Por Roberto Fernández Blanco.-

La Argentina vive bajo la amenaza de una grieta social profunda reeditando el antagonismo entre Civilización y Barbarie.

Civilización implica una comunidad ilustrada, pacífica, armónica, respetuosa, educada (no adoctrinada) para un ejercicio libre y pleno de las energías creativas y productivas de cada uno.

Barbarie es lo opuesto, incultura, irrespetuosidad, crueldad, agresividad, irracionalidad, falsedad, destructividad.

En favor de la generación de jóvenes que aspiran a disfrutar de los beneficios de una Argentina desarrollada y pujante, de progreso sostenido, de pleno aprovechamiento de su potencial creativo y productivo y en pleno ejercicio de las libertades personales -irrenunciables e inalienables- es recomendable un repaso simple de los conceptos básicos que hacen a una comunidad civilizada de espontánea cooperación productiva, de libre creación y producción de riqueza y de libre intercambio de los frutos y beneficios que cada persona o grupo de personas aporta como bienes y servicios poniéndolos a la consideración de los demás.

GLOSARIO DE CONCEPTOS

Tal como se hace en ciencia, para desarrollar un intercambio productivo de argumentos y razones conducente a un enriquecimiento social, es esencial contar y compartir un glosario de conceptos para que todos hablemos el mismo idioma con un claro y concreto contenido y significado de cada término, tal que nos acostumbremos a intercambiar ideas concretas y no utilizar títulos y rótulos que en su vaguedad inducen a confusión y conducen a discusiones estériles cuando no a enfrentamientos improductivos y destructivos.

Los conceptos bien definidos y precisos ayudan a encontrar entre todos el camino y la solución más conveniente a cada planteo, teniendo en cuenta que lo que se busca es la respuesta o solución apropiada al tema o problema que se analiza y no el doblegar a quien consideramos un contrario u oponente.

Esto tiende a facilitar el intercambio productivo de propuestas evitando enfrentamientos estériles, permitiendo que una discusión (que es intercambio de argumentos) se desarrolle con mayor objetividad y eficiencia evitando que se convierta en un debate (que implica confrontación) donde se considera al otro un contrincante con quien hay que librar batalla para doblegarlo.

En “civilización” los ciudadanos se respetan y consideran las opiniones para encontrar la solución más conveniente.

En “estado de barbarie” sólo se busca descalificar, deponer y destruir a quien no comparte la misma creencia. Es en este estado cuando la mente emocional lanza sus insultos descalificadores, titula y rotula para infamar, censurar y estigmatizar al ahora enemigo por no ser portador de iguales ideas: ¡eres un zurdo!, ¡eres gorila!

Un glosario de conceptos bien definidos permitirá unificar criterios y armonizar el intercambio de argumentos para lograr acuerdos satisfactorios dentro de un marco respetuoso y civilizado para consensuar mecanismos de desarrollo sostenido de nuestro enorme potencial productivo.

PENSAMIENTO RÍGIDO vs PENSAMIENTO RACIONAL-CIENTÍFICO

Y para poder lograr consensos superadores debemos empezar por despojarnos de pulsiones negativas.

Dos formas de pensamiento operan en nuestra mente, el que brota del sector emocional y el que nace del sector de la mente racional-científica.

La Mente Emocional es sede de una descomunal energía psíquica innata, instintiva, impuesta por el esquema filogenético heredado de nuestros primitivos ancestros que ha venido evolucionando a través de los siglos. Es la que predetermina el comportamiento impulsivo, indeliberado, brusco y esencialmente poco reflexivo del que resultan conductas reflejas espontáneas frente a estímulos asumidos como perturbadores que generan respuestas defensivas y/o agresivas de enorme energía psíquica y fuerte irracionalidad en defensa y preservación de las emociones más intensas instaladas como verdades absolutas, consideradas irrefutables e incuestionables, las que incluyen creencias, supuestos, dogmas, prejuicios, principios (creídos verdades claras y evidentes que no necesitan evaluación ni demostración),doctrinas, axiomas, lemas, fobias, eslóganes, pautas, títulos, rótulos, etc.

En algunas emocionalidades se suman componentes de orden psíquico del tipo de trastornos neuróticos narcisistas (psicosis): egocentrismo, mesianismo, arrogancia, petulancia, vanidad, histrionismo, omnipotencia, omnisciencia, neurosis narcisista (psicosis), rabia narcisista, autoestima demandante (tan frágil como obsesiva), personalidad bipolar maníaco-depresiva, delirio paranoide, histerismo, falsa modestia, simulación, hipocresía, juicio de realidad, etc. y traumas resultantes de infancias y/o juventudes dolorosas, poco felices, generadoras de fisuras psíquicas, frustraciones, resentimientos, envidias, etc. que dan lugar a pulsiones negativas y destructivas.

Predomina así una marcada imposibilidad de introspección eficaz.

En estas condiciones todo juicio nace impregnado por rígidas e inamovibles supuestas verdades.

Pero no todas las mentes emocionales tienen tal potencialidad negativa de despliegue ofensivo/defensivo. Es muy común, como contrapartida, encontrar mentes dóciles cediendo mansamente a adoctrinamientos y dogmas impuestos por personalidades dominantes y/o regímenes autoritarios que doblegan y someten la personalidad a la condición de servidumbre y fuerte dependencia, convirtiéndolos en masas sojuzgadas, despersonalizadas, conducidas como mansos rebaños pero permeables a ser activadas como salvajes manadas.

Y asombra y preocupa que muchas personas de formación universitaria y de un supuesto nivel cultural superior no valoren plenamente el concepto de la libertad personal y acepten o necesiten ser comandados reclamando líderes que los guíen y conduzcan, máxime teniendo a la vista las trágicas consecuencias de tales dependencias.

Como complemento positivo de la mente emocional, la especie humana viene desarrollando una mente racional y científica que interactúa con la emocional.

Lamentablemente, en una gran mayoría, la potencialidad de la mente emocional ejerce intensa dominación sobre la mente racional, sometiéndola para ponerla ciegamente al servicio y defensa de las creencias de la mente emocional.

En los casos que la mente racional-científica alcanza suficiente desarrollo y potencialidad para prevalecer sobre la emocional, por la fortaleza de los argumentos y la correcta interpretación de las evidencias, la mente emocional se adapta y suma energía productiva aportando humanidad y vocación.

La mente emocional es como un puerto donde las naves del pensamiento están amarradas. Para navegar por los mares del conocimiento y el progreso es necesario dejar que el pensamiento suelte amarres y se largue sin ataduras, sin temores y con avidez por el descubrimiento.

Albert Einstein soltó amarres, se montó sobre un rayo de luz y llegó a la Teoría de la Relatividad en sus dos islas, la restringida y la general.

Galileo se animó pese al bloqueo y amenazas de la Inquisición y Newton tuvo también que aventurarse más allá de lo convencional.

Estos son ejemplos de verdaderos héroes revolucionarios (ver concepto más adelante).

De todo esto resultan dos formas de pensamiento, el pensamiento de carácter dogmático y el pensamiento libre de carácter racional-científico, la pugna entre la Verdad Dogmática versus la Verdad Racional y Científica, Galileo versus la Inquisición, el Geocentrismo de Ptolomeo (Siglo II dC) versus el Heliocentrismo de Aristarco de Samos (Siglo III aC) y el de Copérnico (Siglo XVI dC).

El antagonismo entre ambas formas de pensamiento deben resolverlo las personas a nivel individual fomentando, desarrollando y acentuando la fortaleza y predominio de la mente racional por sobre la emocional para tratar de unificar ambas mentes en una síntesis humanista y productiva.

A nivel interpersonal es necesario distinguir claramente entre filósofos (amantes de la verdad evidente y profunda vocación por el conocimiento científico verificable por experimentación) y sofistas (manipuladores retóricos de argumentos adulterados para sostener falsas creencias y/o actuar al servicio de voraces pretensiones).

Las personas, los pueblos, suelen ser víctimas de políticas derivadas de pensamientos dogmáticos y propósitos mezquinos que rehúyen toda “discusión” racional para tratar de imponer sus objetivos instalando “debates” con argumentaciones sofísticas, intencionalmente distorsionadas, que los conduzcan a la “toma del poder absoluto”.

La humanidad viene pagando muy caro precio en vidas, sufrimientos materiales y pérdida de libertades por la acción de grupos dependientes de comandantes y conductores nefastos preñados de muy enfermiza y destructiva megalomanía.

