Por Hernán Andrés Kruse.-

En su edición del domingo 25 de septiembre, Página 12 publicó un artículo de Mario Rapoport titulado “10 reglas de la globalización”, en el que explica lo que a su criterio son los diez principios económicos, sociales y políticos que rigen hoy al mundo. La economía globalizada está a merced de un nuevo capitalismo que se caracteriza por sus crisis recurrentes, imponiendo en cada país en el que clava sus garras una estabilidad ficticia cuyo único objetivo es favorecer los intereses del capital financiero transnacional. Para ello no trepida en demoler las instituciones fundamentales del Estado de Bienestar. También arremete contra las democracias porque para funcionar necesita imperiosamente la existencia de enormes desigualdades sociales. La acumulación por la acumulación misma es lo que hace funcionar a este sistema económico depredador. Los diez principios que distingue Rapoport son los siguientes.

Primer principio: el mundo se divide en un conjunto “principal de ciudadanos ricos y poderosos y muchos otros secundarios de ciudadanos que van de la estrechez económica a la pobreza. En ese primer conjunto se aferran a sus bordes como garrapatas partes pequeñas de los otros conjuntos del mundo desfavorecido ocupando superficies pobladas por grupos minoritarios con riqueza y poder. También una parte de ese primer conjunto se une a los otros compartiendo pobreza y desigualdades”.

Segundo principio: siempre hubo a lo largo de la historia de la humanidad una nítida distinción entre las élites de poder de estos conjuntos. “Hoy confluyen en un mismo espacio de ideas y políticas intercambiables aunque sus recursos no sean iguales en lo tecnológico y lo militar. La música que silban es la misma y las maneras en que se mueven entre esfera y esfera no suponen la existencia de ningún pasaporte Que el peso concentrado de esas riquezas no haya todavía producido movimientos sociales tectónicos es un problema que ni la teoría matemática ni la social pudieron resolver. Exige arrojar como lastre para mantener en equilibrio a millones de pobres, lo que ocurría más rápidamente en el siglo pasado con las guerras mundiales”.

Tercer principio: la globalización de los mercados no es más que una anarquía generalizada que atenta contra los cada vez más limitados derechos humanos. “El lugar estratégico lo ocupan las multinacionales, principales actores de la globalización, cuyas características son la fragmentación mundial de los procesos de producción, la supremacía de las finanzas, la deslocalización de los servicios y la constante relocalización de sus actividades productivas”. Ahora la competencia está regulada y monopolizada por las grandes empresas que cuentan con un gran poder de innovación o especulación.

Cuarto principio: el tradicional principio del liberalismo clásico de la oferta y la demanda no existe más. “El único mercado que debe ser libre es el de los capitales, que se mueven de un lugar a otro en función de sus vectores de rentabilidad. Las políticas de oferta rigen las reglas de la globalización y crean un conjunto de normas para el conjunto de la sociedad que obliga a los ciudadanos a actuar conforme a ellas”.

Quinto principio: “Ese conjunto de reglas o leyes definen no solo logros del proceso de acumulación sino también otra sociedad en el cual la superestructura jurídica global es un elemento clave. Los movimientos de capital no actúan dentro de las fronteras de los Estados ni tienen en cuenta preferencias o necesidades de los habitantes de uno u otro, ni menos aun los poderes negociadores de los sindicatos u organizaciones sociales. Nada en resumen que pueda afectar los intereses de las grandes empresas. Los países tomados individualmente ya no son más un reservorio de mano de obra a la que los dueños del capital están obligados a recurrir por estar radicados allí. No existe la necesidad de mantener a esos trabajadores potenciales en buenas condiciones económicas, se los puede conseguir en otros lados. También se retrae cualquier compromiso anterior con el Estado de Bienestar, la inversión y el consumo interno” (…) “se favorece la competencia sin límites y el egoísmo, las divisiones sociales y las desigualdades de ingresos, la completa dependencia de los mercados exteriores. Al mismo tiempo se subestima la política y la democracia representativa deja de tener sentido”.

Sexto principio: “Para hacer más complejo el panorama del mundo, éste sigue jurídicamente dividido en Estados que teóricamente (en su mayoría) se rigen por un sistema democrático donde cada uno elige con su voto un gobierno. Antes se necesitaba recurrir a amenazas, intervenciones o guerras para influir desde afuera en los distintos países o lugares que podían dañar sus intereses. Ahora les basta en gran medida con el dominio de los medios de información que utilizan los que manejan el llamado poder mundial tanto en los Estados ricos como en los más pobres. Estos últimos son soberanos sólo de nombre. En este sentido son clave las élites locales” (…) “La justicia no es más local sino global y asociada a ese dominio”.

