Por Luis Alejandro Rizzi.-

“Empiezo por decirte: Cristina no es corrupta, yo la conozco. Eso lo puedo afirmar sin dudar. No lo es. Alguna gente puede decir que fue una imprudencia ética muy grave haber firmado acuerdos con alguien a quien conocían de antes, devenido en empresario vinculado a la obra pública (se refiere a Lázaro Báez). Pero los descuidos éticos graves que algunos puedan señalar no siempre son delitos; por eso me parece que hay que hacer la diferencia. Finalmente, no hay una ética única. En los tiempos que vivimos, con el posmodernismo, toda la ética y los valores se han vuelto relativos; no hay un valor unívoco. No voy a juzgar la ética de nadie. Vos podés juzgar, desde tu mirada, que éticamente eso es cuestionable y tal vez alguna razón te quepa, pero de ahí a decir que eso es un delito, de ahí a decir que Cristina es corrupta, hay una distancia enorme. Ahí me salió el profesor de derecho penal, disculpas.”

https://www.eldiarioar.com/politica/alberto-fernandez-dificilmente-gane-tercio-votos-propios_128_10218078.html

Mis lectores saben el profundo desprecio que siento por “eso” que se llama alberto fernández y si algo faltaba para despejar alguna duda, fueron sus declaraciones al portal “diario.ar” y en particular el párrafo que uso como copete, no tiene desperdicio, por el desprecio de “las fronteras de la vida” de la gente de bien.

Para justificar su hipocresía recurre al más rancio cinismo que lo muestra como un “eso” que está allí y que debe ser tolerado.

Veamos. Relativiza el concepto de la ética; dice: “En los tiempos que vivimos, con el posmodernismo, toda la ética y los valores se han vuelto relativos, no hay un valor unívoco”.

Los valores y la ética son absolutos que tienen con ver con la relación entre el bien y el mal. El hecho de que sea una relación entre opuestos no quiere decir que se relativicen y que se pueda afirmar, con una grosería inadmisible, desde un punto de vista cultural, “que no hay un valor unívoco”.

Si así fuera, en la vida no existirían ni “el bien” ni “el mal” o no habría diferencias; la “agonalidad” sería el patrón de medida del valor de las acciones personales. Se justificaría aquello de que “el pez grande se come al chico” o la famosa ley del gallinero.

Esa sola creencia lo reduce a la categoría de “mosca”, cuya característica es de chupar las sustancias con las que se alimenta, todos sabemos cuál es el alimento preferido de las moscas, por esa razón, nos dan tanta molestia y asco.

La MORAL tiene que ver con la funcionalidad de nuestras acciones según las dirijamos al bien o al mal, así podemos afirmar, para entender la cosa, que “vivir para comer” es inmoral y “comer para vivir” es lo moral.

Podríamos dar un paso más con relación a la finalidad de la sexualidad. La sexualidad como encuentro heterosexual y cuando responde a un sentimiento, aunque fuere circunstancial, es moral; cuando la sexualidad se practica para satisfacer una mera necesidad, podría ser “amoral”.

Cuando se practica con desaprensión y se piensa en un eventual aborto, es inmoral.

Pensar el “aborto” como derecho es una aberración, que para “eso” quedaría en el campo de lo “equívoco”. El aborto es un crimen cometido por un hombre y una mujer; son participes necesarios, le podríamos decir al “profesor interino”.

Otra muestra que justifica el desprecio que, por lo menos siento por él, es en su obscena obsecuencia, que pone de manifiesto lo que llamaría “su espíritu de bajeza”, cuando se refiere a Cristina. “Empiezo por decirte: Cristina no es corrupta, yo la conozco. Eso lo puedo afirmar sin dudar. No lo es. Alguna gente puede decir que fue una imprudencia ética muy grave haber firmado acuerdos con alguien a quien conocían de antes, devenido en empresario vinculado a la obra pública (se refiere a Lázaro Báez). Pero los descuidos éticos graves que algunos puedan señalar no siempre son delitos, por eso me parece que hay que hacer la diferencia…” Luego culmina su “idea” diciendo: “Vos podés juzgar, desde tu mirada, que éticamente eso es cuestionable y tal vez alguna razón te quepa, pero de ahí a decir que eso es un delito, de ahí a decir que Cristina es corrupta, hay una distancia enorme. Ahí me salió el profesor de derecho penal, disculpas”.

Precisamente uno de los rasgos de la “corrupción” es la imprudencia o “los descuidos éticos”; eso solo es suficiente para calificarla como “corrupta”, aplicando la escala de valores de nuestro sistema cultural.

No dudo en afirmar que la “corrupción” es un delito ético y moral; que sea difícil de probarla para convertirla en delito penal es otra cuestión; esa diferencia la debería conocer, cuando menos, “el profesor”, cuya falta de idoneidad para serlo lo puso en evidencia durante su gestión, desconociendo preceptos constitucionales, como el de no inmiscuirse en el conocimiento de causas judiciales, por citar un solo ejemplo concluyente.

“Eso” se ha mostrado como lo que es: algo molesto, pegajoso, irritante; nunca le correspondió tan bien que lo calificaran de “mequetrefe”.

Quedó claro: “eso” no tiene ni cree en “las fronteras de la vida”.

Mucho lo lamento por él, siento conmiseración, compasión que uno tiene por el mal ajeno o de otro.

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