ESENCIA DE LA GRIETA PROFUNDA

Ciencia o Creencia, Ciencia o Emoción, Ciencia o Dogma.

GLOSARIO DE CONCEPTOS Y DEFINICIONES

La mente emocional se va formando y también intoxicando y contaminando desde la infancia en contacto con lo cotidiano, con los hábitos y costumbres que impone el medio social en el que convive, incorporando -por acostumbramiento y subliminal adoctrinamiento- las cargas arriba mencionadas, creencias, dogmas, adoctrinamientos y supuestos varios, enquistando conceptos confusos y conceptos equivocados que, protegidos por una fortísima corteza defensiva, resisten todo posible cuestionamiento y revisión esterilizando poder de razonamiento genuino y cercenando capacidad evolutiva.

Se hace necesario desarrollar una poderosa mente racional-científica para poder penetrar esas cortezas y conseguir despojar la mente emocional de las rígidas e improductivas resistencias.

La duda filosófica-científica (no pusilánime) es esencial para el desarrollo de un espíritu libre, creativo y productivo.

Todo avance con rigor científico se desencadena cuando se logran el permiso y la libertad mental necesarios para poder hacerse las necesarias, las debidas e incluso las “indebidas” preguntas sin sufrir el temor interno paralizante del supuesto castigo que imponen los dogmas ante todo cuestionamiento violatorio que ponga en riesgo su rigurosa preservación.

Esclavo de sus pulsiones emocionales, bombardeado por un subliminal e intensivo adoctrinamiento socialista y abrumado por los ya arraigados hábitos, costumbres, circunstancias y comportamientos sociales de muchos argentinos con rumbo perdido, el ciudadano vive sumergido en una continua pérdida de independencia y libertad personales.

Ha quedado así convertido en una máquina de repetir y sostener vaguedades, tonterías, opiniones sin sustento justificable, sometimientos doctrinarios y actos improductivos y destructivos.

Puede que un glosario integrado por un específico listado de conceptos con su definición aclaratoria aportando precisión y disipando dudas ayude a remover resistencias y facilitar que la mente emocional pueda ir despojándose de visiones polarizadas que impiden la revisión de dogmas y creencias, permitiendo corregirlas y perfeccionarlas dando lugar a un efecto combinado de liberación y racionalización que promueva un más rápido salto evolutivo.

EL CONCEPTO ESENCIAL: ¿QUIÉN ES EL ESTADO?

El origen fundacional de una sociedad es la decisión de un grupo (pueblo) de personas que -de manera espontánea y en pleno ejercicio de sus libertades individuales- deciden “asociarse para compartir la suerte (consorcio) con la conciencia de un destino común” integrando un proyecto comunitario y constituyendo una organización denominada Estado.

Este es el más básico de los conceptos a clarificar, es el que responde a la pregunta ¿Quién es el Estado?, uno de los conceptos que mayor confusión acarrea pero que bien entendido da respuesta a muchos otros conceptos e ideas mal entendidas, confusas o decididamente mal definidas.

Estado es el “consorcio de ciudadanos libres y soberanos”, espontáneamente integrados para compartir una convivencia pacífica, armónica y respetuosa, interactuando en libre y espontánea cooperación productiva, donde cada persona (física o jurídica) desarrolla responsablemente sus potencialidades creativas y productivas generando riqueza e intercambiando libremente el fruto de sus capacidades y sus logros, sean bienes, servicios, arte, literatura, ciencia, etc.

Para mayor simplicidad y visualización del concepto, aceptemos momentáneamente que el Estado es equivalente a un consorcio de departamentos donde sus habitantes (que constituyen la Autoridad Suprema) conviven de manera armónica, respetuosa y pacífica, dedicándose cada uno a sus tareas creativas y/o productivas.

El consorcio Estado (Autoridad Suprema) se crea y organiza -para operar comunitariamente- mediante un Reglamento de Constitución del Consorcio (Acuerdo bajo la forma de Contrato Social conocido como Constitución Nacional) que preserva las libertades individuales, que determina los fundamentos básicos del Estado de Derecho y que crea tres instituciones “subsidiarias”(esto es, al servicio de la comunidad) en las que se delegan “atribuciones” específicas y bien delimitadas, que no pueden (no deberían) ser rebasadas por los funcionarios (empleados públicos de cualquier nivel) designados por la comunidad.(Ver concepto Atribuciones versus Poderes).

Estas tres instituciones subsidiarias son: la Administración o cabeza Ejecutiva, la Legislativa y la Judicial (Justicia), creadas para únicamente tener a su cargo el control y administración de los servicios comunes, esto es, los servicios y tareas públicas “delegadas en ellas”, preservando y conservando los ciudadanos la plena libertad e independencia de acción dentro de las reglas operativas establecidas por el pueblo para una convivencia pacífica, armónica y productiva.

Lo importante de este concepto es dejar de confundir al Estado con lo que acostumbramos a llamar Gobierno, concepto este cuya definición y objetivo debe ser clarificado.

El Estado somos nosotros, los ciudadanos, los que producimos la riqueza y pagamos las expensas, expensas que -por tener nosotros incorporada una idea equivocada del Estado- nuestros empleados públicos (funcionarios), contando con nuestra pasividad y despreocupación, fueron autoritariamente transformando en impuestos crecientes convirtiéndolos en la práctica en exacciones -que imponen como incuestionables (valiéndose de eufemísticas justificaciones)- a sernos quitadas de nuestra producción de riqueza, impuestos que los funcionarios van fijando a su antojo y conveniencia para cubrir los gastos públicos de la muchas veces perdularia administración (viciada de corrupción), violando los alcances de las atribuciones que hemos delegado en las instituciones subsidiarias cuyos funcionarios tienen la obligación y responsabilidad de cumplir bajo la condición de “deberes y obligaciones de funcionarios públicos”.

Y cada vez que decimos que tal o cual cosa debe estar a cargo del Estado, estamos cometiendo el grave error de creer que es el Gobierno quien tiene que hacerse cargo cuando en realidad la única fuente de decisión y de sostén económico es el pueblo generador de riqueza, que no debe claudicar en esta función soberana que le corresponde cediendo cándidamente poder de decisión en manos de funcionarios que se exceden rebasando sus atribuciones para terminar forzando a los ciudadanos a someterse al pago de infinidad de impuestos, directos e indirectos, disimulados en los precios que afrontamos cuando estamos intercambiando entre nosotros las diferentes formas de riqueza que producimos.

Así cubren los gastos que los funcionarios, nuestros empleados públicos, deciden arbitrariamente, incluyendo en ellos sus sueldos, viáticos y otros beneficios que fijan unilateralmente.

En síntesis, el Estado no es el Gobierno.

El Estado es el Soberano Consorcio de Ciudadanos, la Autoridad Suprema, el del Pleno Poder democrática y civilizadamente ejercido, delegándole a las Instituciones Administrativas Subsidiarias solo algunos aspectos, bajo la forma de Atribuciones limitadas, acordes con las obligaciones y responsabilidades correspondientes a cada una.

El Estado Consorcio es el que genera la riqueza, el que paga los sueldos a los funcionarios (empleados públicos) y el que paga las expensas para cubrir el debido Gasto Público para la administración y control del buen servicio, mantenimiento, actualización y mejoras de los bienes comunes del consorcio que hacen a una convivencia productiva eficiente, armónica y pacífica.

Sepamos los ciudadanos que cuando alguien dice que tal cosa le corresponde al Estado, somos los ciudadanos los que tendremos que cubrir los costos y gastos que correspondan y quienes deberemos acordar cual es el sistema de prestación más conveniente para nosotros, el consorcio de ciudadanos.

No será entonces cuestión de litigio ideológico el decidir cómo se resolverá cada prestación sino simplemente encontrar -en acuerdo general- la forma más conveniente, más efectiva, más beneficiosa y de menor costo para el consorcio Estado.

La solución surgirá del análisis e integración de opiniones y argumentos racional-científicos y -bajo estas condiciones- la mente emocional pondrá su mejor voluntad, entusiasmo y cooperación para avalar la mejor solución acordada.

Cuando se supera esta confusión que equivocadamente identifica Estado con Gobierno se despeja la dificultad conciliatoria, se alcanza la solución más eficiente, los ciudadanos recuperan su condición de soberanos (Autoridad Suprema) quedando en claro que los funcionarios públicos de todo rango son ciudadanos sujetos a la condición de mandatarios a sueldo que gestionarán según lo acordado permitiendo recuperar y retomar el comprobado camino de progreso que garantiza la libertad.

