Por Luis Orea Campos.-

Es de esperar que el título del plan de acción que el presidente Fernández acaba de presentar y las declaraciones de la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad que lo acompañaba en la video conferencia acerca de que “el Estado argentino asume de manera integral el combate a toda forma de violencias del sistema patriarcal» se reflejen en la futura gestión del gobierno respecto de esta problemática.

Que tanto el epígrafe como los discursos se refieran a “las violencias (en plural) por motivo de género” puede llevar a pensar que por fin el tratamiento de la temática no se queda en la violencia visible, sino que tiende a ocuparse también de la violencia de género que no se ve pero que existe.

Sin embargo, tanto en las notas periodísticas como en el texto del plan se nota un enfoque reduccionista que pone en duda que en los hechos esa presunta “manera integral” vaya más allá de los casos que se denuncian u ocupan las primeras planas de los diarios, feminicidios y demás crímenes contra mujeres,

Porque la realidad es que la violencia de género tiene múltiples manifestaciones ocultas entre los pliegos de las relaciones personales, y en particular de las laborales, que no llegan a los medios pero que son tan nocivas como la violencia física provocando serios deterioros psicológicos en las víctimas sobre todo cuando sus reclamos no son atendidos.

Si de por sí el ejercicio de este tipo de violencia es perverso se agrava mucho más cuando por las razones que fuera cuenta con la anuencia cuando no con la colaboración de quienes están encargados de impedirla, a veces mujeres, que se rasgan las vestiduras en público pero a la hora de actuar apañan de hecho al violento y legitiman sus acciones.

EN LAS ORGANIZACIONES INTERNACIONALES

La indefensión de las víctimas se incrementa cuando la violencia se ejerce en el ámbito de instituciones internacionales que actúan en el país porque tienen inmunidad diplomática y la justicia argentina no tiene jurisdicción para entender en esos casos, por lo que la afectada ni siquiera puede recurrir a los tribunales laborales o civiles locales en busca de protección.

En efecto, en las delegaciones locales de instituciones internacionales como Unicef, Naciones Unidas, Unesco etc. las ciudadanas argentinas que sufren violencia de género por parte de un superior ante la falta de respuesta de las áreas internas encargadas del tema deben recurrir a tribunales especiales radicados en… Nueva York.

Por la misma razón las organizaciones sindicales en esas entidades son meramente formales ya que las posibilidades de defensa de sus asociadas se ven condicionadas por las características de esa relación jurídica dual a despecho de las buenas intenciones del Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T.) que dicho sea de paso por alguna extraña razón continúa sin aprobarse por el Congreso argentino.

Sabedores de estas limitaciones a los jefes violentos en estas organizaciones internacionales se les hace el campo orégano y maltratan a sus subordinadas argentinas empleando los más retorcidos recursos como microagresiones, desautorizaciones, retos y otros, todos destinados a lesionar la autoestima de la víctima para someterlas a sus designios, abusos.

Si alguna se atreve a denunciar el acoso viene la represalia que consiste en poner en marcha mecanismos administrativos internos, a veces usando de instrumento a otros agentes, con el fin descalificar a la denunciante y lograr su despido sin contemplaciones aún en medio de la terrible situación creada por la pandemia que aflige al mundo.

Recientemente se conocieron recomendaciones de la OIT y UNICEF a los empleadores para que en este crítico marco sanitario apliquen políticas y prácticas que contribuyan a ayudar a las familias, en particular para proteger el empleo y garantizar los ingresos, pero paradójicamente en el mismo seno de algunas organizaciones la violencia de género convierte en letra muerta tan loables expresiones de deseo.

Ya en 2019 la directora de UNICEF Henrietta Forte fue interpelada por la Plataforma de medios global Devex sobre la violencia de género en UNICEF que había sido denunciada por agentes mujeres que hablaron bajo condición de anonimato para proteger su seguridad profesional, las que describieron un entorno en el que prevalece la cultura de un «club de viejos» en el que el acoso y la intimidación son rampantes.

En la oportunidad la ejecutiva manifestó que «No podemos tolerar ni ignorar el mal comportamiento. No puede entrar en nuestra cultura. Este es el tiempo que tenemos para construir sobre este informe, arremangarnos, y hacer algo al respecto»

Pero según fuentes sindicales que pidieron reserva en la delegación argentina no hubo ningún resultado perceptible y los casos siguen a despecho de las nuevas normas internas.

Una solución que podría encarar el gobierno dentro del plan de acción contra la violencia de género recientemente publicitado es trabajar en un convenio con las organizaciones que implique la prórroga de jurisdicción exclusivamente para habilitar a jueces argentinos a intervenir en casos en que las víctimas de la violencia de género laboral en el interior de las entidades sean ciudadanas argentinas.

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