Por Jorge D’Amario Cané.-

«La más nefasta de todas las mentiras es el relato del pasado peronista de quienes en realidad fueron pandilleros que accionaron contra la Ley y el orden de la sociedad argentina y sembraron el camino de discordia, de muertos y de sangre».

Prendidos como chuncacos a un pasado peronista, de alguna forma gloriosa para otros tiempos, estos aprendices de peronistas -autodenominados militantes- hablan como revoltosos, piensan como ignorantes y obran como perversos.

A veces -muchas más de las que cualquier persona criterios aceptaría como un error accidental- la estupidez colectiva supera lo tolerable en materia de propaganda política. Esa estupidez colectiva estuvo 12 años sosteniendo y aprobando a un gobierno que le mintió a los incautos e ignorantes (que es el que ignora y no expresado despectivamente) tergiversando la verdadera historia y la esencia del peronismo y utilizando con la mayor liviandad posible, la figura histórica de Juan Domingo Perón, al margen de aciertos y errores en su gestión presidencial.

Fueron 12 años de picotear la mente de los jóvenes, aprovechando su inexperiencia y su ignorancia, para conseguir lavarle el cerebro y obtener de ellos la respuesta de fanatismo deseada, sobrepasando la lógica, lo previsible y obteniendo con esa estupidez, una actitud que, ideológicamente, los ha llevado al fracaso. Ese es el motivo por el cual, los jóvenes de hoy son kirchneristas, aman a Cristina y piensan que el gobierno de esta perversa mujer es «la forma de gobernar un país». Sencillamente, porque no conocieron la época de Juan Perón, el auténtico.

La estupidez colectiva, es la que toleró el relato exitista del kirchnerismo durante 12 lamentables años, creyendo en el verso y el atrevimiento prepotente de un régimen que nos hizo enfrentarnos entre argentinos de un lado y del otro, separando a familias enteras a cambio de la imposición vergonzante de una ideología que sólo transitaba el camino de la mentira, de la falsedad, de la opulencia, del delito a espaldas de propios y extraños y que nos hizo enfrentarnos con buena parte del mundo financiero en una permanente «pelea» de estos facinerosos, arropados con los disfraces que el supuesto peronismo les pudo permitir.

Ese régimen se esforzó por hacernos creer que era mejor estar del lado de Irán, Rusia y China, que del lado del resto del mundo, donde conviven decenas de ideologías, pero con un pensamiento más amplio y más tolerante en tópicos tan sensibles como la política, la cultura, la economía y el desarrollo, entre otros ítems. Priorizaron la alineación ideológica en una política absurda, errática y amorfa, que nunca hizo pie para el desarrollo de su pueblo, que encapsuló al país y a su gente en el pequeño mundo de los planes sociales canallas y privó del crecimiento real a la Argentina.

El kirchnerismo encabezó un movimiento que de peronismo no tenía nada y de moderno tampoco, sólo aglutinó con un mentido discurso peronista a los ingenuos que, por unos miserables pesos mensuales, sólo les cabía la responsabilidad de aplaudir ingenuamente, los actings de la desvariada presidenta que ahora amenaza que volverá para tomar las riendas del grupúsculo de chiquilines adeptos para molestar, pavotamente, sin propuestas, sin inteligencia y sin futuro, la tarea del nuevo gobierno argentino.

Es la misma “presidenta” que decidió hacer con los argentinos lo mismo que hizo con las relaciones internacionales: unos de un lado y otros del otro lado. Una parte de la familia argentina de un lado. Enfrente, la otra parte de la familia. Separar, dividir. Hacer lo que hacen los jefes de los ejércitos enfrentados, quienes están en guerra contra un enemigo: dividirlos. Aplicar aquella antigua frase de «divide y reinarás» sirvió para dividir a las familias argentinas. Y Así nos fue a los argentinos en los 12 años de tortuosa política kirchnerista.