CONCEPTO “CONSTITUCIÓN NACIONAL”

Y es esencial a una nación reconocerse como sociedad natural de personas integradas armoniosamente como entidad jurídica donde los valores asentados en el reglamento constitucional (Constitución Nacional), que incluye las reglas básicas que rigen la convivencia social, preservan los beneficios de las libertades personales y los fundamentos que consolidan la convivencia pacífica, armónica y de libre y espontánea cooperación, afianzando -en particular- la justicia como un valor esencial, salvaguardando su plena independencia y la total idoneidad de sus integrantes.

Si algo acechan las pretensiones de grupos de inclinación autoritaria es la integridad del Reglamento Constitucional que rige nuestra unidad nacional en libertad que afirma y garantiza que el Estado (Consorcio de Ciudadanos) es la Autoridad Suprema y las instituciones son entes subsidiarios con muy acotadas y específicas atribuciones y con funcionarios al exclusivo servicio de la comunidad.

Preservar la integridad de nuestro Reglamento Constitucional es esencial para preservar nuestra integridad de ciudadanos libres.

Tenemos a la vista claros ejemplos de las consecuencias de una falta de rápida y valiente defensa comunitaria de los valores esenciales establecidos en nuestra Constitución Nacional.

La despótica tiranía de Fidel Castro, su grupo familiar y sus cómplices doblegó la voluntad del pueblo cubano imponiendo su personal reglamento y perpetuándose como un despótico monarca vitalicio con una justicia títere a su servicio.

Otros psicópatas delirantes han intentado -y aún intentan- imponer sus propios reglamentos en su enfermizo y voraz afán por perpetuarse en esa condición de comandantes forzosos pisoteando las libertades naturales de todo ser humano, contando para ello con la servil y tonta complicidad de seres cívica y humanamente deficientes.

Ejemplos a mencionar son: Chávez-Maduro, Evo Morales, Daniel Ortega, todos ellos con pulsiones similares a las de los desaparecidos Hitler, Mussolini, Stalin, etc.

En un antiguo artículo mencionamos el riesgo de los pueblos de contraer el SIDA, Síndrome de Inmunidad Deficiente al Autoritarismo, quedando altísimamente expuestos a claudicar frente a regímenes autoritarios.

Clarificar y difundir profusamente el propósito y objetivos de nuestro valioso reglamento operativo titulado “Constitución Nacional” es de importancia fundamental y una necesidad comunitaria para ilustrar a los jóvenes en la defensa de sus personales libertades y derechos y para tratar de inmunizarlos contra las ridículas y enfermizas pretensiones de personajes desquiciados intelectualmente corruptos y humanísticamente discapacitados.

CONCEPTO GOBIERNO vs ADMINISTRACIÓN

En otros países el concepto correcto utilizado es el de Administración, como se desprende de la anterior definición de Estado como consorcio de ciudadanos que claramente conserva y preserva su condición de Soberano (Autoridad Suprema).

El término gobierno deriva de la palabra “govern” que en ingeniería significa comandar, conducir, dirigir, tal como se hace para manejar una nave.

El erróneo concepto de gobierno que tenemos instalado en nuestro bagaje de cultura cívica nos induce a ceder y entregar a terceros el comando de nuestro rumbo y destino, a funcionarios devenidos en comandantes, conductores, regentes, dirigentes, guías o líderes. Bajo este equivocado enfoque el ciudadano cede y transfiere peligrosamente sus derechos y libertades a manos de terceros.

Y así se encaraman en el absolutismo los psicópatas de turno, tales como el comandante Fidel, el comandante Chávez, el gran conductor Perón, etc.

De seguir haciéndolo así deberemos aceptarnos como torpes e incapaces.

¿Necesitan los pueblos cultos, potentes y productivos entregarse al mando de comandantes o conductores mesiánicos que los convierten en un lumpen social en estado de servidumbre a ser manipulado por estos supuestos líderes asumidos de avanzada y arrogados de omnisciencia?

Cada vez que los ciudadanos de un país buscan y eligen “gobernantes” en vez de “administradores”, están subliminalmente cediendo sus personales poderes, enajenando sus derechos y libertades y depositando sus destinos en manos de terceros -supuestamente omniscientes- que finalmente desplegarán sus neurosis narcisistas para conducirnos en lo que, recurrente y fantasiosamente, suelen denominar gran movimiento histórico, movimientos de liberación, cambio revolucionario o eufemismos equivalentes.

Ni Ud. ni nuestros semejantes somos seres incapaces o impotentes como para necesitar y requerir tutores que nos guíen masivamente.

El bienestar de un pueblo radica en la suma de capacidades de sus ciudadanos para crear, producir e intercambiar riqueza.

Es en el pueblo, interactuando libre y espontáneamente, en armoniosa cooperación productiva, donde radica el único y auténtico poder.

La recurrente tendencia a ser “gobernados” abre el camino al autoritarismo y al despotismo iluminado que arrebatan el poder a los ciudadanos y terminan perpetuándose en su desquiciada condición de “conductores” que, al estilo de la leyenda del flautista de Hamelin, al son de su “musical parafraseo” terminan conduciendo a los pueblos al derrumbe, la catástrofe, la miseria, el fracaso, e incluso desencadenando fanatizados enfrentamientos entre hermanos que enlutan a los pueblos, crean profundas grietas sociales y terminan destruyendo sus capacidades y riquezas.

Sobran ejemplos evidentes de pueblos sufriendo las consecuencias de haberse dejado dominar y arrastrar por líderes, conductores y/o comandantes arrogados mesiánicos y preñados de megalomanía. Baste con mencionar a supuestos revolucionarios (otro concepto a redefinir) culpables de graves enfrentamientos sociales, terror, hambrunas, muertes, desolación y pérdidas de libertad.

Este año 2019 se cumplen 30 años de la caída del ominoso Muro de Berlín exhibiendo el inherente fracaso del socialismo representado por la URSS de Lenin, Trotsky, Stalin, seguido de la inmediata extinción de la Alemania Oriental Socialista, luego de haber sufrido el desastre de la Alemania nacional-socialista (nazismo) de Hitler y del fracaso del socialismo fascista de Mussolini, todos estos sumados al del socialismo chino de Mao y a regímenes similares que aún resisten en avanzado estado de putrefacción.

Debemos tener bien en claro que los ciudadanos elegimos como administradores a otros conciudadanos para tan solo otorgarles un “mandato” específicamente “limitado en atribuciones y en tiempo”, para evitar que desvaríen, pretendiendo despóticamente arrogarse atribuciones y poderes que nunca les fueron conferidos y para evitar que se perpetúen.

Los designamos y les pagamos un sueldo para que estén al exclusivo servicio de la ciudadanía ejerciendo específicas funciones administrativas en las instituciones subsidiarias del Estado en las que desempeñan sus funciones, instituciones en las que hemos delegado las bien delimitadas atribuciones conjuntamente con específicas obligaciones y responsabilidades.

La humanidad está alcanzando un momento histórico de madurez en el que -de una vez por todas- los pueblos han de superar la etapa cultural cívico-infantil de pretender designar tutores que los rijan.

Véase el precio que están pagando los pueblos cuya escasez de cultura cívica y de anticuerpos democráticos (el pueblo Argentino entre ellos) los ha llevado a dejarse someter por regímenes autoritarios en los que el encaramado autócrata despliega toda su despótica psicosis.

Desterremos de nuestra cultura cívica los conceptos equivocados y la errónea aplicación que le hemos venido dando a los términos “Poder” y “Gobierno” sustituyéndolos por “Mandato” (para ejecutar lo establecido observando rigurosamente las limitadas Atribuciones que les fueron delegadas) y por “Administración” respectivamente.

Los funcionarios (servidores públicos a sueldo) empezando por el Presidente de la Nación, son meros administradores al servicio del “pueblo soberano” en el limitado alcance de las “atribuciones” que “por tiempo limitado” (que implica fin de mandato no renovable) les fueron delegadas.

Y no más que eso.

El concepto Poder, para el imaginario público, se ha lamentablemente convertido en un término que induce a la equivocada noción de «Poder de dominación», al estilo de las fantasías infantiles del poder de la espada.

De ahí la torpe e insana afirmación de algunos afiebrados sectores de ir por la «Toma del Poder».

Un pueblo de seres capaces, sensatos, potentes, productivos, pacíficos, aptos para una convivencia naturalmente armónica, como lo es en esencia la mayoría del pueblo argentino, debe aprender a repudiar todo intento autoritario y desterrar de su carga cultural el uso de los términos “Gobierno” y “Poder” por la equivocada idea que aún se tiene de estos conceptos y las lamentables consecuencias que ello acarrea.

