Por Cosme Beccar Varela.-

Como dije en el número anterior de este periódico, creo que ya no hay esperanzas de evitar que esta tiranía continúe con otro nombre en la presidencia, pero con la misma estructura de poder, incluyendo a los políticos de la falsa oposición, con crecientes restricciones a la libertad y a los derechos. Por lo tanto no voy a proponer nuevamente la única solución que siempre hubo, o sea que los «buenos patriotas» se unan y se movilicen por fuera de todo ese tinglado, dispuestos a luchar con todas sus fuerzas en defensa de la Patria, porque los «buenos patriotas» no existen. Me voy a dedicar, más bien, a escudriñar «las circunstancias» dentro de las cuales deberemos sobrevivir como hasta ahora, pero peor.

Como todo el mundo sabe hay un movimiento político que ocupa el poder a caballo del «kirchnerismo», sin ninguna intención de someterse a una prueba electoral. Simplemente asaltó el poder, lo tiene y lo tendrá. Se llama con el absurdo nombre de «la cámpora».

Es tan absurdo que la tendencia es a no tomarlo en serio. Sobre todo cuando se dice que el «jefe espiritual» es Máximo Kirchner (no pueden decir que es el «líder efectivo» porque salta a los ojos que no es nada ni nadie). Máximo Kirchner es un gordo ignorante, maleducado, con un fuerte complejo de inferioridad, que no sale de Río Gallegos para que no lo vean y si viene a Buenos Aires es para gozar de los privilegios de los lujos presidenciales de la usurpadora materna.

Ayer vi un video del único discurso público que dijo en su vida el supuesto «jefe espiritual» de «la cámpora» y fue algo penoso. Cuando uno de los verdaderos jefes le pasó el micrófono, el pobre tipo no sabía que hacer. Empezó diciendo «¡hola!». Y después siguió un penoso silencio durante el cual fingía que buscaba algo debajo del atril frente al cual estaba nerviosamente parado. Después dijo una serie de incoherencias. «Yo no quisiera estar aquí. Quisiera que «ellos» hablaran.» (se refería, es claro a la pareja de usurpadores presidenciales que lo engendraron). Y de ahí en adelante se dedicó a intercalar largos silencios, miradas cómplices a su entorno, como pidiendo apoyo (que le daban los «militantes» a mansalva gritando consignas), con elogios a su papá y a su mamá, quejas porque Río Gallegos fue siempre olvidado por los gobiernos, al igual que los «trabajadores». En esos momentos se exaltaba un poco y practicaba un cierto histrionismo que le costaba menos porque estaba en la línea del odio heredado. Y eso fue todo.

Una cosa es evidente y es que Máximo Kirchner no es nada ni nadie por sí mismo y menos aún jefe espiritual ni material de «la cámpora». Es imposible imaginarlo como jefe del pequeño tirano Kicillof que se desenvuelve con tanto desenfado como incompetencia al frente del Ministerio de Economía, ni de los otros jóvenes que lo acompañan desempeñando importantes cargos, ni de los que muchos que tienen bancas en el Congreso o en el Poder Judicial o en las empresas del Estado como Andrés Larroque «jefe formal de La Cámpora», De Pedro, Recalde, Álvarez, Ottavis y otros. Estos son los que mueven el «aparato». Máximo Kirchner no es más que un gordo figurón con todo el aspecto del tonto de la clase a quien todos los «cancheros» le toman el pelo.

La verdad es que «la cámpora» es el germen de un partido marxista dentro del gobierno cuyo objetivo es ejercer el poder dictatorialmente rumbo a la creación de un Estado socialista. «Los pibes quieren tener el mayor poder posible, afirmar su estructura desde el Estado nacional y provincial, custodiar el modelo, condicionar al próximo presidente y garantizar el regreso de Cristina en 2019″, explica un funcionario que frecuenta a los integrantes de La Cámpora», dice «La Nación»…»El objetivo es condicionar al futuro gobierno nacional, sea peronista u opositor y al próximo gobernador bonaerense»… «En todos los ministerios del Poder Ejecutivo, existen concursos para incorporar 7.500 empleados en la planta permanente del Estado. En muchos de ellos, como Economía, Cancillería, Desarrollo Social, Justicia, Cultura, Defensa, Planificación, Salud y Trabajo, La Cámpora pone la mayoría (págs. 1 y 8, del 31/5/2015). Es decir, en todos los sectores de poder y de grandes bolsas de dinero, el «partido», oculto detrás de un nombre absurdo y de un supuesto «jefe espiritual» aún más absurdo, será el que se imponga sobre los demás funcionarios y políticos y con ese enorme poder en la mano, irá creando una siniestra dictadura.

