Por Rodolfo Patricio Florido.-

“El 55% de los votantes porteños no quieren a Rodríguez Larreta como Jefe de Gobierno” dijo Lousteau y logró que Lubertino, Ibarra y otros kirchneristas salgan a apoyarlo manifestando que tenían que votarlo para que Macri pierda. Primero icardió su vida privada y ahora pretende icardiar el destino de la República. ¿Está en su derecho? Obviamente tiene derecho a decidir su propio destino. ¿Olvidó que él forma parte de “Cambiemos” integrada por la CC, la UCR y el PRO? Obviamente también. ¿Tiene derecho a competir por mostrarse mejor candidato a Jefe de Gobierno que Rodríguez Larreta? Obviamente sí. Pero claramente no es ni ético, ni moralmente aceptable que busque ese lugar recurriendo al sector que él execró en su alianza con la UCR y el PRO. Es como si el único destino que le interesa es el suyo propio. En esta suerte de “lógica” icardiloustoniana si Recalde hubiese quedado segundo, Lousteau debería votar por el kirchnerismo. ¿Habrán pensado esto el 25% de votantes de Lousteau? Difícilmente.

Lousteau sabe que busca ganar recurriendo a los votos del kirchnerismo. Sabe que si logra esto él será Jefe de Gobierno aunque sepulte las posibilidades nacionales de toda la Coalición “Cambiemos”, de la que él forma parte.

Martín Lousteau sabe que si gana en Capital deposita al kirchnerismo en 4 años más en el Gobierno. Pero a Lousteau parece que no le importa nada excepto él mismo. Pareciera el narcisista perfecto. Solo ver su actitud física en cada reportaje para darse cuenta que es incapaz de aceptar cualquier resultado contrario a la imagen sobredimensionada que tiene de sí mismo. Lousteau cumple 45 años a fin de año pero corporalmente se expresa con una suerte de síndrome de Peter Pan.

Así como llegó a ser Ministro de Economía de Cristina Fernández de Kirchner, antes fue funcionario de Felipe Solá en la Provincia de Buenos Aires, luego fue asesor de Lavagna en su fórmula con la UCR y ahora es diputado por la oposición al kirchnerismo. Lousteau es muchas cosas. Brillante por un lado y autorreferencial hedonista por el otro.

Lousteau debería haber sido agradecido con Felipe Solá pero no dudó en dejarlo solo cuando éste se separó del kirchnerismo… él era ahora kirchnerista. Luego, cuando era un niño mimado por Cristina Fernández fue el artífice de la famosa 125 que dejó al Gobierno Nacional al borde del colapso y al país en el inicio de una caída económica de la que aún cuesta recuperarse. En 6 meses pasó del amor al odio y el propio Lousteau mostró su disfuncional oratoria tratando de mostrarse original cuando afirmó… «Kirchner fue el mejor presidente de la democracia y es el peor ex presidente». De esta manera, le tiraba un balde de excremento a la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, mientras que intentaba mostrarse considerado con el Néstor Kirchner de la primera etapa y virtual poder detrás del poder hasta la hora de su muerte.

Pasada esta etapa, Lousteau se transformó en un economista con aspiraciones políticas superiores y abandonó toda expresión de kirchnerismo anterior. Carrió lo recibió con los brazos abiertos. Ahora, que (Lousteau) imagina que si todo el voto kirchnerista y el de la izquierda lo pueden entronizar en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, se le ocurrió simplificar el resultado electoral y afirmar que el 55% de los ciudadanos porteños no quiere a Larreta. Claro que en su extraña afirmación no considera que esos votantes son todos claramente no kirchneristas y que muy difícilmente vean con agrado que el kirchnerismo se muestre como triunfador de la Ciudad de Buenos Aires si con sus votos lograran terminar con Macri y con “Cambiemos” (UCR-PRO-COALICIÓN CÍVICA) en una sola jugada. Para el kirchnerismo porteño, si Lousteau llegara a la Jefatura de Gobierno sería la ecuación perfecta. A nivel nacional hieren de muerte a Macri y a nivel porteño dejan un Gobierno cuya fuerza legislativa tiene la misma cantidad de legisladores que el FPV y que con la izquierda puede hacer péndulo para controlar los destinos de sus ciudadanos.

Elisa Carrió, puede ser muchas cosas pero no es sonsa y le mandó un mensaje a su propio candidato de cara al balotaje del 19 de julio… «La estrategia no debe ser la confrontación, pienso en la Nación». Al tiempo que remarcó que no interferirá en la decisión de Lousteau sobre participar o no de la segunda vuelta contra Horacio Rodríguez Larreta. Carrió había cedido mucho de sus primeras objeciones en cuanto a hacer una alianza con Macri. Había pasado de ser resistente a ese frente a ser impulsora del mismo. Ahora, la actitud de Lousteau, si tuviese éxito, puede ser la causante de la destrucción de su propia ingeniería política y de su sacrificio en aras a terminar con el kirchnerismo. Como pareciera que Lousteau no se dio por aludido, Carrió reforzó su dialéctica y expresó… «Que los de ECO vayan paso a paso y aprendan, no se puede llegar la primera vez».

En una entrevista de esta semana le preguntaron a Lousteau… ¿Cree que muchos de los que lo votaron a usted en esta primera vuelta podrían cambiar su voto por Rodríguez Larreta para darle un envión a Macri en su candidatura presidencial?

Curiosamente su respuesta le dio cuerpo a su suicidio político… “Nosotros no sólo administraríamos mejor, sino que estaríamos en mejores condiciones que Rodríguez Larreta para marcarle al futuro presidente, sea (Daniel) Scioli o Macri, lo que hace bien o mal a nivel nacional.” Con humor no lejano a la percepción de muchos votantes primarios de Lousteau, alguien expresó… “Yo, si supiera que me van a votar Andrea del Boca, Pauls, la Peña, Fena, Tognetti, Flor de la V, etc., la verdad me pego un tiro en los rulos”. Era claro, Lousteau se había olvidado que Macri podría ser su candidato si gana las PASO de “Cambiemos”. El desafío de Lousteau hoy es doble. Primero, lograr que su 25% no se dé cuenta que indirectamente es el candidato funcional del kirchnerismo, aunque no lo sea. Segundo, que el voto en blanco -ya anunciado- de la izquierda no termine garantizando el triunfo de Larreta.

Casi como que Larreta acaba de obtener el mejor aliado para su Jefatura de Gobierno. Y, ese aliado es la incontinencia verbal infantil de Martín Lousteau y su narcisismo.

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