Por Jorge Raventos.-

“Una canción de gesta se ha perdido
en sórdidas noticias policiales”
Jorge Luis Borges

El grotesco episodio protagonizado por José López, uno de los personajes más encumbrados e influyentes de la saga K (tres temporadas en escenario nacional y una precuela patagónica), eclipsó temas centrales de la agenda política. El gobierno de Mauricio Macri, que venía de sufrir el último domingo un traspié electoral en Río Cuarto, se repuso de esa caída local con un notable éxito en el Senado nacional, donde consiguió por abrumadora mayoría el acuerdo para sus dos candidatos a completar la Corte Suprema.

Carlos Rosenkrantz y Horacio Rosatti se incorporan al alto cuerpo que preside Ricardo Lorenzetti. No es imposible que en un futuro cercano la Corte se amplíe y reciba un refuerzo de su menguada representación femenina, limitada hoy a la doctora Elena Highton de Nolasco. El tema fue discutido y ese compromiso fue una de las llaves que aseguraron el triunfo macrista, un logro del que el propio oficialismo dudaba en las vísperas.

Lo cierto es que ese hecho, que implica un cambio sensible en la cabeza de uno de los tres poderes del Estado fue desplazado de los grandes titulares de los diarios y de los programas de noticias, al igual que la aprobación en la Cámara Baja -también por más de los dos tercios- del megaproyecto de blanqueo de capitales y reparación jubilatoria, quizás la propuesta más ambiciosa del oficialismo en estos primeros seis meses de ejercicio.

Tanto aquella decisión de los senadores como la de la Cámara de Diputados evidencian una saludable propensión a los acuerdos básicos, tanto de parte de la oposición sensata como de parte del oficialismo, que admitió numerosas reformas de su proyecto original en Diputados y pactó reformas futuras en el Senado.

Pero todas esas buenas noticias no pudieron batir el rating obtenido por el rocambolesco intento del ex secretario de Obras Públicas, número 2 del ministerio de Julio De Vido y personaje de extrema confianza de Néstor y Cristina Kirchner, de ocultar en la madrugada numerosos bultos y una gran maleta, repleto todo ese equipaje de millones de dólares, cifras menores de otras divisas foráneas así como valiosas joyas, lanzando toda esa carga por encima de una cerca al interior de un convento de clausura habitado por tres ancianas religiosas.

Casi simultáneamente, y en relación con otro asunto (también argentino), el Papa Francisco escribía: “La corrupción es un resbalar suave y casi sin darse cuenta, un resbalar que después contagia, que se justifica y finalmente se termina peor que al principio”.

La aventura de José López en sí misma no es material de las páginas políticas, sino más bien de las policiales. Pero indudablemente las consecuencias de esa desesperada tentativa de esconder (con el agravante de nocturnidad) un botín de origen perfectamente descifrable tiene inevitables consecuencias en el terreno político.

En principio, ya es notoria la dispersión y desmoralización en las filas K. Hebe de Bonafini y Luis D’Elía resisten pero varios legisladores y voceros tomaron rápida distancia, mientras otros se declaran avergonzados o abatidos, ya sea que se esfuercen por circunscribir los hechos a la figura de López (como si hubiera nacido de un repollo) o que reclamen que el vértice del “proyecto” ofrezca explicaciones plausibles, más que excusas o silencio.

El núcleo duro K se ha autodesestabilizado vía José López. El hecho aísla más a la Gran Referente de Calafate y facilita la emancipación de los sectores peronistas que mantenían una esforzada ambigüedad. A partir de ahora, habrá que interpretar la actitud de los que se queden a la sombra del kirchnerismo de la Señora sin formar parte de sus huestes, como casos crónicos de complicidad de la víctima.

El patético esfuerzo de José López por “salvar el (dinero) físico” reforzará las ya vigorosas tendencias depuradoras que se observan en la opinión pública. Es posible esperar que se apruebe legislación en ese sentido (ley del arrepentido, recuperación de bienes obtenidos por la corrupción) y que incluso se acrecienten, como expresión marginal y desmesurada, reclamos revanchistas que instan a eludir los principios de la justicia civilizada.

Sin dudas habrá también una presión extra sobre la Justicia. El juez Daniel Rafecas, que tiene denuncias contra López desde 2008, recién le conoció la cara el jueves, cuando lo interrogó por primera vez en Comodoro Py urgido por la atmósfera creada por las valijas con dólares, euros y yuanes. Como él, hay otros jueces federales que merecen el título de “tortuga” que la prensa otorgó en exclusiva a Sebastián Casanello.

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