Por José Luis Milia.-

“Hace 43 años nuestra provincia vivía una de sus noches más trágicas, la #NochesdelosLápices. Hoy recordamos el compromiso de esos chicos y en su memoria seguimos trabajando por una sociedad más justa, inclusiva, con derechos y oportunidades para todos.”

María Eugenia Vidal, @mariuvidal, Twitter

¿Qué fue la noche de los lápices?, según la historieta «bienpensante» que rueda desde hace años por Argentina fue una algarada estudiantil que reclamaba por el boleto estudiantil en la provincia de Buenos Aires, reclamo que terminó con algunos chicos desaparecidos. Que estuviera dirigida por María Clara Ciocchini, oficial de Montoneros, y su segunda al mando, María Claudia Falcone, aspirante a oficial de la misma “orga” parece no importarle a nadie; sobran cagones entre votantes y votados que prefieren seguir creyendo en el almíbar para perdonarse los momentos en que pedían la muerte, si fuera posible más que cruel, de los terroristas.

Yo prefiero atenerme a la historia que les he contado a mis hijos y que hoy les cuento a mis nietos: era la infame búsqueda, por parte de Montoneros, de perejiles que terminaran siendo víctimas de la guerra contra la subversión entre el estudiantado secundario para poder mostrar, urbi et orbi, lo “salvaje” de la represión militar en la Argentina.

Siempre me viene a la memoria la respuesta de Jorge Falcone, oficial montonero y hermano de la desaparecida maría Claudia, cuando Viviana Gorbatto, autora del libro: “Montoneros, soldados de Menem, ¿soldados de Duhalde?”, le pregunta si eran montoneros convencidos; la respuesta no deja lugar a dudas: “Sí. Nadie nos usó ni nadie nos pagó. No fuimos perejiles como dice la película de Héctor Olivera (…) fuimos a la conquista de la vida o la muerte (…). En el departamento donde cayó mi hermana se guardaba el arsenal de la UES de La Plata. Mi hermana no cayó por el boleto secundario, sino por una patria justa, libre y soberana. La gente que tenía la conducción de un colegio secundario no se chupaba el dedo. Tenía práctica política y militar”.

Que gente como esta, que durante el kirchnerismo usufructuó sin asco de la teta del estado tenga la pretensión de volver, es preocupante. El vamos por todo sigue vigente, cada día que pasa, con más fuerza; pero que una gobernadora a la que esta misma gente le dio una paliza atroz en las PASO siga insistiendo en lamerles los flecos bordea la calificación de imbecilidad sobresaliente.

No obstante, estamos obligados a seguir fieles a nuestro anatema, debemos votar a los imbéciles porque los otros son malos de toda maldad.

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