Por Hernán Andrés Kruse.-

El brutal aumento de tarifas está causando estragos en la población. La inmensa mayoría de los argentinos directamente no pueden pagar los aumentos porque, de hacerlo, deberían sacrificar la comida y la salud. Pese a que la angustia se ha generalizado el gobierno se mantiene imperturbable. Se trata, repiten a coro altos funcionarios gubernamentales, del costo que se debe pagar por años de despilfarro y demagogia. La política de subsidios del kirchnerismo le hizo creer a los argentinos que el servicio de luz, por ejemplo, era prácticamente gratuito. Ahora, repiquetean, llegó la hora del “sinceramiento” tarifario. Ahora llegó el momento de enfrentarse con la cruda realidad. El retraso tarifario ha sido de tal magnitud, sentencia el gobierno, que no queda otro camino que castigar con dureza el bolsillo del pueblo para poner las cosas en su lugar. Durante dos años el pueblo aguantó a pie firme los tarifazos, convencido de la necesidad imperiosa de “sincerar” la economía. Al percatarse de ese estado de ánimo colectivo el gobierno puso el pie en el acelerador para comprobar hasta dónde llega el límite de tolerancia de los argentinos. Parece ser que ese límite está muy cerca. Consciente de ello la oposición se unió para presionar al gobierno con un único objetivo: congelar los aumentos tarifarios. Para ello diagramó un plan que consistió en la convocatoria en el recinto de la Cámara de Diputados a una sesión especial para tratar el tema. La sesión debería haber tenido lugar el miércoles 18. El oficialismo la frustró poniendo en práctica una táctica archiconocida: bloquear el quórum. Tanto por méritos propios como por falencias ajenas, a la oposición le faltó un diputado para reunir los 129 necesarios para forzar el debate. Como si se tratara de un partido de fútbol, los legisladores de Cambiemos se refugiaron detrás de los cortinados para festejar con ganas. Sin embargo, durante las seis horas posteriores los legisladores opositores tuvieron oportunidad para lanzar fuertes ataques contra el gobierno nacional. En efecto, los diputados kirchneristas, los diputados de Argentina Federal, los diputados renovadores, los diputados evitistas, los diputados marxistas, los diputados de Libres del Sur y los diputados que responden a los Rodríguez Saá descerrajaron munición gruesa contra el Presidente y su ministro Aranguren, un funcionario que demuestra una gran habilidad para estar en los dos lados del mostrador. También criticaron a aquellos legisladores que, con su faltazo, favorecieron al oficialismo, entre ellos Carrió y el radical Mario Negri. Seguramente el oficialismo especuló con el fracaso del pedido kirchnerista de aglutinar a la oposición para defender el tratamiento especial de los tarifazos. Grande debe haber sido su sorpresa cuando se percató de que ello no había sucedido. Si bien los legisladores massistas y del interbloque Federal presentaron proyectos propios para frenar los tarifazos, bajaron al recinto para dar batalla junto a sus colegas K. Graciela Camaño, esposa del sindicalista interventor del PJ nacional, dijo enardecida que en su experiencia como legisladora hubo sesiones que empezaron ocho horas después de la convocatoria. De ahí su enérgico pedido de espera para el arribo de los diputados faltantes. No hubo caso. El obediente presidente de la Cámara, el peronista Emilio Monzó, hizo caso omiso a la demanda de Camaño y oficializó el levantamiento de la sesión. Como señal de “buena voluntad” Monzó permitió que los opositores hicieran catarsis durante las seis horas siguientes. En última instancia, Monzó, al ser peronista, entendía el estado de ánimo de los “muchachos”. Agustín Rossi (FPV) dijo que las tarifas están agobiando a la inmensa mayoría de los argentinos. Para muchos la situación es insostenible, sentenció. También cuestionó a Monzó por su decisión de dar por terminada la sesión apenas se comprobó que no había quórum. “Si hoy un argentino tiene que decidir si poner un plato de comida en la mesa o pagar la luz, quiere decir que algo se está haciendo mal, el Estado no puede poner a los argentinos en ese lugar”, acusó. Su colega Diego Bossio (Bloque Justicialista) no tuvo más remedio que reconocer que Macri hace lo que se le da la gana y cuestionó la actitud de los diputados oficialistas por no bajar al recinto para discutir un tema de tanta trascendencia social. “¿Les interesan las tarifas para los medios, pero en el ámbito en donde se debe debatir no?”. “Ya han pasado tres años y el gran generador de inflación es el Poder Ejecutivo”, destacó. Por su parte Pablo Kosiner (Argentina Federal) consideró que “uno de los fracasos más importantes que tiene la actual gestión es la política tarifaria” y dijo que el oficialismo mentía cuando señalaba que de aquí a fin de año no habría más aumentos. El ex gobernador Felipe Solá manifestó que el gobierno es consciente del desastre que está provocando la política económica. Sabe también que esto no puede continuar como si nada pasara. “Ahora cometen un error político grosero, provocando la falta de quórum para que no se pueda hablar de esto en sesión”, apuntó. El trotskista Nicolás Del Caño responsabilizó a los diputados de Argentina Federal de haber pactado con el oficialismo frustrar la sesión especial. Victoria Donda (Libres del Sur) dirigió sus dardos contra Carrió: “Es una vergüenza para la política. Se rasga la vestidura y llora en los sets de televisión. Y cuando tiene que venir acá a poner el pecho y bancar con el lomo lo que se dice con el pico, no está”. Según el ex ministro Axel kicillof (FPV) “fue un bolazo el discurso que armaron para justificar este aumento de tarifas. Armaron el discurso de que había una gran crisis energética, que había poco petróleo y gas en la Argentina, se importaba mucho. Pero el tarifazo llevó a mil y pico de aumento en