Por Luis Alejandro Rizzi.-

Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente se tienen, tal el significado de la palabra hipocresía para la Real Academia.

No cabe duda que el kirchnerismo sustentó su relato en la hipocresía y que el “kristinismo” lo acentuó.

Muy acertadamente Jorge Lanata dijo que el “kristikirchnerismo” sostuvo su mentira en base a hacerle creer a la sociedad que conductas extraordinarias eran normales.

De ese modo, los derechos se convirtieron en “abusos” y las obligaciones y responsabilidades en raras excepciones o siguiendo con el lenguaje de Lanata en “anormalidades”.

Recuerdo que hace años, en una charla personal, el padre Leonardo Castellani me decía que en la Argentina las palabras no representan su real significado y me ponía como ejemplo los nombres de los diarios de esa época, 1950 y pico, aún cursaba en el Colegio Nacional de Buenos Aires mi penúltimo año del secundario. Castellani ponía como ejemplos el diario La Nación representó al más crudo liberalismo y defendió a los intereses británicos, el diario “Crítica” creo que había sido expropiado o tomado por el peronismo, era una verdadera bazofia, en vez de representar una de las cualidades más importantes del pensamiento, “La Razón” nada tiene que ver con esa actividad de la mente que nos diferencia de los otros seres vivientes y así continuaron sus ejemplos.

Vemos que la hipocresía es algo muy metido en nuestra cultura, aclaro que lo que llamaríamos “incultura” o “contracultura” es cultura al fin, en todo caso mala cultura o de muy baja estatura.

Es probable que la hipocresía sea el principal vicio que debemos desterrar ya que vemos a diario cómo los políticos, en nombre de supuestas ideas nobles, sólo intentan hacernos creer que están “con nosotros”.

Sergio Massa dice que no queremos corrupción ni ajuste, pero calla que fue jefe de gabinete de Ministros de Cristina Fernández de Kirchner y toleró la presencia de funcionarios como Julio de Vido, José López, Ricardo Jaime y otros tantos que hoy están sometidos a procesos judiciales o bien sospechados con graves presunciones de culpabilidad, dos de ellos están detenidos.

También fue candidato testimonial en las elecciones de 2009 que renovaba parcialmente el Congreso de la nación lo que significaba su expreso compromiso con el kristikirchnerismo.

Antes de asumir esa función declaró: “Estoy sorprendido, muy orgulloso por la designación y ahora comenzaremos a trabajar con mucha responsabilidad”.

En cuanto al ajuste poco fue lo que hizo para normalizar los sistemas tarifarios y por investigar y combatir la corrupción que Roberto Lavagna había denunciado antes, hecho que le costó su alejamiento del Ministerio de Economía.

En cierto modo tiene responsabilidad con el ajuste que estamos sufriendo los argentinos porque fue uno de sus protagonistas.

Siete ex secretarios de energía han dicho el pasado 6 de agosto: “Uno de los escollos más importantes a remover es el desastre en los precios y tarifas heredados luego 12 años de populismo energético. Entendemos que el sinceramiento tarifario es necesario e ineludible por las consecuencias negativas que el problema tarifario provoca a los usuarios en la calidad de la prestación de los servicios públicos que reciben, porque hay insuficiencia en las inversiones y quebrantos en las empresas prestadoras, y por el impacto negativo en la macroeconomía que los subsidios energéticos ocasionan”.

Sergio Massa no explica como financiaría la reconversión del sistema energético ni aclara que más de un 30% de los subsidios a la oferta beneficiaban a sectores de altos ingresos. Tampoco luego de su salida de la jefatura de gabinete lo escuchamos criticar las calamidades tarifarias que nos condujeron a la realidad de hoy.

Lo constructivo sería proponer un programa de subsidios limitados en el tiempo y debidamente focalizados a los sectores que lo necesiten.

No cabe duda que Sergio Massa desempeñó funciones importantes durante el kristinismo, por tanto lo honesto seria comenzar por la autocrítica y el reconocimiento de sus pecados.

Como broche de oro terminó junto al Frente para la victoria en la sesión de diputados convocada la semana pasada contra el llamado “tarifazo”.

El frente para la victoria, personalizado por Kristina Elizabeth Fernández de Kirchner, compartió con Hebe de Bonafini la última ronda de las madres y consintió los agravios y las barbaridades de esa señora, que dijo que en la casa de gobierno hay un enemigo y que incitó a la toma de calles y plazas y que se dio el gusto de burlarse de un Juez de la nación y de la policía federal.

No cabe duda que la agresión intentada al Presidente en Mar del Plata fue organizada y en lo que parecería una aprobación explícita, nadie la fecha tuvo la decencia y honestidad de fustigar ese tipo de actos.

Me cuesta creer en la sinceridad de Sergio Massa sobre el repudio a esa agresión ya que la actuación en el congreso sobre la cuestión de las tarifas, tiene en mi opinión la misma naturaleza de una agresión que también me hace dudar de su búsqueda de consenso. Massa, en verdad, le dio vigencia a aquel dicho que dice “El enemigo de mi enemigo, es mi amigo”. Ya sabemos de lado está.

Lamento haberlo votado en la primera vuelta de las elecciones pasadas y asumo mi culpa porque la verdad jamás lo debí haber votado y menos creído.

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