Por Hernán Andrés Kruse.-

El exministro de Interior y Transporte presentó oficialmente su candidatura y sostuvo que Cristina Kirchner era el pasado, mientras criticó al gobierno de Macri y al líder de 1País, Sergio Massa. En la edición de Página/12 del 30 de junio, Fernando Cibeira (“Randazzo se subió al tren de la campaña”) expresa: “Con una extensa conferencia de prensa en la que respondió todas las preguntas, el ex ministro de Interior Florencio Randazzo rompió un año y medio de silencio y se estrenó como candidato a senador por el Frente Justicialista. En su primera aparición quedó claro que lo más complicado para Randazzo será el manejo de un medio tono diferenciador, crítico con Cristina Kirchner pero no tanto, cuestión de no espantar peronistas o kirchneristas críticos. Lamentó una y otra vez que la ex presidenta no hubiera aceptado competir con él en las PASO y consideró que su liderazgo era una etapa concluida. Con todo, subrayó que no se convertiría en una de esas personas que en algún momento se ubicaban en la primera fila de aduladores y después pasaron a feroces críticos. Más tarde quedó claro que la referencia era para Sergio Massa. Dijo que no dudaba de la intencionalidad de la ex presidenta, pero que su decisión de no habilitar una primaria “beneficia al Gobierno”. También la acusó de “privilegiar el dedo” y “la decisión unilateral”. “Yo entré al peronismo a los 17 años, nunca me fui de ahí”, siguió, en referencia a que ahora era la ex presidenta quien se había ido para armar la Unidad Ciudadana. Antes de que se lo recordaran, retomó una expresión suya de su época de funcionario que circuló bastante por las redes en los últimos días cuando, como invitado a 678, aseguraba que “el kirchnerismo era más que el peronismo”. “Pero se fue achicando y terminó siendo La Cámpora”, concluyó ahora. “Un grupo de fundamentalistas alejados de la gente”, dirá después sobre la agrupación. “No la ayudan a Cristina, yo la ayudé a Cristina”, aseguró” (…) “Justificó su largo silencio, motivo de críticas dentro del peronismo, con la idea de que después de haber gobernado y perdido una elección no correspondía salir a criticar una nueva gestión “al otro día” por respeto a la voluntad popular. “No soy panelista de TV”, agregó. Aunque se excedió bastante de ese plazo de un día, dijo que siempre fue crítico de la gestión de Mauricio Macri “Este es un gobierno insensible de ricos que gobierna para ricos. Un gobierno que gobierna para pocos, un gobierno que le da al Estado un rol secundario. Cuando el Estado asume un rol secundario abandona a los que menos tienen, a los trabajadores, a la clase media”, dijo al evaluar la gestión de Cambiemos” (…) “Randazzo hizo una introducción de poco más de diez minutos donde presentó a Cumplir como “una alternativa amplia, sin oportunismo ni soberbia, que le ponga un límite a Macri”. Luego se dio paso para la ronda de preguntas. Le consultaron si no sentía responsabilidad por el triunfo de Macri en 2015 dada su negativa a ser candidato a gobernador bonaerense. Aseguró que no porque había recorrido el país diciendo que quería ser candidato a presidente y que si no se iba a su casa. “No sólo perdimos por las promesas y el marketing de Macri, sino también por propios errores. Creíamos que era necesario hacer una lectura de lo que había pasado pero, sin embargo, fue imposible”, aseguró. De paso, deslizó que por Daniel Scioli no sentía ningún respeto políticamente hablando. Para Randazzo, la decisión de CFK de evitar las PASO “beneficia al gobierno”. Pero le preguntaron sobre las versiones que hablaban de un festejo en la Casa Rosada cuando se confirmó su candidatura por el Frente justicialista y qué opinaba sobre quienes consideraban a los dirigentes del Movimiento Evita “traidores” y “funcionales al gobierno”. “Eso es una canallada, Yo no considero a ningún compañero como traidor”, afirmó. Randazzo mostró una línea en busca del votante peronista tradicional, incluso se mostró muy receptivo a un supuesto apoyo a su candidatura de Eduardo Duhalde. “Le agradezco muchísimo”, dijo, recordando que a Duhalde le tocó manejar la presidencia en un momento difícil como 2001” (…) “Fue evidente que irá en busca de los votos de Sergio Massa, de quien desmintió que hubiera estado en negociaciones. En su entorno comentaban que arrancaban la campaña con las encuestas en un 5%. “Tenemos todo par crecer”, deslizaban medio en broma, medio en serio”.

