Por Hernán Andrés Kruse.-

En estos primeros meses de gestión gubernamental quedó plenamente en evidencia la verdadera esencia del macrismo, esencia que podría sintetizarse de la siguiente manera: la elaboración de un relato propio sobre la marcha de la economía apoyada en un aceitado sistema de marketing electoral y propagandístico. Todo en nombre de la revolución de la alegría.

El ministerio de Finanzas y Hacienda, a cargo de Alfonso Prat Gay, maneja números sobre el déficit fiscal que están lejos de la realidad. Como bien señala Alfredo Zaiat en su artículo “Para construir la revolución de la alegría” (Página 12, 10/7/016), el Indec presentó una información revisada del PIB que muestra serias inconsistencias. Mientras tanto, el ministro de trabajo, Jorge Triaca, presenta informes de empleo que ocultan la ola de despidos que se desató desde que Macri es presidente. El gobierno se ufana de una serie de inversiones extranjeras que están a punto de aterrizar en la Argentina cuando en realidad se trata de inversiones anunciadas por la ex presidente Cristina Kirchner. La Anses dice que X cantidad de jubilados recibirán un haber más elevado a partir de la ley aprobada hace poco, pero la realidad indica que ese número es inferior. El gobierno nacional infla su pecho por la cantidad de reservas de que dispone el Banco Central. Pero la verdad es que no son tantas. Mientras tanto, su conducción no tuvo mejor idea que inventar la existencia de una “inflación núcleo” siguiendo el esquema analítico de la Reserva Federal para la economía de Estados Unidos. Por su parte, la AFIP no informó el primer día hábil de cada mes acerca del resultado de la recaudación impositiva, con lo cual no hizo más que demorar esa obligación en momentos en que los ingresos fiscales se están derrumbando. Se está en presencia, qué duda cabe, de una táctica deliberada de distorsión, manipulación y falseamiento de las estadísticas para ocultar la verdadera evolución de la variables claves de la economía, con el evidente propósito de influir sobre las expectativas de la sociedad. Es como si un médico le ocultara al paciente la gravedad de su enfermedad para que no se deprima. En opinión de Zaiat con el pretexto discursivo de la pesada herencia recibida el gobierno de Cambiemos va legitimando una crisis provocada por las medidas regresivas que el propio Macri tomó desde que es presidente de la nación. De esa forma el gobierno terminó haciendo lo que tanto criticó del kirchnerismo: la elaboración de su propio relato. Culpando de todos los males a Cristina el presidente Macri pretende justificar las barbaridades que viene cometiendo en materia económica: megadevaluación, shock inflacionario, apertura importadora, tarifazo, despidos y reducción del salario real. Enarbolando la bandera del campo minado que le dejó el kirchnerismo, Mauricio Macri intenta justificar su verdadero objetivo: hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.

A pesar de ello, las principales consultoras de la city porteña avalan el nuevo relato. Lo que tanto criticaron durante el kirchnerismo ahora lo aplauden. Como no podía ser de otro modo, las cifras macristas son apoyadas fervientemente por el Fondo Monetario Internacional. Durante los años kirchneristas dicho organismo no hizo más que bajarle el pulgar a las cifras oficiales; ahora, en un cambio copernicano, elogia los números de la nueva administración pese a que durante los primeros seis meses se produjo un inédito apagón informativo de las estadísticas. Antes, la mayoría de los analistas financieros se quejaban, y con razón, de las falencias estadísticas del kirchnerismo. Hoy, esos mismos analistas no dicen nada ante la evidente manipulación que hace el macrismo de las cifras. Claro, ahora hay un presidente “como debe ser”; antes había una “populista”. Queda, por ende, palmariamente en evidencia lo siguiente: las estadísticas públicas no se reducen a lo meramente numérico sino que poseen un innegable carácter político. Ello explica por qué una táctica similar en cuanto al manejo de las estadísticas provoca reacciones opuestas del establishment y del poder financiero transnacional. “La puja alrededor de las estadísticas expresa a la vez una indisimulable disputa política acerca de la construcción del sentido sobre la interpretación de los fenómenos económicos”, señala Zaiat con todo acierto.

Veamos cómo dibujó el macrismo las estadísticas oficiales con el evidente propósito de manipular psicológicamente a la sociedad. Según el Indec, durante el primer trimestre de 2016 el PIB (Producto Interno Bruto) se incrementó un 0,5% interanual. Sin embargo, casi todas las variables económicas más importantes sufrieron una evidente merma. Dicho incremento resulta, por ende, poco creíble. Así lo sostiene el economista Mariano Kestelboim. Si se compara el nivel de consumo durante el primer trimestre de 2016 con el del primer trimestre de 2015, dicho consumo se incrementó en un 1,1%, según el Indec. Mientras tanto, el gasto público aumentó un 2,7%. Según Kestelboim todos los indicadores privados y públicos señalan una caída en el consumo y que fue el propio gobierno nacional el que frenó el gasto público poniendo como excusa la necesidad de revisar las cuentas públicas. El shock inflacionario provocado por el gobierno de Cambiemos hizo derrumbar el poder adquisitivo de los trabajadores, tornando imposible la expansión del consumo privado durante esos meses. Si no hay plata no hay consumo. Según un informe de CAME en enero de este año las ventas cayeron un 2,3%, en febrero un 4,5% y en marzo un 5,8%. Lógica consecuencia del enfriamiento de la economía. Otro rubro que sufrió mucho es el de la construcción mientras que la recaudación del IVA interno se incrementó en un 23,5% cuando la inflación trepó al 35%. Estos números son contundentes: no hubo, tal como lo sostiene el Indec de Macri, un aumento del consumo. La verdad es que no se necesita contar con estas cifras para darse cuenta de la caída del consumo. Basta con utilizar el sentido común. Si la inflación está por encima de los salarios, la lógica consecuencia es una merma en el nivel de compra. Como hubiera dicho, según lo narra la leyenda, Sherlock Holmes “elemental, mi querido Watson”.