Ese gobierno que engañó a los incautos durante 12 años, fue el mismo que nos hizo caer en la trampa de no pagarles a los inversores «buitres» enredándonos en una discusión bizantina y en un enfrentamiento innecesario. Hoy pagamos tributo, por responsabilidad exclusiva del kirchnerismo más rancio, teniendo que negociar irremediablemente y sin demasiados argumentos, para poder ingresar al mundo financiero y obtener capitales, que nos permitan seguir adelante y remontar el sendero por sobre las ruinas financieras, económicas, morales, culturales y sociales con que dejaron a la Nación.

Los «buitres» no vinieron solos a la Argentina. Vinieron traídos con bombos y platillos por los gobiernos argentinos -entre ellos el kirchnerismo- porque nos aportaban dinero que, curiosamente, se fue a los bolsillos de los políticos y los amigos de los gobernantes, y en obras nunca licitadas, con presupuestos reales jamás conocidos por el pueblo y ejecutadas por los «amigos» del nefasto Poder. A ese dinero debíamos haberlo devuelto como hace, normalmente, un gobierno serio, en tiempo y forma, según lo pactado. Sin embargo, el cristinismo fue el que inventó que a los dineros pedidos los teníamos que devolver como se nos diera la gana, con caprichosas metodologías que no eran otras que las propuestas caprichosas y prepotentes de los tramposos políticos del kirchnerismo. Hoy pagamos las consecuencias de semejante actitud. Pero no los tiene que devolver el desgobierno kirchnerista, que fue uno de los causantes, sino un gobierno de otro signo político, como despreciable herencia de un pasado tenebroso.

Los argentinos incautos, ignorantes, son los que hoy siguen aferrados al kirchnerismo, siguiendo a «próceres» como Cristina Fernández, Sabbatella, Aníbal Fernández, Amado Boudou, Daniel Scioli, por nombrar sólo algunos, creyendo todavía en las fantasías de una mujer desvariada que hacía de sus discursos interminables e histriónicos actos dignos de mejores causas. Todos ellos -como hipnotizados- siguieron como una tropilla a la yegua madrina, tras el cencerro que los atrapó 12 años en un sendero sin destino ni final.

Hoy la Argentina, paga los resultados de tanto desaguisado. El actual gobierno -al que no se puede considerar ni bueno ni malo porque sólo lleva menos de dos meses en el poder-, se encuentra sin dinero en las Reservas y sin dinero en los organismos oficiales como el PAMI, entre otros; se encuentra que no puede pagar sueldos, aguinaldos, ni compromisos internacionales porque el kirchnerismo se ha ido llevándose lo poco que quedaba y dejando al país en bancarrota, una situación que los kirchneristas no entienden, a causa de su ceguera mental.

No obstante ello, Cristina Fernández, la “opulenta” señora de la humildad y el falso amor a las clases bajas de la sociedad a las cuales ha usado con descontrol absoluto en todo su mandato, amenaza con volver a la política, a pesar del estrepitoso fracaso de su gestión en el Poder.

¿Cuántos ciudadanos honestos y con sentido común, pueden aceptarle a la Señora todo lo que hizo y prometió? ¿Cómo creer en su honestidad si se ha robado todo acompañada por un séquito de delincuentes con nombres y apellidos, todos prontuariados y a los cuales, en cualquier momento la Justicia les caerá encima para pedirles una rendición de cuentas por todo lo que se robaron?

¿Dónde está el dinero del PAMI, de los ministerios, de los organismos oficiales, qué hicieron de los presupuestos siempre manejados por la Señora y dilapidado por todos en nombre de Perón, de Evita, de Néstor y de la Patria a la cual traicionaron cientos de veces?

¿Quién alimentó a las Madres de Plaza de Mayo y a la usurpadora Hebe de Bonafini, para que hoy tuviera una Universidad de dudosa reputación enciclopédica y para que se le permitiera estafar a gente humilde que confió en ella para que los usara en un negocio sucio como el de «Sueños compartidos»?

¿No es suficiente el infinito cataclismo financiero que nos ha llevado a este terrible dilema de tener que esperar que se compongan las cuentas para obtener un aumento de sueldos acorde con la inflación provocada por la mentira del kirchnerismo en la conocida campaña del «miedo» de los último días de su gobierno y por los empresarios y comerciantes mafiosos que aumentaron los precios sin control de los productos alimenticios, entre otros, a niveles de verdadera locura?

