Por Hernán Andrés Kruse.-

Alfonso Prat-Gay acaba de ser eyectado del gobierno por decisión del presidente de la nación. Fue el emblema de la devaluación, el desmantelamiento de las regulaciones cambiarias, del pago a los fondos buitre y de la completa reinserción del país en la lógica del sistema financiero internacional. Fue el símbolo de la restauración neoliberal. Sin embargo, desde hacía tiempo que no participaba del círculo áulico del poder. ¿Por qué fue despedido Prat-Gay? Curiosamente, su eyección no se debió a la recesión, ni a la inflación y la ausencia de inversiones extranjeras. La primera gran crisis en el gobierno de Cambiemos se debió a una razón que siempre acompañó a los gobiernos a lo largo de la historia: una extensa disputa de poder que mantenía el ex ministro de Hacienda y Finanzas con los funcionarios políticos que responden directamente al presidente de la nación. No fue casualidad que uno de sus enemigos íntimos, Marcos Peña, se encargara de comunicarle personalmente la decisión de Macri de pedirle la renuncia. Horas más tarde Prat-Gay conversaba con el presidente en Villa La Angostura para “interiorizarse” de la situación. En conferencia de prensa el jefe de Gabinete destacó la decisión del presidente de “renunciarlo” por cuestiones políticas. Cuando se aleje definitivamente del gobierno (la próxima semana) el ministerio que comandaba se desdoblará en un ministerio de Hacienda y otro de Finanzas. En Hacienda desembarcará el economista Nicolás Dujovne con el único objetivo de reducir el déficit fiscal mientras que en Finanzas lo hará Luis Caputo, quien seguirá con la colocación de deuda externa. Desde el gobierno remarcaron que el desplazamiento de Prat-Gay no se debió a un fracaso en su gestión como ministro sino a asuntos de índole política. Peña destacó que durante su gestión “se lograron grandes cosas, como la salida del cepo, la normalización de las relaciones internacionales, la salida del default, mejorar el Impuesto a las ganancias y el sinceramiento fiscal”. Pero no será por esos “logros” que Prat-Gay pasará a la historia sino por haber pronunciado frases tales como “la grasa de la militancia”, “los sindicatos van a tener que elegir entre empleos y salarios”, “el trabajo sucio está hecho” y “el aumento en la factura de luz equivale a dos pizzas”. Pero lo que quedará grabado para siempre en la memoria del pueblo será su pedido de disculpas a los empresarios españoles por los prejuicios que les ocasionó la política económica aplicada por el kirchnerismo.

La salida de Prat-Gay y su reemplazo por Dujovne no implicará ningún giro en la política económica sino la profundización del ajuste perpetuo. El flamante ministro tuvo un breve paso por la administración pública durante la primera etapa del gobierno de De la Rúa a raíz de sus vínculos con el radicalismo. Luego trabajó en el Banco Galicia durante una década. Con casi medio siglo de vida es actualmente columnista del mitrismo y co-conductor de un programa semanal que sale por el canal Todo Noticias. Carente de vuelo político propio, Dujovne estará obligado a obedecer las órdenes de los vicejefes de Gabinete Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, los dos funcionarios más importantes de la estructura de gobierno de Mauricio Macri. Convencido de que la política fiscal se subordina a la regla antiinflacionaria seguida por el Banco Central (Sturzenegger), el nuevo ministro de Hacienda tiene en mente el impulso de leyes de responsabilidad fiscal que persigan la restricción de la expansión del gasto público y el afianzamiento del vínculo con el FMI. Respetuoso de la más dura ortodoxia económica, está en desacuerdo con la expansión del empleo en el ámbito estatal, propone eliminar impuestos y bajar los aportes y contribuciones a la seguridad social. Para Dujovne la reducción del déficit y la existencia de un Estado mínimo son fundamentales para doblegar a la inflación y estimular a la inversión privada. La historia económica ha demostrado hasta el cansancio que cuando se aplican estos dogmas neoliberales no hay crecimiento de la economía sino que, por el contrario, se agudiza la recesión. El fracaso del oficialismo en hacer aprobar su proyecto de reforma de Ganancias tensó la relación entre el presidente y Prat-Gay. La ruptura del vínculo fue sorpresiva pero varios de quienes acompañaron al ahora ex ministro han permanecido en sus puestos de trabajo. El propio Luis Caputo, flamante ministro de Finanzas, fue hasta hace unas horas un hombre cercano a Prat-Gay y el lunes mismo en que se produjo el anuncio oficial del su alejamiento, Luis Caputo mantuvo una reunión con el presidente de la nación. Hoy el ex Deutsche Bank es una pieza muy importante de un gobierno que desea regresar a los mercados. Apenas Macri se sentó en el sillón de Rivadavia nación, provincias y grandes empresas colocaron bonos en moneda extranjera por 48.772 millones de dólares. Pese a contar en sus filas con banqueros muy hábiles como Caputo, al gobierno de Macri le está resultando harto difícil reinsertarse definitivamente en el sistema financiero internacional (fuente: Tomás Lukin, “Un equipo que comienza a resquebrajarse”, Página/12, 27/12/016).

