Por Luis Alejandro Rizzi.-

Fue el lunes alrededor de las cinco de la tarde cuando terminé de leer la página 336 de este muy buen libro.

“…yo creo que están en todo su derecho, son tan víctimas como nosotros, digamos, hijos de una historia turbulenta y trágica”. ¿Estos hijos hoy sienten que no tienen lugar? Y bueno que lo reclamen. A nosotros nadie nos regaló nada.” Hernan Vaca Narvaja con relación a las víctimas de las organizaciones militares o del terrorismo guerrillero.

Así termina el libro.

Es una expresión extraña, hasta me pareció algo cínica si la enlazamos con otro párrafo que dice que los juicios de lesa humanidad, serían la consecuencia o “resultado de una batalla cultural… que los familiares libraron a la intemperie durante décadas…”

También, como si fuera un oxímoron, me pareció una afirmación noble, sustentada en una convicción “No soy partidario de la violencia, pero ésta tiene una explicación histórica, no surgió por generación espontánea, sino que fue la respuesta a políticas de opresión”.

En ese caso me surgió una pregunta, ¿acaso la represión no tuvo también una explicación histórica…?

En ese sentido Claudia Rucci con mas frescura y sinceridad le explicaba a sus hijos “…que hubo una época de la Argentina trágica, en que se atacaba al que pensaba distinto y que la manera de atacar era a través de las armas, que había mucha gente que no pensaba como el abuelo (José Rucci) y decidieron matarlo, y que no fue el único al que mataron…”

El punto de encuentro sería la “violencia”, es decir la cuestión no era convencer o dialogar sino vencer la resistencia del “otro”, y en la violencia caben todas sus modalidades y quizás la más caritativa y piadosa era la muerte.

Es cierto, se conocieron hechos aberrantes en los diversos juicios por delitos de lesa humanidad”, pero no se conocieron los de las organizaciones armadas porque no hubo juicios y en ese sentido no se puede negar que muchas víctimas fueron privadas de la garantía al debido proceso.

También cómo surge del libro es cierto que varias garantías constitucionales no han sido respetadas, entre ellas la que dice que “las cárceles de la Nación serán sanas y limpias, para seguridad y no para castigo de los reos allí detenidos…” como lo hace saber Ricardo Saint Jean.

En definitiva la conclusión que me deja este libro es la que expresa Alejandro Rozitchner cuando les dice a las autoras que “creo que la izquierda y el progresismo en general están viciados de defectos, de simular una posición de avanzada cuando, en realidad ignoran el funcionamiento y la naturaleza de las sociedades y las observan siempre desde la óptica de un idealismo imposible de realizar… creo que es siempre expresión de una especie de resentimiento contra el mundo… que se expresa siendo crítico respecto de cualquier tipo de realidad…”

Ortega diría que la izquierda y los progresismos jamás han estado a la altura de los tiempos.

No tengo dudas los juicios han tramitado bajo un sesgo cultural teñido de izquierdismo, progresismo y diría hasta cobardía y por esos solo han sido juzgados los de un lado, a los otros solo les queda el juicio de Dios…

Y esto en la realidad humana es muy injusto.

No quiero entrar en la discusión si legal y formalmente han sido juicios justos pudieron haberlos sido o no… porque no los conozco, quizás algún día se analicen esos juicios a la luz de la cosa juzgada írrita…

Es un libro recomendable para los que fuimos contemporáneos de los hechos, para los que no lo fueron y buscan entender nuestra historia reciente que aun es presente… y creo que ésta es la gran cuestión.

Es un acto de justicia recordar a las autoras Carolina Arenes y Astrid Pikielny.

Share