Por Alberto Buela.-

Resumen:

En nuestros días la economía ha reemplazado a la política como ciencia arquitectónica de la sociedad. La new left ha renunciado, ante el modelo del one world, a pensar en términos económicos como lo hacía la vieja izquierda de Marx y Lenín, y se ha reducido a la crítica cultural y progresista.

Se realizan algunas distinciones entre populismo y nueva izquierda luego de mostrar en la primera parte los modelos históricos de dominación, para concluir que en Iberoamérica se impuso el modelo económico tecnocrático sobre el político nacional.

El título nos obliga a hablar sobre dos cosas: la negación de la política y los modelos de dominación Y hemos creído conveniente una exposición de conjunto sobre Nuestra América, como gustaba decir Martí, el cubano.

Didácticamente conviene comenzar por los modelos pues son las megacategorías o categorías metapolíticas que condicionan la índole de lo que hoy entendemos por política.

Los modelos de los que hablamos no son ecuaciones teóricas sino práctico-políticas, es decir, se mueven en el ámbito del obrar y del hacer. Y son elaborados, en general, desde el final de la Segunda Gran Guerra por los centros de poder mundial, que desde el punto de vista filosófico son Centros de producción de sentido de las acciones y de los acontecimientos que ocurren en el mundo.

Los modelos imperantes sobre nuestras repúblicas americanas desde el momento mismo de su constitución han sido, históricamente, los siguientes:

1823 – Doctrina Monroe: América para los americanos. Enuncia los postulados de política internacional de los Estados Unidos, nunca dejados de lado, aunque siempre aggiornados con las distintas variantes que veremos a continuación. En la política concreta esta doctrina se resumió como: “América para los norteamericanos”.

1853 – Destino Manifiesto: Con la compra de Baja California al Gral. Santa Anna. Los teóricos de esta doctrina sostenían que Estados Unidos tenía una misión tutelar, la defensa de los principios democráticos en el mundo y su nación se podía extender hasta Tierra del Fuego. Para ello se van a apoyar en la diplomacia del dólar, táctica que les sirvió tanto para penetrar financieramente a los países hispanoamericanos como para continuar la compra de territorios: Baja California 76.845 km; Alaska 1.517.603 km; Hawai; Canal de Panamá; islas Vírgenes a Dinamarca; Bermundas; Santa Lucía; Terranova; Jamaica, etc.

1901 – Con Teodoro Roosevelt se inaugura la política del garrote o Big Stick, según la cual al que no obedece lo castigamos militarmente. Nace toda la política de intervenciones militares en Iberoamérica: Cuba, Nicaragua, México, Panamá, Santo Domingo, Haití, Venezuela, etc.

1933 – Franklin Delano Roosevelt inaugura el New Deal o teoría de la Buena Vecindad. Para ello alentó la defensa continental y de la democracia. Al respecto ha dicho Perón: «en mi tiempo tenía vigencia la teoría de la buena vecindad, el asunto estaba en que nosotros teníamos que ser los buenos y ellos los vecinos».

1948 – Se enuncia la teoría de la Seguridad Nacional que con motivo de la amenaza de la expansión del comunismo, los Estados Unidos apoyaron a todos los regímenes de fuerza y dictatoriales instalados en el continente americano. “ Me dicen que el dictador de Nicaragua Tacho Somoza es un hijo de puta, pero yo les digo que es mi hijo de puta” (Roosevelt).

1991 – George Busch lanza la Iniciativa para las América con el tratado de libre comercio (ALCA) de Alaska a Tierra del Fuego. La construcción de un Gran Supermercado en donde la política quede totalmente subordinada a la economía.

Antes de pasar al segundo punto es dable aclarar que para la aplicación de estos modelos los Estados Unidos, específicamente, han intervenido en Iberoamérica según el sociólogo mejicano Pablo González Casanovas, más de 700 ocasiones. Pero si sumamos a ello las amenazas de intervención y sus chantajes diplomáticos, sus intervenciones en Hispanoamérica ascienden a 4000 veces.

Nosotros vivimos actualmente bajo el dominio de este modelo de dominación bautizado como de one world o mundo uno. Donde la política ha dejado de ejercer su función arquitectónica de la sociedad para cederla a la economía y a los tecnócratas.

Para todos los pensadores premodernos; esto es, los anteriores a Descartes (1600-1650), el conocimiento a priori -independiente de la experiencia- de lo que constituye la felicidad para las otras personas no sólo era posible, sino que era un hecho.

Por el contrario la sociedad moderna, liberal y secular, está basada en la revolucionaria premisa de que no existe ninguna información superior y autorizada acerca de la naturaleza de la felicidad humana para los otros.

La única información digna de crédito es sobre las preferencias individuales.

Vamos a explicarnos. La modernidad nace con el enaltecimiento de las ciencias experimentales y el modelo de la mathesis mathematica(su ambición es extender a todas la ramas del saber los procedimientos matemáticos). Todo ello apoyado en la convicción última de que la razón es la fuente primordial y única del saber.