La salida de Prat-Gay del gobierno mereció el análisis de los especialistas en temas económicos y políticos más destacados. Según Alfredo Zaiat (“La primera baja”, Página/12, 27/12/016), “Alfonso Prat-Gay fue eyectado del gabinete cumpliendo una gestión de apenas doce meses y dos semanas al frente de un ministerio históricamente clave de un gobierno. No lo fue bajo su conducción. El saldo de su paso por el Palacio de Hacienda será recordado solamente por haber liderado un ciclo vertiginoso de emisión de deuda, en pesos y en dólares, en el mercado local e internacional. Nada más. Sus frases ofensivas hacia trabajadores, pronósticos fallidos y distorsión de cifras para mostrar lo que no sucedía en la economía serán el decorado visible de su gestión. Lo importante de su breve tránsito por el ministerio será que abrió las puertas a un extraordinario endeudamiento que condicionará la autonomía de la política económica de los próximos años” (…) “La evolución de todas las variables macroeconómicas importantes han tenido resultados negativos durante su deslucida administración. Inflación en alza para ubicar la tasa anual en niveles similares a los de 2002, descalabro financiero aumentando sustancialmente el déficit de las cuentas públicas, incremento del desempleo acercándolo a los dos dígitos, fuerte deterioro de la producción industrial, caída del consumo y de las ventas en los comercios, mayor vulnerabilidad social con alza de la pobreza” (…) “El rumbo económico con esas consecuencias ha sido definido por Mauricio Macri y es compartido por todos los miembros del gabinete, incluido Prat-Gay. No existe un cuestionamiento interno en el gobierno acerca del actual sendero económico y sus efectos” (…) “el desplazamiento de Prat-Gay no fue por sus muy malos resultados macroeconómicos, tiene su origen en la forma en que Macri decidió administrar el poder y en esa estructura radial quien ha sido desplazado ocupaba un papel secundario. En las últimas semanas había quedado relegado de las principales medidas que involucraban su área de responsabilidad. Otros ministros tomaban decisiones que correspondían a su competencia. Estaba ausente en definiciones claves” (…) “Si hasta ahora había un ministro de Economía débil, a partir de esa decisión de Macri directamente desaparee un espacio esencial para coordinar las expectativas de los agentes económicos. Ni superministro ni un ministro en una relación de igualdad con sus colegas del gabinete. Deja de haber directamente un ministro de Economía”. No más ministros de Economía con peso propio como Domingo Cavallo y Roberto Lavagna. Con Macri en la presidencia habrá ministros dóciles, maleables, sin vuelo propio, como Dujovne y Caputo.

