Por Rodolfo Patricio Florido.-

Las cosas como son. Si el jueves 14 el Congreso no hubiese sido blindado por las FFSS, los diputados no habrían sesionado, el Congreso de la Nación habría sido tomado y desbordado por los militantes de la extrema izquierda y un kirchnerismo desesperado por la prisión de sus líderes y los procesos de los aún libres. No habría habido sesión, ni suspensión con quórum y muy probablemente estarían creando las condiciones, al mejor estilo nazi del incendio del Reichstag, para luego culpar al Gobierno por inoperancia y falta de control.

En otras palabras, palos porque bogas y palos porque no bogas. Es muy curioso observar las conductas nazis y antisemitas de una supuesta izquierda progresista que rechaza los resultados electorales y se autodenomina defensora del pueblo, siendo que “el pueblo” les dio la espalda cuando se votó. ¿O no es pueblo CAMBIEMOS, el FRENTE RENOVADOR y el JUSTICIALISMO no kirchnerista? ¿Desde cuándo una minoría absoluta por la sola auto adjudicación de representar “el pueblo” se puede transformar en árbitro de las mayorías? ¿Desde cuándo, en una Democracia, la mayoría se comporta como minoría y la minoría se adjudica ser la mayoría?

El kirchnerismo, sus aliados de la izquierda radicalizada antisemita pro iraní, esta suerte de empalme increíble de matriz Estalinista y populismo fascista, una suerte de Pacto Ribbentrop-Molotov (aquel que durante años sostuvieron Stalin y Hitler) y el dinero de los presos, tratan de sostener esquemas de violencia callejera para compensar con violencia lo que las urnas le niegan. Esto, se llama desesperación. El pueblo debería recordar que cuando estaban en el Gobierno dejaron morir a los jubilados apelando una y otra vez todos los juicios previsionales… ¿y ahora les agarró un ataque de ética de la tercera edad?

Es claro que el actual Gobierno no ha sido muy feliz en el intento inicial de Reforma Previsional y que seguramente le hará modificaciones para que el impacto sea menor y la aprobación legislativa tenga de hecho muchos más votos que los que habría tenido el jueves 14. Pero también tendría que ser claro que levantó la sesión teniendo quórum. Y, esto, en el gobierno anterior habría sido imposible. El prepo y la arbitrariedad de los números les permitieron este genocidio virtual de jubilados esperando sentencias que llegaban después de sus muertes. Este Gobierno, el actual, siquiera les pagó a cientos de miles de jubilados los fallos de primera instancia en un acuerdo voluntario que no los condena a la presunta dignidad de una sepultura de papeles.

El éxito de la izquierda y el arte de ganar perdiendo, es, de hecho, una pena. La Argentina necesita desesperadamente una izquierda honesta, moderna y opositora si ese es el rol que le cabe. Y lo digo con absoluta honestidad. Este tipo de izquierdas revolucionarias, violentas y encapuchadas, muchas de ellas sostenidas por planes trabajar u otros planes que el propio Gobierno anterior y el actual les otorgó y les otorga para que distribuyan entre sus seguidores, como si fuese un salario a su condición de militantes, le hace daño a quienes desean una izquierda moderna del siglo XXI y no del anarquismo del comienzos del siglo XX o la violencia de los años de la Guerra Fría.

Todas las personas entendemos que hay conciudadanos con serios problemas económicos desde hace más de 50 años o sea 2 generaciones enteras que han visto sus presentes diluirse y sus futuros un imposible. Durante 50 años las políticas sociales han sido una suerte de CORTISONA que tapa los síntomas inmediatos pero que nada hace para terminar las condiciones de base para esas miserias. Se llenan la boca con palabras hermosas y grandilocuentes pero totalmente teñidas de irrealidad. Esta oposición habla de “igualdad social” y saben que nunca la habrá porque los seres humanos son por definición distintos, no desiguales pero si distintos. Las capacidades de contracción al trabajo y al estudio no son iguales en todos los seres humanos, y eso sin considerar el punto de partida de cada uno. Hay quienes quieren progresar y se matan trabajando y hay quienes quieren atajos bien pagados sin esfuerzo ni contraprestación. Hay quienes creen en un mundo socialista y tratan de construirlo decentemente y hay quienes se enamoran de sus propias palabras revolucionarias pero terminan guardando millones de dólares en cajas de seguridad que no podrían tener si ese socialismo que pregonan los encontrara con ese dinero.

Así que digamos las cosas como son. Así como existe esa necesidad de una izquierda fuerte, honesta y comprometida con la democracia aunque esta no la acompañe en las urnas, también se necesita una CGT honesta y que no se abrogue la representación excluyente de los trabajadores porque si fuese así todo sería cuestión de ponerse a cargo de un partido político y con eso solo ganaría una elección nacional. Y todos sabemos que las dirigencias sindicales tienen un nivel de rechazo social altísimo. Algunos otros se han transformado en los apéndices militantes de las diferentes izquierdas, incluyendo esa banda de delincuentes presos en Ezeiza y Marcos Paz.

Finalmente, es en este contexto, más algunos periodistas que ejercen su función de informar, quienes buscan el apoyo de los radicalizados porque los ciudadanos comunes -esa absoluta mayoría silenciosa- jamás los agraviaría en la calle porque no está en la naturaleza de esas grandes mayorías silenciosas el agravio excepto cuando se siente agraviada.

Ese tipo de periodistas que buscan siempre mostrarse progresistas aunque sean objetivamente burgueses, hacen un daño tremendo a quienes incluso dicen representar porque les niegan la posibilidad de evolucionar al exaltarnos como si fuesen Rosa de Luxemburgo o como si D’Elía fuese realmente Mandela. Es tanta su veneración que terminan alimentando egos narcisistas que se autoenamoran de sus palabras aunque sepan que son muchas veces mentiras o falacias y terminan creyendo como ciertas sus mentiras porque hay muchos comunicadores que los exaltan aunque luego usen trajes europeos de canje y planifiquen sus vacaciones en países desarrollados a los que destrozan periodísticamente pero de los que gozan llegado el momento de disfrutar. Una suerte de Playa Girón pero en el Mediterráneo.

Quizás deberían pensar en una frase de Buda cuando expresó… “Ni siquiera un Dios puede cambiar en derrota la victoria de quien se ha vencido a sí mismo”.

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