Incendio del edificio de la Curia Metropolitana del 16-6-55.

Por Carlos E. Viana.-

“Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis.” San Mateo 7:15-20.

“Aprendamos las lecciones de la historia”

Monseñor Eduardo H. García, en una homilía que pronunció recientemente, expresó su posición contra el aborto y la violencia verde, en lo cual coincidimos plenamente, pero además afirmó que “el valor vida recorre toda la doctrina de Perón”, que se “fundamenta en los grandes pensadores de la historia”, agregando “aprendamos las lecciones de la historia”. Para aprender más de la historia, Monseñor, debería recordar el siguiente documento dado en Roma por el Vaticano.

Datum Romae, ex Aedibus S. Congregationis Consistorialis, die 16 Iunii 1955.

Fr. A. I. Card. Piazza, Ep Sabinen, et Mandelen, a Secretiis S. Iosephus Ferretto, Adsessor”.

TRADUCCIÓN:

“Dado que recientemente han sido conculcados de muchas maneras en la República Argentina los derechos de la Iglesia y se ha usado violencia contra personas eclesiásticas y últimamente no solo se ha osado poner las manos violentamente en la persona del excelentísimo señor don Manuel Tato, obispo titular de Aulón, auxiliar y vicario general de la arquidiócesis de Buenos Aires, sino también se le ha impedido el ejercicio de su jurisdicción y se le ha expulsado del territorio argentino, la Sagrada Congregación Consistorial declara y advierte que todos aquellos que han cometido tales delitos, o sean funcionarios de todo tipo y categoría y los cómplices necesarios que hicieron que se realizasen los mismos, y aquéllos que han inducido a su comisión, que de otro modo no hubiera sido ejecutada, han incurrido en la excomunión “latae sententiae” reservada a la Santa Sede, de conformidad con los cánones 2343, párrafo 3; 2334, Nº 2; 2209, párrafo 1, 2 y 3 del Código de Derecho Canónico, y son pasibles de las demás penas establecidas por los Sagrados Cánones.

Dado en Roma, en la sede de la Congregación Consistorial, 16 de junio de 1955.

Firmado. Cardenal Piazza, secretario; José Ferreto, asesor”.

Fuente: Publicada en “Osservatore Romano”, junio 16 de 1955.

“Latae sententiae” significa La excomunión automática «de modo que incurre ipso facto en ella quien comete el delito». Se trata de delitos sumamente graves: apostasía, herejía o cisma. (Canon 1364). Pero está no fue una sanción automática, sino decretada expresamente por la Sagrada Congregación Consistorial.

Prueba de la gravedad de la sanción es la carta de arrepentimiento pidiendo perdón, que el propio General Perón, elevó a la Santa Sede en 1962:

“Beatísimo Padre: El que suscribe, Juan Domingo Perón, domiciliado en Madrid, Ciudad Puerta de Hierro -Sector Fuentelarreina- Quinta 17 de Octubre, temiendo haber incurrido en la excomunión Speciali Modi, reservada, conforme a la declaración de la Santa Congregación del 16 de junio de 1955 (Acta Apostolicae Sedis, Vol XXII, p.412) sinceramente arrepentido, pide, por lo menos ad cautelam, la absolution”. Perón recibió la absolución de rodillas.

Perón como deidad

Desde 1948, el régimen comenzó a presentarse como el auténtico interprete de Cristo y avanzó hacia el establecimiento de una Iglesia Nacional con base en la Doctrina Peronista. Monseñor Eduardo H. García, desconoce la historia, con sus expresiones se acerca a la deificación de Perón, de la misma manera que los dirigentes peronistas lo hicieron anteriormente y que citamos a continuación.

Raúl Mendé, uno de los ministros más capaces de Perón y que acompaño a Eva Perón en sus últimos días; siendo Director de la Escuela Superior Peronista, escribió estas palabras en “Mundo Peronista”: “Cristo tuvo el defecto de su gran corazón. En esto corren parejo Perón y Cristo… Cristo se conformó con preparar al mundo… Perón le saco ventaja (a Cristo), Realizó el cristianismo. Nada de conformarse con sermoncitos. Cristo palabras, Perón hechos. Por eso Perón es el rostro de Dios rutilando en la obscuridad de las tinieblas de esta hora” (Sebreli, Cichero Marta; Gambini Hugo, Historia del Peronismo 2, Planeta Editor, Buenos Aires, 2001).