En la misma edición, Página/12 publicó un artículo de Washington Uranga titulado “Una deuda pendiente de la Iglesia Católica”. Sus párrafos salientes son los siguientes: “Hoy inicia formalmente sus funciones el nuevo obispo castrense Santiago Olivera. Y por ese motivo un grupo de 85 organizaciones, entre ellas muchas dedicadas a la defensa de los derechos humanos, le presentaron una carta en la que sostienen que “asume un obispado con una deuda histórica pendiente: admitir la responsabilidad institucional que tuvo en el surgimiento, sostén y reproducción del terrorismo de Estado en Argentina (1975-1983)”. En el documento se le reclama al obispo Olivera que, al comenzar su nueva tarea, resuelva de manera inmediata la “apertura y puesta a disposición para las causas judiciales y los organismos de derechos humanos, de los archivos del Obispado castrense, tanto de la curia como de las distintas capellanías” y que, junto a otras medidas, realice un “pronunciamiento público acerca del rol cumplido por la institución durante la última dictadura-militar”. Los firmantes…señalan que “pasadas ya cuatro décadas, resulta una provocación que la Conferencia Episcopal Argentina continúe “reflexionando” y escuchando testimonios de “víctimas de la guerrilla y víctimas del terrorismo de Estado”, acerca de “los acontecimientos ocurridos durante la última dictadura militar”, como si desconociese lo sucedido o se hubiese mantenido al margen” (…) “Le dicen los firmantes al obispo Olivera que “la jerarquía católica que usted integra, continúa eludiendo su responsabilidad en el genocidio”. Porque, señalan, “en sus discursos y escritos, jamás ha hecho mención alguna de la actuación del obispado castrense, al mimo tiempo que esquivó exitosamente el proceso de verdad y justicia reabierto en la década pasada”. En relación a ello se sostiene que la dictadura cívico-militar tuvo, necesariamente, un componente eclesiástico-religioso. “Hace tiempo que los organismos de derechos humanos y un sector importante de la sociedad, venimos sosteniendo que la dictadura que ocupó el poder entre 1976 y 1983 fue cívico-militar y también eclesiástica. Su componente religioso fue tan necesario como el represivo, el político y el económico”, dice la carta. Porque “la profundidad y la extensión temporal que alcanzó, no se hubieran logrado sin la legitimación que la doctrina católica brindó al gobierno militar y a la violencia desplegada”, se subraya Y al respecto argumentan los firmantes de la carta a Olivera que “dicha legitimación reposó en el discurso público de los obispos, en el silencio aquiescente del Episcopado y centralmente en el trabajo que por décadas realizó el vicariato Castrense al interior de las Fuerzas Armadas”. Porque “a través de esta institución situada simultáneamente sobre las estructuras eclesiástica y estatal, la Iglesia se convirtió en un engranaje fundamental de la maquinaria represiva” (…) “De acuerdo a la información incluida en la nota, durante el período 1975-1983 pasaron por el vicariato castrense más de 400 capellanes y los generales que comandaron las cinco zonas militares en que se dividió el plan de exterminio fueron asistidos cada uno por dos capellanes en el período más feroz de la represión. “Al menos 102 sacerdotes ejercieron su trabajo pastoral en unidades militares donde funcionaron centros clandestinos de detención” se denuncia en la carta. Respecto del tipo de trabajo que realizaban los capellanes militares se dice que estos sacerdotes “gozaban de una posición de estima al interior de cada unidad militar”, con influencia incluso sobre los jefes de las unidades y que “en esas condiciones, ejercieron una forma de poder espiritual que favoreció sobre la conducta de los militares un resultado tan efectivo como la propia disciplina castrense”. En sustento de que las torturas también contaron con el respaldo de los religiosos, se cita un apunte del diario de Bonamín, donde el obispo reseña el contenido de un