Para Raúl Dellatorre (“Promesas, soberbia y fantasía”, Página/12, 27/12/016), Prat-Gay “es apenas un símbolo, pero es casi un reflejo del año de gestión. Al abrir la página web del ministerio de Hacienda y Finanzas, lo primero que se observa es un enorme cartel con el número “59.511.000.000”. Ese es el monto, en dólares, de la suma de los “Anuncios de inversión-total consolidado. Período 2016-2019”. Es decir que, antes que promover una determinada política o presentar algún hecho, la cartera económica recurre como presentación a un número hipotético que cubre el espacio vacío dejado por la “lluvia de inversiones” que jamás se precipitó sobre estas tierras. La atracción que el gobierno de Cambiemos debía ejercer sobre la inversión extranjera fue una de las claves del prometido éxito de “la nueva economía”, la que llegaba a “liberar las fuerzas del mercado” que el gobierno anterior mantenía empastadas. La “lluvia de inversiones” era la consecuencia “natural” del “levantamiento del cepo cambiario”, el pago de la deuda a los fondos buitre sin cuestionamientos al monto reclamado, la desregulación financiera y la eliminación o reducción de retenciones a la exportación” (…) “Alfonso Prat-Gay” (…) “no es un hombre del PRO. Ni siquiera una persona de confianza de Macri, a quien llega a través de la alianza que incluyó a la Coalición Cívica en el armado electoral llamado Cambiemos. Pero fue en él en quien la alianza confió la estrategia y el discurso económico de campaña. Fue Prat-Gay quien aseguró que si, tras la liberación del dólar, el tipo de cambio subía de 9,60 pesos a 15 o 16, ello no se vería reflejado en un salto inflacionario, porque “los empresarios ya tienen incorporado a sus costos el valor del dólar blue, el dólar oficial no existe”. Y Macri lo repitió en campaña” (…) “Pero el experimento falló. Pese a que la receta ortodoxa se cumplió en cada uno de sus pasos y en tiempo récord, y aunque ni siquiera se levantaron voces en contra de medidas que iban a resultar fuertemente perjudiciales sobre los ingresos y la actividad de una amplia franja de la población, los resultados no fueron los esperados. Desde afuera, los fondos buitre aplaudieron y los bancos se mostraron generosos para posibilitar un vertiginoso proceso de endeudamiento del país. Pero la inversión productiva no llegó. La devaluación desató un violento proceso inflacionario que arrancó desde el mismo momento que la posibilidad de que Cambiemos llegara al gobierno empezó a ser una realidad posible. El freno al consumo por pérdida de poder adquisitivo de la población fue la segunda consecuencia. El combo de recesión con inflación resultó la consecuencia del plan Prat-Gay que había entusiasmado a Macri y que le sirvió para ganar elecciones” (…) “Cumplido un año de gestión, con malos resultados económicos y sin perspectivas de reversión del ciclo depresivo, Prat Gay termina siendo el chivo expiatorio en una disputa de intereses en la que CEOs (Quintana, Lopetegui, Aranguren, etc.) y dirigentes “históricos” del PRO (Sturzenegger, Frigerio) aparecen mejor posicionados que él a los ojos del presidente. Es el fin de ciclo para Prat Gay, pero no el fin del problema”. No sólo no es el fin del problema sino que es el comienzo de la profundización del modelo de ajuste cuyas consecuencias los argentinos las sabemos de memoria.

En opinión de Morales Solá (“Se mantuvo siempre en las orillas del macrismo”, La Nación, 27/12/016), “Mauricio Macri decidió la semana pasada, cuando puso su gobierno en la dirección inminente del año electoral, retomar la conducción absoluta de la economía. Alfonso Prat-Gay era un obstáculo en ese proyecto presidencial. Poco afecto a los zigzags de la política y a cultivar el trato personal con sus colegas del gabinete, Prat-Gay vivió siempre en la orilla justa del macrismo. No era propio, pero tampoco ajeno” (…) “Prat-Gay es un solitario que confía más en su intuición que en las decisiones colectivas. La propuesta de un “equipo” en lugar de un “ministro” para ordenar la economía no lo sedujo nunca. El presidente siempre advirtió en él, además, a un hombre que se estima demasiado” (…) “La agenda de los temas que le concernían era construcción suya, no del gabinete. Esto quedó claro con la reciente crisis por el impuesto a las ganancias, que colocó al Gobierno en el borde mismo de una enorme derrota política” (…) “No quería concesiones a los sindicatos ni a la oposición, que al final se terminaron haciendo. Esa actitud, que nadie sabe por qué el gobierno respetó, marca otra faceta de Prat-Gay. Carece de la necesaria plasticidad a la que obliga la política” (…) “Prat Gay convivió con muchos críticos dentro del gabinete durante su año como ministro. Una pregunta asidua entre esos críticos es siempre la misma: “¿Alguien se acuerda una sola decisión de Prat-Gay para bajar el déficit fiscal?”. El silencio es siempre la respuesta. Debe consignarse, para ser justos, que muchas decisiones que comprometieron el equilibrio de las cuentas públicas fueron de carácter político, ya sea por acuerdos con los gobernadores, con sindicalistas o con movimientos sociales. También es cierto que el ministro prefirió siempre el gradualismo excesivo a cualquier gesto de austeridad fiscal. Las suspicacias no demoraron en aparecer dentro del propio Gobierno: ¿lo hace porque es gradualista o porque tiene un proyecto presidencial?”. Nadie ignora, a todo esto, que Prat-Gay sueña desde hace varios años con ser presidente. El otro lugar del conflicto desatado ayer es la decisión del presidente de eliminar cualquier fusible en la conducción de la economía” (…) “Con las designaciones de Luis Caputo, como ministro de Finanzas, y de Nicolás Dujovne, como ministro de Hacienda, Macri profundiza su política de división de la cartera económica y se coloca él mismo como responsable final (y primero) de los resultados de la economía” (…) “El presidente será, así las cosas, el dueño de los éxitos o los fracasos de la economía. Macri prefirió esa situación para enfrentar un año que considera clave para su destino político. Las elecciones de octubre podrían abrirle la posibilidad de una reelección en 2019 o, por el contrario, obstaculizarle hasta extremos impredecibles los dos años del actual mandato que le quedarán. Y la economía será el condimento esencial de las próximas elecciones, ya sea para bien o para mal” (…) “La redefinición del gobierno, tras el adiós a Prat-Gay, es muy clara: el poder estará, como nunca antes, en manos del Presidente, de la Jefatura de Gabinete (Marcos Peña) y de los dos vicejefes de Gabinete (Mario Quintana y Gustavo Lopetegui). Macri decidió jugar de esa manera: a suerte y verdad”. Macri concentró el poder en sus manos, tal como lo hizo Kirchner en 2005 cuando echó a Lavagna luego de ganar las elecciones de ese año. En Argentina el sistema político es presidencialista, con lo cual la economía la maneja el presidente y no el ministro de Economía, que es un empleado suyo. Macri no hizo más que adecuarse a esa lógica.