Séptimo principio: “No hay que confundir esta globalización con el libre comercio que resulta perjudicado, no beneficiado, por sus características y extensión, y salvo para los grandes países y sobre todo Estados Unidos por más que se concreten diversos tratados multilaterales como los del Pacífico y los del Atlántico. Predomina el intercambio con precios de transferencia entre las empresas multinacionales y continúa el proteccionismo de las grandes potencias en sus sectores más débiles como el agrario” (…) “Por otra parte, con esta globalización el poder anteriormente contenido dentro de las fronteras del Estado-Nación se ha evaporado yendo hacia el espacio de los flujos de capital, donde la política es permanentemente condicionada y vaciada de todo contenido democrático, no a través del golpe de Estado sino de la permanente corrupción que genera el sistema”.

Octavo principio: “Desde el punto de vista de la subjetividad ya no interesa la figura del trabajador como fuerza de trabajo o como consumidor. El neoliberalismo trae consigo una dimensión ideológica empresarial pero no puramente mercantil” (…) “El destino personal de cada uno depende de sí mismo. Más aún, la relación de los ciudadanos con su vida es análoga a la relación de cada empresario con su propia empresa. Existe una forma distintiva de ciudadanía en la que el individuo está afuera de toda norma jurídica de derechos o deberes, salvo el penal, como el ideal de Von Hayek. De allí el rol creciente en los mecanismos de poder de la justicia castigando por doquier a quienes se oponen al sistema. En una “democracia” no delegable y no representativa, si es que tal cosa puede existir, cada uno es responsable de su propia suerte y el ciudadano es en sí mismo una empresa, no una fuerza de trabajo en el sentido que le daban los economistas clásicos; su aptitud y/o competencia es un tipo particular de capital humano y su salario es un ingreso que incluye su rentabilidad como capital” (…) “Ahora se considera al trabajador un empresario sin protección alguna (los verdaderos empresarios sí la tienen)”.

Noveno principio: “los políticos, distanciados de los que los votaron, están sujetos a la corrupción de las empresas en los negocios del Estado y son cada vez más reemplazados por empresarios que utilizan el Estado para favorecer sin intermediarios sus propios intereses de rentabilidad y competencia, manipulando más fácilmente desde ese poder a las poblaciones en función de sus necesidades. Es un tipo de corrupción “interna” en el cual el Estado se transforma en parte de sus propias empresas. Usan los renovados medios de información a su guisa y paladar y dominan el mundo al estilo del Orwell de 1984” (…) “La información y desinformación es su principal arma y el aparato de Justicia el medio de que disponen para terminar con sus adversarios”.

Décimo principio: “Por último, es un capitalismo cada vez más de rapiña, basado no en el consumo productivo sino en la intoxicación de la gente desesperada a través del juego financiero y del narcotráfico, y en la mayor fragilidad y fugacidad de los mismos productos. Distrae a la gente con grandes espectáculos, llámese fútbol u otros, con lo que se parece a los emperadores romanos. Tiene en sus manos el dinero mundial” (…) “Esta nueva sociedad no durará más que el tiempo que se tomen los ciudadanos para derrotar una cultura que los ha separado entre ellos para mejor dominarlos. Como dijo Karl Popper las sociedades no se suicidan. Son volcanes que parecen apagados, pero la efervescencia corre por dentro hasta que su lava resurge un día con toda la potencia acumulada por las heridas causadas en el torrente sanguíneo del tejido social”.

