Por Malú Kikuchi.-

Estoy mirando la pantalla del televisor, canal de noticias: el viernes 6/10/2017 se recibieron 214 denuncias sobre amenazas de bombas en escuelas de la provincia de Buenos Aires. Desde el 1º/9 hasta hoy, 2205.

Si descontamos los sábados y los domingos y el 21/9, día del estudiante, sin clases, son sólo 25 días de septiembre y 5 días de octubre, un total de 30 días. El promedio da 73,5 denuncias diarias. Las llamadas se hacen a las escuelas o directamente al 911. Implican el cese de clases.

Desalojar las escuelas, llamar a los padres para que busquen a los más chicos, a la policía, a los bomberos, a los especialistas en bombas, esto le cuesta al estado entre $25.000 y $30.000 por denuncia. Recursos que no van a la educación, ni al sueldo de los maestros; se pierden en la nada.

Los chicos cada vez con menos horas de clase, cada vez más ignorantes. La mayoría de los llamados son hechos por menores, quizás por “efecto contagio”, sumado a un pésimo sentido del humor, que no hace gracia.

Es más, preocupa. Los adultos, ¿dónde están? Es malo para la educación que deja de educar, para las fuerzas de seguridad que dejan de perseguir delincuentes, para el erario provincial que tiene demasiadas obras por construir. Las amenazas no son triviales, son delitos serios.

Si son menores, y la mayoría de los llamados están hechos por menores, sus padres o están ausentes, o no hablan con ellos, o también han sufrido una importante falta de educación cívico-social. No aprendieron a convivir.

No entienden que en la a veces difícil tarea de vivir, existe la convivencia. Vivimos rodeados de otras personas. Personas a las que no tenemos el derecho de impedir que hagan el trabajo para el que les pagamos y que se supone saben hacer.

La ausencia de los adultos que han formado a sus hijos de manera tal que estos encuentran gracioso, o creen que los beneficia no tener clase, han fallado en su rol de padres. A su vez, ellos no han sido educados.

Tenemos una idea distorsionada de la escuela, la escuela informa, la familia forma. Estos pobres chicos que se creen graciosos, no sólo no están formados, es más, estarán desinformados. Un panorama triste para el futuro de nuestro país.

En cuanto a los adultos (¿lo serán?) que también han amenazado con bombas a las escuelas de la provincia de Buenos Aires, cuestión de recordarnos que estamos en vísperas de elecciones, son pocos, pero son.

Me permito dudar del grado de adultez de estos individuos. Todo aquel que se quedó colgado de los 70, que quiere revivir el pasado de “los maravillosos muchachos idealistas”, es un adolescente desfasado en el tiempo. Una nación no se construye con amenazas.

Una nación se construye con propuestas, con ideas, con trabajo, con estudio, con esfuerzo, con disciplina. Las amenazas no entran en la construcción de nada que no sea el miedo y en este caso, el ridículo.

Estamos en democracia, rige el estado de derecho, tenemos un gobierno legal, ganó de acuerdo con la ley por poco, pero ganó. Si las elecciones de del 22 cumplen el pronóstico de las encuestas, el gobierno será legitimado.

Cambiemos nos debe un cambio gremial, educativo e impositivo. Y en el poder judicial, algo que no depende de ellos. Pero si la oposición cree que se va a detener el posible éxito de Cambiemos con amenazas truchas de bombas en las escuelas, es que de política no sabe nada.

Destruyeron el país, eso lo hicieron con maestría, pero como oposición y me refiero exclusivamente al cristinismo, han sido una tragedia nacional. Si le apuestan al terror para ganar, un terror que ya fue, que quedó en la historia, que como siempre, esta vez se repite como farsa.

Una farsa muy cara para todos y en todo sentido. Esperemos que sea especialmente cara en ausencia de votos para aquellos que amenazan. ¿Sería mucho pedir que tanto menores como adultos, crecieran?

Share