desvergüenza, atrevimiento, para decirlo en argentino básico, una guarangada electoral. El gobierno está haciendo mal uso del poder, como reacción ante el «desastre electoral».

La definición encomillada pertenece a la vice presidente de la Nación. La reacción es equivalente al desastre. Después de una semana infernal en que el Presidente y su vice públicamente se pasaron facturas, comenzó el ataque.

Cambio de gabinete, desempolvaron a Manzur, Aníbal Fernández, Julián Domínguez, miembros del viejo y sólido PJ que la vice detesta pero necesita. Con Manzur hiperquinético, Domínguez componedor y Aníbal vocero.

Reunión de gabinete a las 7:30 de la mañana. Ya que cobran para no hacer nada bueno, por lo menos que lo hagan temprano. Decidieron salir a la caza del votante perdido y/o esquivo. ¿Cómo? Regalando plata y electrodomésticos.

Es una forma de tratar a la gente como a mendigos que esperan mercedes de sus amos. En General Rodriguez repartieron calefones, cocinas y heladeras. En Avellaneda, donde no hay bici sendas, bicicletas para niños.

Se aumentó el sueldo mínimo a $32,000, prometen aumentar la AUH, las jubilaciones mínimas y las otras, vuelven con un IFE de $15.000 por 3 meses, que probablemente sólo darán en octubre a la espera de las elecciones. Siempre actúan así.

Están convencidos que la gente se mueve exclusivamente por motivos económicos. Y puede que algo de razón tengan. Pero las personas también tienen, además de la necesidad imperiosa de comer, otras necesidades que no son materiales.

En la Argentina 2020/2021 hasta ahora, hay un cementerio de casi 115.000 muertos por covid, de los cuales muchos murieron porque no había vacunas por ideología y/o negocio.

En la Argentina hay mucho dolor, la gente con enfermos terminales no pudo despedirse, la cuarentena cerró miles de pymes que aumentaron la pobreza, las grandes empresas huyeron de un país a la deriva, el hambre invadió la periferia.

Los chicos estuvieron un año y medio sin clases, ahora los sindicatos no protestan cuando Kicillof dice que habrá clases los sábados y estas empezarán en febrero. Pero, en el mientras tanto, las madres no sabían qué hacer con los chicos en la casa.

No son maestras, no todas tenían los instrumentos teconológicos e intelectuales para ayudar a sus hijos. Toda esa miseria física y mental es muy difícil de olvidar. La gente, además de necesitar «platita»*, tiene dignidad.

Esta vez no va a ser tan fácil comprarlos. Aceptarán los regalos, que no son tales, se pagan con los impuestos que paga la gente, y votarán por quien mejor les parezca. Pero el gobierno no tiene derecho, es injusto este despliegue de prebendas.

En derecho los delitos cometidos por el Estado son más reprensibles y punibles que los cometidos por los ciudadanos de a pie, porque el Estado tiene más poder, sobre todo, tiene la máquina de imprimir billetes.

Billetes que a esta altura son simples papeles de colores sin valor real, la Argentina se ha quedado, la han dejado sin moneda. Pero antes de una elección legislativa crucial para el futuro de la República, los repartirán como papel picado.

A todo este desbarajuste hay que sumarle que de pronto, por arte de magia, la pandemia se acabó. Formalmente la ministra de salud Carla Vizotti y el jefe de gabinete Manzur (médico sanitarista), la dieron por terminada. ¡Feliz primavera!

«De pronto y sin previo aviso, se acabó la pandemia. ¡Qué eficaz es la vacuna del 12 de septiembre! Por favor no se olviden de la segunda dosis, el 14 de noviembre».

Y falta la nota tierna, Fabiola Yáñez, la «querida Fabiola», la pareja del Presidente, está finalmente embarazada. ¡Felicitaciones! Muy oportuno.

* Daniel Gollán: «Con un poco más de platita en el bolsillo, la foto de Olivos no hubiera molestado tanto».

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