Por Luis Tonelli.-

“En un principio era el Verbo”, comienza el evangelio según San Juan (y los Les Luthier acotaban “si, el verbo Hacer…”). En el Foro de Inversión y Negocios auto apodado Mini Davos que tiene lugar en esta benemérita Ciudad, del que participan ejecutivos y analistas de mercado de todas partes del mundo, el verbo Hacer todavía se conjuga en gerundio en boca de los funcionarios del Gobierno. “Estamos haciendo que baje la inflación; estamos haciendo que vuelvan las condiciones de inversión; estamos haciendo que la economía sea más competitiva; estamos haciendo que aquí no haya tanta burocracia; estamos haciendo que las economías regionales se desarrollen”. Y etc., etc., etc.

Cosa bastante natural ya que ni siquiera ha transcurrido un año de los nuevos inquilinos en la Casa Rosada, habiéndose propuesto nada más ni nada menos que remodelar la Argentina partiendo de una situación calamitosa de las cuentas públicas -salvo en la cuenta del endeudamiento, al que el cristinismo afortunadamente no pudo vandalizar, precisamente por su fama de vándalos-.

Por lo visto y oído aquí, sin embargo, la ecuación entre lo heredado y lo prometido todavía no cierra para que la Argentina se convierta en la nueva meca de las inversiones globales. Muchos de los gerundios deberían convertirse en participios. Y uno de ellos es fundamental: donde el Gobierno dice “estamos haciendo que vuelva el crecimiento” los inversores quieren leer “ha vuelto el crecimiento” para decidir inversiones.

Ciertamente la ilusión del Gobierno (sobre la que se basó su diagnóstico y su terapia) era que por el mero hecho de que “los buenos” habían llegado al poder, habría que ir munidos con paraguas de aluminio por las calles de la City dada la cantidad de dólares termo sellados que caerían del cielo en forma de inversión extranjera directa.

Fue quizás esta perspectiva la que motivó el gradualismo decidido en la exitosa y sorprendentemente rápida salida del cepo cambiario, quedando el dólar atrasado al poco tiempo, lo que presagia las expectativas devaluatorias de siempre y el consecuente stress financiero.

El mismo sitio en donde se realizó el “evento” resumía la contradicción entre “lo   viejo” -que más que no terminar de morir no se sabe si en algún momento va a morir de una buena vez por todas, permitiendo que lo Nuevo pueda nacer y no sea un pichón de Gatopardo-. Las fastuosas instalaciones del otrora Palacio de Comunicaciones, remodeladas por la émula de Cleopatra que los argentinos elegimos como Presidenta por dos períodos recibieron a los cultores del turismo “inversionil” global bajo el nombre de Centro Cultural Néstor Kirchner”. O sea, un contexto institucional que ya prevenía desde lo simbólico sobre la profundidad de los cambios.

Más aún, un mural en una de las paredes del imponente hall hacía poética alusión a que ya en la profesión de cartero en Rio Gallegos del padre del fallecido ex presidente estaba preanunciado el nombre que recibió el Centro. Si fuera así, con más razón el actual Presidente podría estamparle su propia gracia, ya que papá Franco fue ni más ni menos que el dueño del Correo Argentino (canon más, canon menos).

Ende mientras que la burguesía global cavila si sus inversiones merecen recalar por estas playas, el modelo usufructúa el surplus de dólares provenientes tanto de la liquidación del C.A.M.P.O. como del fuerte endeudamiento que se ha dado estos meses. El Gobierno lo presenta como el láudano que calma los dolores de parto de la nueva Argentina, pero por ahora este solo ayuda en realidad a moderar el componente STOP -eficaz instrumento para bajar la inflación y generar la capacidad ociosa instalada que se supone posibilitará el GO cuando se abra por fin el grifo de la obra pública para fin de año.

Todo el mundo espera que el gato muerto se estampe contra el piso y comience a rebotar hacia arriba. Pero lo cierto es que el felino (o sea, la sociedad argentina) está cada vez más raleado de pelo y desdentado. Más allá de los power points y saladitos, el país necesita un relanzamiento de sus programas vitales de reproducción capitalista (leasé consolidación del Estado de Derecho, inclusión productiva, educación, etc.). Esos verbos que hoy son conjugados en gerundios pero que deben hacerse realidad de participio cuanto antes. (7 Miradas, editada por Pico Estrada)

Share