Por Máximo Luppino.-

El “velatorio” del peronismo se suspendió. El “muerto” no sólo se negó a concurrir, sino que elaboró planes a corto, mediano y largo plazo. El desconocimiento del fenómeno cultural del justicialismo sumado a un negacionismo obsceno de la realidad política conduce a la burguesía capitalista capitalina a insistir con el mismo arcaico error de subestimar el poder de reacción del movimiento del General.

Amenazaron ocupar la presidencia de la Cámara de Diputados de la Nación desplazando a Sergio Massa de su legítimo lugar, sólo logrando que el curtido dirigente redoble más aún sus esfuerzos para el triunfo del Frente de Todos.

Somos plenamente conscientes de que el Frente de Todos perdió la elección legislativa Nacional. Sucede que en la comparación numérica con el resultado de las PASO, el peronismo repuntó significativamente, recuperando casi totalmente el gran bastión electoral de la provincia de Buenos Aires. En términos electorales, es más del 40% de los sufragios nacionales.

Recordando que “Juntos”, ex “Cambiemos”, con el PRO de Macri hablaban de transición ordenada, elecciones generales anticipadas y proyectaron una catástrofe política electoral para Alberto y Cristina que no sucedió. Las caras acorde a las expectativas de cada fracción no pudieron escapar de la decepción amarilla y la algarabía incontenible del oficialismo.

Esa rebelde e indómita poética costumbre del peronismo de negarse a ser velado en vida.

Sucedió que el Frente de Todos obtuvo una derrota con sabor a triunfo. Todo es evaluado según las expectativas de los actores. Es en este insoslayable contexto que el peronismo se insinuó victorioso y lleno de concretas esperanzas para las elecciones ejecutivas del 2023.

Los pasillos resuenan con un murmullo incontenible. Si en 60 días, con pandemia reinante, aún pudimos dar vuelta tan profunda adversidad electoral, ¿cuánto más podremos lograr insistiendo con este rumbo económico y social para las próximas presidenciales? El ánimo es muy alto en el peronismo. Todo lo contrario sucede en “Juntos”. La “luna de miel” se suspendió, los novios no consumaron aún el matrimonio, las botellas de espumante retornan a la oscuridad taciturna de las bodegas y la incertidumbre vuelve a gritar: ¡presente!…

Para peor de males, en el búnker de Milei, un custodio, desde el escenario mismo, esgrime desenfundar su arma de fuego, amenazando a sus propios seguidores, para luego lanzar fundamentos pro Nazis. Ésta es la cara real de los “libertarios”, quienes se insinúan violentos e intemperantes en gran magnitud. ¿Es con estos individuos que pretenden Macri y Bullrich concretar un frente electoral? ¿Qué pensará sobre esto el cuidadoso y meticuloso Horacio Larreta? Otro tiempo comienza. Ninguna fuerza puede descansar en laureles no ganados, en triunfos inexistentes, ni en victorias que son deseos y no realidades. Cierta parte del periodismo se sumó al ridículo contando votos que aún no habían ingresado a la urna. Una cosa es el deseo personal, y otra muy distinta es la realdad efectiva.

En la larga historia del peronismo, los “anti” soñaron con matar al gigante. Con cada fracaso gorila el corpulento justicialismo crece en fuerza y experiencia. Con cada ataque a las huestes de Perón, los compañeros reasumen su compromiso militante. El casa por casa de la campaña humanizada del Frente de Todos funcionó. Mientras la aplicación de la tercera dosis de vacunación contra el COVID está en plena marcha redoblada.

Los soldados de Perón son desprejuiciadamente valientes. Se resisten a ser vencidos por propagandas mentirosas y por los “guapos” de Twitter. La pelea suele ser total y brindada en todas las esquinas de nuestra soberana Nación. Lo que se aproxima es mucho mejor a lo que ya vivimos. Estamos construyendo “la Argentina grande con que San Martín Soñó”.

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