Sus sustitutos son: “Administración” y “Atribuciones limitadas”.

Reeduquemos urgentemente nuestra personal “cultura cívica”.

“Hay que educar al Soberano”, dijo Sarmiento con su admirable capacidad de síntesis, recordando con ello -nada más y nada menos- que el Soberano es el Pueblo y no sus mandatarios y/o representantes.

En síntesis, pregúntese:

¿Es Ud. una persona que necesita ser comandada y conducida por un tutor político que autoritariamente le imponga como tiene que actuar en su vida personal, económica y social, en tanto le carga impuestos a su producción de riqueza para utilizarlos a su arbitrio?

¿o es Ud. una persona libre e independiente que no necesita ni acepta que ningún político ni sistema político le imponga arbitrariamente condiciones de vida, reconociéndose Ud. parte de una comunidad libre que solo necesita “mandatarios administradores de atribuciones limitadas al cuidado de los bienes comunes”?.

CONCEPTO POLÍTICA

Jorge Luis Borges consideraba a la política, como la más mezquina de las actividades humanas, opinión a la que en mayoría los ciudadanos adhieren.

¿Dónde está la causa de esta apreciación?

Está en nuestra errónea concepción del concepto política.

El diccionario dice: Política es el arte de conducir los intereses del Estado.

Pero el diccionario nada dice respecto de ¿conducirlos adonde?

El problema radica una vez más en la concepción del Estado que tiene asumida la enorme mayoría de las personas, que confunde Estado con Gobierno y Gobierno con Poder casi sin límites.

Todo cambia si comprendemos que el Estado es el Consorcio de Ciudadanos, que somos el conjunto de ciudadanos quienes constituimos la Autoridad Suprema, que somos quienes producimos la riqueza y pagamos las expensas, convertidas por los políticos en impuestos a ser acatados, y fijados a gusto y/o necesidad de nuestros empleados públicos, funcionarios a sueldo del consorcio, comprendiendo a la vez que el término Gobierno es incorrecto por su origen y significado (comando/conducción) siendo Administración y Gestión los términos que corresponde aplicar.

En síntesis, entender esto es empezar a valorar al conjunto de ciudadanos (los integrantes del consorcio Estado) en su verdadera condición de soberanos y de seres libres e independientes que no necesitan -ni quieren- ser comandados ni conducidos por sus empleados públicos, los que son contratados por el pueblo con carácter temporario para ejercer sus funciones administrativas dentro de las muy limitadas atribuciones que se les han delegado.

El consorcio Estado debe recuperar la noción de su libertad e independencia y saber ejercerla sin confusiones ni vacilaciones a la vez que imponer y someter a los administradores de turno a cumplir con sus deberes y obligaciones dentro de los límites preestablecidos.

CONCEPTOS REPRESENTANTE Y MANDATARIO

*Representante es una persona que nos sustituye haciendo las veces de uno. Esta sustitución deja al sustituyente o representante en libertad de actuar según su propio criterio (y/o su propio interés si se trata de un político venal) pudiendo contradecir el objetivo de quien lo autorizó con su elección (voto).

*Mandatario es la persona que bajo el contrato de mandato acepta ejecutar solo la única o únicas gestiones que el mandante le ordena delegándole atribuciones bien delimitadas. En el caso de un funcionario (empleado público) resultante de votación del pueblo, el mandato queda rigurosamente limitado a la plataforma que propuso en su campaña.

Deben los ciudadanos recordar esta diferencia de concepto al elegir a los funcionarios que ocuparán los cargos públicos con sus específicas obligaciones y responsabilidades.

Y cabe recordar -para tener en cuenta al votar- que cuando un político promete a algunos sectores ciertos beneficios para seducir a los votantes, el día que los concede, esos beneficios se pagan con riqueza quitada a todos los ciudadanos a través de impuestos e inflación monetaria, lo hayan votado o no.

ECONOMÍA, RIQUEZA Y MONEDA

Para evitar un intercambio estéril de argumentos confrontados teñidos de emocionalidad y cargas ideológicas, lo más sensato y productivo parece ser el recrear un proceso económico desde un estado embrionario e ir sacando conclusiones.

Un grupo de amigos con un emprendimiento productivo siembra y cosecha tomates de 100 calorías alimenticias cada tomate. Otro grupo productor siembra y cosecha zapallos de 1000 calorías cada uno. El primer grupo productor desea intercambiar sus productos con el segundo para diversificar su dieta. La unidad de referencia será la unidad de calorías, tal que para comer un zapallo equiparando calorías, el primero deberá entregar 10 tomates de 100 calorías cada uno (totalizando mil calorías) para poder acceder al zapallo de 1000 calorías.

Para ejecutar el trueque van a la “Oficina Pública de Validación de Trueques” donde entregan diez tomates recibiendo a cambio un certificado (voucher, vale, cupón o dinero) que representa poder de acceso a 1000 calorías. Para simplificar identificaremos las calorías con el símbolo ¢. Con el certificado o voucher de 1000 ¢ se completa la operación de trueque por la cual el segundo grupo productor entrega el zapallo al primero y retira el voucher equivalente a 1000 calorías.

Para mayor facilidad de uso (trueque), el productor de zapallos pide que le desglosen el voucher de 1000¢ por 10 de 100¢, convirtiendo al tomate en unidad de referencia o medida, o aún mejor, estableciendo que una (1) caloría ¢ sea la unidad o patrón de medida. Este desglose le permite al poseedor utilizar los 1000¢ recibidos para comprar (hacer trueque con) un melón de 500 calorías cosechado por un tercer grupo productor y usar los 500¢ restantes para comprarle a un cuarto productor 50 zanahorias de 10¢ calorías cada una.

El voucher o dinero así emitido es un certificado fehaciente y fidedigno de calorías producidas y aportadas, una confirmación explícita de riqueza creada e incorporada al medio social comunitario y una garantía de que ese voucher/dinero le será aceptado para cualquier operación de trueque/compra que desee realizar.

Y quien consume 1000 calorías por día y en igual tiempo produce 2500 calorías, tiene un ingreso excedente disponible de 1500 ¢ que puede conservar como ahorro o puede disponer de ellas para consumir alguna otra prestación (bien o servicio) tal como hacer turismo, comprarse libros, asistir a una noche de ballet o fútbol, o también prestar ese poder de compra a una persona amiga o interesada en la que confía que le devolverá el préstamo con el compromiso de reintegrársela con algún beneficio compensatorio por tal favor que le fue útil al favorecido con el préstamo y que justifique al prestador el haber postergado su uso y haber asumido el riesgo de incumplimiento.

Este mecanismo de intercambio de riqueza se multiplica en la medida que nuevos grupos productores incorporan nuevos productos frutos de su capacidad de trabajo útil productivo en tanto los anteriores aumentan su capacidad productiva resultando así en un creciente enriquecimiento comunitario que dispondrá de mayor y creciente cantidad de bienes y servicios de todo tipo, incluidos artísticos, literarios, científicos, educativos, de entretenimiento, de confort, etc.

Obviamente, otras personas, sin ser productores directos (emprendedores /empresarios) también generan y suman riqueza aportando trabajo útil a los productores a cambio de una participación (sueldo o comisión) del mayor volumen o riqueza producida.

Esta es la esencia de una sociedad productiva pacífica, armónica, respetuosa y de espontánea creación de riqueza y libre intercambio, en la que cada persona con su “trabajo útil productivo” (directo como productor emprendedor o indirecto como aportante empleado) participa de la producción e intercambio de riqueza.

El que nada produce no puede participar del intercambio y solo podrá aspirar a recibir dádivas (subsidios) si los demás se compadecen de él por sufrir alguna desgraciada circunstancia que le impide producir.

La haraganería no está incluida en este beneficio.

Tampoco incluye al quejoso rogativo que esquiva el esfuerzo y -sin salir a obtener su espacio productivo- espera o exige ser asistido para que le ofrezcan algo que le satisfaga y le solucione su pedido o necesidad.

En tanto este sistema conserve su pureza, el bienestar será generalizado y cada cual disfrutará del intercambio del fruto de su producido.

Este sistema iguala a las personas (individuales o jurídicas) en el hecho de que cada una gozará de la riqueza fruto de su voluntad, de su esfuerzo, de su capacidad productiva y de los restantes productos y servicios del amplio abanico disponible a los que podrá acceder por intercambio.