petróleo, gas, y hoy se produce menos” (Miguel Jorquera, “El debate que clausuró Cambiemos”, Página/12, 19/4/018). Lo que aconteció en la Cámara de Diputados fue lisa y llanamente una vergüenza. Porque se trató de una puesta en escena que contó con la complicidad tanto del oficialismo como de la oposición. Si el oficialismo hubiera estado seguro de cantar victoria en el debate hubiera bajado al recinto confiado y seguro. Como no lo estaba se refugió detrás del cortinado en una actitud rayana en la imbecilidad. Por su parte, la oposición fue incapaz de reunir los 129 diputados que necesitaba para garantizar el inicio de la sesión. Si al peronismo tanto le preocupa el tarifazo macrista ¿por qué no bajo en tropel al recinto para defender a los pobres usuarios? ¿Por qué, en suma, los diputados nacionales, cuya misión es representarnos a todos nosotros, no estuvieron a la altura de las circunstancias? Puede ser que el lobby del poder concentrado haya sido muy fuerte. Todo el mundo sabe que detrás de los tarifazos juegan intereses muy poderosos, muy pesados. Pero también jugó mucho la propia desidia de los diputados faltantes, su absoluto desinterés por el pueblo, en especial por los más humildes, incapaces de hacer frente al tarifazo. Evidentemente los legisladores saben perfectamente que el pueblo es esencialmente pasivo, indolente y sumiso. Sabe perfectamente que jamás osaría castigarlos en las urnas. Por eso actúan como lo hicieron este miércoles en la Cámara de Diputados. Lo que hicieron fue una grotesca y palmaria demostración de falta de respeto por el pueblo que, increíblemente, no demuestra poseer capacidad de reacción. Se asemeja a aquellos boxeadores que bajan los brazos ante el vendaval del oponente. Así está hoy, desde el punto de vista anímico, la sociedad: entregada como las vacas que van al matadero. Que anoche unos cuantos miles de argentinos y argentinas hayan salido a la calle a protestar contra el tarifazo no modifica en lo más mínimo lo expresado precedentemente. Sin embargo, la presencia de estos compatriotas en las calles provocó una cierta alarma en el gobierno, alimentada anteriormente con lo sucedido en el recinto parlamentario. Si bien el presidente de la nación se mostró intransigente, al punto de decir que no era ni un mago ni un estafador, con el correr de las horas se mostró partidario de elaborar alguna propuesta que trajera algo de alivio a los sufridos habitantes de este suelo. El objetivo es que la solución sea propiedad del Poder Ejecutivo y no del Congreso. Es por ello que para la mañana del jueves 19 fueron convocados a la Casa Rosada los jefes de bloque. La premura es entendible. Un tema como el de las tarifas puede causar estragos en la imagen presidencial. Para colmo, en las próximas horas habrá una marcha en pleno centro porteño protagonizada por las CTA y el moyanismo. El oficialismo se dio cuenta de lo cerca que estuvo la oposición de forzar el debate. La sesión finalmente cayó gracias a que un diputado macrista, Javier Pretto, se acercó al diputado Alfredo Olmedo para susurrarle algo. El efecto fue instantáneo: el diputado norteño rápidamente abandonó el recinto mientras era objeto de una lluvia de insultos de parte de la oposición. La luz amarilla casi pasa a ser roja cuando entró en escena Elisa Carrió, muy crítica de la política tarifaria del gobierno y de la intransigencia de Macri. La fogosa chaqueña dialogó dos veces con Marcos Peña, el número dos del gobierno de Cambiemos. Luego tuiteó lo siguiente: “Ni demagogia ni intransigencia: en materia de tarifas hay que encontrar una tercera salida, que no sea la posición inflexible del Gobierno ni la demagogia de sectores del PJ que han vaciado la Nación durante el kirchnerismo”. Luego recomendó abrir una instancia de negociación entre los diputados y Macri, buscando otras alternativas. Luego de la caída de la sesión una exultante Carrió celebró la posibilidad de una instancia de negociación y resaltó la actitud del jefe de Gabinete. Como si se tratara de un gobierno escandinavo, expresó: “Así funciona un gobierno con alianza electoral, pluralismo, diálogo y racionalidad. Aunque en la práctica parezca doble agente”. En el gobierno la idea es la misma: cualquier modificación no debe tener incidencia sobre la cuestión fiscal. Funcionarios reconocieron que la política tarifaria es inmodificable. El gobierno podría hacer concesiones en la forma de pago, lo que en la práctica significa que autorizaría a los clientes a pagar el aumento en cuotas y no de una sola vez. Por su parte, el Ejecutivo se esmeró en brindar una imagen de fortaleza. “No soy mago, me encantaría porque la verdad es que tengo admiración por los magos, pero no me sale eso. Y tampoco soy un estafador”, expresó. Buenos, ahora los argentinos podemos dormir tranquilos… (Werner Pertot, “Macri en modo de control de daños”, Página/12, 19/4/018). El ruidazo no hizo mella en el oficialismo. Macri y los suyos subestiman la relevancia de las manifestaciones callejeras. Siempre lo hicieron. Ello explica, por ejemplo, la ausencia de público el pasado 1 de marzo con motivo de la inauguración de un nuevo período de sesiones ordinarias del Congreso. El macrismo valora mucho más las redes sociales y, fundamentalmente, la concepción thatcheriana de la sociedad: “la sociedad ha muerto”. De ahí su obsesión por demoler al sindicalismo como institución, verdadero dique de contención al plan individualista del oficialismo para enervar cualquier atisbo de rebelión social. Por el momento la sociedad continúa anestesiada. Sufre desde hace un poco más de dos años un estado de coma profundo provocado por el inmenso poder de los grandes medios protectores del gobierno nacional. Así como salir del coma profunda no le resulta sencillo a ninguna persona, salir de un coma colectivo profundo no le resulta fácil a ninguna sociedad.

