Por Roberto Fernández Blanco.-

(6 de Abril, Día de la Barbarie)

Cuando Albert Einstein dijo “si buscas resultados diferentes no hagas siempre lo mismo”, también incluyó implícito el concepto de que si tu propuesta teórica no es convalidada por los resultados de experiencias sucesivas, tu teoría es inválida y debes desecharla.

Si el científico no acepta el hecho de la realidad experimental se convierte en un obcecado dogmático, en un sofista inventando argumentos retóricos para tratar de forzar la validez de una teoría equivocada.

Esto sucede también en la ciencia económica tomando como ejemplo el más sencillo y representativo, el del Socialismo/Nacional-Socialismo/Populismo, este último como máscara del socialismo, con el que megalómanos tratan de seducir a ingenuos esperanzados y a ociosos consuetudinarios para trepar al poder prometiéndoles un estado de bienestar, imponer el socialismo centralizando en el Estado los bienes de producción, servicios y mecanismos de distribución y así tener todo a su despótica y antojadiza disposición.

Todos, absolutamente todos, los experimentos socialistas han terminado y terminan en fracaso, pérdida de bienestar, pobreza, pérdida de libertades, decadencia económica y cultural. La experiencia lo demuestra a través de los fracasos más emblemáticos, los de la ex URSS y sus satélites, ex Alemania Socialista (extinguida y absorbida por la Alemania Capitalista Occidental), Venezuela de Chávez, Cuba de la familia Castro, Italia de Mussolini, Alemania Nazi Hitleriana, Argentina peronista (justicialismo, plagio del socialismo), Corea del Norte, ex China comunista de Mao Tse Tung, etc.

Todos fracasos. Todas las experiencias socialistas sin excepción demuestran la incapacidad del sistema socialista.

Ergo, muchachos que han mal leído a Carlos Marx (o no lo han leído y hablan como si lo hubieran hecho acomodando arbitrariamente conceptos inválidos), seguramente ignoran que Marx no terminó de escribir El Capital porque en los años que había decidido completarlo quedó contundentemente paralizado por la precisa y confirmada Teoría del Valor de la escuela austríaca.

Pero si leen a Marx en detalle (que era un ser humano y como tal sujeto a errores) confirmarán que, independientemente del error de su teoría económica del valor y el de su consecuente interpretación de la plusvalía, Marx era un gran filósofo profundamente humanista y libertario, cosa que se percibe con facilidad leyéndolo desapasionadamente.

Quienes convirtieron las teorías de Marx en una rígida y dogmática religión siguen cometiendo el error que Proudhon le anticipó a Marx que sucedería, esto es, que el enfoque económico de Marx conduciría a una forma agresiva de religión o dogmatismo materialista.

Estimados damas y caballeros pseudo-intelectualizados como marxistas, recuerden que el humanista Karl Marx aspiraba a una sociedad comunista o comunitaria, anárquica, libre de gobierno (al que consideraba -cualquiera de ellos- una dictadura de sector o clase), en la que el último de ellos en la sucesión de gobiernos sería el de la dictadura del proletariado que se extinguiría por sus propias contradicciones dando paso a una sociedad humanizada de seres libres interactuando armónica y respetuosamente.

Pronosticando un gran desarrollo industrial (que ahora percibimos como una fuerte realidad dado el notable progreso tecnológico) Marx sintetizó sus nobles aspiraciones diciendo: “cuando corran a manos llenas los ríos de la riqueza”, habrá llegado el momento en el cual será “de cada cual según su capacidad y a cada cual según su necesidad” (Leer las Glosas Marginales de Marx al Partido Obrero Alemán), todo esto -vale reiterarlo- sin gobierno, el súmmum del liberalismo, el súmmum del humanismo libertario.

Pese a esto, la noción marxista de plusvalía (explotación del trabajador) es válida y plenamente aplicable a los incivilizados reaccionarios oligarcas sindicales quienes utilizan las ya insostenibles leyes laborales para apropiarse de parte del salario de los trabajadores y desviarlo a sus enriquecidos bolsillos a través de empresas propias prestadoras de servicios manejadas por testaferros (capitalismo de explotación), que no soportarían la más simple auditoría.

Las actuales movilizaciones compulsivas forzando a sus agremiados tienen carácter específicamente extorsivo para con la comunidad (el Estado) con el que apuntan a preservar sus privilegios y engrosar sus espurios ingresos.

Y con ello espantan a quienes estarían ansiosos de invertir y producir en este país bendecido por sus riquezas naturales.

Son los responsables absolutos de la desocupación, de la pobreza y del hambre.

Por esto, los que creen estar llevando adelante un acto revolucionario violento, armado y terrorista para la toma del poder invocando a Marx, sindicalismo y terrorismo tomados de la mano, no solo están equivocados, no solo no entendieron a Marx sino que -además de ser ignorantes de estas evidencias- están totalmente confundidos, alienados, fanatizados, impregnados de agresividad y violencia y enervados por el resentimiento de sus frustraciones, por sus manifiestas incapacidades e impotencias naturales.

Es importante que el pueblo civilizado, el Soberano (Autoridad Suprema), asuma su rol pacífico y constructivo y potencie -con acción y decisión- un cambio de auténtico progreso basado en un sistema de libertad respetuosa y cooperación productiva impregnada de la paz y cordura demostradas en la reciente marcha del día Abril 1.

No permitamos que la barbarie asfixie a la civilización obstruyendo y destruyendo nuestro futuro.

Que este penoso 6 de abril 2017 quede registrado en nuestra memoria como el Día de la Barbarie.

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