Por Enrique Guillermo Avogadro.-

“La sangre no nos condena a ser ni creer nada pero impone que ciertos asuntos no puedan dejar de concernirnos”, Lorenzo Silva.

El jueves por la tarde miles de ciudadanos nos manifestamos ante el Palacio de Justicia para reclamar a la Corte Suprema, al Consejo de la Magistratura y a los jueces que asumieran ya mismo los roles que la Constitución respectivamente les asigna y que dejen de ser cómplices y encubridores de la corrupción, cuando no socios de la misma. La marcha se vio dificultada no sólo por las demoradas obras en curso, que impidieron el uso de las plazas, sino por un insólito vallado dispuesto, por pedido del siniestro Presidente de nuestro tribunal supremo, que bloqueó prácticamente la calle Talcahuano, entre Tucumán y Lavalle.

Minutos antes de la hora fijada para el comienzo de la ceremonia, llegó desde Comodoro Py la noticia de la confirmación, por parte de la Sala I de la Cámara Federal de la prisión preventiva del eterno contador de los Kirchner, Víctor Manzanares, y de la ratificación del Juez Claudio Bonadío al frente de la investigación de la causa “Los Sauces”, que tan mala sangre genera en doña Cristina y sus hijos. Eduardo Freiler, uno de sus integrantes, el ladrón auténtico, al menos tuvo la ¿decencia? de mantenerse leal al kirchnerismo votando en minoría en sentido contrario. De todas maneras, y pese a que era previsible, el fallo trajo algún alivio al ánimo de los presentes, una vez más de lamentablemente muy alto promedio de edad. ¿Ignoran los jóvenes que lo hacemos por ellos?

La Asociación de Abogados por la Justicia y la Concordia se hizo presente e hizo oír su reclamo en pos de justicia para los dos mil militares presos, mantenidos en prisión por un Poder Judicial venal y vengativo que, para lograrlo, ha violado todas las normas constitucionales. Pese a que lo hizo frente a importantes letrados y algún presidente de otras sociedades de abogados, como el Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, ninguno de ellos se sumó al clamor; ignoro si lo hicieron por falta de coraje o por verdadera adhesión a la política caníbal que, al respecto, aún mantiene el Poder Ejecutivo, un importante grupo de asesinos togados y, por supuesto, la Procuración General de la Nación, a cargo de la inefable imputada Alejandra ¡Giles! Carbó.

Una prueba más de la morosidad de la Justicia se dio ayer mismo, cuando el Tribunal Oral Federal N° 1 debió absolver por prescripción a otro notorio delincuente, Amado Guitarrita Boudou, en la causa más insignificante de las varias que tiene en curso, la falsificación de los documentos de un auto para estafar a su ex mujer.

Sigo convencido que los inquilinos de Comodoro Py, en general, continuarán olfateando el viento para ver qué novedades traen las elecciones legislativas de octubre y, hasta conocer el resultado de las mismas, seguirán haciendo la plancha. Sin embargo, espero que la multitud que tanto los convirtió blanco de sus duras quejas el jueves los induzca a cambiar de actitud; si no lo hacen, habrá llegado la hora de reclamar su inmediato desplazamiento. Lo haremos cuando, finalmente, el Consejo de la Magistratura se desprenda de uno de sus miembros, el Senador por San Juan, Ruperto Godoy, un verdadero caradura que ni siquiera es abogado.

Para que ningún responsable de la podredumbre judicial se sienta tranquilo, iremos por más. Pronto no sólo repetiremos la del jueves sino que también nos manifestaremos ante el Congreso, el gran aguantadero de corruptos y delincuentes de toda laya, para exigir la modificación de los códigos de procedimiento y la inmediata sanción de las leyes que se necesitan para llevar adelante, con eficiencia y rapidez, las investigaciones sobre las iniquidades cometidas durante tantos años, en especial la ley penal empresaria. Se lo debemos al 30% de nuestros conciudadanos que, después del período en que más dinero ingresó a las arcas públicas en la historia, se debate entre la miseria y la pobreza, carece de agua potable, de cloacas, de vivienda digna, de educación y de salud.

Pero hoy, como a todos los argentinos, el tema que más nos preocupa y debiera ocuparnos es la verdadera tragedia en que el comunismo cubano y chino, el imperialismo ruso, la teocracia iraní, la corrupción y el narcotráfico han sumido a la ensangrentada y hambreada Venezuela. Recordemos que, sólo desde mi nota anterior, han muerto veinte jóvenes más, asesinados por las fuerzas represivas de Nicolás Maduro.

El estruendoso silencio de doña Cristina, que llegó a otorgar la máxima condecoración argentina a este criminal, y de los organismos de falsos derechos humanos locales frente a lo que allí sucede no hace más que confirmar que, para todos ellos, los terroristas Perro Verbitsky y Jorge Taiana incluidos, los genocidas sólo pueden serlo si no pertenecen a su bando ideológico; el último, en delirio, no dudó en igualar las salvajadas de los rojo-rojillos, que matan con real munición a opositores desarmados, con el desalojo judicial de la planta de Pepsico, que dejó quince policías heridos y varios revoltosos resfriados, producto de la mojadura con mangueras en pleno invierno.

No debiera sorprendernos, porque ya pasó con Joseph Stalin, que se permitió asesinar a más de veinte millones de sus compatriotas para sojuzgar definitivamente a su pueblo mientras el mundo miraba para otro lado, y con Fidel Castro y el Che Guevara, fusiladores compulsivos transformados en íconos de las progresías mundiales. Evidentemente, Néstor Kirchner tuvo razón, cuando el desconcierto de Ramón Puerta llevó a éste a preguntarle por qué se disfrazaba de zurdo; la respuesta fue contundente: “Ramón, la izquierda te da fueros”.

El ridículo tirano caribeño terminó el viernes de ponerse a la democracia de sombrero, después de la más que fraudulenta elección del domingo pasado, al poner en posesión de sus cargos a los más de quinientos constituyentes que reformarán el engendro del propio Hugo Chávez para convertir a su país en una dictadura de partido único, como hicieron hace más de sesenta años los gerontes cubanos que aún mantienen esclavizada a la población de la isla. Me pregunto si con Venezuela permitiremos que suceda lo mismo y, dentro de algunas décadas, visitemos el país para ver in situ los logros de tales revoluciones imaginadas.

Tal como sabíamos que ocurriría, los sistemas internacional y regional han demostrado, y lo seguirán haciendo, su total incapacidad para poner fin al drama humanitario que azota a ese país y avergüenza al mundo entero. Por ello, tampoco significará demasiado la exclusión o la suspensión de los bolivarianos que los cancilleres del Mercosur resolverán seguramente hoy en San Pablo; lo mismo sucedió con las demoradas sanciones personales que los Estados Unidos impusieron a los mayores personeros del régimen, acusados de narcotráfico, o con la tibia condena que, muy tardíamente por cierto, expresó S.S. Francisco esta semana respecto a la violación de los derechos humanos más elementales que allí se practica.

Para terminar, reitero: ¡iremos por más! El que avisa no es traidor.

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