En su edición del 19 de abril Página/12 publicó el siguiente artículo de Luis Bruschtein sobre el tema (“Qué tarifas tan bajas tienes, Caperucita”): “Como me lo contaron, lo cuento, no me lo invento” dice el cuentacuentos para empezar un cuento que es un invento para los chicos. “Como me lo contaron lo cuento, no es un invento” dice el gobierno cuando explica la inflación y los tarifazos a la sociedad de los adultos” (…) “

Los cuentos para chicos son para pasarla bien. Pero cuando el cuento se lo hacen a un tipo grande, no la pasa bien. La posverdad empieza así: “como me lo contaron te lo cuento, no es un invento” y que viene de tres fuentes diferentes, y que lo dijo un primo muy confiable que es amigo de la esposa del panadero del fulano, que te muestra una cuenta dibujada o una foto que no dice nada. Y así, una sociedad se sumerge en un gran cuento y se despierta en una pesadilla ahogada por los tarifazos y la inflación” (…) “La idea del cuento no es nueva. Hubo generaciones que compraban buzones. El cuentacuentos, en realidad un cuentero, era un porteño avivado que se lo vendía al inocente campesino. Otra fueron los terrenos inundados. Y así se fueron inventando los cuentos del tío, pero del tío rico, como la copa de los ricos que crean riqueza y derrama sobre los pobres” (…) “El cuentero dice: “no me lo invento”. Y, como los cuentos para chicos que se construyen con partes de ese mundo de magias y superhéroes, el gran cuento del tío Rico para la sociedad de los adultos se teje con parte de sus verdades más amargas: que nadie te regala nada, que hay que sospechar del que promete mucho, que te lo ganaste a pulso, que sos un ganador si hay muchos que están peor. Y sobre esa urdimbre se borda lo principal del gran cuento que es donde empieza a doler el bolsillo. El cuentero-lobo le cuenta a caperucita y le dice: “qué tarifas tan bajas tienes, Caperucita” (…) “Y resulta que se la quiere comer. Primero hubo cuatro años de restauración de una economía destruida por el neoliberalismo de los últimos años de Alfonsín, el menemismo y De la Rúa y tras esos cuatro años hubo ocho años de medidas redistributivas en los doce años de gobiernos kirchneristas. Y resulta que para las cuentas del neoliberalismo, en esos años el PBI fue un desastre, y creció la cantidad de pobres” (…) “Gran parte de la sociedad adulta se tragó ese cuento del Tío Rico y ahora tiene un buzón hermoso con el doble de inflación y tarifas impagables” (…) “Y algunos se resisten a reconocerlo y salir del cuento y repiten como el lobo que la causa de los tarifazos es “tenías las tarifas muy bajas, caperucita” (…) “Hubo periodistas superstars que sospechosamente insistieron en el argumento del lobo. Son los mismos que repitieron que la economía no crecía desde 2011 y que el kirchnerismo dejó la tercera parte del país en la pobreza y que el déficit era descomunal, un país en llamas al que un príncipe de ojos azules venía a salvar. La intención de ese cuento es que la gente crea que las políticas distributivas producen más pobreza” (…) “El reino del revés, el mundo trucho con cifras tan evidentes fue asumido. Hasta hubo kirchneristas que las tomaron para no quedar afuera de lo establecido. El influjo inmanente que transmitía la melodía del flautista de Hamelin afectó incluso a muchos que pensaban lo contrario. La realidad virtual se ajusta también para los que no quieren quedar afuera del consenso establecido, por más estúpido que sea” (…) “La más vulnerable a los cuentos del tío ha sido siempre la clase media o la población de ingresos medios ya sea cuentapropistas o trabajador con relación de dependencia. Porque la clase alta es la que hace el cuento y porque los más humildes están más avivados porque ya perdieron. En cambio esa gente sigue creyendo y se ahoga en su desesperación pero no quiere reconocer que fue engañada miserablemente. Se aferra a la fantasía, quiere creer ciegamente que se trata del esfuerzo necesario y que va a estar mejor en el futuro”.

El triunfo de Mauricio Macri en 2015 señaló un punto de inflexión en nuestra historia política. No porque hubiera derrotado al peronismo sino porque por primera vez un político conservador no peronista llegó a la presidencia por el voto popular. Ello no significa que antes no hubiera habido presidentes similares a Macri sino que hace dos años, y a diferencia de los anteriores, Macri no necesitó de los tanques ni del fraude patriótico para llegar a la Casa Rosada. Si hubiera que hacer una comparación entre Macri y un presidente similar emerge en primer lugar el nombre de Agustín P. Justo. Justo fue un miembro importante de la familia militar e ingeniero. Era partidario de la obra pública y del fraude. No toleraba a la “chusma radical” y no dudó en emplear los métodos más arteros para evitar su retorno al poder. En política exterior era pro británico. El histórico y polémico pacto Roca-Runciman confirmó su postura. Justo fue el político que necesitaba la oligarquía en aquel momento (década del treinta del siglo pasado), fue su más fiel intérprete. Simbolizó como nadie el autoritarismo político y el desprecio por los sectores populares, tan caros al sentimiento oligárquico. Para Justo la democracia sólo servía si garantizaba la supremacía de su clase. No fue, pues, un verdadero demócrata sino un oligarca en el sentido aristotélico. Creía firmemente en un gobierno de ricos para ricos y consideraba que el retorno del radicalismo al poder hubiera significado una tragedia apocalíptica. Justo necesitó del golpe para acceder al poder y del fraude para mantenerse. En situaciones de normalidad institucional jamás lo hubiera obtenido. De ahí lo extraordinario de la victoria de Macri en 2015. Por primera vez en la historia unos doce millones de compatriotas, en elecciones libres y transparentes, depositaron su voto por un político de derecha, un emblema del conservadorismo tradicional. Mauricio Macri es el líder de una fuerza política conservadora que siempre fue muy fuerte en la CABA. Ello no sorprende ya que los porteños siempre fueron partidarios de gobiernos que nada tuvieran que ver ni con la izquierda y, muy especialmente, con el peronismo. El electorado porteño siempre fue de derecha y muy, pero muy “gorila”. Sin embargo, en la primera década de este siglo se permitió una licencia al bendecir al antiguo miembro de la Juventud Comunista, Aníbal Ibarra. Pero sus preferencias se orientaban hacia políticos como De la Rúa y Macri. Aprovechando la tragedia de Cromañón que le costó la cabeza al ex fiscal, Macri se adueñó de la CABA. Los porteños lo adoptaron, tal como lo hicieron antes con de la Rúa y también con Ibarra. Lo notable de Macri es que su voto siempre fue policlasista, es decir que ganó ampliamente en, por ejemplo, Recoleta y en Lugano. Para ello mucho tuvo que ver su exitoso paso por la presidencia de Boca Juniors, uno de los clubes de fútbol más poderosos y populares de la Argentina. Si bien al principio le costó hacer pie, con la llegada de Carlos Bianchi a la dirección técnica del primer equipo Macri comenzó a saborear las mieles del éxito deportivo. Los sucesivos triunfos de Boca a nivel nacional y a nivel internacional (Varias copas libertadores y copas mundiales) lo catapultaron a la categoría de firme promesa política a nivel nacional. Su exitoso paso por Boca Juniors le abrió las puertas a la jefatura de Gobierno de la CABA. La decapitación política de Ibarra le permitió a Macri acceder al tan ansiado trono en 2007, justo cuando Cristina lo hacía a nivel nacional. Vale decir que durante sus ochos años de gobierno porteño “convivió” con el cristinismo. Qué duda cabe que conoce a fondo la psicología de Cristina y la naturaleza política del cristinismo. Es probable que Macri haya tenido intenciones de presentarse en las elecciones presidenciales de 2011. Pero con muy bien criterio desistió ya que hubiera sufrido una aplastante derrota, tal como les pasó a Binner, Alfonsín, Duhalde y otros. En ese momento Cristina y su viudez eran imbatibles. Es probable que ni el propio Perón le hubiera ganado. De ahí que, siguiendo los consejos de Durán Barba, se refugió en la CABA y esperó cuatro años. Los hechos posteriores le terminaron dando la razón. La segunda presidencia de