Por Alfredo Nobre Leite.-

En el artículo «Baradel es un detalle«, el columnista Jorge Raventos critica el mensaje del presidente Mauricio Macri al inaugurar las 135ª Sesión Ordinaria del Congreso, diciendo que «…hubo pronósticos fallidos (la inflación no bajó lo que se había anunciado; la meta del déficit fiscal sólo se pudo cumplirse merced a los recursos excepcionales del blanqueo, las esperadas inversiones se hacen esperar; los «brotes verdes» por ahora son mayormente espejismos». Creo que exagera al no considerar que el gasto público legado fue más del 50% del Producto interno (PBI), de unos 500 mil millones de dólares (en 2016 alcanzó el 56% del PBI), un salvavidas de plomo con todo lo que implica, con un país en estanflación, durante cinco años (recesión y alta inflación del 30%), lo que implica un déficit fiscal considerable que se financiaba mayormente con emisión monetaria espuria y la apropiación de recursos del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) y resultados no realizados del Banco Central (BCRA), que monetizados por el kirchnerismo aumentaban la inflación, y asimismo hubo que aumentar los planes sociales para subvencionar a más de 12 millones de pobres legados; y, no se pudo actualizar las tarifas de los servicios públicos (la energía) por el insólito fallo de la Corte Suprema, es decir que el Gobierno nacional aumentó las tarifas sociales (y el costo de los servicios que está pagando el usuario es del 50%, de manera que la diferencia implica más impuestos o déficit fiscal que el Estado sigue haciéndose cargo; es decir que los pobres siguen subvencionando a los que más tienen).

De modo que a un año de mandato no se puede pretender morigerar 12 años y medio de desatinos (con las tarifas de los servicios públicos en la zona metropolitana pesificadas y congeladas desde 2002) y demás tropelías cometidas; por lo cual, aunque se han corregido en cierto modo los precios relativos, falta mucho para poner las cuentas públicas en orden, bajar al inflación (para el tercer y cuarto trimestre del año en curso la inflación mensual será cercano al 1%), y con reglas de juego claras y permanentes y seguridad jurídica atraer las inversiones que siguen en stand by, para revertir los efectos recesivos, la caída del PBI, pues nadie invierte en un país con alta inflación. No debería extrañar al columnista que los «brotes verdes» se hagan desear, como tampoco pretender revertir la pobreza, una mancha indeleble en el cuerpo social del 30% de la población, que requerirá una generación, con la gracia de Dios (y siempre y cuando los fabricantes de pobres no accedan al poder); que denuncia diciendo que no habla más de «pobreza cero»; siendo imprescindible una reforma educativa a fondo a fin de que los desocupados recalcitrantes, desde abuelos a nietos, adquieran la educación para poder conseguir trabajo. Observo que tampoco tiene en cuenta que la economía en el cuarto trimestre de 2016 creció con respecto al tercero (técnicamente después de dos trimestre de crecimiento se sale de la recesión, según el economista Dante Sica, y que se empezó una etapa de expansión; y se estima, según varios economistas, un crecimiento del PBI del 3% en este año. Estas son realidades que el columnista Raventos debería reconocer, no ignorar las tropelías del kirchnerismo, y menos cargar las tintas al Gobierno que recibió una herencia inesperada por su magnitud, con la economía destruida, sin reservas en el BCRA, la administración descalabrada, llegando el kirchnerismo a hacer desaparecer los discos rígidos y alterado las memorias de las computadoras para ocultar el verdadero desastre de la «década despreciada» y el inédito latrocinio nunca cometido pretéritamente.

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