Por Paul Battistón.-

El cierre del 57 festival de folclore de Cosquín fue el cierre de una serie de circunstancias que no por casualidad eligieron ese escenario para converger.

El ombligo del folclore donde todas las miradas se posan cada año, las acostumbradas, las que buscan lo nuevo, las con aire turístico y las que saben del peso de los mensajes allí expuestos fue el escenario final de muestra de una bandera que no cumplió con los formatos ni con los colores de la bandera argentina.

La bandera de los olvidados autotitulada en su propia confección con pretensiones de camuflaje de bandera Nacional tras sus manchas de negro. Mas que representar olvidos refresco recuerdos de otra bandera que sin ser argentina fue expuesta con pretensiones de logros y batallas ganadas, la de Montoneros. Ambas dos de hechura grafitera.

No fue la única también agitaron en brilloso satén la de Puelmapu tras el cortejo que acompaño a Rubén Patagonia en la búsqueda de sus reconocimientos artísticos y sus quejas anti Benetton. Quejas nunca desde la posición de ciudadano argentino sino de pueblo Mapuche. Ese mismo que es originario de la Patagonia chilena pero que en su avance (circunstancias a dejar de lado generosamente) aniquilaron a Tehuelches originarios de la Patagonia argentina. Bueno así es la lógica de las culturas, una se impone sobre otra.

Cabe preguntarse: si esta lógica valdrá también para los desarrollos orquestados por nuestro enemigo en conflicto (Reino Unido) con su poderosa cultura de usurpación sobre la incipiente cultura argentina que nunca dejo de ser de retracción defensiva.

Después de trece intromisiones sobre nuestro territorio, no cabe duda que habrá una catorce maquiavélicamente mejorada que justifique el sostenimiento en el tiempo y económicamente de la (aletargada) cabecera de playa Malvinas.

Puelmapu con sede en Bristol en primera instancia pone en duda si su enfrentamiento con Benetton en realidad no es una complicidad. Lo demás esta claro.

Sobre complicidades y traiciones siempre es poco lo escrito y lo que se devela. El Chile de la Commowealth que tanto fastidio a la Argentina durante la ultima invasión del Reino Unido de 1982, ahora es incendiado por las antorchas con bencina de sus originarios que supo exportar por sobre la cordillera y que tienen sede en esa Isla cuyo poder político les supo devolver al Pinochet retenido por la justicia internacional en agradecimiento por colaboraciones recibidas durante la guerra de Malvinas.

Las actuaciones de Heredia (Gieco prestado) y Peteco explorador de la vanguardias que aun no existen dejaron corto cualquiera de los precios para acceder a la Prospero Molina.

La mayoría pago para Los Nocheros y la chatura del revisionismo, por lo tanto en una noche donde flotaba constantemente el reclamo sobre la ley de bosques nativos, fue la noche ideal para fundar el inicio masivo de un nuevo relato en un público por mitad medianamente potable (pelotudeable) para tal fin.

Capital extra con intenciones políticas colaterales tampoco les faltó; fue notoria la inversión en la comitiva Puntana y su actuación de machacones slogans como el de “la primera ciudad cabildante”, lo que seguramente justificara holgadamente la construcción de la replica del Cabildo original en el medio de la nada a modo de quincho en el patio trasero. Y por supuesto empujando lo que a esa altura ya era sistemático, San Luis es también la primera en devolver sus tierras a sus autóctonos ¿descendientes del originario Pampa Rodríguez Saá quizás?

Noche de inicio de la masificación de un nuevo relato épico: Puelmapu (Andinia), noche de banderas ajenas y también noche de un gran rescate ajeno a relatos y sobrevaloraciones sólo fiel a su exquisitez: Ángela Irene (la pampeana), algo queda en Youtube, vale la pena, todos la olvidaron en sus crónicas.

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