Los ingenuos creen que el objetivo principal de los «camporistas» es robar. Es cierto que los reclutados por su ambición deshonesta tienen ese objetivo, pero éstos también saben que los que mandan son marxistas y que si quieren conservar su posibilidad de enriquecerse deberán colaborar activamente con las intenciones ideológicas de los «jefes», quienesquiera que ellos sean. No creo que sean los que nombré sino los que están detrás de la escena escribiendo el libreto y dirigiendo la actuación de los protagonistas visibles. Es decir que, sea por convicción o por conveniencia, todos ellos contribuirán a construir la dictadura que pesará como una lápida sobre toda la ciudadanía y harán de la argentina otra Rusia, con apariencias de orden y hasta de «moralidad» -sin renunciar al aborto, ni al homonomio, ni a la “salud reproductiva”, es claro-, pero con un poder inexorable donde no se mueva ni una hoja sin que los “Putin” locales lo permitan y si se mueve, la cortan.

Será un Estado sin derechos ni Justicia. Una frase de Kicillof define la índole de ese Estado «in fieri»: «La seguridad jurídica es un concepto horrible» («La Nación», 19/4/2012, pág. 10). Eso declaró el joven comunista Axel Kicillof, durante su maratónico monólogo en el Senado al día siguiente de desalojar a los empujones de YPF a sus Directores y Gerentes al adueñarse de la empresa petrolera y de un jugoso cargo en el Directorio que le permite cobrar $ 400.000 por mes de honorarios (dicen que lo desmintió, pero no vi el desmentido, vaya a saber en qué términos, de manera que no puedo dejar de dar la noticia ampliamente difundida por “Clarín” el 14/5/2015, pág. 20). Es decir, para él y sus cómplices, que alguien pueda hacer valer un derecho ante el Poder Judicial es algo horrible. Ya lo hacen difícil, pero lo impedirán totalmente en cuanto puedan.

Hago notar que el sistema política del partido comunista, definido por Lenin y practicado desde la revolución rusa en 1917, es la «dictadura del proletariado», pero no ejercida directamente por éste, cosa imposible, sino por medio de su «vanguardia», es decir, el partido comunista.. No importa el nombre que se le ponga a ese partido. La palabra «comunista» se ha desprestigiado. Por eso, en todas partes, usan otros nombres sin cambiar la esencia ni de su ideología ni de su política. Aquí se llama, por ahora, «la cámpora».

La ideología consiste esencialmente en la abolición de la propiedad privada o, lo que es lo mismo, hacer depender su ejercicio totalmente de la voluntad del Estado, y la proletarización igualitaria de la sociedad. La política no es otra que la dictadura total, el totalitarismo, «todo el poder a los soviets», decían en 1917. Ahora insinúan otro «slogan»: «todo el poder a la cámpora».

Casi toda la masa sumisa y apolítica podrá sobrevivir -a duras penas y con muchas restricciones- bajo esa dictadura. Pero la minoría de los que resistan será aniquilada.

El comunismo va a cumplir en el 2017 sus 100 años de dominio sobre Rusia, con diversos nombres, diversas apariencias, pero con la misma substancia y millones de asesinatos. El comunismo «camporista» en la argentina no se sabe cuanto durará, pero como ya dije en el artículo anterior (Nro.1320), esa será parte de nuestra prolongada «circunstancia». ¿Habrá héroes que resistan? Es muy poco probable porque los héroes no pueden hacer nada si son sólo un puñado fácilmente eliminable, como lo prueba Putin en Rusia frecuentemente. Y como los héroes además de eso deben ser razonables, no intentarán hazañas imposibles y menos aún en beneficio de 40.000.000 de esclavos vocacionales.

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