Cristina tuvo muchos más errores que aciertos mientras que Macri se mantenía estable en la CABA. Sin embargo, Macri tuvo que esperar hasta las elecciones de medio término de 2013 para finalmente tomar la decisión política de su vida: competir por la presidencia de la nación. La noche de la derrota de Cristina debe haber sido uno de los momentos más felices de Macri, políticamente hablando. Con Cristina fuera de la cancha el camino rumbo a la Rosada se tornaba bastante más accesible para el lord mayor porteño. Sin embargo, Macri aún no había logrado resolver un serio problema. Hacer del macrismo una fuerza política a nivel nacional. Dueño de la CABA y habiendo hecho pie en Santa fe por intermedio del ex midachi Del Sel, Macri necesitaba como el agua en el desierto una estructura a nivel nacional que le sirviera de soporte. Fue entonces cuando entraron en escena la Unión Cívica Radical y Elisa Carrió. La cúpula radical estaba en poder del sector balbinista del antiguo partido y su cara más visible era la de Ernesto Sanz. Luego de un encuentro en la ciudad de Gualeguaychú, el radicalismo tomó una decisión inédita en su rica y ajetreada historia: aliarse con sus históricos enemigos. ¡Quién lo hubiera imaginado! Los descendientes de Justo y los radicales perseguidos y proscriptos por el general ingeniero unidos en torno a un mismo proyecto: ser gobierno en la Argentina. ¡Lo que hubiera dado el ingeniero Álvaro Alsogaray por haber contado con el apoyo radical en las elecciones presidenciales de 1989! El apoyo del radicalismo fue vital para las ambiciones políticas de Macri. Sin una estructura de semejante magnitud al actual presidente le hubiera resultado imposible transformarse en un presidenciable. La pregunta del millón es la siguiente: ¿por qué el radicalismo se alió con Macri? Me parece que la cúpula radical consideró que vendiéndose al diablo lograría resurgir de entre las cenizas al que había quedado reducido el partido a raíz del catastrófico final de De la Rúa. Lo notable del caso es que otrora conspicuos dirigentes de la Coordinadora, como Federico Storani y Facundo Suárez Lastra, aplaudieron la decisión de Sanz. Pero lo más increíble fue el apoyo, si bien ahora no lo es tanto, del hijo del ex presidente Alfonsín. Sólo Leopoldo Moreau se negó a traicionar la rica historia radical y se acercó al kirchnerismo, granjeándose el odio eterno de los “correligionarios”. Los radicales supieron desde el principio quién era Macri y lo que haría si llegaba a la presidencia. Sabían perfectamente que si llegaba a la Rosada se rodearía de CEOS para hacer de su gobierno una reunión permanente de grandes ejecutivos de empresas multinacionales. Lo que quizá jamás imaginaron fue que para Macri la UCR era sólo un furgón de cola. ¡Ay radicales, a veces la soberbia nubla la vista! Otra pata muy importante de la estructura política que armó Macri fue Elisa Carrió, una de las figuras más importantes del país por lo menos desde hace veinte años. Es probable que Macri haya decidido tragarse el sapo de aceptar a Carrió en la alianza que se estaba edificando para sacar provecho de su imagen de política incorruptible y, fundamentalmente, su enorme caudal de votos en la CABA. No debe haber sido sencillo para Macri aceptar a Carrió a su lado. Macri está acostumbrado a mandar, a manejarse con gente que no le hace sombra, que obedece sus órdenes sin chistar. Pues bien, si hay una dirigente política inmanejable, ésa es Carrió. A la chaqueña nadie la controla (aunque hay quienes creen que sirve a los intereses de la CIA). Pero eso a Macri, frío como todo ingeniero, poco le importó. Prefirió privilegiar lo positivo del vínculo con Carrió que lo negativo. Prefirió, por ejemplo, “olvidar” lo que Carrió decía de él allá por el 2000 (que Macri era su límite). Es evidente que ambos se necesitan. Para

Macri es vital tener bien cerca suyo a su “enemiga íntima” y para Carrió, quien sigue soñando con ser presidenta, es vital contar en el futuro con todo el apoyo logístico con el que hoy cuenta Macri. Ahora bien, si Macri creyó que con Carrió a su lado podría dormir tranquilo, se equivocó groseramente. En más de una oportunidad, y calculando muy bien los tiempos políticos, Carrió embistió duramente contra figuras muy cercanas al presidente (Angelici, por ejemplo) y en las últimas horas arremetió nada más y nada menos que contra el presidente de la Corte Suprema. Con posterioridad a las elecciones de 2013 Macri quedó como la única alternativa del amplio sector no peronista (o antiperonista) y conservador de la Argentina. Enfrente estaba un peronismo que había quedado malherido a raíz de la derrota. En ese momento Sergio Massa emergió como la nueva estrella fulgurante de la política. Era la esperanza blanca del peronismo. El ex jefe de Gabinete de Cristina comenzó a alejarse del kirchnerismo con el evidente propósito de aglutinar en derredor suyo a los peronistas anti K, que eran (y siguen siendo) muchos, realmente. Seguramente en ese momento se creyó el próximo presidente. Pero cometió el peor de los pecados: se la creyó. Subestimó al adversario equivocado: Macri. Por su parte, Cristina bendijo la candidatura de Scioli y luego se dedicó a hacer la plancha. El peronismo estaba fracturado pero Macri todavía no se confiaba. Necesitaba imperiosamente que la primera vuelta configurara un escenario ideal para sus intereses: salir segundo a gran distancia de Massa y que Scioli, pese a ganar, no llegue al 40% de los votos. Eso fue lo que terminó sucediendo. Esa noche Macri seguramente se sintió presidente. El ballottage era un hecho y la Rosada quedó al alcance de su mano. Su “debate” con Scioli fue sólo para la gilada. Eso sí: quedará en la historia como uno de los más grandes insultos a la inteligencia de los argentinos proferido por un candidato a la presidencia. La elección del 22 de noviembre de 2015 fue la crónica de un triunfo anunciado. Todo el mundo sabía que ganaba Macri. Finalmente las urnas dieron su veredicto: el 51,40% decidió votar por Macri y así dar comienzo a una nueva etapa en el país. Su vencido, Daniel Scioli, hizo lo que pudo. Pese a no contar con el apoyo del gobierno nacional y de haber sido mucho más sincero en el “debate”, hizo una elección muy meritoria. Pero no le alcanzó. En política no basta con hacer méritos, hay que obtener resultados. Y Macri los obtuvo. Mauricio Macri no llegó a la presidencia de casualidad. No lo puso su famoso padre ni los militares. Por el contrario, su victoria en el ballottage es el fruto de una larga carrera que comenzó, probablemente, cuando fue elegido presidente de Boca a fines de 1995. Vale decir que Macri esperó 20 años para ser presidente. No es, pues, un advenedizo, un principiante. Evidentemente es un dirigente que sabe calcular sus pasos, que mide muy bien sus próximas jugadas. Es cierto que está rodeado por gente que sabe mucho de política pero también lo es que Macri no actúa por instinto sino racionalmente. El presidente es, qué duda cabe, un adversario de cuidado. No será fácil vencerlo el año que viene. Sabe lo que quiere, cómo obtener lo que quiere y, fundamentalmente, sabe explotar las debilidades de sus adversarios. Sabe que todo hombre-o al menos, la inmensa mayoría-tiene su precio. Sabe que muchos sindicalistas son comprables y que muchos políticos peronistas odian a Cristina. Por eso Triaca invitó a varios popes sindicales a Europa y Macri puso como interventor del PJ nacional a Barrionuevo. Su problema no es la oposición sino la inflación. Es su talón de Aquiles. Se lo nota fastidioso, molesto, irritable. Para colmo, dijo durante la campaña electoral que la inflación es un problema de fácil solución. A pesar de ello-y de otros serios problemas que agobian a la sociedad-Macri conserva grandes chances de ser reelecto. Su extensa trayectoria política demuestra que es un pingo ganador, aunque a muchos les disguste-como a quien esto escribe-su personalidad y su gobierno. De manera pues que si se quiere torcer un destino que parece marcado con fuego, no queda más remedio que presentar el año que viene una única fuerza de oposición seria y responsable, con candidatos creíbles y un plan de gobierno diferente al actual (antagónico, en realidad) pero que no sea puro humo.