Se desarrollan así las ciencias físicas, matemáticas y mecánicas. Y una de las últimas ciencias modernas creadas sobre el modelo de la mathesis mathematica es la economía que nada tiene que ver con la vieja oikonomía (norma de la casa) griega, romana y medieval. Ella viene a reemplazar, en última instancia, a la política “como pastora del rebaño humano o como el arte del cuidado = epiméleia” (Platón y en nuestros días Boutang) y a la ética como saber sobre lo bueno no solo para uno sino también para «el otro».

Así la sociedad liberal que en un primer momento se secularizó -es decir, la religión pasó a ser un asunto fundamentalmente privado- en un segundo momento (el nuestro de hoy día) plantea la neutralidad o intercambiabilidad política -travestismo político- donde uno puede ser de cualquier partido o de todos los partidos- porque la política dejó de ser, como sostuviera Arturo Sampay, la gerente del bien común, para cederle esa función a la economía.

¿Qué pasa entonces con la izquierda post Muro o nueva izquierda y el peronismo o los movimientos populares iberoamericanos? Ambos, a primera vista, parecen arrumbados en el desván de las antigüedades.

La nueva izquierda ha renunciado, ante el proyecto de one world, a pensar económicamente y desprecia a la sociedad burguesa neoliberal porque sólo piensa en términos económicos (Cfr. Zizek).

Por el contrario, la vieja izquierda aceptaba la idea de bien común propuesta ante la sociedad liberal-burguesa y proponía como objetivo la creación de «la sociedad comunista de los productores asociados»(Marx-Lenín) e insistía en la pre-condición de la planificación central por parte del Estado.

La nueva izquierda rechaza ambas ideas y se postula como un movimiento «progresista» tratando de destruir al homo oeconomicus pero sus consecuencias son regresivas porque se limita a la crítica cultural. Es por ello que la nueva izquierda se parece, día a día, más a la antigua derecha.

En cuanto al peronismo, ocupadas sus estructuras partidarias durante estos últimos treinta años, primero por la variante socialcristiana de la renovación y luego por el neoliberalismo del menemismo, y después por el progresismo socialdemócrata, su reconstrucción debe comenzarse, aunque tomando a cuenta de inventario las experiencias fallidas, prácticamente desde cero.

Hoy nos encontramos ante la obligación de repensar el peronismo y los otros movimientos populares indoibéricos, su mensaje político y su concepción estratégica, desde sus documentos y experiencias históricas liminares. Una especie de «vuelta a los orígenes» que nos permita liberarnos de las muletas ideológicas que nuestros dirigentes tomaron a diestra y siniestra.

Compartimos rasgos con la nueva izquierda: el rechazo del homo oeconomicus, la defensa de la vida, del mundo como “casa común” y la recuperación de la idea de comunidad.

Pero como los movimientos populares son un realismo crítico (con bosta se hacen paredes, célebre frase de Perón), ellos tienen una exigencia del contexto que hace, que del homo oeconomicus se rechace sólo su aspecto de homo consumans. Pero sostienen el principio de prosperidad o difusión de la propiedad al pueblo. Mientras que la nueva izquierda, por deficiencias ideológicas propias niega el principio de prosperidad, rasgo connatural a la felicidad de los pueblos en sociedad.

La nueva izquierda como un progresismo socialista que es, sostiene el multiculturalismo para explicar a los pueblos. Y como no tiene al pueblo en su mayoría se crea muchos pueblos como propone Laclau. Y entonces es indigenista, abortista, Lgtb, eugenista, etc. En tanto que los movimientos populares tienen por sujeto al pueblo como mayoría. Este en América es el pueblo criollo, que no es ni tan europeo ni tan indio. Y su visión antropológica es la del crisol de razas o intercultural.

Los movimientos populares asumen la defensa de la vida y el medio ambiente desde su aspecto trascendente y no simplemente por oposición a los herederos de Robert MacNamara y del Banco Mundial. La vida y el medio nos son dados por Dios para que la multipliquemos, trabajemos y disfrutemos para su mayor gloria y nuestra salvación personal y social en tanto miembros del cuerpo místico de Cristo.

Finalmente la recuperación de la idea de comunidad para la nueva izquierda es un ejercicio limitado al campus universitario estadounidense. En el mejor de los casos alguna experiencia municipalista. Eso es todo.

Por el contrario, para los movimientos populares, la comunidad(el ayllus incaico, el cabildo castellano o la asamblea popular) es su quintaesencia, su rasgo específico dentro del campo de la historia de las ideas políticas, su finalidad metapolítica por excelencia.

Así pues, la función del político, sobre todo en los países dependientes, hoy llamados emergentes y ayer periféricos, es la de inventar el futuro, pues ellos están obligados, como decía Goethe a “ver en el presente las sombras de los acontecimientos futuros”.

Esto y no otra cosa son los grandes Proyectos Nacionales (pro-yecto = tirado adelante) que nos están hoy faltando y que han sido reemplazados por el modelo neoiluminista y neoliberal del mundo uno o one world y su ideología de la globalización.

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