Por Luis Alejandro Rizzi.-

Pedro Laín Entralgo escribió un libro que se publicó allá por los años cincuenta del siglo pasado que tituló “La espera y la esperanza” y desarrolla lo que llama “Historia y Teoría del Esperar humano”.

En cierto modo la vida es siempre un “esperar”, que en su segunda acepción significa “calma, paciencia, facultad de saberse contener y de no proceder sin reflexión”.

La “espera” tiene un sabor agridulce porque nuestro futuro es impredecible, porque no sabemos cuándo moriremos; en esa “espera fatal” nos igualamos todos los seres vivientes.

Cuenta el autor que Heidegger distingue entre “expectativa” y la simple espera; la primera es la “actitud de la existencia frente al provenir inauténtico, es decir, un “aguardar” por el premio de la lotería o por milagros que de antemano sabemos que no ocurrirán, un poco el sustento del “populismo”, una espera de lo imposible.

Reconozcamos que los seres humanos hemos demostrado a lo largo del tiempo nuestra sensibilidad por lo imposible; me animaría a decir por la mentira; agregaría estamos más propensos a las aporías y la distopía; creo que es una de las consecuencias de la debilidad humana.

En definitiva, en sentido religioso, diríamos, somos sensibles a las tentaciones del facilismo.

A diferencia de la “expectativa”, la espera es una “expectación comprensiva y proyectiva”, quiere decir estamos a la espera de realizaciones o del resultado de tareas que apuntan a objetivos que pueden lograrse o no, pero lo que vale es la “tarea”, en lenguaje orteguiano, “el esfuerzo puesto a disposición de…”

Siempre se debe tener en cuenta que “la posibilidad está más alta que la realidad”, lo que no invalida el sentido de la “espera”.

Milei, muy hábilmente, pero creo que lo hace de modo inconsciente, detectó la “impaciencia argentina” y la convierte en “expectativa”; sus propuestas son dogmáticas y milagrosas y en la lotería de la vida habría premios para todos o muchos más que en las condiciones actuales; diríamos habría más ganadores y menos perdedores. Es la otra cara o una de las otras caras de la “desesperanza argentina”.

Milei no deja de ser “populista”, quizás raro para el populismo ortodoxo, al punto que, a Cristina, parecería que le mete más miedo la propuesta no racional de Milei a las más racionales, aunque muy frías de JxC, que parecen diluirse en el juego de las propias miserabilidades.

Lo que no sabemos es si ese temor de Cristina se refiere a la disputa por el primer y segundo lugar o el segundo y el tercero.

Lo cierto es que, en las próximas elecciones, el partido lo jugarán dos “populismos” que podrían conformar el 70% del electorado.

¿En ese escenario, cómo mierda se podrá gobernar…?

Como vemos en algo se asemejan Milei y Cristina, juegan con las expectativas desesperanzadoras de la gente, que en general siempre terminan en frustraciones. Parece una paradoja, la desesperanza, en definitiva, nos conduce a su lógico destino, el fracaso.

Lo peor que podemos hacer es tratar de distinguir entre “buenos y malos” o en buscar culpas en lo ajeno. (Perón, los militares, los Kirchner o Macri).

Como diría Willy Kohan, Milei y Cristina no dejan de ser una parte de nosotros; dicho de otro modo, la “cuestión” es ¿no seremos nosotros como sociedad?

Al fin y al cabo, en estos 40 años, todos llegaron al gobierno elecciones mediante, los votamos… no los trajo la cigüeña.

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