Siria es un pueblo devastado por una guerra civil que parece no tener fin. Su presidente, Assad, hijo de un gobernante que ejerció el poder con mano de hierro durante décadas, es apoyado principalmente por Vladimir Putin, presidente de Rusia. Assad soporta el asedio de milicias que gozan del visto bueno de Occidente. En los últimos tiempos Estados Unidos acusó al régimen de Assad de ejecutar un presunto ataque químico el 7 de abril contra la ciudad siria de Duma, tal como hizo Bush hace unos años con Saddam Hussein. La escalada verbal entre Donald Trump y Vladimir Putin se aceleró en los últimos días. Finalmente, las amenazas del megalómano norteamericano se hicieron realidad. Una lluvia de bombas acaba de sacudir a la capital siria, Damasco, provocando desolación. Un eufórico Trump expresó en Twitter que se trató de un golpe perfectamente ejecutado por las Fuerzas Armadas de su país. “¡Misión cumplida”!, bramó. La respuesta rusa no se hizo esperar. Putin declaró que su país condenaba enérgicamente el ataque y renovó su apoyo a Assad quien, según el gobierno ruso, lucha denodadamente contra el terrorismo. “Los ataques occidentales, realizados sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU, en violación de la carta de Naciones Unidas, de las normas y principios del derecho internacional, constituyen un acto de agresión contra un estado soberano”, sentenció el mandamás del Kremlin. Luego del bombardeo el presidente sirio expresó en una entrevista telefónica que la agresión de Estados Unidos “sólo refuerza la determinación de Siria de seguir luchando y aplastando al terrorismo”. Por su parte, la oposición Siria a Assad solicitó a Trump que intensifique su ofensiva contra el gobierno de Damasco. En una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU el embajador ruso ante la ONU, Vitali Churkin, calificó a los bombardeos como un accionar agresivo de parte de Estados Unidos y sus tradicionales aliados, Gran Bretaña y Francia. Nikki Haley, embajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, defendió el ataque y advirtió: “Si el régimen sirio usa sus gases venenosos nuevamente Estados Unidos está cargado y engatillado”. Cuando le tocó, intervenir el embajador sirio, Bashar Jaafari, expresó: “Si los expertos de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) nos enviaron un documento oficial el año pasado en el que se decía y se daba testimonio de que el centro no se utilizaba para una actividad que pudiera contravenir nuestras obligaciones en el marco de la OPAQ, ¿cómo se puede conciliar esto con las acusaciones que se han presentado?” (fuente: Página/12, “Dura condena de Rusia al bombardeo a Siria”, 15/4/018). En su edición del 13 de abril Página/12 publicó un artículo de Eduardo Febbro (“Una multiplicación de guerras permanentes”) en el que explica muy bien la naturaleza de este conflicto. Escribió el autor: “De la Guerra Fría a la casi guerra tórrida. El conflicto en el este de Ucrania primero y luego la guerra interna Siria donde Occidente y Rusia mezclaron las cartas hacia una tensa escalada desembocan ahora en un circuito de amenazas que pone al mundo en la frontera de un conflicto de proporciones inescrutables. El fin del mundo bipolar después de la caída del Muro de Berlín y el advenimiento de un “nuevo orden mundial” definido por el presidente George Bush (padre) no vio emerger un nuevo sistema internacional de seguridad sino una multiplicación de guerras permanentes. Siria es el último modelo” (…) “La guerra siria es una afluencia de actores y una catástrofe humanitaria: los siete años de conflicto dejaron más de medio millón de muertos y uno de los desplazamientos de población más imponentes de la historia moderna. Sea cual sea su naturaleza, una excursión militar es un rompecabezas. En abril de 2017, Donald Trump ya lanzó 59 misiles tomahawk contra una base aérea como respuesta al empleo por parte del régimen de Bachar al Assad de armas químicas. La configuración militar no cambió por ello” (…) “Pese a las gesticulaciones de Occidente, Bachar al Assad ha ganado la guerra” (…) “Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia, Arabia Saudita, Irán, Israel, Turquía (en guerra contra los Kurdos), los rebeldes kurdos respaldados por Washington, Irak, el Estado Islámico, opositores insurgentes, rebeldes islamistas y grupos afines a Al Qaeda, milicias chiítas, grupos sunitas (Frente Al Nusra) y otros salafistas más los “consejeros” enviados por las potencias conforman uno de los mayores enredos que se hayan conocido en la región. En ese río agitado de muchos brazos el régimen sirio navegó a sus anchas. La magnitud de frentes vivos torna imposible una solución radical” (…) “Lo que comenzó en 2011 junto a la Primavera Árabe como una revolución pacífica contra Bachar al-Assad y su régimen autoritario derivó en una guerra civil, luego en una confrontación regional entre Irán, Arabia Saudita y Qatar (Teherán respaldó a Bachar al-Assad y saudíes y catarías a la oposición). Más tarde, lo regional pasó a ser una confrontación internacional con dos polos mayores: Estados Unidos y sus aliados europeos y Rusia, país que selló su alianza con Damasco a partir de los años 50 del siglo pasado. En 2012, Washington y sus socios europeos se metieron en el conflicto mediante la ayuda que prometieron a la rebelión siria. La incoherencia de esa rebelión y los tanteos aproximativos de las potencias de Occidente no hicieron más que cavar la tumba de miles de civiles inocentes. En 2013, luego de otra masiva sospecha de recurso a las armas químicas por parte de las tropas de Assad, el entonces presidente norteamericano Barack Obama fijó una “línea roja”: prometió, otra vez junto a París y Londres, una respuesta que nunca llegó” (…) “La aparición del Estado Islámico y su famoso y hoy desarticulado califato trastornó las ya promiscuas estrategias de las potencias. Enfrentadas entre sí, suministrando ayuda a insurgentes sunitas que eran enemigos de otros grupos a su vez sostenidos por otras capitales aliadas, París, Londres