Por su Parte Delia Degliumini de Parodi, a la sazón, Presidenta de la Rama Femenina del Partido Peronista en 1955, ante la crisis con la Iglesia, afirmó: “Nuestro Dios en la tierra es Perón, porque es el único hombre que nos ha hecho sentir su cercanía mejor que cualquier misionero, hubiera podido hacerlo” (Sebreli, “Crítica de las Ideas Políticas Argentinas”)

Para 1.953, los libros de texto de las escuelas primarias comenzaron a tener elogios extraordinarios de carácter casi religioso sobre Eva Duarte, con menciones como “hada buena”, “estrella”, “reina”, “Perón es bueno, Evita me ama”. Este a quien llamaban superior a Cristo, tuvo un comportamiento cuestionado por la Iglesia.

Sala de abortos en la quinta presidencial de Olivos

Monseñor Eduardo H. García olvida considerar, la forma autoritaria en que el gobierno impuso la Unión de Estudiantes Secundarios y el comportamiento sexual del Presidente con niñas miembros de esta organización, dentro de la Quinta Presidencial de Olivos, que culminó con la construcción de una sala para abortos dentro de la misma.

Se desata la persecución

Perón creía que para gobernar es necesario detentar el poder total y la Iglesia era la única gran fuerza que quedaba en pie. La Iglesia no toleraría la implantación, de una Iglesia Nacional, la misma era y es Universal y difiere del poder político, más aún si este adquiere características casi paganas con un culto a la personalidad divinizada del líder.

Para 1954 con el apoyo de sectores religiosos se comenzó a organizar, sobre la base del nacionalismo católico, el Partido Demócrata Cristiano, Perón indignado.

En el discurso del 17 de octubre de 1954, Perón atacó indirectamente a la Iglesia, haciendo referencia a “los enemigos emboscados”… “los vemos actuar en todas las circunstancias a través de un mismo mimetismo hipócrita, los presenta como los peores enemigos de la comunidad”… “Par ser peronista lo primero que hay que tener grabado profundamente en el corazón, es que para un peronista no hay nada mejor que otro peronista”… “Para ser dirigente peronista, hay que ser más peronista que ninguna otra cosa”, quedaba así excluida la religión.

El 10 de noviembre de 1954, expresó públicamente en una reunión de gobernadores, que había curas y prelados que desarrollaban actividades perturbadoras y acusó especialmente a tres diócesis, la de Córdoba, Santa Fe y La Rioja. Varios sacerdotes fueron detenidos.

Ya comenzado 1955, en la Carta Pastoral de Cuaresma los obispos hicieron leer en todas las iglesias un documento oponiéndose a “que se prohibiera la realización de procesiones religiosas y concentraciones católicas en lugares públicos; se hubiera autorizado a los propagandistas de cultos disidentes, intentando llevar a los católicos a la apostasía de su verdadera fe; mientras se concedía a radiodifusoras hacer propaganda disidente, había sido negada autorización a las audiciones católicas (el altar de los medios de comunicación criticado ahora por Msr. García) y lo más grave, que se hubiera removido de sus puestos a funcionarios públicos por motivos religiosos.

En tanto en muchas iglesias se pronunciaban vigorosas arengas políticas desde el púlpito, se continuaba produciendo detenciones de sacerdotes con diferentes imputaciones. Así el cura Egidio Esparza de la iglesia de Santa Fe y Uriarte -frente a Plaza Italia- fue imputado de desacato al Presidente de la Nación, Miguel F. Fox de la localidad de Alberti lo fue por delitos contra la seguridad pública y al cura Carmelo Bruno le imputaron distribuir panfletos subversivos.

Se continuó deteniendo a más civiles religiosos, como los de la Medalla Milagrosa, acusados de haber lanzado volantes críticos contra la dictadura. La persecución se extendió a las provincias, con la detención de más sacerdotes.

El 11 de junio de 1955, se produjo la manifestación de Corpus Cristi, que el gobierno desaprobó lanzando los colectivos públicos a gran velocidad por las avenidas, para obstaculizar dicha concentración popular, a la cual no obstante concurrieron unas 200.000 personas. Eses día, Perón ordeno que en una comisaría de la Policía Federal se quemara un bandera argentina (hecho confesado posteriormente por el ex Vicepresidente Tessaire y policías federales), acusando a los manifestantes de haberlo hecho y de daños materiales.

El 12 de junio de 1955 fue atacada la Catedral Metropolitana con pedradas lanzadas por grupos de choque del gobierno, hiriendo a muchos creyentes que habían concurrido a misa, mientras la policía montada cargaba a sablazos contra los católicos que salían de la misma y otros detenían a personas dentro de la Iglesia por haber concurrido a Misa.

Ya se había prohibido a los integrantes de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, asistir a Misa y se arrestó a los que no cumplieron la orden.