diálogo que sostuvo con el arzobispo Adolfo Tortolo, entones vicario castrense y presidente de la Conferencia Episcopal. “Problemas de Tucumán, respecto a torturas y prisioneros (otro argumento: Sí, según Sto. Tomás, es lícita la pena de muerte…, la tortura es menos que la muerte…). Nuestros Capellanes necesitan aunar criterios”, escribió Bonamín el 1 de julio de 1976 en su diario personal. En otro párrafo de la carta entregada ayer a Olivera se advierte que a pesar del avance de los juicios por delitos de lesa humanidad, en cuyo desarrollo han surgido evidencias de la participación de los capellanes militares, “el Poder Judicial todavía no ha puesto la mira en las responsabilidades de la Iglesia Católica respecto del terrorismo de estado” y solo un sacerdote, Christian Von Wernich, ha sido condenado. Refiriéndose de manera directa a Olivera los firmantes recuerdan que el nuevo obispo castrense “se ha expresado públicamente en los términos de una remozada “teoría de los dos demonios”, idea que conlleva una falsa lectura del pasado, que es funcional a la impunidad penal de los perpetradores del genocidio, y que se ha ido superando con el tiempo y el esfuerzo pedagógico de sobrevivientes, organismos de derechos humanos, intelectuales, docentes y referentes políticos” lo cual constituye, junto a otras manifestaciones del religioso, “señales de una perniciosa continuidad con el pasado”. Entre los reclamos de acción inmediata se pide también que los capellanes que aún viven “digan lo que saben sobre los cuerpos de los desaparecidos y sobre los nietos nacidos en cautiverio a los que aún falta restituir su verdadera identidad”.

En su edición del 1 de julio, La Nación publicó un artículo de Eduardo Fidanza titulado “Certezas de la estadística, incógnitas de la sociedad”. Escribió el autor: “Abordo de un viejo coche, un individuo aparentemente desequilibrado rompe la empalizada de la Casa de Gobierno y entra al recinto interior amenazando la puerta principal. En otra escena, un jubilado se pega un tiro en un local de la Anses” (…) “La imagen machacante requiere explicaciones: ¿pueden vinculare los dos actos? ¿El que violó el cerco está loco o es un frustrado más por la falta de trabajo y oportunidades? ¿El jubilado estaba deprimido por razones personales o angustiado porque sus ingresos no le alcanzaban? La pesquisa de la culpabilidad suele responder a intereses y prejuicios. Más en épocas de elecciones. Cada uno, como se dice, lleva agua para su molino: es el ajuste que está haciendo Macri, es la oposición que busca desestabilizar al Gobierno” (…) “La sociología clásica aporta algunas pistas. En términos de Emile Durkheim, lo del jubilado podría ser un “suicidio egoísta”, es decir, una autosupresión de la vida por razones privadas” (…) “Lo mismo para el asaltante de la Casa Rosada: es un desequilibrado, un “loquito” más de los tantos que andan por la calle. Sin embargo, el “jubilado” denota a un sector subalterno de la sociedad, mal retribuido y peor reconocido. El suicida había sido un eminente cirujano, acaso no le quepan a él las condiciones de sus congéneres, pero eligió matarse en una oficina pública donde se administra la suerte escasa de los más viejos” (…) “La misma resonancia social puede atribuírsele al que embistió el cerco: está desequilibrado, pero también desempleado; había pedido ayuda, nadie le prestó atención” (…) “Como lo muestran estos casos, las razones sociales son opacas. Constituyen apenas hipótesis, muy difíciles de verificar. No se sabe con certidumbre cómo la sociedad influye en las conductas de sus miembros” (…) “Es el paso de la sociedad a la opinión. De las instituciones, las relaciones de poder, la cultura y la historia, a la subjetividad de los individuos. La sociedad se nutre de tantos factores que es imposible abarcarla; la opinión reduce esa complejidad a lo que cabe en un cuestionario estandarizado, sujeto a procesamiento estadístico. No se sabrá con precisión lo que movió al