Por Oscar Edgardo García.-

El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires continúa desplegando una importante y costosa campaña publicitaria bajo el slogan «La transformación no para» mostrando imágenes de obras que se ejecutan en distintos barrios y áreas de la ciudad.

Ejemplos de ello son las obras de las Avenidas del Libertador y Honorio Pueyrredón y el Distrito del Vino en Villa Devoto, Villa del Parque y La Paternal.

El Jefe de Gobierno y sus funcionarios ignoran o soslayan que un buen número de ciudadanos se opone fundadamente a la realización de dichos proyectos así como también a las modificaciones normativas que se han introducido en el Código Urbanístico, las que ya han dado motivo al inicio de varias acciones de amparos judiciales contra las mismas por parte de organizaciones vecinales, así como también por la tala y la poda indiscriminada e ilegal de árboles.

Las opiniones de los vecinos son desoídas y en las reuniones barriales organizadas por el gobierno hasta se los limita inexplicablemente en el uso de la palabra.

La realidad muestra la existencia de otras necesidades por resolver que para los ciudadanos son más prioritarias tales como la reparación de calles, veredas y rampas para discapacitados, el funcionamiento correcto de semáforos, la colocación de paradas de ómnibus, contenedores de residuos y reductores de velocidad en lugares apropiados, la operatividad de ascensores y escaleras mecánicas en las estaciones de subterráneo, la liberación de espacios públicos por parte de  vendedores ambulantes y negocios de gastronomía que limitan o impiden el normal tránsito de los individuos, particularmente de los discapacitados, la facilitación del trámite para la renovación de las licencias de conducir, la  atención del público en forma eficiente a través de todos los canales habilitados (línea 147,  página Web y WhatsApp), etcétera.

La transformación de la ciudad que el Señor Horacio Rodríguez Larreta promociona permite inferir que son obras principalmente destinadas a hacer propaganda política en pos de sus objetivos presidencialistas, malgastando ilimitadamente los impuestos de los contribuyentes que cada vez tienen más vacíos sus bolsillos y sus necesidades sin satisfacer adecuadamente.

El Jefe de Gobierno debería reflexionar sobre todo ello porque por el sendero que está transitando le cabe la posibilidad de que el resultado final sea contrario al que está persiguiendo.

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