y Washington fueron los actores quizá involuntarios del triunfo de Assad y Moscú. Se desplazaron a ciegas. Las soluciones políticas que se buscaron en el curso de innumerables negociaciones organizadas en Ginebra tampoco dieron resultados. La condición occidental-franco norteamericana-de la renuncia de Assad hipotecó cualquier salida. La guerra cambió radicalmente de naturaleza a partir de 2015 cuando entró en acción la aviación rusa. El principio fijado era “la lucha contra el terrorismo” pero Rusia extendió su radio de acción, bombardeó las bases rebeldes, incluidas aquellas apoyadas por Occidente, y contribuyó a la caída de Alepo y, por consiguiente, a la victoria de Assad” (…) “Contra ese modelo clánico (la familia Assad) se levantó parte del país en 2011 cuando Túnez, Egipto, Jordania, Yemen y Bahrein hacían lo mismo durante la Primavera Árabe. Israelíes, saudíes, cataríes y occidentales pensaron que aquella revuelta pondría fin no sólo al régimen de los al-Assad sino, también, a la creciente influencia regional del Irán chiíta enfrentado a los sunitas de Qatar y Riad. Vieron una doble oportunidad y perdieron por los dos lados. Metieron sus armas y sus intereses en juego para terminar afianzando a quienes pretendían derrotar y provocando lo que el ex Secretario general de la ONU Ban Ki-Moon calificó como “la crisis humanitaria más grande de nuestro tiempo”. ¿Qué surge de este análisis efectuado por Febbro? Que la crisis siria es un fenómeno internacional sumamente complejo en el que están implicados varios actores, entre ellos nada más y nada menos que Estados Unidos y Rusia, las dos potencias militares más relevantes del mundo, portadoras de arsenales nucleares capaces de pulverizar al mundo varias veces. En ese escenario emerge con toda claridad lo siguiente: la Argentina nada tiene que hacer allí, carece de interés geoestratégico alguno que defender. Es un conflicto que no la toca, ni siquiera la roza. Cabe, pues, preguntarse lo siguiente: ¿por qué motivo el presidente de la nación acaba de apoyar el bombardeo sobre Damasco ordenado por Trump? Durante su discurso en la Cumbre de las Américas Mauricio Macri expresó su apoyo a dicha acción militar: “la Argentina renueva su firme condena al uso de armas químicas tal como ha ocurrido en los últimos días en Siria”. Estas expresiones no hacen más que ratificar lo dicho por la Cancillería conducida por Faurie. En un comunicado condena “la existencia de facilidades dedicadas” a la “fabricación y/o almacenamiento” de armas químicas, “tal como ha ocurrido en los últimos días” (fuente: Página/12: “Macri se alinea con Trump”, 14/4/018). “En la delicada coyuntura de estas horas, Argentina hace un llamamiento a la comunidad internacional para hacer esfuerzos que permitan preservar la paz y seguridad, evitando acciones que generen una escalada de tensión y asimismo insta que se sigan caminos de diálogo en el marco de los compromisos internacionales existentes”, agrega. Desde que asumió como presidente, Macri ha colocado a las relaciones internacionales en la cima de sus prioridades. Si hubo algo que siempre cuestionó al kirchnerismo fue su político exterior. Considera que con Néstor y Cristina Kirchner la Argentina se aisló, se alejó peligrosamente de los centro de poder internacionales. Al llegar a la Casa Rosada. Macri impuso un cambio radical de política exterior sustentado en la idea de “la reinserción de la Argentina en el mundo”, entendiendo por tal el retorno del país al FMI y el BM y el alineamiento incondicional con Estados Unidos. Ese alineamiento se vio reflejado rápidamente en la visita que el por entonces presidente Barack Obama hizo al país en marzo de 2016. La última vez que un presidente norteamericano había pisado suelo argentino fue George W. Bush. La cita fue en Mar del Plata a fines de 2005 con motivo de una nueva Cumbre de las Américas. En aquella oportunidad Néstor Kirchner desafió la decisión de Bush de imponer el ALCA, lo que jamás fue perdonado por la república imperial. Para colmo, autorizó al por entonces presidente bolivariano Hugo Chávez de utilizar el estadio mundialista para organizar el anti ALCA, con la activa presencia de Diego Maradona. Macri jamás soportó la política exterior kirchnerista. Está convencido de algo por demás humillante: la Argentina debe postrarse ante las grandes potencias occidentales para “volver al mundo”. En 2016 el por entonces ministro de Hacienda Alfonso Prat Gay pidió disculpas a empresarios españoles en un encuentro en Madrid por la expropiación de YPF. ¡Se disculpó ante empresarios españoles por una decisión soberana del Estado argentino! Ni Menem se atrevió a tanto. La aplicación de un estricto programa económico ortodoxo se inscribe dentro de este nuevo paradigma. Retornar a los, organismos multilaterales de crédito es vital para el gobierno de Cambiemos. Pero este “retorno al mundo” no se circunscribe a la obediencia ciega a los dictados del FMI y el BM. Por el contrario, dicho retorno obliga al gobierno de Macri a alinearse con Estados Unidos de manera incondicional en todos los ámbitos, en especial en el ámbito estratégico-militar. Ello implica la obligación de la Argentina de apoyar sin chistar todas y cada una de las locuras militares orquestadas y ejecutadas por el emperador norteamericano, de desentenderse de la soberanía en Malvinas y de ignorar la tragedia del ARA San Juan, por ejemplo. También implica la orden presidencial de obligar a los Granaderos a Caballo de marchar portando la bandera española y de atacar al régimen chavista en cada foro internacional. Al alinearse de manera incondicional con Estados Unidos la Argentina está dispuesta a pagar un alto precio: el de dejar de ser un país soberano. Ahora bien, la política exterior macrista lejos está de ser una novedad. Es por ello que no se trata en verdad de un nuevo paradigma en política exterior sino una involución, un retorno a la política exterior menemista de los noventa. Cuando Menem asume el mundo había dejado la etapa de la Guerra Fría. En 