trasgresor de vallas y al suicida, pero será posible conocer, con relativa exactitud porcentual, qué piensan de ellos los demás. Y qué pensarán personas como ellos si pudieran extraérseles opiniones cuantificables. Con esa miopía y esa certeza estadística marcharán los argentinos en agosto y en octubre a votar. Un aceitado sistema de observación los está martillando ahora mismo, más allá de si lo desean o no, con preguntas destinadas a conocer sus expectativas políticas y económicas, el aprecio a los dirigentes, la valoración del Gobierno y la oposición, y la preferencia electoral. Estas sofisticadas herramientas no están logrando, sin embargo, determinar aún el ganador” (…) “Una de las tantas hipótesis para explicar por qué fallan lo sondeos electorales afirma llanamente: porque la gente le miente al encuestador” (…) “Aunque los sondeos fallaran, la estadística sobrevivirá. Ella representa lo que podemos entender: la aparente precisión que reduce la verdad al consenso. Más allá de éste, a la sociedad le quedan los síntomas de problemas más hondos e inasibles que, como el suicida y el transgresor, se reproducen y mutan para desconcierto de la gente”.

En su edición del 30 de junio, La Nación publicó artículos de Natalio Botana (“El proceso electoral pone el pie en el acelerador”) y de Sergio Berensztein (“¿Mal paso?”), y un editorial titulado “Inaceptables planteos a las designaciones de jueces”.

Escribió Botana: “El andamiaje institucional que sostiene nuestra democracia produce efectos previsibles: aceleración electoral; puesta en escena de las malformaciones del federalismo; demora ostensible en los trámites judiciales que involucran a quienes ocuparon altas posiciones de poder. Las tres consecuencias están atadas a dos ritmos temporales. El mundo electoral es rápido; para los interesados, frenético. El ritmo judicial es, por su parte, lento y farragoso” (…) “En los años impares, esos protagonistas (los precandidatos para las PASO), expertos y comunicadores se embarcan en una extendida campaña que, arrancando entre mayo y junio, culmina en octubre. Éste es el resultado de haber añadido al régimen constitucional de comicios generales cada dos años-de por sí apretados-unas elecciones primarias abiertas y obligatorias que duplican los costos propios, en atención y dinero, de dichos comicios (el barril sin fondo del financiamiento electoral)” (…) “Las PASO se han convertido así en el primer acto de un proceso electoral que pone la política gubernamental en suspenso, tanto en su faz legislativa como en su faz ejecutiva. Se postergan las decisiones internas y externas, por ejemplo en materia de inversión, en el entendimiento de que, detrás de la puja electoral, se oculta una disputa de fondo que la Argentina no ha resuelto. En este conflicto chocan concepciones opuestas acerca del buen gobierno de una democracia que no terminan de encontrar un área común en el cual dirimir esas diferencias. Cuando trabajosamente este campo de acuerdos se va delimitando, como ocurrió el año pasado en el Congreso, el proceso electoral pone el pie en el acelerador y arrastra nuevamente las opciones hacia los extremos” (…) “Más allá del combate entre pasado y futuro que se entabla en la campaña, hay al menos tres incógnitas a despejar. La primera estriba en saber si con este montaje de liderazgos antagónicos nuestra democracia tiene algún porvenir de razonable estabilidad” (…) “La segunda incógnita tiene que ver con lo que, desde hace ya un cuarto de siglo, he llamado transformismo peronista. Aunque suene contradictorio, el peronismo es inmutable y cambiante. Perón tuvo el genio de transformarse, a la vuelta del exilio, en un “león herbívoro”, amable conciliador con la oposición legal; Menem impulsó un giro hacia la política de privatizaciones que recomendó el consenso de Washington; los Kirchner, en fin, se encolumnaron en la izquierda latinoamericana donde descollaba Chávez. Tantas transformaciones desafían las