Por Mario Cadenas Madariaga.-

El Gobierno de Mauricio Macri debe tener una obra emblemática que represente lo que él y su equipo han propuesto a la Nación, que es un cambio fundado en la expansión económica, sobre bases de estabilidad, que reduzca las regiones que han crecido con grandes subsidios, como es el Gran Buenos Aires, de manera que al mismo tiempo que se contraen éstas, se expandan las nuevas regiones.

Esta obra es un gran puerto de aguas profundas en el caso de nuestro país, por que por la expansión de su comercio exterior tiene un movimiento marítimo que anualmente supera los cien millones de toneladas y se encuentra a decenas de miles de kilómetros de los otros grandes puertos del mundo, por lo que debe pagar altos fletes marítimos al ser atendido ese tránsito por pequeños barcos de 30.000 a 45.000 toneladas, contra los trasatlánticos de 300.000 a 500.000 toneladas, con los máximos tonelajes que circulan los mares de hoy, con fletes mucho menores.

Quizás algunos piensen que ésta no sería la oportunidad de construirlo, por las dificultades del momento, pero éstas se pueden sortear pues hay formas de hacerlo de manera que no implique tener que financiarlo, diseñarlo, ni construirlo si no encomendar éstas tareas, previa licitación, a una empresa internacional, que se cobrará con su administración posterior a largo plazo.

La Argentina se beneficiará primero con la inversión que dará ocupación y actividad a toda la región donde esté ubicado -la costa atlántica bonaerense- y absorberá la población desocupada y subocupada del Gran Buenos Aires, por su proximidad, como la región con las grandes poblaciones subsidiadas, como se constató en la reciente actualización de las tarifas de servicios públicos. Además es la base territorial de las grandes villas miserias que se eliminarán o reducirán.

Es decir es una obra que favorece a todos los sectores económicos y regiones y no provocará desequilibrios internos, cooperando al desarrollo en un momento que escasean las grandes inversiones. Corresponde a la iniciativa del Ministro de Transporte Ing. Ignacio Dietrich.

Debería ser presentado en marzo próximo para ordenar el rumbo a seguir. Su ubicación debería estar en el centro económico de la costa atlántica, a setenta pies de profundidad -por ejemplo en Necochea- para poder proyectarse por igual al norte, el centro y el sur argentino, interconectado por una red vial y ferroviaria a todo el territorio nacional.

Tendría un efecto de profunda transformación de la estructura económica y social, de todo el país, al desaparecer el Gran Buenos Aires, como una gran concentración subvencionada, reduciendo los fletes internos, en beneficio de todo el interior.

La nueva red vial comprenderá 12.000 kilómetros de autorrutas, más unos 10.000 kilómetros de rutas complementarias asfaltadas. Esto se complementará con una red ferroviaria totalmente nueva como mínimo de 10.000 kilómetros. Ambas redes se construirán en tramos por licitaciones internacionales, para evitar los enormes casos de corrupción de la administración kirchnerista

Los puertos de aguas profundas han desarrollado el sudeste chino, Corea del Sur, el norte de Holanda y la zona de San Pablo en Brasil y San Francisco en EEUU.

Con tales características el proyecto tiene también un sentido profundamente federalista debiendo ser aprobado por todas las representaciones provinciales en el Congreso.

Es importante terminar la negociación con los holdouts, previamente, para tener abierto el crédito externo.

Al mismo tiempo es importante el cierre de nuestras fronteras a la libre inmigración de nuestros vecinos del norte -Bolivia y Paraguay- aplicándoles las mismas normas que rigen el ingreso para todos en la Argentina.

Estas obras contribuyen a la unidad nacional, y a desatar los nudos estructurales que se fueron creando contra el desarrollo nacional.

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