1989 había caído el Muro de Berlín y Estados Unidos emergía como la única superpotencia del globo, dominio que se afianzó definitivamente en 1991 al implosionar la Unión Soviética. A diferencia de Macri, que cree sinceramente en Occidente, Menem decidió alinearse con Bush padre por puro pragmatismo, pura conveniencia. Ello explica su decisión de enviar a la zona caliente del golfo dos buques de guerra en señal de alineamiento incondicional. Casualidad o causalidad, en marzo de 1992 una bomba demolió la embajada de Israel y en 1994 otra bomba destruyó el edificio de la Amia. Según varios analistas estos atentados fueron consecuencia de la decisión de Menem, de origen sirio, de aliarse con Occidente en la guerra conocida como “Tormenta del desierto”. El entonces canciller Guido di Tella calificó a la política exterior menemista de manera muy explícita: “relaciones carnales”, un auténtico sincericidio político. Dos décadas más tarde, la historia vuelve a repetirse, en cierta manera. Un presidente conservador no peronista está dispuesto a hacer lo imposible por congraciarse con los poderosos del mundo, es decir las potencias de Occidente. Su apoyo genuflexo al bombardeo contra Damasco ordenado por Trump se inscribe dentro de esta estrategia carnal. Aquel alineamiento incondicional de Menem no sirvió absolutamente para nada, en el sentido que no se tradujo en un crecimiento del nivel de vida del pueblo. ¿Por qué ahora habría de ser diferente?

En su edición del 15 de abril Página/12 publicó artículos de José Pablo Feinmann (“Un gobierno de la negación”), Raúl E. Zaffaroni (“La democracia totalitaria”) y Martín Granovsky (“Explosión, consenso o implosión”).

Escribió Feinmann: “John Ford, en uno de sus mejores Films, “El hombre que mató a Liberty Balance”, de comienzos de los sesenta…presenta a tres periodistas de New York que le hacen un reportaje al senador Stewart. Al final, uno pregunta al otro: -¿Qué vas a imprimir? –En el Oeste se dice: cuando la leyenda sea más fuerte que el hecho, imprima la leyenda” (…) “Cuando la negación del hecho sea mayor que éste, hay que aceptar como verdad la negación” (…) “El Gobierno parece decidido a apelar a este recurso. Por ejemplo: si hay inflación, negará que la haya. Si hay despidos, los negará. Si hay cierre de pequeñas y medianas empresas, negará que las haya” (…) “La famosa jueza Servini de Cubría acaba de negar al peronismo, interviniéndolo. La maniobra es claramente funcional al gobierno. Se trata de desprestigiar al peronismo. Echar sombras a la oposición. Si se ha creado un arco opositor, y si su eje es el peronismo, y si el eje del eje es CFK ya se tiene el dibujo de la oposición que el gobierno quiere quebrar por medio de una justicia adicta. Y también de un poder mediático más que adicto, propio. Es un poder muy poderoso…el poder del Gobierno es mucho más que político, es también judicial y mediático, además de legislativo y ejecutivo. Ese poder se encuadra en lo que Heidegger llama “el señorío de los otros”. Bajo ese señorío vivimos hasta el agobio” (…) “Es un gobierno de la negación. Desde este punto de vista es hegeliano. Toda negatividad es afirmación de sí mismo. Tengo que negar lo que me niega para afirmarme. Si se dice que hay inflación, eso niega mi buena gobernabilidad en el plano económico. Tengo que negar eso. No hay inflación. Aquí me afirmo a mí mismo. Así, el gobierno, antes que pos moderno, es dialéctico y hegeliano. Negando lo que me niega me afirmo a mí mismo. Luego lo publico abrumadoramente, lo vuelvo en leyenda y lo publico a través de mi poder mediático adicto. Aquí me transformo en posmoderno. Hay que apelar a todos los recursos”.

Escribió Zaffaroni: “Con la palabra “democracia” creemos-o creíamos-entender que nos referimos-o referíamos-a la democracia plural, a la que corresponde a un Estado de Derecho, a la que pretende adecuarse a una sociedad abierta. Pero ha llegado el momento de precisarlo. Ya no podemos usar la palabra sin aditamentos porque nos estamos aproximando peligrosamente a una de las llamadas “democracias totalitarias” como las del último período de entreguerras y alguna aún posterior” (…) “Es necesario aclararlo porque las llamadas “democracias totalitarias” también tienen legitimidad electoral. Pero carecen de legitimidad democrática porque en ellas la mayoría coyuntural niega para siempre los derechos de la minoría y, de ese modo, impide la alternancia, con lo cual también niega y se burla del derecho de la mayoría a cambiar de opinión. Su coronación, como es sabido, es el “partido único” (…) “El problema es que, al parecer, todo indica que, por caminos nuevos, vamos acercándonos a ese fenómeno. El actual gobierno de nuestra pobre Patria no se conforma ya con poner en prisión al ex vicepresidente, al candidato a vicepresidente opositor, a amenazar con prisionizar a la ex presidenta, a hacerlo con sus ex ministros, a sostener prisiones preventivas insólitas, a impedir a un ex ministro que se trate su grave enfermedad, a llamar a indagatoria al candidato a presidente opositor, a mantener en prisión a una diputada por discriminación múltiple, ni a reponer la picota exponiendo a opositores al escarnio público ante millones de televidentes” (…) “Ahora da un paso más adelante en el sendero de su particular “democracia”, quizá completando el panorama con un “partido único” mediante la intervención inconsulta al principal partido de la oposición” (…) “No se trata de las proscripciones nada hipócritas, sino abiertas y descaradas, de las dictaduras…Por lo menos éstas asumían la responsabilidad de sus atrocidades. Pero ahora se procede arteramente, en una forma que pretende ser “legal”, para lo cual se apela a una intervención judicial al mejor estilo del moderno “lawfare” (…) “Es realmente triste ver cómo la sombra de la República arrastra cadenas con los restos de la democracia, la carcasa vacía del Estado de Derecho y la balanza abollada de la Justicia. La intervención al Partido Justicialista era el eslabón que les faltaba a estas cadenas”.