taxonomías. ¿Qué es lo que enlaza esta turbulenta sucesión? Tal vez la clave haya que buscarla en la voluntad de poder y en la capacidad para imponer cambios desde la cumbre de la presidencia. Pero en estos días el peronismo está en el llano…Debe afrontar, pues, la transformación desde abajo aunque lo asistan posiciones ganadas en la mayoría de las provincias chicas y en un distrito mediano como Córdoba. Por este motivo, el combate en la provincia de Buenos Aires adquiere para este ciclo de transformación visos dramáticos. ¿Podrá en efecto transformarse el liderazgo de Cristina Kirchner? ¿O, de permanecer fiel a su estilo, el país asistirá a un intento de restauración montado sobre la penuria y marginalidad de numerosos habitantes del Gran Bueno Aires?” (…) “Sin embargo, en este juego transformista ha entrado a tallar, al igual que en otros países, el componente de la corrupción. Lo cual plantea si es posible la supervivencia de una democracia que vegeta en la impunidad y practica el revés de la trama de las garantías judiciales. Las experiencias son reveladoras y podrían inspirar este consejo: si usted ha ocupado la posición más destacada en la pirámide del poder y sufrido un juicio por corrupción, puede disfrutar de cierto sosiego debido a que los procesos duran décadas, como el de Carlos Menem, aún no concluido luego de 20 años. Las instancias judiciales se convierten de este modo en una garantía temporal para el político en busca de fueros en el Congreso. CFK puede por tanto estar tranquila, sobre todo cuando parece que, en el reducto de los fieles, las acusaciones de corrupción no hacen mella o se las considera inventos de los medios. Tiempos, como se dice, de la posverdad” (…) “Dado este déficit de coacción legítima, las eventuales sanciones a la corrupción residen en el voto ciudadano; para ser más precisos, en aquella parte de la ciudadanía no alineada en la ceguera de las fidelidades a uno y otro lado que, en los últimos tramos de la carrera electoral, evalúa y decide con sus sufragios cuál de las ofertas merece su apoyo. Entonces se sabrá si la honradez cívica es un valor que merece defenderse y promoverse”.

Escribió Berensztein: “Está de moda atacar a las PASO. Todo el mundo critica este mecanismo singular e inerte para definir candidaturas partidarias. Por su costo, porque las diseñó Kirchner para vengarse de la traición de los intendentes del PJ en su gran derrota del 2009, porque prácticamente nadie las ha utilizado. ¿Cómo van a ser útiles las PASO si, en rigor de verdad, no tenemos partidos políticos? Son sólo cáscaras vacías, meras maquinarias electorales degradadas, cada vez menos efectivas. Por eso, algunos las quieren derogar, otros directamente ignorar. Parece haber consenso (esa rara avis de la política argentina), en que las PASO no sirven para nada” (…) “¿Alguien puede creer que el problema central del sistema político argentino se reduzca a las PASO? ¿Acaso su eventual eliminación mejoraría, aunque sea parcialmente, la calidad de la democracia? Nuestro sistema político era disfuncional antes del 2009, cuando las PASO fueron sancionadas. Lo es también ahora, tanto o más que en aquel entonces. Más aún, la decadencia secular en la que está encastrada la Argentina arrancó hace al menos siete décadas. Si las PASO han sido, en consecuencia, irrelevantes, debemos debatir no sólo su eliminación, sino de qué manera vamos a construir un sistema político genuinamente democrático, estable, que mejore la representación de intereses y fomente una cultura cívica plural y fundamentada en el diálogo. ¿Estamos acaso dispuestos a modificar en serio las reglas perversas que nos llevaron a este doloroso fracaso colectivo? Nuestra política convivió y es responsable de una experiencia inflacionaria septuagenaria, de las más altas y persistentes de la historia económica mundial. Fue incapaz de evitar, y de hecho fomentó, violaciones a los derechos humanos y episodios de violencia extremos y traumáticos” (…) “Cualquier