En su edición del lunes 26 de diciembre, La Nación rememoró el tiempo que permanecieron en su cargo los primeros ministros de Economía de 1983 a la fecha. Bernardo Grinspun fue el primer ministro de Economía de Raúl Alfonsín. Eran amigos. Pensaban muy parecido. Cuando asumió la situación económica del país era muy delicada. La deuda externa era muy alta y a nivel humano, social y político la sociedad estaba resquebrajada. Estuvo en la cartera 14 meses. El 18 de febrero de 1985 Alfonsín lo despidió. En ese momento el presidente había tomado la decisión de cambiar de modelo económico. El neokeynesianismo de Grinspun era historia. Había llegado la hora del ajuste ortodoxo. Néstor Rapanelli fue el segundo ministro de Economía de Carlos Menem. Hombre de la transnacional Bunge y Born, duró menos que Grinspun en el cargo: 5 meses. Su antecesor, Miguel Roig (también de Bunge y Born) había fallecido pocos días después de asumir. Asumió con el objetivo de estabilizar los precios internos implementando un plan económico que incluía reducción del desequilibrio fiscal y externo, tarifazos y la devaluación del austral. Su fracaso fue estruendoso. José Luis Machinea fue el primer ministro de Economía de Fernando de la Rúa. Duró en el cargo quince meses. Tenía como objetivo principal reducir el déficit fiscal. Durante su gestión se aprobó la Ley de Reforma Tributaria, que preveía aumentar impuestos y generalizar la aplicación del IVA. Además, gestionó el blindaje, una de las mayores estafas de la historia económica argentina. Jorge Remes Lenicov fue el primer ministro de Economía de Eduardo Duhalde. Duro tan solo tres meses. Con Duhalde derogaron la Ley de Convertibilidad. Además, pesificó la economía y reprogramó los depósitos en dólares. Al pesificar la economía Lenicov licuó el pasivo de grandes empresas endeudadas en dólares. Sin embargo, tuvo el mérito de poner la cara en un momento dramático de la Argentina contemporánea. Roberto Lavagna fue el primer ministro de Economía de Néstor Kirchner. Fue el sucesor de Lenicov en el período de Duhalde. Acompañó a Kirchner 30 meses al frente de Economía. Con Lavagna hubo un fuerte impulso de la actividad económica y logró que el PBI creciera al 8 por ciento interanual. Además, participó en el proceso de desendeudamiento llevado a cabo por Néstor Kirchner. Fue el mejor ministro de Economía de las últimas décadas. Martín Lousteau fue el primer ministro de Economía de Cristina Kirchner. Duró apenas cuatro meses. Fue el autor intelectual del esquema de retenciones que desencadenó un conflicto entre el gobierno nacional y el poder agropecuario que mantuvo en vilo al país durante varios meses. Alfonso Prat Gay fue el primer ministro de Economía de Mauricio Macri. Duró en el cargo 12 meses. Fue un empleado del establishment. Fue eyectado del poder por sus ambiciones políticas.

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