Por Elena Valero Narváez.-

La inflación, las tasas de interés, la suba del dólar y la situación de los precios y salarios marcan la situación actual, la coyuntura inmediata. Explican la recesión, la desinversión y la declinación del país. Se ha aumentado la deuda externa sobre el trasfondo referido, resultado de una política que viene de lejos y que se ha reafirmado con todos los gobiernos.

La estabilidad económica es lo que la gente pide. Es difícil imaginarla pero se debe lograr en el próximo mandato. ¿Que pasara después de las elecciones? ¿Todo se hará, como siempre, a medias?

Se necesitan capitales, hombres de empresa, estabilidad monetaria, sistema financiero que provea el crédito necesario a tasas normales de interés, libertad para trabajar, invertir y eliminar las trabas con que el Estado lo impide. Suprimir impuestos distorsivos, reducir la inflación y la incertidumbre que ésta crea.

Una economía capitalista necesita no manipular arbitrariamente la moneda, promover las exportaciones mediante desgravaciones totales y otros estímulos. No vale provocar inflación emitiendo y tratar de contenerla a la vez con métodos compulsivos como el atraso de tarifas. Inflación reprimida es igual a estallido, explotan los precios y se nos viene la hiperinflación como ya, desgraciadamente, ha sucedido en nuestro país.

No ayudan a mejorar la economía declaraciones con intencionalidad política tanto de Aníbal Fernández como de otros líderes políticos. Y de parte del Gobierno deberían dejar de pedir confianza. Para lograr apoyo debe inspirarla el propio gobierno. No se oye ninguna mención a cambios concretos, a los que se refieren cuando hablan de avanzar con ellos. Se ignora, en realidad, qué se hará ni que es lo que se piensa. Cuando se pierde la confianza las proposiciones deben ser definidas concretamente, precisamente, y los compromisos, asumidos con toda claridad y franqueza.

La oposición, a sabiendas, tampoco anuncia un programa preciso. Nos tenemos que conformar con meras palabras, sin contenido.

Es necesario para salir del desánimo, una política seria en la cual crean los inversores tanto del país, como los extranjeros, quienes están en la gatera para ver qué pasa. Sería una lástima devaluar, creo que si podemos seguir así, manteniendo la situación actual, sería preferible aunque tengamos que recurrir a recursos transitorios. También decir que se va a liberar totalmente la economía, de golpe, es descabellado. Se necesita una preparación previa, instrumentar en los primeros meses de gobierno la liberación que se pretende, permitiendo a los distintos sectores de la economía prepararse para tal empresa y así lograr el apoyo a dicha política.

Si el ganador en las elecciones fuera Macri, se podría negociar mejor con el FMI un nuevo acuerdo, aprovechando la buena relación, que dé un poco más de respiro. Y, esta vez, apenas asumiera, debería anticipar el rumbo económico y las reformas estructurales que se quieren hacer, convenciendo a la sociedad y mostrando las consecuencias favorables que traerán a corto plazo. Habría, que conseguir apoyo mayoritario para poder mantener con energía un plan coherente, que revierta lo que hizo el kirchnerismo y que Macri mantuvo por falta de decisión.

La democracia, que ha dejado erróneamente, de ser valorada en algunos sectores, porque fue debilitada en la década kirchnerista, debe fortificarse. Históricamente podemos observar que la economía capitalista lleva a ella. El capitalismo para funcionar necesita de paz ya que la riqueza, cualquiera sea, tiene su fuente en las transacciones humanas y éstas se dan mucho mejor en un ambiente democrático, donde se pasee, orondamente la libertad.

Solo la institucionalidad y la acción ´política pueden disminuir la incertidumbre e inseguridad que son ineliminables en el mercado. Este necesita de confianza, estabilidad, credibilidad, no violencia, previsibilidad, responsabilidad, de la justicia (igualdad ante la ley) y de la democracia. Esta última, para crear consensos parciales y provisorios que conserven el orden. La democracia es un instrumento institucional destinado a crearlos, los partidos modernos cumplen con la tarea de coordinación, negociación y también de enfrentamientos entre grupos y propuestas. La base de la democracia es la multiplicidad de poderes que permiten una sociedad consensuada, por ello la economía de mercado conduce hacia ella. El presidente Macri, indiscutiblemente, ha tratado de fortalecerla, luego de una década en la que se hizo todo lo posible por desprestigiarla y debilitarla.

El candidato a presidente Alberto Fernández anuncia a quién va a cuidar y favorecer y a quién no. Esta actitud demuestra el autoritarismo que ya ejerció Cristina Kirchner. También en economía, decidirán a cuales sectores van a favorecer y a cuáles no. Ellos crearan las desigualdades. El mercado, en cambio, las genera espontáneamente como resultado de la competencia y de la libre elección de las personas, no son consecuencia de mandatos u órdenes del poder, para perjudicar o beneficiar a dedo.

La ex presidente, como su ex ministro de economía, rechaza la economía de mercado. La libertad se halla enlazada a la idea de propiedad, así como a la idea de igualdad ante la ley, requiere la noción de justicia independiente del poder. La ex presidente, y varios de sus cercanos ex funcionarios, se han manifestado por una reforma judicial que no tiene otro propósito que el de escapar del castigo, que por ley, merecen sus defraudaciones al Estado. Las previsibles consecuencias de sus oscuros proyectos pasan inadvertidas a buena parte de la sociedad.

Las elecciones, como la taba, mostrarán la suerte de los argentinos. Veremos cuán arraigado está la resistencia al capitalismo. Este sistema económico requiere mercados en expansión, acumulación incesante de capitales, técnica, ciencia, innovación y producción masiva. Poco se sabe en nuestro país, sobre su significado social, cultural e histórico.

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