Mientras el presidente y su ministro de Hacienda y Finanzas insisten en afirmar que la economía no creció, el Indec-Todesca, muy alejado del kirchnerismo, sostiene que en 2015 la economía creció un 2,4%. Según Federico Kucher (periodista de Página 12) el 62% de lo anunciado por el presidente Macri en materia de inversión extranjera en realidad se trata de proyectos que le pertenecen a la ex presidente. Un organismo que depende de Cancillería y el ministerio de Producción-la agencia Argentina de Desarrollo de Inversiones-elaboró una lista compuesta por 40 firmas multinacionales que significaron nuevas inversiones para el gobierno de Cambiemos. En realidad, de los anuncios de inversión (15.351 millones de dólares) efectuados entre la asunción del presidente y fines de mayo, 9572 millones de dólares fueron dados a conocer con anterioridad a noviembre pasado. Como bien señala Zaiat a manera de colofón, “el relato macrista, respaldado por su aceitada máquina de marketing político-electoral, acerca de la marcha de la economía está boxeando de esa manera contra el acelerado deterioro social y laboral. De todos modos este retroceso de la calidad de vida de las mayorías es una tarea difícil de disimular pese al despliegue de diferentes maquillajes de indicadores económicos”.

En su misma edición página 12 publicó un artículo de Claudio Scaletta titulado “Repartos para la élite”, en el que se vale del affaire dólar a futuro para dejar al desnudo a Macri y varios de sus funcionarios. A raíz de esta operatoria el gobierno de Macri pagó unos 3600 millones de dólares a la cotización del momento. Ello se debió a la devaluación impuesta por Macri y su ministro de Hacienda y Finanzas del 40% a fines del año pasado. Ese botín cayó en manos de la “crème de la crème” del poder económico concentrado, algunos de cuyos miembros más conspicuos son funcionarios del actual gobierno. Oh casualidad, ni la ex presidente, ni el ex ministro de Economía y ni el ex presidente del Banco Central cobraron un centavo. Sin embargo, los tres fueron procesados por el impresentable juez Claudio Bonadio a raíz de una denuncia penal de Prat Gay cuando todavía estaba en el llano, es decir, de quien más adelante decidiría la devaluación que hizo posible ese fenomenal negociado. Queda dramáticamente en evidencia la existencia de un Poder Judicial que se ensaña con los funcionarios del gobierno anterior y le rinde pleitesía al actual gobierno, mientras acude velozmente a la embajada de Estados Unidos para celebrar el 4 de julio. La ciudadanía está a merced de jueces que no trepidan en juzgar decisiones de política económica en un contexto que nada tiene que ver con el actual, en judicializar una política económica.

Según Scaletta, el discurso legitimador del nuevo régimen económico se articula en torno a dos elementos. Por un lado, a través de su aparato de propaganda el gobierno macrista crea expectativas económicas falsas (en el segundo semestre comenzarán a verse los frutos del ajuste, por ejemplo). Hasta ahora, la táctica ha tenido éxito ya que un buen porcentaje de la sociedad cree que el futuro será mejor ya que todo lo malo que ahora sucede tiene una única culpable: Cristina Kirchner. Por el otro, a través de las constantes denuncias de corrupción que afectan a las figuras más relevantes del gobierno anterior, incluida la propia ex presidente, el gobierno de Cambiemos intenta neutralizar a la oposición y presionar para que la política vuelva a ser un apéndice de la economía. Lo acontecido con las denuncias de los Panamá Papers y el dólar a futuro por un lado y con el grotesco José Francisco López por el otro, demuestra que en la Argentina conviven dos tipos de corrupción. Está la corrupción del funcionario venal que, en su desesperación, tira sobre la medianera de un monasterio bolsas que contienen 9 millones de dólares. Y está la corrupción a gran escala, la de la élite económica que siempre se beneficia de las decisiones económicas estatales. Hoy en nuestro país sólo merece repudio la corrupción del funcionario venal. La otra corrupción puede llegar a ser tolerada como dato endógeno del capitalismo financiero transnacional. Lo notable de todo esto es que la segunda corrupción provoca efectos mucho más deletéreos que la primera, pese a lo cual es tratada por el poder mediático casi con indulgencia. La primera, en cambio, es objeto de un escarnio mediático brutal con el evidente objetivo de destruir al kirchnerismo. Al argentino medio le indigna más ver a López huyendo con 9 millones de dólares que ver a su presidente en los Panamá Papers y los 3600 millones de dólares que implicó la operación dólar a futuro.

He aquí la verdadera esencia del macrismo: un régimen que se arrodilla frente a los poderosos del mundo pero que es despiadado con los débiles, que roba a mansalva pero que se presenta como el cruzado de la moral y las buenas costumbres; un régimen que llegó a la cúspide del poder en nombre del trabajo y la alegría pero que en realidad es la reencarnación del régimen de principios del siglo XX, emblema del racismo, la xenofobia y el elitismo.

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