De lo analizado queda claro que decir que “es el Estado quien tiene que crear riqueza y/o tiene que crear trabajo”, es una afirmación redundante e inconsistente pues el Estado somos todos los ciudadanos agrupados como consorcio, los que -individualmente o cooperando entre nosotros- creamos y producimos la riqueza.

Es en este proceso que tiene que insertarse el interesado en participar aportando su capacidad de producción adicional para ser incorporado.

Y así es como el voucher se convirtió en dinero o moneda, impreso por decisión del Estado a través de sus instituciones y usado como referente intermediario para las transacciones económicas.

Y que el dinero en sí no es riqueza sino “poder de intercambio” lo confirma el hecho de que los políticos mafiosos, sus testaferros y sus adláteres llenan sus bolsos con Euros y/o Dólares para depositarlos en paraísos fiscales, en tanto desprecian y patean los pesos cubanos, los bolívares venezolanos y los pesos argentinos por carecer de valor por sus fallidos sistemas económicos.

MONEDA BASTARDEADA

Bastardear significa degenerar una cosa de su naturaleza, apartándola de su primitiva pureza.

El metro es la unidad de medida lineal. Creada en 1792 por la Academia de Ciencias de Francia fue convertida en Patrón internacional de medidas lineales, representado entonces por una barra de platino-iridio depositado en un pabellón de la Oficina de Pesos y Medidas de Breteuil en Sevres, en las afueras de París. (Ahora se mide en base a la velocidad de la luz en el vacío por ser “más constante e invariable” que la masa de metal que sufre desgaste, pero el concepto de patrón de medida no cambia).

Patrón implica una condición de referencia invariable, inmodificable, de aquí que el metro patrón esté resguardado representado por esa barra de dimensión fija e intocable, depositada en Francia.

El metro, tal como cotidianamente lo usamos, fue subdividido por mil pequeños tramos iguales que se denominan milímetros.

Adoptado internacionalmente tiene vigencia indiscutible. Quien compra un metro de lo que fuere tiene la garantía (y ninguna duda) de que -en cualquier parte del planeta- un metro es siempre esa misma y única longitud.

Su valor útil y vigencia se basa en el simple -pero fundamental- hecho de que su dimensión es intocable, inmodificable, por acuerdo y aceptación internacional.

Esta cualidad y virtud es a lo que aspira el mundo actual en lo relativo a la moneda para evitar los vaivenes y jugarretas a que recurren los países con pésimas administraciones que actúan como tratando de adulterar el metro para obtener espurios beneficios.

Imaginen una administración del Estado devenido en gobierno (ver concepto) que, apartándose de sus “atribuciones” y abusando de su ilícito y autoritariamente arrogado “poder” de comando, decide “emitir” subdivisiones adicionales dividiendo cada milímetro por dos e imponiendo la falsa verdad de que la nueva mínima subdivisión sigue siendo un milímetro.

La inevitable consecuencia será que al ir Ud. a adquirir un metro de tela de “los de antes” usando el nuevo metro, Ud. recibirá la mitad de lo que medía anteriormente, siendo víctima de una fraudulenta sustracción, un robo.

Es decir que, para volver a tener la misma cantidad de tela que la obtenida con el “metro original” ahora requerirá dos unidades del “nuevo metro”.

Al emitir el gobierno nuevos milímetros (inflación del metro) Ud. necesitará más cantidad de los nuevos milímetros para volver a obtener la misma cantidad de tela.

Lo mismo sucede con la emisión de moneda (inflación monetaria).

Para ser un válido mecanismo de referencia para el intercambio la cantidad total de moneda debe ser fija e invariable.

Así sucedió con el oro en tanto su cantidad total no variaba.

En particular, en 1849, nuevos descubrimientos de oro aumentaron la cantidad circulante produciendo -obviamente- aumentos en los precios durante varios años subsiguientes, haciendo totalmente evidente que la “inflación generalizada de precios” es una consecuencia directa del “aumento de la cantidad de moneda”, esto es, de una “inflación monetaria”.

Por otra parte, a igual cantidad de moneda, si la cantidad de riqueza crece los precios empiezan a bajar solitos.

Y respecto de los ingresos, lo importante y válido es el poder de compra. No importa recibir menos cantidad de dinero si con ello podemos adquirir más riqueza.

Con mayor generación de riqueza comunitaria, una misma cantidad de dinero representará un mayor poder de intercambio (compra) por el crecimiento de la relación “cantidad de riqueza por unidad de moneda”.

¿ESTIMULAR EL CONSUMO?

Volvamos al tema anterior del intercambio y veamos que sucede si nombran jefe de la arriba mencionada “Oficina Pública de Validación del Trueque” a un señor de nombre Juan M. Keynes (traducción del original John M. Keynes) el que, para reactivar (estimular o activar aún más) el consumo y con ello la economía, introduce el concepto de “cebar la bomba” emitiendo (creando sin respaldo de riqueza) vouchers (dinero) adicionales a los resultantes del natural intercambio.

Al ser emitidos estos vouchers (dinero) sin la contrapartida o respaldo de verdadera y concreta riqueza, carecerán de valor real, su valor es falsificado, pues aparentan representar una riqueza que no existe, que no ha sido producida, esto es, riqueza ficticia con el negativo efecto de permitir el acceso a riqueza real sin haber aportado nada a cambio.

Introduce así un conflicto entre riqueza concreta y riqueza ficticia que no le es posible identificar a la comunidad por haber sido emitidos por el mismo ente de manera subrepticia, generando desorden y dando lugar a intercambios deficientes casi imposibles de detectar.

Sintéticamente, es obvio que imprimir vouchers adicionales no implica aumento de calorías (riqueza). Los vouchers (dinero, moneda) no son riqueza per sé. Al emitirlos sin contrapartida de riqueza (calorías) se introduce una distorsión en el intercambio de riqueza, alterando (aumentando) la relación vouchers por unidad de caloría, esto es, inflación generalizada de precios por incremento de la cantidad de moneda.

Al igual que con el metro bastardeado Ud. necesitará más vouchers (dinero) para comprar la misma cantidad de tela o comida.

O sea, la moneda ha sido bastardeada por emisión monetaria, creando la consecuencia inevitable: Inflación de precios.

La primera pregunta que surge al emitir el gobierno estos vouchers adicionales (emisión monetaria sin respaldo) es: ¿produce esta emisión de dinero un mágico aumento del volumen de riqueza producido y/o del número de productores aportando riqueza adicional? La simple y obvia respuesta es “no”.

La segunda pregunta es: estos vouchers adicionales de calorías ¢ (dinero con supuesta capacidad de trueque) emitidos por encima de los existentes que están sosteniendo el intercambio con el nivel de producción real ¿a quienes se les entrega, como se reparten?, ¿los distribuye el gobierno proporcionalmente a todos los ciudadanos para lo que suponen estimulará el consumo?, ¿o lo entregan a supuestos nuevos potenciales productores (amigos del poder) que no habiendo ingresado naturalmente en el circuito productivo ven en esta oferta de vouchers la posibilidad de sumarse a la producción?. ¿O se los queda el ente emisor (gobierno) para gastarlos y/o adjudicarlos a su antojo e interés personal para cubrir gastos desbordados y esconder los efectos de su perdularia gestión administrativa?

Y así el político se convierte en un abusador serial que carga al ciudadano el costo de su mala administración.

En nuestra Argentina los gobiernos que se suceden imprimen moneda (inflación monetaria) para poder cubrir los desbordes del Gasto Público que generan y esconden o que disfrazan de actos nobles para mantener masas adictas, o consumen en actos innobles de corrupción y latrocinio, eludiendo (en realidad, postergando) el repudio que resultaría de un incremento explícito de impuestos y que -a la larga- los usan para cubrir la caída de recaudación impositiva resultante del retiro y/o encogimiento (recesión) de los productores de riqueza provocada por la pésima e ilícita administración.

Como consecuencia, igual cantidad de producción con mayor cantidad de moneda conduce a “mayor cantidad de moneda por cada unidad de producción”, esto es “precios crecientes de bienes, servicios y salarios” (inflación de precios) que a su vez conduce a una realimentación sostenida del Gasto Público (dados los incrementos de precios) que mueve al gobierno a cubrirlo emitiendo creciente cantidad de moneda (inflación monetaria), una viciosa espiral de inflación realimentada, perpetuada y con final descontrolado de múltiples consecuencias sumamente dañinas.