Dos días después el 14 de junio un decreto del dictador exoneró a Monseñor Tato de sus cargos de Provisor y Vicario General, Obispo Auxiliar y Canónigo y a Monseñor Ramón Pablo Novoa, se los maltrato violentamente y el 15 se los expulsó del país, poniéndolos por la fuerza en un vuelo a Roma, a pesar que eran argentinos.

El Vaticano dispuso inmediatamente la excomunión de los responsables del hecho, que transcribimos textualmente al comienzo de este artículo. El gobierno prohibió que la noticia fuera publicada en Argentina.

En las primeras horas del 15 fueron allanados en Buenos Aires y en el interior, parroquias, asilos, colegios, seminarios, monasterios y todos los locales en que funcionaban centros o círculos de la Acción Católica y clausuradas las sedes de la junta central, consejos femeninos y consejos de hombres.

“¿Arden las iglesias?”

El 16 de junio hubo una sublevación militar y pilotos de la Aviación Naval y de la Fuerza Aérea, bombardearon la Plaza de Mayo y la Casa Rosada, donde se produjeron numerosas bajas de civiles, en este luctuoso hecho.

Por la tarde se produjo una razia de sacerdotes y por la noche tres grupos organizados gubernamentales partieron del Ministerio de Salud Pública, del Servicio de Informaciones y del local del Partido Peronista, dirigiéndose separadamente para atacar iglesias. Este último grupo, integrado por unas 65 personas, fue el que inició el ataque a la Curia y la Catedral. El grupo que salió del Ministerio de Salud Pública atacó las iglesias de Santo Domingo, San Ignacio de Loyola, San Francisco y La Merced y el proveniente del Servicio de Informaciones se dirigió a San Nicolás y el Socorro.

La Curia Eclesiástica, primera en la orden de fuego, fue saqueada y totalmente destruida al promediar la tarde, siendo de señalar que los bomberos estaba frente a ella en guardia de prevención desde las 8:30 de ese día 16 de junio, es decir horas antes de que se hubiese sobrevolado la Casa de Gobierno. En la catedral fue violentado el Sagrario, quemados los confesionarios, destrozadas las imágenes, dispersadas las reliquias y destruida totalmente la sacristía.

La siguieron la iglesia y convento de Santo Domingo, la Iglesia y convento de San Francisco, la capilla de San Roque, las iglesias de San Ignacio de Loyola, San Juan, San Miguel Arcángel, la Merced, Nuestra Señora de Las Victorias, San Nicolás de Bari y la del Socorro, casi todas del barrio más próximo a la plaza de Mayo y Casa de Gobierno, históricas muchas de ellas, y en particular la de Santo Domingo, por los memorables hechos producidos dentro de sus muros y en las inmediaciones. Esta última recordemos que había sido tomada por las tropas británicas en 1807 y por segunda vez por las hordas peronistas en 1955. En las circunstancias descriptas al defender un altar fue asesinado un sacerdote.

No sólo se quemaron en ellas los altares e imágenes religiosas, sino los archivos y bibliotecas, los coros con sus valiosos órganos, las celdas y dependencias interiores. En varios se violentaron las cajas de hierro y se robaron sus contenidos.

Además, fueron detenidos por policías armados, obispos, párrocos y sacerdotes, a quienes se trató como a delincuentes comunes. Lo mismo se hizo por orden de Borlenghi y Aloé con los diputados y políticos de la oposición.

“No reniegues de la historia de tu patria”

Olvidando esta persecución sistemática de la Iglesia, única de la historia argentina, Monseñor García dijo que el “humanismo peronista se enraíza en la doctrina evangélica”. ¿Entre los “errores” a los que les quita importancia Monseñor García, están los graves hechos descriptos?

La Tercera posición que ensalzó Monseñor, es la herencia del imperialismo Nazi Alemán, que urdió el golpe militar del 4 de junio de 1943. El General alemán Wilhem Faupel, en carta del 22 de mayo de 1944, al Secretario General del Partido Nazi Alemán, Dr. Hans von Merkatz, expresa: “De la Argentina tenemos novedades muy agradables, nuestro amigo Perón es sin duda el hombre fuerte del gobierno”. ¿Cuándo Monseñor se refiere a las “doctrinas foráneas que se han infiltrado en la raíz más propia de nuestro pueblo”, evoca al “humanismo” nazi?

Monseñor García al parecer debería recordar que la cultura y la historia nacional que alaba en Perón, es lo que precisamente este ataco sistemáticamente, en lo más espiritual de la misma, la Iglesia Católica, instaurando una tiranía que dividió y divide a los argentinos, entre los que siguen la tradición del imperialismo nazi que impuso al tirano, exento de piedad y quienes están con los principios del amor, la tolerancia y la libertad que apoyaron los curas patriotas de la Revolución de Mayo de 1810.

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