reforma que pretenda mejorar en serio la calidad de la política debe pensarse de forma integral, sistemática y atendiendo a la complejidad que tienen los entramados institucionales formales e informales. Ningún cambio parcial en sí mismo puede hacer la diferencia” (…) Puede hacerse muchísimo sin modificar la Constitución nacional” (…) “Algunos consideran que sería necesario modificar nuestra Carta Magna, por ejemplo para eliminar las elecciones de mitad de mandato con el objetivo de evitar que los ciclos electorales obstaculicen la gestión de gobierno” (…) “Cualquier reforma política seria requiere un consenso amplio, un compromiso genuinamente democrático, mucha humildad y predisposición para debatir sin agresiones, escuchar a todos y no sentirnos los dueños de la verdad. Es requisito fundamental que quienes la instrumenten piensen primero en qué sistema político necesita la Argentina para progresar, y no en mecanismos puntuales para retener o acumular más poder. Finalmente, debe definirse no solamente los qué, sino el cómo. Al margen de temas específicos, también se debe acordar la secuencia de implementación. Puede hacérselo todo de una vez, con un shock. O puede hacerse gradualmente. Es decir, paso a paso”.

Escribió La Nación: “Sumando problemas a la Justicia y a la necesidad imperiosa de cubrir vacantes judiciales, la bancada peronista en el Senado traba designaciones de jueces federales y otros funcionarios con la inadmisible excusa de que los gobernadores deben poder opinar sobre los magistrados que ejercerán en sus provincias” (…) “En los últimos meses la comisión de Acuerdos del Senado recibió en audiencia pública a jueces, fiscales y defensores oficiales que obtuvieron dictamen favorable y quedaron en condiciones de ser aprobados; desde entonces, por la arbitraria postura de la oposición, los pliegos siguen esperando. Tal conducta, institucionalmente repudiable, se debe al malestar de este grupo por no haber sido consultado en las negociaciones en el seno del Consejo de la Magistratura entre el PE y otros representantes kirchneristas, entre los cuales se hallan los legisladores que integran el Consejo. Corresponde recordar, en primer lugar, que ya no es el Senado el lugar donde pueden seleccionarse los candidatos a juez. El acuerdo de la Cámara Alta a los ya elegidos por el PE podría negarse sólo en caso de encontrar una causal no advertida en el Consejo de la Magistratura. De aceptarse la tesis de tales senadores, aun cuando declamen que no quieren suplir las funciones del Consejo, en la práctica se agregaría a la selección que hace esta institución una “consulta” a los senadores que no está prevista ni se justifica. El sistema actual de selección por el Consejo de la Magistratura se introdujo para atenuar el régimen presidencialista y asegurar la independencia de la Justicia. En efecto, fue la defección del Senado en el cumplimiento responsable de la función de prestar el acuerdo para la designación de jueces… y, por ende, el haberlo relegado a un mero trámite, lo que abandonó al total arbitrio del titular del Poder Ejecutivo Nacional la facultad que tenía de designar jueces” (…) “En nuestro caso, por el descuido y desinterés del requisito del acuerdo, en vez de procurar acentuarlo, en 1994 se optó por modificar el sistema con la selección previa del Consejo de la Magistratura. Por ello, la facultad que reivindican hoy algunos legisladores resulta inaceptable” (…) “No se puede pretender que los magistrados federales estén en sintonía con los gobernantes provinciales, pues precisamente la razón de ser de una justicia federal en el país, además de procurar una aplicación de las normas uniforme en todo el territorio nacional, es buscar magistrados ajenos e independientes, que sean una garantía ante presiones y feudalismos locales. Es de esperar que los planteos de los senadores justicialistas no tengan acogida y que el Poder Ejecutivo no acceda a tales pretensiones en el futuro”.