Para tener estabilidad de precios se debe dar a la moneda el carácter de “patrón de referencia para los intercambios de riqueza” (patrón significa referente invariable, esto es, más allá de simple o supuestamente confiable) suprimiendo la impresión de moneda adicional, fijando su cantidad total.

Debe además impedirse al administrador (gobierno) de turno el tomar deuda discrecionalmente (que obviamente es una carga postergada -más intereses- para el consorcio de ciudadanos), la que muy probablemente apunte a una aplicación con reditúo político y poco o nada productivo para la comunidad, para cubrir (y esconder) excesos de gastos o para algún negocio espurio, cuyo uso distorsionará el equilibrio productivo resultando en un hecho económicamente negativo.

El Gasto Público -debidamente discriminado- debe únicamente cubrirse con el monto de la recaudación impositiva que el Estado (consorcio de ciudadanos) le autoriza al administrador de turno mediante un presupuesto rígido limitado que no debe superar un específico y reducido monto o porcentaje del producido total (PBI).

El manejo de dineros públicos por parte de administraciones no calificadas, esto es, de políticos ávidos y voraces por encaramarse en posiciones que ellos llaman de “poder” (toma del poder) casi inevitablemente conduce a las pérdidas de libertades, a la dilapidación de riqueza y al riesgo de corrupción.

Un nuevo diseño del manejo administrativo se hace necesario para quitar de las manos de los políticos de turno el direccionamiento de los dineros aportados como expensas (impuestos) por los ciudadanos especificando las muy limitadas tareas reservadas a la administración pública con específicas obligaciones y responsabilidades para el cuidado, la debida aplicación y el necesario control de los dineros públicos.

Además, para dar explicación sencilla a los adoradores del nuevo jefe Juan M. Keynes, aceptemos el supuesto de que se dupliquen los salarios para aumentar los ingresos de todos (en igualdad de derechos para todos sin excepción) con el propósito de catapultar el consumo. De esto resultará que los grupos productores -al no ser como los empleados públicos que reciben sus ingresos directamente a través de la Administración emisora de vouchers/dinero (Gobierno)- reciben sus ingresos como contrapartida por la entrega (venta) de sus productos (tomates, zapallos, etc.) por lo que -para ser justos beneficiarios receptores de ese igualitario derecho que supuestamente va a promover el consumo- deberán inevitablemente duplicar los precios de sus mercancías para lograr el correspondiente doble ingreso, con lo cual nada cambia en cuanto a poder de compra excepto por el desorden en la readecuación de los precios.

En síntesis, la administración supuestamente emitirá el doble de vouchers (aumento de salarios) para beneficiar a absolutamente todos en igualdad de derechos en cuanto a ingresos -con la supuesta idea de promover el consumo- y esto resultará en que los productores, para tener el ingreso duplicado, han tenido que duplicar el precio de los productos.

Por muchas vueltas que le den los ligeros opinantes keynesianos sobre el tema, la sencilla, evidente y única conclusión posible es que la “Inflación Generalizada de Precios” es consecuencia directa de la “Inflación Monetaria” (aumento del volumen o cantidad de moneda emitida).

Como recordatorio para los estimados adoradores Keynesianos, el mismo Keynes, un poco más viejito, reconoció este hecho. “La inflación monetaria solo sorprende una sola vez, que es “cuando se toma de sorpresa a los ciudadanos con la emisión monetaria” o cuando se tolera para enfrentar una situación de guerra donde los pueblos aceptan el sacrificio, pero indefectiblemente siempre distorsiona los mercados hasta que estos se recomponen tras haber producido serios trastornos en la economía y enorme sufrimiento en la población.

Más aún, en realidad este mecanismo tiene una perversa trampa poco visible y es que en la realidad el gobierno que emite la moneda no reparte lo emitido entre los ciudadanos sino que lo usa subrepticiamente quedándose con ese dinero adicional para cubrir sus excesos y desmadres con el gasto público que tiene bajo su responsabilidad.

Pero también sucede que este mecanismo inflacionario es ya tan conocido que todos -teniendo el justo derecho a defenderse- se adelantan preventivamente a sus nefastos efectos distorsionando los intercambios de la riqueza producida, y multiplicando el disparo inflacionario.

Queda así bien claro cómo es que se instala el perverso mecanismo de eludir una gestión administrativa correcta (esto es, limitada a las atribuciones y gastos delegados por los ciudadanos) en manos de politizados administradores no confiables, ineficientes y voraces que conducen a una crónica y generalizada corrupción que se enquista en las estructuras de las instituciones públicas.

¿EXISTE BIENESTAR CON INFLACIÓN MONETARIA?

Cuando uno escucha la verborrea inconsistente y dañina de los promotores de “estimular el consumo con emisión (inflación) monetaria”, intentando con esto seducir, encantar, debilitar y someter la voluntad de los pueblos valiéndose de mecanismos de fascinación o influjo a masas desconocedoras de sus efectos, sinceramente cándidas e ingenuas, ofreciéndoles fatuas promesas de bienestar con ridículas presunciones, induciéndolas a creer, a suponer y a aceptar como verosímiles tales afirmaciones, se disparan mecanismos de alarma frente a la ya evidente estafa que se cierne sobre toda la comunidad.

Lamentablemente muchos sofistas (presumidos filósofos) y muchos seudo-economistas de claustros, insisten, y a veces consiguen, seducir y convencer -cual hábiles predicadores- a numerosos incautos con sus relatos fantasiosos y falsedades científicas.

Las personas consumen riqueza, cualquiera sea su forma o carácter, bienes, servicios arte, literatura, ciencia, etc.

Los vouchers (dinero) son solo representaciones de la riqueza intercambiada donde la valoración de los bienes y servicios es una cuestión de preferencias individuales.

Hay quien preferirá contratar medios para hacer viajes turísticos en tanto otros preferirán comprarse una bicicleta.

Cuando la riqueza crece en volumen atendiendo a los deseos e intereses de las personas, el intercambio se generaliza y multiplica dando lugar a la competencia por atraer el deseo y enamorar la voluntad de los conciudadanos para lo cual la lombriz del anzuelo son la calidad, las prestaciones del bien ofrecido y su precio, esto es, la cantidad o monto de vouchers que pretende quien ofrece el producto o servicio y la cantidad que pretende dar a cambio el interesado en consumirlo.

En base a los valores del intercambio (precios) surge una dinámica de preferencias y decisiones por parte de oferentes e interesados.

Y todos los ciudadanos somos oferentes e interesados, cada uno a su gusto y potencialidad.

El evidente éxito del sistema capitalista y liberal -cuyos resultados empiezan a ser también evidentes en regímenes capitalistas no liberales (la China actual por ejemplo)- resulta de esta muy fluida y ágil dinámica a la que los ciudadanos adhieren para disfrutar de la riqueza a la que son capaces de acceder sin violencia, aportando e intercambiando riqueza complementaria.

¡¡Por qué vivir en un mundo de producción y escasez controlada y limitada por un ente centralizado (socialista) cuando podemos disfrutar libremente de la abundancia del mundo liberal capitalista, que no obliga a consumir pero que sí da a las personas la plena libertad de optar y decidir por lo que desea y/o decide!!

CONCEPTO MERCADO

En nada difiere el actual concepto de «mercado» de su concepto ancestral de intercambio de productos y/o servicios en puestos callejeros, de donde deviene su nombre, salvo por la actual enorme suma de productos y servicios que las personas han ido creando e incorporando y por las nuevas formas tecnológicas desarrolladas por el capitalismo liberal para la realización del proceso de intercambio, que incluye desde las antiguas formas de intercambiar (ofertar y adquirir) en una feria callejera hasta las modernas de intercambiar en shoppings y/o hacerlo por internet mediante transferencias bancarias y entregas casi robotizadas.

Y hablar de libre mercado es redundante porque -salvo por la interferencia de regímenes autoritarios o mecanismos mafiosos- mercado ha sido siempre un acto libre, espontáneo, donde proveedores y consumidores se intercomunican desde y hacia cualquier sitio del planeta para libremente ofrecer sus productos y/o servicios a quien desee y/o guste y/o necesite adquirirlo a cambio de un equivalente compensatorio en el que ambas partes se ponen de acuerdo para realizar el trueque, el que puede ejecutarse a través de un medio de compensación o pago cualquiera aceptado por ambos (otra mercadería, servicio, vouchers/dinero…).