El caso Nisman sigue dando que hablar. Todo parece indicar que la Sala I de la Cámara Federal resolverá esta semana si se puede reabrir el expediente basado en la denuncia de Nisman contra Cristina Kirchner y Héctor Timerman por supuesto encubrimiento de los iraníes acusados en su momento de haber participado en la voladura de la AMIA. Por otro lado, el juez federal Julián Ercolini y el fiscal Eduardo Taiano deberán abocarse (especialmente el fiscal) a profundizar la investigación sobre la muerte política del fiscal de la causa AMIA. En la fiscalía del doctor Taiano aseguran que continuará con las tres hipótesis que se vienen barajando desde que apareció muerto Alberto Nisman: a) que fue un suicidio; b) que fue un suicidio inducido; c) que fue un homicidio. Que la investigación haya finalmente recaído en el fuero federal por la decisión final de la Corte Suprema permite a partir de ahora una mayor utilización política de la tragedia y una mayor colaboración con las campañas de desprestigio al gobierno anterior. No fue ninguna casualidad que en los últimos días Clarín haya reflotado unas antiguas declaraciones del “zar de los espías”, Antonio Horacio Stiuso, ya que lo que pretende el multimedios es condicionar a los camaristas que deben resolver acerca de la denuncia del malogrado fiscal y al propio fiscal Taiano. Parte de la corporación judicial, el macrismo y sus aliados tienen en mente instalar en la sociedad la idea de que el gobierno de la ex presidente fue en cierta medida responsable del no esclarecimiento del atentado contra la AMIA y de la muerte del fiscal. En este sentido, cabe destacar la militancia de la jueza federal Sandra Arroyo Salgado, ex esposa del malogrado fiscal, quien últimamente ha aparecido en varios programas de televisión blandiendo la hipótesis del asesinato de Nisman. Desde que el cadáver del fiscal fue hallado en su departamento de Puerto Madero, la jueza Arroyo Salgado buscó denodadamente que la causa cayera en Comodoro Py, esfuerzo que fue recompensado recientemente a raíz de la decisión unánime de la Corte Suprema ordenando al fuero federal que se haga cargo de la causa. La denuncia de Nisman fue cerrada hace más de un año por el juez federal Daniel Rafecas, decisión que fue confirmada por la Sala I de la Cámara Federal y por la Sala I de la Cámara de Casación Penal. Nisman había centrado su atención en la idea de que el acuerdo con Irán, el famoso Memorándum de Entendimiento firmado en febrero de2013, formaba parte de una estrategia que tenía como objetivo esencial desvincular a los iraníes (que tenían pedido de captura) acusados de haber cometido el atentado a la AMIA y no una vía que garantizaría su indagatoria. El acuerdo jamás entró en vigencia porque el Congreso de Irán jamás lo confirmó. En consecuencia, su Comisión por la Verdad jamás entró en vigencia. Tampoco cayeron las alertas rojas-ni antes, ni durante, ni después de la firma del acuerdo-para lograr la captura de los sospechosos iraníes. Aprovechando la mala relación entre un sector de Comodoro Py y la ex presidente la DAIA retornó con su ataque sistemático aportando al juzgado de Rafecas supuestas nuevas pruebas y solicitó ser querellante en la causa. En esa oportunidad dejó sobre el escritorio del juez Rafecas una conversación telefónica de 2012 entre Timerman y Guillermo Border, ex presidente de la AMIA, de carácter privado donde el ex canciller hacía mención de la responsabilidad de Irán en la voladura de la AMIA. Otro de los argumentos esgrimidos por la DAIA es el referido a la inconstitucionalidad del Memorándum, que para la institución judía quedó firme. Dicha presentación fue respaldada por el fiscal Gerardo Pollicita y rechazada por el juez Rafecas, quien consideró que la postura de la Argentina había sido siempre la de acusar, incluso oficialmente, a la teocracia iraní, a tal punto que el juez Rodolfo Canicoba Corral solicitó las capturas de los iraníes implicados. Según Rafecas, la inconstitucionalidad del Memorándum había pasado por varios tribunales y el Congreso, y a nadie se le ocurrió denunciar que se estaba en presencia de un delito. Por eso en su resolución reiteró la explicación de la inexistencia de delito, lo que lo llevó a rechazar a la DAIA como querellante. Con la apelación la discusión recayó nuevamente en la Sala I que anteriormente había rechazado abrir la investigación gracias a los votos de los jueces Eduardo Freiler y Jorge Ballestero. Justamente ambos magistrados deberán decidir nuevamente sobre la cuestión. Este contexto explica en buena medida la dura solicitada publicada por Clarín y La Nación exigiendo la destitución de Rafecas, solicitada que fue impulsada por el ex vicepresidente de la DAIA y actual diputado nacional por Cambiemos Waldo Wolf y el titular del directorio de La Nación, Julio Saguier. El objetivo de la solicitada fue presionar a Freiler y Ballestero, justamente los magistrados que en los próximos días deberán decidir si reabrir o no la causa (fuente: Irina Hauser, “Una semana que se las trae”, Página 12, 25/9/016).

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