Por Hernán Andrés Kruse.-

En su libro “La acción Humana” Mises analiza el tema de la libertad (cap. XV, El mercado). Escribió el autor:

“Filósofos y legistas, una y otra vez, a lo largo de la historia del pensamiento humano, han pretendido definir y precisar el concepto de libertad, cosechando, sin embargo, bien pocos éxitos en estos sus esfuerzos” (…) “La idea de libertad sólo cobra sentido en la esfera de las relaciones interhumanas” (…) “De ahí que sólo en el marco de una organización social, quepa hablar con fundamento de “libertad”. Consideramos “libre”, desde un punto de vista praxeológico, al hombre cuando puede optar entre actuar de un modo o de otro, es decir, cuando puede personalmente determinar sus objetivos y elegir los medios que, al efecto, estime mejores. La libertad humana, sin embargo, hállase tasada tanto por las leyes físicas como por las leyes praxeológicas” (…) “El hombre no puede pretender, por un lado, disfrutar de las ventajas que implica la pacífica colaboración en sociedad, bajo la égida de la división del trabajo y, por el otro, permitirse actuaciones que forzosamente han de desintegrar tal cooperación” (…).

“Y, sin embargo, existe notable diferencia entre los efectos provocados por la infracción de las leyes praxeológicas y la de las leyes físicas. Ambos tipos de normas, desde luego, resultan autoimpositivas, en el sentido de que no precisan, a diferencia de las leyes promulgadas por el hombre, de poder alguno que cuide de su cumplimiento. Pero dispares son los efectos que el individuo desata al incumplir unas y otras. Quien ingiere letal ponzoña, sólo a sí mismo perjudica. En cambio, quien recurre al robo, desordena y perjudica a la sociedad en su conjunto. Mientras disfruta él únicamente de las ventajas inmediatas y a corto plazo de su acción, las perniciosas consecuencias sociales de la misma perjudican a la comunidad toda” (…) “Para que la sociedad y la civilización puedan establecerse y pervivir, preciso es adoptar medidas que impidan a los seres antisociales destruir todo lo que el género humano consiguió, a lo largo del dilatado proceso que va desde la época Neanderthal hasta nuestros días. Con miras a mantener esa organización social gracias a la cual el hombre evita ser tiranizado por sus semejantes de mayor fortaleza o habilidad, preciso es instaurar los correspondientes sistemas represivos de la actividad antisocial. La paz pública sólo es asequible si se monta un orden donde hay un ente que monopolice la violencia y que disponga de una organización de mando y coerción, la cual, sin embargo, sólo ha de operar cuando lo autoricen las correspondientes normas reglamentarias, es decir, las leyes por el hombre promulgadas, que, naturalmente, no deben confundirse ni con las físicas ni con las praxeológicas. Lo que caracteriza a todo orden social es precisamente la existencia de esa institución autoritaria e impositiva que denominamos gobierno”.

“Las palabras libertad y sumisión cobran sentido sólo cuando se enjuicia el modo de actuar del gobernante con respecto a sus súbditos” (…) “Mientras el gobierno, es decir, el aparato social de autoridad y mando, limita sus facultades de coerción y violencia a impedir la actividad antisocial, prevalece eso que acertadamente denominamos libertad” (…) “Bajo una economía de mercado, es decir, bajo una organización social del tipo laissez faire, existe una esfera dentro de la cual el hombre puede optar por actuar de un modo o de otro, sin temor a sanción alguna. Ahora bien, cuando el gobierno extiende su campo de acción más allá de lo que exige el proteger a las gentes contra el fraude y la violencia de los seres antisociales, de inmediato restringe la libertad del individuo en grado superior a aquél en que, por sí solas, las leyes praxeológicas la limitarían. Es por eso que podemos calificar de libre el estado bajo el cual la discrecionalidad del particular para actuar según estime mejor no se halla interferida por la acción  estatal en mayor medida de la que, en todo caso, lo estaría por las normas praxeológicas”. “Consideramos, consecuentemente, libre al hombre en el marco de la economía de mercado. Lo es, en efecto, toda vez que la intervención estatal no cercena su autonomía e independencia más allá de lo que ya lo están por las insoslayables leyes praxeológicas” (…).

“La financiación de la actividad gubernamental, el mantenimiento de los tribunales, de la policía, del sistema penitenciario, de las fuerzas armadas, exige la inversión de enormes sumas. El imponer, a tal objeto, contribuciones fiscales en modo alguno supone menoscabar la libertad que el hombre disfruta bajo una economía de mercado” (…) “Toda ulterior actuación del estado, una vez ha adoptado las medidas necesarias para debidamente proteger el mercado contra la agresión, tanto interna como externa, no supone sino sucesivos pasos por el camino que indefectiblemente aboca al sistema totalitario, bajo el cual la libertad desparece por entero”.

“De libertad sólo disfruta quien vive en una sociedad contractual. La cooperación social, bajo el signo de la propiedad privada de los medios de producción, implica que el individuo dentro del ámbito del mercado, no se vea constreñido a obedecer ni a servir a ningún jerarca. Cuando suministra y atiende a los demás, procede voluntariamente, con miras a que sus beneficiados conciudadanos también le sirvan a él. Se limita a intercambiar bienes y servicios, no realiza trabajos coactivamente impuestos, ni soporta cargas y gabelas. No es que ese hombre sea independiente. Depende de los demás miembros de la sociedad. Tal dependencia, sin embargo, es recíproca. El comprador depende del vendedor, y éste, de aquél” (…).