«Mercado» (mecanismo de comercio público) es simplemente la acción e interacción de libre intercambio de bienes y servicios entre ciudadanos de comunidades de seres libres donde cada persona participa de manera espontánea y armónica con su aporte social de creación y producción de bienes y servicios (riqueza) intercambiándolos -por mutuo acuerdo, interés y conveniencia- con otras personas interesadas, respetando los acuerdos, los contratos y los derechos ajenos en los que están incluidos los propios.

Este concepto coincide plenamente con la afirmación del flanco liberal del poco o nada leído (o entendido) Karl Marx cuando en su Manifiesto Comunista señaló que «Solo el libre desenvolvimiento de cada uno permitirá el libre desenvolvimiento de todos».

EN SÍNTESIS, PROGRESO EN LIBERTAD ECONÓMICA Y POLÍTICA

Si el total de riqueza producida es de 10 tomates y hay emitidos diez (10) pesos como herramienta de intercambio, a cada tomate corresponderá un precio de 1 peso.

Si la comunidad es de 10 personas y cada una posee 1 peso de los 10 pesos emitidos, cada persona accederá a un tomate a un precio de 1 peso por cada uno.

Si se emiten 10 pesos adicionales (totalizando 20 pesos emitidos) cada uno de los 10 tomates tendrá un precio de 2 pesos.

Si cada una de las diez personas recibe proporcionalmente los 10 pesos agregados, cada persona tendrá 2 pesos y -como antes- accederá a un tomate pero a un precio de 2 pesos cada uno (Inflación generalizada de precios provocada por el aumento/inflación de la cantidad total de pesos). Lo esencial de esto es que las personas, en estas condiciones, siguen adquiriendo la misma cantidad de riqueza, esto es, un tomate por cada persona.

*¿Dónde radica el problema?

El problema radica en que lo que realmente sucede es algo bastante distinto y perverso, esto es, el administrador de turno (mal denominado gobierno), que subrepticiamente imprime los pesos adicionales, no los reparte proporcionalmente entre las personas de la comunidad sino que se los queda para su uso discrecional para cubrir los gastos de su pésima administración (dinero extra que así ingresa al circuito económico distorsionando precios y provocando inflación generalizada de precios), que incluye los gastos improductivos de su gestión, los gastos políticos (sueldos, subsidios, etc.) -que impone a la comunidad Estado para sumar votos que le aseguren su continuidad en el cargo- y para usos espurios de una corrupción que se ha ido generalizando, instalando y enquistando en casi todos los rincones de las instituciones subsidiarias del Estado.

No es posible lograr estabilidad económica, seguridad jurídica y/o progreso amplio y sostenido sin contar con una firme, natural y espontánea estabilidad monetaria, libre de todo manipuleo, control y/o regulación.

Una moneda estable válida como patrón fijo invariable, hará rápidamente evidente todo manipuleo indebido del Gasto Público (gran culpable de la miseria de los pueblos a través del cual se nutre la corrupción pública) y contribuirá a preservar la riqueza producida por los ciudadanos (evitándose así su dilapidación por parte de los administradores de turno), estimulando la inversión productiva y fomentando el ahorro, el que, junto con la pujanza emprendedora de todas las personas, es la fuente y semilla de todas las riquezas.

El camino del progreso y de la riqueza de los pueblos transita por la drástica reducción del artificioso e indebido Gasto Público (producto de la perdularia y/o incorrecta gestión del administrador de turno) desmontando las intencionadamente hipertrofiadas estructuras del Estado y abortando las desbordadas pretensiones mesiánicas y autoritarias de las tres arrogantes oligarquías prebendadas enquistadas en las instituciones del Estado y ferozmente aferradas a sus compulsivos privilegios, integradas por el rol y los abusos permitidos a la corrupta casta de la Política, por la pseudo-Empresarial-prebendada (vulgares mercaderes) y por la oligarquía Sindical con su arbitrario mecanismo de explotación por plusvalía de los trabajadores empleados, obligados a ceder parte de su participación en la producción de riqueza pagando “aportes” directos (e indirectos a través de sus empleadores), que a la luz de los hechos han servido y sirven para enriquecer a los jerarcas improductivos de estas organizaciones, varios de los cuales están en la cárcel por el desvío de las recaudaciones a sus patrimonios personales, incluidos delitos de extorsión que han resultado en demoras y encarecimientos de obras, productos y servicios.

Estas tres oligarquías operan en complicidad conformando una única oligarquía virtual de tres patas que se complementan en sus mezquindades tal como tres afanípteras marabuntas desangrando a un explotado pueblo argentino que, aturdido y agobiado, se sumerge en una incontenible decadencia.

Lo verdaderamente alarmante y trágico es que -con impudicia- lo hacen al son de “combatiendo el capital”.

En una comunidad libertaria queda muy poco espacio y mínima probabilidad para que prospere alguna oligarquía (Ver concepto más adelante).

La importancia de la libertad radica en que cada persona (y no un tercero ungido como mesiánico soberano) decide su propio destino optando por lo que le conviene y/o le gusta, en tanto que en el socialismo un ente despótico tiránico decide a su antojo el destino y forma de vida de las personas.

Es conocido el precio en pobreza y sufrimiento pagado por los pueblos sometidos al socialismo hasta su final explosivo representado por la caída del ominoso Muro de Berlín.

CONCEPTO OLIGARQUÍA

El concepto Oligarquía (olis: grupo de pocas personas, arkhé: gobierno/comando) identifica a un grupo de intereses mezquinos que haciendo abuso de poder imponen condiciones a la comunidad a través de actos de gobierno (comando) para preservar y potenciar sus privilegios y beneficios.

Mencionamos anteriormente las tres patas oligárquicas que cogobiernan (comandan) la Argentina, pero un ejemplo más contundente de oligarquía de una única pata es la que se instala en un país con el carácter de omnisciente vanguardia del socialismo, concentrando todos los poderes (ese conocido “vamos por todo”) y que deriva en una tiránica monarquía (mono-comando) encabezada por un psicópata que incauta todos los bienes de la comunidad imponiendo un régimen despótico que todo lo controla y que conculca todas las libertades sin perder los exclusivos privilegios que se reserva para sí.

Claros y recientes ejemplos son Fidel Castro con su isla privada en Cayo Piedra, Maduro con su lujosa mansión en República Dominicana, etc., y con fortunas expoliadas al pueblo y depositadas en paraísos fiscales a través de testaferros.

La caída del Muro de Berlín también permitió descubrir los privilegios y fortunas de las tiranías oligárquicas instaladas en los diferentes países de la entonces URSS, dependientes de la oligarquía superior instalada en el Kremlin.

Un claro ejemplo bien representativo del despotismo socialista lo fue el régimen de Nicolae Ceaucescu en Rumania, con enorme fortuna depositada en Suiza, ejecutado al mes de la caída del Muro de Berlín (en Dic. 25 de 1989) por un pelotón de fusilamiento del entonces liberado pueblo rumano.

CAMINO DE LIBERTAD vs CAMINO DE SERVIDUMBRE

*Sociedad liberal: Integración de personas (colectivo) con el propósito de conformar una comunidad de seres libres, compartir suerte, esfuerzos y forma de vida (consorcio de ciudadanos), integrados y organizados espontánea y voluntariamente para sostener una convivencia armónica, cordial, despojada de acciones coactivas y/o coercitivas, de mutuo respeto, de cooperación productiva por libre consentimiento, de libre disposición del fruto producido y libre intercambio por creación y generación de bienes, servicios, ciencia, arte, literatura y cuanta otra opción o propuesta enriquecedora se proponga y se acepte voluntariamente sin cercenar la plenitud de las libertades personales.

En este tipo de organización el Soberano es el cuerpo social, los individuos interactuando por acuerdos espontáneos y delegando (tan solo delegando) atribuciones específicamente delimitadas (que no será permitido el ser rebasadas) en una administración con funcionarios con mandato limitado en tiempo.

*Sociedad Socialista: grupo de personas (colectivo) integrando una comunidad cuya organización social suprime los derechos y beneficios individuales en supuesto favor a los de la colectividad, depositando en un ente planificador centralizado, presidido por un dictador (el que dicta), el monopolio absoluto de la autoridad, el fijar, disponer y ordenar las condiciones de la convivencia social en lo civil, político y económico, determinando el interés colectivo, estableciendo como se produce la riqueza, como se distribuye el esfuerzo productivo y como se distribuye lo producido, todo ello según su incuestionable e irrefutable voluntad.

Esta forma de organización socialista es acorde con el sistema colectivista que suprime la propiedad personal y la hace colectiva, sujeta a la voluntad distributiva del ente autoritario planificador.

