Por Alfredo Nobre Leite.-

Es una ironía sarcástica que el funcionario del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, ministro de Cultura, Darío Lopérfido, haya tenido que presentar su renuncia por decir la verdad sobre los sedicentes «desaparecidos». Expresó: «No tengo ningún inconveniente en decirlo: en la Argentina no hubo 30 mil desaparecidos; fue una mentira que se construyó en una mesa para obtener subsidios que te daban». Es exacto, pues es más que conocido que los ideólogos, y no tantos, de la subversión que durante la guerra revolucionaria, instigada por la Unión Soviética, a través de Fidel Castro, se refugiaron en las naciones europeas, para obtener subsidios inventaron la patraña de los 30 mil «desaparecidos».

A lo cual, para verificar la falsedad de esos ideólogos e «idiotas útiles», mutados en la «juventud idealista» de «La Cámpora», téngase en cuenta que el libro «Nunca Más» de la CONADEP, consignaba en sus listados que las denuncias recibidas de parientes, eran de 8.960 casos. Y tras el terremoto de México de 1985, muchos aparecieron por TV, como también en Francia, Italia, Escandinavia y hasta en Australia, reduciendo el total en unos 5.000 (1), que por casualidad o causalidad es el número estimado de combatientes de las organizaciones subversivas/terroristas (ERP -Montoneros -FAR), que fueron abatidos por las Fuerzas Armadas (FF.AA.); y cuyos familiares denunciaron cómo «desaparecidos» para cobrar las indemnizaciones del gobierno de Menem. Según la ley 24.411 promulgadas el 7-9-1994, por un total de $/US$ 4.000 millones, a razón de $/us$ 250.000 por persona, figurando en dichos listados el juez de instrucción de Morón, Alfredo Meade.

Ya es tiempo de que se deje de mistificar la verdad, con un relato falso de una memoria hemipléjica que no convence a nadie, y sólamente sirve para que esos supuestos «idiotas útiles» se autoengañen. La tragedia de los años ’70 que, en realidad no fue otra cosa que una interna del peronismo -políticos y sindicalistas, cómo el caso del malogrado José Ignacio Rucci (asesinado por Montoneros) y la izquierda subversiva, devenida de las «formaciones especiales» creadas por Perón, que no pudiendo controlarlos, los echó de la Plaza de Mayo en 1974, calificándolos de «imberbes». Y los ideólogos de la izquierda perimida que se habían fugado con los rabos entre las piernas, regresaron durante el gobierno de Alfonsín para llevar a cabo un deletéreo lavado de cerebros a la juventud con sus mentiras, que, por otra parte, se infiltraron en los medios de comunicaciones, Cultura, Educación, Casa Rosada, Ministerios, Congreso de la Nación, Legislaturas y gobernaciones. Y sépase que el kirchnerismo, que nunca le interesó los «derechos humanos» en Río Gallegos, pretendió captarlos como una veta para llenarse las alforjas con los recursos públicos.

¡Feliz de la Patria!

1) Del libro «In Memorian», tomo III, Círculo Militar, 2000, pág. 559.

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