Por Juan José de Guzmán.-

En estos días los medios publican una entrevista al muy viejito Eclestone, a 42 años de aquel Campeonato Mundial de Fórmula 1, que perdió Reutemann por un punto a manos de Nelson Piquet en la última carrera.

Fue entonces que confesó que en aquel fatídico año1981 hubo pagado sobornos para perjudicar a nuestro campeón y beneficiar al brasileño. Ni Reutemann, ni Alan Jones campeonaron pero Bernie se tomó revancha de la desobediencia de Lole en aquel recordado Gran Premio de Brasil (bajo una lluvia torrencial Lole marchaba primero y desobedeció la orden que desde boxes le exigía dejar pasar a quien resultó segundo, Alan Jones).

En aquel entonces, muchos de los detractores de siempre destruyeron lo poco que le quedaba de ánimo tras aquella frustración tildándolo de “amargo”.

Tengo el recuerdo fresco, como si hubiera ocurrido ayer, ese día, promediando la carrera al auto no le entraban los cambios y Lole en su desesperación (cada cambio era un suplicio) llegó con las manos ampolladas y ensangrentadas intentando torcer la mano del destino (¿destino?). Al poco tiempo abandonó, con pena y sin gloria su anhelo mundialista y el automovilismo.

A veces se habla de “imponderables del destino” pero muchas veces no han sido “del destino”.

¿Nos toparemos, algún día de estos, con una noticia que cuente sobre la final de Italia 90 y al árbitro mexicano Codesal confesando como lo hizo Bernie, que perjudicó deliberadamente al seleccionado argentino, porque a los 77/78 minutos del segundo tiempo, antes del muy discutible penal que cobró en favor de Alemania hizo la vista gorda ante un penalazo a Calderón de Matthaus que el árbitro dijo “siga, siga”?

https://www.youtube.com/watch?v=p96TAMxFwMc

Hay veces que no existen ni los imponderables, ni el destino, simplemente existe la inmoralidad, el fraude, el engaño. Cosas a las que nuestros políticos son propensos y que deberemos erradicar de cuajo los argentinos si es que queremos mirar sin miedo al futuro. Sin esa acción, nada será posible.

Share