Por Luis Alejandro Rizzi.-

Para los que nos observan, les debió resultar extraño que una persona sobre la que un juez que está investigando un delito en el cual podría tener algún tipo de participación y autoría, haya dispuesto su detención y esa persona no sólo se haya burlado del magistrado sino que también le hizo frente a la fuerza pública, incapaz de cumplir con la orden judicial, dejándola en un evidente ridículo, es decir, expuesta a la burla o menosprecio de la gente.

Más tarde, con relación al intento de la fuerza pública de cumplir con el cometido ordenado, dijo: “Ayer (por el jueves 4) fue un día muy importante para todos, ya que la policía montó un operativo con carros y muchos efectivos, daba asco…”

Imaginemos por un momento que cualquier persona hubiera sido denunciada por un funcionario o militante “k” y esa persona hubiera hecho y dicho lo mismo que Hebe de Bonafini ante una citación judicial…

En la misma línea, un ex funcionario de gobierno y militante fanático de la grosería hizo su trabajo en un programa de TV ante lo que llamaría el estupor de los buenos.

Ya no queda duda alguna de que la grieta existe y que la militancia cristinista, con “ella” a la cabeza, trabaja ardorosamente no sólo para mantenerla sino también si fuera posible para ensancharla y profundizarla.

Una de las acepciones de la palabra “grieta” es dificultad o desacuerdo que amenaza la solidez o unidad de algo, no cabe duda que ese es el negocio y objetivo del “kristinismo”.

El kristinismo es un sectarismo que no sólo busca ejercer un poder absoluto sobre sus adeptos, recordemos la confesión del senador Miguel Ángel Pichetto y el modo en que se comportó el congreso de la nación durante la dékada k. Busca además, no ya en nombre de supuestos fines espirituales, sino en defensa de bienes materiales concretos, sepultar a los que consideran “los otros…”

Esto significa que “los otros…” somos seres inexistentes que no merecemos ser y por tanto nuestros derechos humanos son meros artilugios para defender los supuestos privilegios y beneficios que nos dieron regímenes políticos anteriores, hayan sido militares o políticos, todas fueron dictaduras canallescas.

«Para los amigos, todo. A los enemigos, ni justicia», gritó Perón en uno de sus ataques de furia que es lo que han iterado de algún modo entre los pasados jueves y viernes Hebe de Bonafini y un tal Guillermo Moreno al considerarse portadores de valores absolutos de su uso exclusivo y excluyente.

Algunos conformistas me decían “no hay que darles bola… no saben lo que dicen y hacen…”, son pobres tipos…

Les respondí que si lo saben y muy bien, tienen un solo camino, seguir destruyendo lo poco que queda de nuestros buenos usos y respeto a ciertos valores propios de lo que fue nuestro sistema cultural.

No podrán llegar al gobierno, salvo que conviertan a la Argentina en tierra arrasada.

Nicolás Maduro se mantiene en el gobierno a pesar de todo y además se solidarizó con Hebe de Bonafini.

Como todo sectarismo el kristinismo necesita el poder por el poder mismo y por su sadismo incisivo disfrutan dominando a sus adeptos y agrediendo a los que somos “los otros…”

Las instituciones siguen mostrando su impotencia. No encuentra la forma de enfrentar a este sectarismo de fanáticos que son pocos pero nos hacen parte de la vida imposible. Tienen miedo por las posibles consecuencias de sus decisiones.

Hay una diferencia en el miedo y la cobardía.

Pero el miedo no nos puede llevar a la cobardía que es lo que nos está sucediendo y es uno de los objetivos de la militancia k, es que “los otros…” nos convirtamos en un montón de cobardes…

Es lo que le pasó a la fuerza pública con Hebe de Bonafini y a Martín Tetaz y las conductoras del programa con el tal Guillermo o Moreno, en una palabra por ser prudentes pasaron por cobardes.

La prudencia es una virtud y la cobardía un vicio.

Es obvio la Casa está y sigue en (des)orden.

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