“No hay más libertad que la engendrada por la economía de mercado. En una sociedad hegemónica y totalitaria, el individuo goza de una sola libertad que no le puede ser cercenada: la del suicidio”. “El estado, es decir, el aparato social de coerción y compulsión, por fuerza ha de constituir vínculo hegemónico. Si los gobernantes halláranse facultados para ampliar ad limitum su esfera de poder, podrían aniquilar el mercado, reemplazándolo por omnicomprensivo socialismo totalitario. Para evitar tal posibilidad, preciso es tasar el poderío estatal. He ahí el objetivo perseguido por todas las constituciones, leyes y declaraciones de derechos” (…) “En la esfera del estado y del gobierno, cada libertad supone específica restricción impuesta al ejercicio del poderío político” (…).

“Desde tiempos inmemoriales, el Occidente ha valorado la libertad como el bien más precioso. La preeminencia occidental se basó precisamente en su obsesiva pasión por la libertad, ideario social éste totalmente desconocido por los pueblos orientales. La filosofía social de Occidente es, en esencia, la filosofía de la libertad. La historia de Europa, así como la de aquellos pueblos que expatriados europeos y sus descendientes en otras partes del mundo formaron, casi no es más que una continua lucha por la libertad. Un individualismo “a ultranza” caracteriza a nuestra civilización. Ningún ataque lanzado directamente contra la libertad individual podía prosperar”. “De ahí que los defensores del totalitarismo prefirieran adoptar otra táctica. Tergiversaron el sentido de las palabras. Comenzaron a calificar de libertad auténtica y genuina la de quienes viven bajo un régimen que no concede a sus súbditos más derecho que el de obedecer” (…) “Califican de democráticos los dictatoriales métodos rusos de gobierno. Aseguran constituye “democracia industrial” el régimen de violencia y coacción propugnado por los sindicatos. Airados, afirman es libre la persona cuando sólo al gobierno compete decidir qué libros o revistas podrán publicarse” (…) “Sólo la omnipotencia gubernamental asegura, en su opinión, la libertad. Luchar por la libertad, para ellos, consiste en conceder a la policía poderes omnímodos”.

“La economía de mercado, proclaman aquellos sedicentes liberales, otorga libertad tan sólo a una clase: a la burguesía, integrada por parásitos y explotadores” (…) “El trabajador no es libre; labora sólo para enriquecer al amo, al patrono” (…) “El socialismo proporcionará al trabajador libertad y dignidad verdaderamente humanas al impedir que el capital siga esclavizando a los humildes. Socialismo significa emancipar al hombre común; quiere decir libertad para todos. Y representa, además, riqueza para todos” (…) “Incluso los más fanáticos planificadores viéronse obligados a admitir que su programa implicaba abolir muchas de las libertades que, bajo el capitalismo y la “plutodemocracia”, disfrutan las gentes. Al verse dialécticamente vencidos, inventaron un nuevo subterfugio. La única libertad que es preciso abolir, dijeron, es esa falsa libertad “económica” de los capitalistas que tanto perjudica a las masas. Toda libertad ajena a la esfera puramente “económica” no sólo se mantendrá, sino que prosperará” (…) “El error en que este pensamiento incide emana de ilusoria distinción entre dos aspectos diferentes y separados de la acción y la vida humanas, entre el mundo “económico” y el mundo “no económico” (…) “No hay gobierno, ni constitución alguna que pueda por sí engendrar ni garantizar la libertad si no ampara y defiende las instituciones fundamentales en las que se basa la economía de mercado. El gobernar implica siempre recurrir a la coacción y a la fuerza, por lo cual, forzosamente, la acción estatal viene a ser la antítesis de la libertad. El gobierno aparece como defensor de la libertad y deviene compatible su actuar con el mantenimiento de ésta sólo cuando se delimita y restringe convenientemente la órbita estatal en provecho de la libertad económica. Las leyes y constituciones más generosas, cuando desaparece la economía de mercado, no son más que letra muerta” (…).

“El reemplazar la economía de mercado por la planificación económica implica anular toda libertad; las gentes, en tal supuesto, ya sólo gozan de un derecho: el de obedecer. Las autoridades, que gobiernan todos los asuntos económicos, vienen a controlar efectivamente la vida y las actividades todas del hombre. Erígense en único patrón. El trabajo, en su totalidad, equivale a trabajo forzado, por cuanto el asalariado ha de conformarse con lo que el superior se digne concederle” (…) “Los personales juicios de valoración de las gentes no preponderan en aspecto alguno de la vida” (…) “Tan pronto como se anula esa libertad económica que el mercado confiere a quienes en él operan, todas las libertades políticas, todos los derechos del hombre conviértense en pura farsa” (…) “La gente es libre en aquella medida en que cada uno puede estructurar su vida como considere mejor. Las personas cuyo futuro depende del criterio de unas inapelables autoridades, que monopolizan toda posibilidad de planear, no son, desde luego, libres en el sentido en que el vocablo “libre” todo el mundo atribuyó hasta que la revolución semántica de nuestros días ha desencadenado moderna confusión de las lenguas”.

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