Por Malú Kikuchi.-

Casi sobre la hora límite, se inscribieron las alianzas para las PASO. No llamaron la atención porque eran cantadas, llamaron la atención porque algunas tardaron en materializarse. Es más, la alianza Fernández al cuadrado con el Frente Renovador, existe, no se sabe en qué consiste.

Sergio Massa ¿habrá regalado su futuro político en pos de conseguir qué? Hasta ahora no se sabe. Aliar el Frente Renovador (ya sin Lavagna ni Graciela Camaño) al kirchnerismo, por la posibilidad de conseguir, depende de los votantes, la intendencia del Tigre para Malena Galmarini, es un precio demasiado pobre. ¿O habrá otro precio desconocido?

Eligieron un nombre con una cierta propensión autoritaria: Frente “de” Todos, como si todos los argentinos estuviésemos involucrados en ese Frente. Hubiese sido más gramatical y conceptualmente correcto, usar la preposición “con”, invitando a los votantes a elegir esa opción.

Los demás nombres son racionales. Juntos por el Cambio habla del PRO, la UCR, la CC-ARI, Demócratas Progresistas, Conservadores y… Miguel Ángel Pichetto, valioso agregado a la fórmula presidencial, signo de aceptación del peronismo como una realidad insoslayable de la política argentina.

La suma de Roberto Lavagna y Juan Manuel Urtubey en Consenso Federal 2030, adiciona los nombres de los partidos con la idea de políticas a largo plazo. Algo que se necesita. La unión de todos los partidos de izquierda, rematados con la palabra Unidad, sugieren una fuerza que les hacía falta.

José Luis Espert, aliado a la UCEDÉ (González Mansilla) y el partido Unir de Alberto Asseff, se inscribieron como el Frente Despertar. También lo hizo Gómez Centurión; el “Pocho” Romero Feris y varios más. Se debería agradecer el hecho auspicioso de poder votar y elegir en libertad.

Es curios comprobar que en los tres Frentes que más chances tienen en las elecciones, hay peronistas. El más peronista de los frentes es el del Consenso Federal 2030, tanto Lavagna como Urtubey siempre lo fueron. Le sigue el Juntos por el Cambio, Pichetto fue, es y será peronista.

En tercer lugar, el Frente de Todos. Los Fernández fueron Frente para la Victoria y después de perder en 2015 ante Cambiemos, CFK inventó Unidad Ciudadana. Alberto F. fue Frente Renovador, lo mismo que Massa. Hoy todos son peronistas. “Un recuerdo que trae votos” (Julio Bárbaro).

En la provincia de Buenos Aires la gobernadora María Eugenia Vidal repite fórmula y lleva como vice al radical Daniel Salvador. También repite fórmula en CABA Horacio Rodriguez Larreta con el peronista Diego Santilli, e incorpora al socialista Roy Cortina. Cambiemos abre el juego.

El problema es que en estas elecciones no se elegirá un presidente y su vice, diputados, senadores, gobernadores (los que no desdoblaron la elección) e intendentes, se optará por un sistema de vida. Por un lado la República y por el otro un viaje sin escalas hacia el desastre venezolano.

Hace más de 2.000 años, Polibio, historiador griego (200 aC / 118 aC) y gran estudioso de las formas de gobierno, las había dividido en seis fases cíclicas. Primero la monarquía, forma de gobierno ejercida por una persona, por lo general hereditaria y vitalicia. Segunda fase: la monarquía tenía grandes probabilidades de convertirse en un gobierno absoluto, en una tiranía.

En la tercera fase se optaba por un gobierno aristocrático (aristos = los mejores y cratos = poder). Pero en la cuarta fase, la aristocracia se convertía en oligarquía (oligo = clase social privilegiada), una mala forma de gobierno, porque llegaban al poder sin méritos, al contrario de los aristos.

En la quinta fase aparecía la democracia (demos = pueblo), pero esta caía en la sexta fase, en la oclocracia (chlo = multitud) o sea el poder de las muchedumbres. Lo que hoy conocemos como populismo, que no importa que sea de derecha o de izquierda, tiene el vicio de empobrecer un país.

Los seres humanos siguen siendo los mismos, sólo cambian los sistemas y la tecnología. Pero son siempre los mismos. Nacen, se procrean, mueren. Tiene miedos, alegrías, angustias y esperanzas. Aciertan y se equivocan. A veces pueden remediar sus errores y otras, no. Polibio lo sabía. No conoció las computadoras ni los drones, pero conocía el peligro del populismo.

Nosotros tenemos toda la tecnología a nuestro alcance, la tenemos en un teléfono. Deberíamos saber lo que sabía Polibio. El populismo es muy peligroso y el precio que se paga por él es demasiado caro. Caro en el aumento de la pobreza y caro en ajustes posteriores.

¡Populismo nunca más!

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