En su edición del 25 de junio, Perfil publicó un artículo de Jorge Fontevecchia titulado “País Buenos Aires”. Sus párrafos salientes son los siguientes: “¿Es la Unión Ciudadana de Cristina Kirchner un partido vecinal del conurbano de Buenos Aires?” (…) “El PRO fue durante mucho tiempo considerado un partido vecinalista de la ciudad de Buenos Aires” (…) “Hasta la conformación de Cambiemos, siempre le criticaba (a Durán Barba) su poco interés en la construcción de una fuerza nacional con presencia en todas las provincias. Mi argumento era que por el hecho de que Durán Barba viene de un país pequeño como Ecuador…su experiencia política se concentraba en intendentes de las principales ciudades que pasaban a presidentes de sus países. Mientras que en la Argentina así como en Brasil, al tener grandes extensiones y ser países federales, las figuras de los gobernadores eran más presidenciables (Carlos Menem, Néstor Kirchner). Pero probablemente, entre otros factores, el acelerado y continuo cambio poblacional que produjo la migración del interior a la ciudad de Buenos Aires (la mitad del conurbano no existía hace veinte años) fue haciendo que la Argentina fuera dejando de ser un país federal para convertirse en uno cada vez más unitario, y progresivamente le fue resultando más difícil a un gobernador del interior ser presidente” (…) “Ganar en la provincia de Buenos Aires representa simbólicamente ser presidenciable” (…) “Que Cristina Kirchner haya decidido utilizar la palabra “ciudadanos” para su frente, sumado al ninguneo al partido peronista subestimando lo que pudiera aportarle su estructura, puede tener que ver con una nueva lectura del mapa político argentino donde el interior es cada vez menos significativo. Y con que lo que los partidos grandes tienen para ofrecer-una presencia en todo el país-es cada vez menos importante porque el peso de un candidato muy visible en el Gran Buenos Aires se impone sobre la territorialidad, de la misma forma que los casos policiales de Buenos Aires son nacionalizados por los canales de noticias de la Ciudad. Incluso la propia territorialidad dentro de la provincia de Buenos Aires se va subvaluando. Problema que une a Randazzo en el peronismo con Emilio Monzó en el PRO, porque ambos son del interior de la provincia y defienden la suma de dirigentes locales en cada distrito pero son arrollados por el peso del Conurbano. Este problema se agiganta de cara a 2019 para los gobernadores del PJ si Cristina Kirchner hiciera una buena elección en octubre próximo. En esa hipótesis, ella podría amenazar a los gobernadores con hacerles lo mismo que a Randazzo pero a nivel nacional: vaciarles el partido si no se suman a su candidatura” (…) “En síntesis, la imitación de la estrategia de Durán Barba no está en tener el escenario en el centro, banderas argentinas o una oralidad con tono conciliador, sino en comprender que un poderoso partido vecinal del Gran Buenos Aires puede tener más fuerza que los partidos nacionales tradicionales. Que hay un “País Buenos Aires” tan dominante como en la época previa a la batalla de Caseros, con cuya derrota la provincia de Buenos Aires quedó obligada a dividirse entre ciudad y provincia. La migración y los medios de comunicación la volvieron a unir, y la maldición de Rosas, que prescribía que los gobernadores de Buenos Aires (provincia y, desde la Constitución de 1994, extensible a la Ciudad) no serían presidentes, se invirtió. El mejor ejemplo es que la hasta hace dos años desconocida Vidal es la principal presidenciable de Cambiemos post Macri. Quizás algún día los gobernadores del PJ se lamenten de no haber apoyado a Randazzo a tiempo”.

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