En este tipo de organización el ente planificador no acepta disconformes ni disidentes y por su propia esencia y naturaleza ese ente central -supuestamente omnisciente- suele perpetuarse encabezado por un déspota que todo lo decide a su capricho y antojo, quedando el pueblo despojado de su condición soberana (Autoridad Suprema) y sujeto a la condición de servidumbre sin espacio para decidir sobre su vida personal.

De esto sobran ejemplos, todos ellos experimentos fallidos con graves consecuencias de atraso, pobreza ,dolor y muerte para sus pueblos, la Rusia de Lenin-Stalin, la URSS hasta que el hartazgo de sus pueblos volteó hace apenas treinta años el Muro de Berlín, la Alemania del nacional-socialismo de Hitler, la Italia del socialista fascista Mussolini, la China del “librito rojo” de Mao, la Corea del Norte del “Líder Supremo” Kim Jong Un, la tiranía despótica de Fidel Castro (su familia y sus cómplices), la devastadora tiranía Chavista/Maduro en Venezuela, la tiranía socialista de la extinguida Alemania Oriental graciosamente denominada democrática y finalmente rescatada de su tremendo fracaso por la Alemania liberal, etc…

Lo importante es que no puede citarse ni un único ejemplo de éxito de un gobierno socialista colectivista, incluido el plagio socialista llamado Justicialismo que Juan D. Perón trató de adjudicarse como de su creación.

Los actuales mal denominados (o creídos) socialismos que existen en países democráticos como los de los países del Báltico, lejos están de ser socialistas, tratándose de simples variantes del liberalismo toda vez que en ellos “nadie cuestiona la propiedad privada (se la protege por ley), ni las libertades individuales, ni el libre intercambio del fruto de lo producido por cada persona o grupo integrado de personas (empresas).

REVOLUCIONARIOS vs REVOLTOSOS

El concepto “Revolucionario” suele despertar (en mentes impetuosas, generalmente juveniles y en otras que no han podido madurar y desarrollarse) fantasías de epopeyas, de personajes heroicos supuestamente capaces de hechos maravillosos dignos de elogios y cantos épicos, muy alejados de la sensatez racional, de los actos productivos cotidianos que generan riqueza y bienestar.

Muchos caen así -confundidos- en estados de trance seudo-revolucionario donde suelen quedar psíquicamente anclados en sus frustraciones desbordando resentimientos y patologías agresivas que no consiguen disipar ni apaciguar.

Evolucionar implica desarrollo, progreso, avances graduales que permiten pasar de una condición o estado a otra situación mejor.

Revolución implica una evolución rápida, un salto evolutivo.

Verdaderos “Revolucionarios” y por ende “Progresistas” son aquellos que generan auténticos saltos “evolutivos”, transformaciones profundas, sustanciales y perdurables, multiplicadoras de riquezas y de bienestar para sus comunidades y la humanidad.

Debemos a los auténticos revolucionarios nuestro actual superior nivel de bienestar. Claros ejemplo de ellos son: Favaloro, Pasteur, Salk, Einstein, Galileo, Bill Gates, Steve Jobs, Henry Ford, y muchos miles de verdaderos héroes pacíficos que en pleno ejercicio de sus libertades han sabido y podido aportar conocimiento y desarrollo con avances filosóficos y científicos de enorme magnitud.

Este es el concepto de Revolución que debemos rescatar para reinstalarlo en su verdadero significado directamente asociado al mundo de la libertad de las personas, al libre desenvolvimiento de cada uno.

Pero la palabra revolución tiene también otra acepción equívoca, la de un acto violento de sublevación, rebeldía, insurrección, supuestamente superador pero que -tal como los hechos lo evidencian- genera procesos destructivos y -por ende- regresivos, que producen fuerte involución, retraso, retorno o caída a condiciones o estados indeseables impensables o que se habían superado.

Y así resulta que lo que se creía revolucionario y progresista termina -por sus consecuencias- en un grueso y lamentable hecho Involucionista.

Es este erróneo concepto el que acoge a deslumbrados “revoltosos” que -insanos, violentos e inútiles- resentidos por su naturaleza impotente e incapaces de usar sus manos y su cerebro para producir en paz generando riqueza y progreso, optan -en un idealizado estado de exaltación y ensoñación combatiente- por levantar el puño amenazante, exacerbando frustraciones, alimentando envidias y odios, convocando a la lucha armada, provocando enfrentamientos, cometiendo crímenes absurdos y estúpidos, ejecutando actos de terrorismo, alimentando guerras, dolor, destrucción, empobrecimiento, hambrunas y muertes, tan solo para terminar imponiendo una tutela tiránica para ingenuamente intentar descargar, aliviar, atenuar ese interno desamparo, esa incontrolable pulsión improductiva-destructiva que brota de sus innatas incapacidades.

Estas no son revoluciones sino burdos actos de rebeldía insana, revueltas, involuciones del progreso, actos retardatarios y destructivos que los hechos confirman que solo han conducido y conducen a la paralización y al retraso y que apenas beneficia a sus parasitarias “vanguardias” que suelen perpetuarse en el “poder” -burdo poder- y enriquecerse en ese fatuo rol de guías, comandantes o conductores de la endemoniada violencia que generan, en tanto sus cándidos y enfervorizados seguidores terminan siendo sometidos mediante dádivas y adoctrinamiento y finalmente explotados y esquilmados.

Irrefutables ejemplos de esto han sido y son las trágicas consecuencias de las tiranías resultantes de esas falsas revoluciones y de sus “supuestos revolucionarios”, las de Lenin, Stalin, Hitler, Mussolini, Mao, Fidel Castro, Chávez-Maduro, etc., todos -sin excepción- absolutos fracasos del inoperante socialismo con el saldo letal de varios cientos de millones de muertos, un socialismo que está en avanzado estado de putrefacción desde la caída del Muro de Berlín con la masiva huida al occidente libre (“la votación de los pies” según el acertado decir del filósofo Julián Marías), con la conversión socioeconómica de los pueblos ex URSS y -en particular- desde la implosión y extinción de la Alemania Oriental Socialista rescatada por la Alemania Liberal Capitalista, siendo este el más claro, evidente e irrefutable ejemplo de los efectos y consecuencias inherentes del socialismo en contraste con el sistema de las libertades y derechos de las personas.

El socialismo, demostrado científicamente como inherentemente inoperante e improductivo (en vida de Karl Marx) por la Escuela Austríaca, y comprobado por todas las evidencias como fuente de retraso, apenas sobrevive como una quimérica remembranza, ruidosa, destructiva y totalmente inútil.

Los jóvenes de hoy con capacidad productiva y creativa no solo no se apartan de los beneficios del progreso en plena libertad sino que la aprovechan y la gozan, en tanto que aquellos que aún permanecen aferrados, desinformados y ciegamente sometidos al caduco dogma socialista (aunque sin dejar de usufructuar los beneficios y desarrollos del sistema liberal), se van extinguiendo consumidos por sus contradicciones con la realidad y con los actos naturales de la conducta productiva humana.

Se confrontan así dos estilos de convivencia colectiva, uno es el del sistema liberal donde las personas interactúan libremente en un clima de respetuosa, pacífica y armónica cooperación para la creación, producción e intercambio de riqueza (bienes, servicios, arte, literatura, ciencia, etc.), el orden espontáneo del mundo libre y, el otro, el del estilo totalitario socialista en el que un ente centralizado, digitado por un rector autoritario, planifica -según su limitado entender, capricho y antojo- el comportamiento de la sociedad, en las que las personas -en estado de servidumbre- son conducidas como manada sin derecho a opinar, cuestionar, discrepar y decidir sobre su propia vida.

Sólo un grado extremo de contaminación mental por efectos de una persistente intoxicación fundamentalista socialista impide a muchos -sin capacidad de reflexión- desprenderse de sus ataduras dogmáticas para poder ver la realidad de los países sometidos al socialismo en contraste con la de los países donde se respeta, valora y protege el libre accionar productivo de las personas, la libre decisión sobre el fruto generado, el libre intercambio sin tutores tiránicos que impongan sus patologías, sin los precarios revoltosos y groseros involucionistas que han despojado a sus pueblos de sus más elementales derechos humanos sumergiéndolos en un inocultable atraso, decadencia, servidumbre y pobreza.

CIVILIZACiÓN O BARBARIE: UD. ELIGE!

No permitamos que nos alcance la oscura noche de la barbarie.

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