Por Rodolfo Patricio Florido.-

Esta nueva  experiencia televisiva de recurrir a exaltados desbordados como Javier Milei es lo mismo que poner a Osama Bin Laden como Administrador de las Torres Gemelas.

No importa si estos personajes son reales o son, valga la redundancia, un personaje construido para satisfacer el morbo comunicacional. Alcanza con que sean agresivos, insultantes y en lo posible generen desbordes emocionales de los atacados.

Milei es, de hecho, el personaje más buscado, pero no es el único. Otros, aparentemente más recatados son iguales. Se expresan como si la verdad fuera un absoluto solo poseído por ellos y todos los demás fuesen poco menos que minusválidos cuasi perversos. Es más, si algo está bien, dirán que debió haber sido hecho antes; si algo fuese hecho bien y a tiempo, dirán que debería haber sido después porque el actual no es el momento. Si la respuesta a una corrección es buena, dirán que hay que ver si se sostiene en el tiempo. En otras palabras, nada estará bien porque su negocio es vender el cáncer y no el tratamiento.

Es muy cansador ver desfilar a todos los Economistas que están fuera del Poder, hablando como si ellos tuviesen la verdad revelada, mientras que los que están en el Poder son siempre unos fracasados inútiles; claro está que son un fracasados inútiles hasta que recuperan su lucidez absoluta cuando vuelven a estar afuera y se transforman en exegetas de los que entraron.

Lo cierto es que; como estos personajes rinden en el rating, porque el descontrol tiene más televidentes que la mesura y la muerte tiene más seguidores que la vida, estos, buscan ser consultados por su desmesura porque es y será imposible que sus recetas se apliquen en cualquier presente. Es más, si este o cualquier gobierno les hiciera caso, dirían… ahora es tarde.

O sea, hablan como si la economía fuese una Ciencia Exacta y los sujetos de ella (los ciudadanos) fuesen la pieza molesta de una maquinaria dañada. Este tipo de “economistas” fundamentalistas hacen afirmaciones incomprobables extraídas de pasados improyectables como si la historia y la sociología de los pueblos fuesen estáticas.

Odian la Ciencia Política porque en su fundamentalismo (o en su negocio) cualquier expresión o análisis interdisciplinario los coloca en valores relativos y no absolutos. Ellos no solo operan sin anestesia sino que rechazan a los anestesistas porque su negocio es el alarido y no la cura. El cholulismo hace el resto

En resumen… Todos los que están afuera operan sin anestesia, total el cuerpo que ponen no es el de ellos y el capital político y social que destruyen no es el propio… como dijo el cineasta Campanela “todos quieren amputar hasta que alguien les dice que es su pierna la que hay que cortar”.

Si no fuese porque es una locura, habría que poner a Javier Milei y a varios otros no tan rimbombantes pero igualmente desaforados como Ministros de Economía para que hagan el ajuste que declaman y así veríamos como en menos de 30 días todo el país les estalla en la cara, excepto que estuviésemos gobernados por el líder Norcoreano Kim Jong Un, Adolfo Hitler o Joseph Stalin. Pero a ellos no les importa porque todo el mundo es muy bueno invirtiendo la plata de otro y todos son sacrificables menos uno mismo.

En este juego de absurdos se ha conformado una alianza impresentable y contradictoria. Una suerte de Pacto Ribbentrop – Molotov (Ministros de Relaciones Exteriores de Hitler y Stalin) entre los Milei boys, las extremas izquierdas y el peronismo kirchnerista. Una suerte de alianza táctica entre la ultra derecha liberal para la que el costo social es una anécdota sin nombres y apellidos, las diversas izquierdas (maoístas, trotskistas, chavistas, yihaidistas, etc.) que creen que la agudización de las contradicciones les depositará el Poder en sus manos y el proto peronismo kirchnerista que en su síndrome de abstinencia sueña que el colapso –provoque quien lo provoque-  los devolverá a los discursos en el Patio de las Palmeras.

Esta Alianza de opuestos cuenta con el aval de este nuevo género de periodismo político de espectáculos que se la pasa hablando del pueblo, la Nación y la Patria, pero que en realidad solo le importa que sus propios prejuicios se convaliden por el estallido, provenga este de donde provenga. Se llenan la boca con la supuesta diversidad expuesta, pero la alimentan con nafta en el incendio. Son como esas peleas de las llamadas Artes Marciales Mixtas, que han regresado al hombre al Coliseo Romano, permitiendo que se golpee a un desmayado inerte hasta que el árbitro en un falso gesto de humanidad separa al asesino del asesinado, mientras un comentarista imbécil habla de la humanidad del árbitro.

Hipócritas, alientan el descontrol, lo provocan y si pueden lo llevan al paroxismo y la agresión para luego gritar a voz en cuello… “paren esto yo así no sigo con el programa”.

Y yo me pregunto… ¿este nuevo periodismo que está esperando, un Espartaco o un Dictador? Deberían reflexionar un poco, un poquito. Porque si siguen alimentando estos fundamentalismos, tendrán fundamentalismo. Y si ese fundamentalismo llega, no tendrán sus programas. Como dijo Lenin… “Los capitalistas se matarán entre sí para disputarse quién nos vende la soga con que vamos a ahorcarlos”.

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