Este enredo entre política y sentido común, nos ha llevado a soportar que los «periodistas» hayan salido a defender a un personaje con prestigio que tuvo un problema de trabajo con una emisora privada, a hacerse eco de la mentira y acusar, livianamente al gobierno, de persecución política, cuando, en realidad se trataba de un problema entre un empleado con su empleador privado.

Son los mismos que salieron a defender a este extranjero y se hicieron los sordos cuando la misma situación se produjo con periodistas de la talla de Julio Nuclear, Gustavo Silvestre, Nelson Castro, Lucas Carrasco, Jazmín de Grazia, Marcelo Longobardi, Marcos Stupenengo, Luis Rosales, Guadalupe Vázquez, Juan Micelli y Gustavo Mura, entre otros.

El poder político exacerbó a Cristina Fernández, la excitó, la elevó psíquicamente a la estratosfera de la voluptuosidad y superó todos los estamentos. Llegó un momento en que ya no tuvo límites en sus expresiones, en su pensamiento, en su teatralidad, en sus fieras miradas, en sus mentiras, en sus actos delirantes. El poder político enloquece cuando se prolonga en el tiempo. No sólo aceptó su segundo mandato. Se hubiera quedado 20 mandatos más, todos seguidos, todos juntos, si la vida le diera la oportunidad.

El Poder desequilibra la conciencia y enferma el ego.

Cristina Fernández, llegó como los dioses al más excelso de los dones: la posibilidad de formar un mundo de la nada», el mundo en el que vivió la ex presidenta obnubilada por el poder y los aplausos de la multitud de ignorantes a los cuales compró con discursos fogosos, con borbotones de expresiones que no todos entendían pero que aceptaban hipnóticamente, y con dinero del pueblo regalado a un montón de ineptos y de vagos aglutinados en organizaciones de militantes de una causa impregnada de falsedades y de enseñanzas inútiles.

Llevó a los militantes al paroxismo.

Se mostró cada día más desenfadada, sensual y hasta procaz. La sumisión del otro ya es un requisito indiscutible de su liderazgo. Ya lo suyo es una marca registrada. Está claro que el ejercicio del poder y el contacto con la masa, con los militantes, actúan en su interior y en su mente, como si fueran adictivos, erotizantes, estimulantes, alucinógenos y narcotizantes».

Y la llevó, también, a enamorarse de los traficantes y a permitirles se instalaran en la Argentina de la cual entraban y salían con drogas y alucinógenos, con la facilidad de cualquier canoero entre la Argentina y el Paraguay.

Alguna vez tendrá que aclarar quién mató a su marido, dónde está el dinero robado a los argentinos y transportados al sur, qué contienen las cajas fuertes que instaló Néstor en su casa, qué negocios hizo con los chinos, etc. etc. etc.

Cabe señalar, finalmente y por ahora, que ese estado de locura por el poder le ha traído la otra locura, la del tener. Y tiene hoteles, campos, propiedades, vehículos, avionetas, joyas, dinero, propiedades, lujos y negocios.

Mientras controla su fortuna engrosada con todo lo robado a los organismos oficiales y la depredación de todas las Cajas y los negocios, e intenta seguir con el poder porque tampoco tiene resto mental para darse cuenta que ya ha perdido y que no está más en el gobierno, que debiera pensar en los millones de jubilados estafados y empobrecidos que dejó, en los niños que por decenas se han muerto de hambre en especial en el centro norte del país, en los muchos argentinos a los cuales le ha mentido y esperaron en vano que los tuviera en cuenta para darles un mejor pasar, a las madres que conformó con una migajas y en las cifras de la desocupación y la inflación real que castiga, cada día más al pueblo argentino al que no le dejó ni las Reservas del Banco Central, para enfrentar el futuro.

Es más, la señora del Calafate debe entender que su retorno está más para el saco de fuerza que para el sillón de Rivadavia.

Parodiando una vieja canción folklórica argentina, podemos bien decir que, después de 12 años de apabullante poder kirchnerista, las tristezas son de nosotros… las vaquitas son de ella.

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