Escribió Granovsky: “La inflación de la inteligencia se conecta con dos ilusiones. Una, la de controlar absolutamente al enemigo o al adversario. Otra, la de controlar absolutamente a los propios servicios de inteligencia. Nada de eso es posible. O al menos no es posible en un ciento por ciento” (…) “En los Estados Unidos hay varias guerras internas al mismo tiempo. Entre Donald Trump y los Clinton. Entre la CIA y el FBI, entre los generales y los halcones que se creen más marciales que los propios militares” (…) “La Argentina también experimenta sus guerritas. Elisa Carrió y equipo contra Ricardo Lorenzetti. Elisa Carrió más Mauricio Macri contra la mayoría actual de la Corte Suprema” (…) “La Agencia Federal de Inteligencia divida, a su vez, en sectores internos” (…) “En las guerritas también están los jueces federales, que a veces se articulan y a veces funcionan como ciudades-estado: cada uno se cree soberano y actúa como si lo fuera. Y actúan, claro, los operadores judiciales de la Presidencia o los que trabajan free lance para la Presidencia” (…) “Las escuchas…forman parte de este escenario. Cuando el pedido judicial está fundado y la escucha se limita a la búsqueda de pruebas reales para un delito, las dudas son menores. El problema es cuando la escucha se origina en la vocación de extorsionar o en el objetivo de filtrar” (…) “La vida política está dominada hoy por una cultura persecutoria, o sea por la lógica de la guerra. Por eso la pérdida de la libertad ya no es un tema del Código Penal sino un castigo arbitrario alentado o planificado por el Poder Ejecutivo” (…) “Es el tipo de problema que se resuelve por explosión o por consenso. La explosión no le conviene a nadie: genera violencia. Una solución por consenso sería la deseable. Si no, el gobierno podría terminar sufriendo una implosión…El diccionario ofrece dos acepciones para implosión. Primera: “Hundimiento y rotura hacia dentro de las paredes de un recipiente cuya presión es inferior a la del exterior”. Segunda: “Fenómeno cósmico que consiste en la disminución brusca del tamaño de un astro”.

En su edición del 14 de abril Página/12 publicó un artículo de Luis Bruschtein titulado “Barrioviejo”. Escribió el autor: “Con la llegada de Mike Pompeo a la secretaría de estado de los Estados Unidos y de Gina Haspel en la CIA, Washington quedó mayoritariamente en manos del complejo armamentístico. Como lo han hecho cada vez que debieron reactivar la economía, las medidas proteccionistas que viene tomando el presidente Donald Trump serán reforzadas con políticas guerreristas como factor de desarrollo interno. Las fábricas de armamento han sido siempre el factor que traccionó al resto de la economía norteamericana. No es casual que en ese contexto se produzca la denuncia de un supuesto bombardeo por fuerzas gubernamentales sirias con armas químicas en la ciudad de Duma” (…) “Seguramente habrá una acción militar en Siria donde los rusos tienen fuerzas desplegadas para combatir a ISIS y al Qaeda. Lo real es que el planeta puede estar ante la inminente escalada de nuevos focos de guerra. Trump actualiza el viejo aforismo de que los nacionalismos en las economías centrales son imperialistas, mientras que los nacionalismos en los países periféricos son antiimperialistas” (…) “El tema central de la Cumbre es “La lucha contra la corrupción” y se celebra en un país donde el presidente que la organizó, Pedro Pablo Kuczynski, debió renunciar pocos días antes por haber recibido coimas de Odebrecht, de lo que está también acusado el jefe de los espías argentinos, Gustavo Arribas, íntimo amigo del presidente Mauricio Macri” (…) “La reunión fue un desastre para el proceso de integración regional que habían profundizado los gobiernos populares de la década pasada. Lo único que quedó claro es la prioridad que le asigna Washington, incluso por encima de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, a lo que llama la “lucha contra la corrupción”. Fue la consigna que impuso como tema central de la reunión y que en realidad se convierte en el Lawfare o guerra jurídica, que reemplaza con la manipulación de la información, de jueces y amplios sectores del Poder Judicial, a los viejos golpes de Estado y la antipática doctrina de la seguridad nacional” (…) “Un exponente de esa política es el juez Sergio Moro que, en el marco de esa estrategia internacional, ordenó encarcelar a Lula para evitar que ganara las próximas elecciones en Brasil” (…) “En este contexto, donde Estados Unidos prioriza “la lucha contra la corrupción”, que en realidad es una guerra judicial para mantener su hegemonía regional, Trump nombró como nuevo embajador en Argentina al conservador ex juez de Texas, Edward Prado” (…) “La guerra judicial no es una conspiración secreta internacional, sino la estrategia de poder de la administración norteamericana y la derecha latinoamericana para los países de la región. Se aplica en cada uno, según los procesos políticos y las alianzas que puedan realizar. Pero resulta cada vez más evidente que habría que encuadrar las resoluciones judiciales en el marco que plantean estos antecedentes” (…) “La intervención del Partido Justicialista por la jueza María Servini de Cubría es un buen ejemplo. Sería exagerado decir que fue ordenada por Washington. Pero es evidente que se da en un contexto donde las derechas regionales aliadas a Washington están utilizando la misma estrategia que pasa por la manipulación de la información y la cooptación de jueces y sectores del Poder Judicial como herramientas de la acción política”.

En su edición del 14 de abril La Nación publicó un artículo de Eduardo Fidanza titulado “Una celada patética al peronismo fantasmal”. Escribió el autor: “La octava acepción de “fantasma” en el diccionario de la real academia es: “población no habitada”. Unas páginas más adelante se define “patético”-en su segunda acepción-como “penoso, lamentable o ridículo”. “Celada”, por su parte, significa dos cosas: emboscada, acecho al enemigo para asaltarlo, tomándolo desprevenido; y también “engaño o fraude dispuesto con artificio o disimulo”. Articular estas palabras en una oración, describe un acto sin sentido” (…) “No obstante, para el pícaro-“tramposo y desvergonzado”, según el diccionario-puede ser un recurso para seguir figurando. Un esfuerzo destinado a lograr lo improbable: revertir la decadencia, bajo la forma de vejez o descrédito. Recurriendo otra vez al diccionario: decaer significa para las personas “ir a menos, perder alguna parte de las condiciones o propiedades que constituían su fuerza, bondad, importancia o valor” (…) “Esta semana, una jueza controvertida en edad de jubilarse y un sindicalista desprestigiado compusieron esa escena decadente” (…) “A esa sede (del PJ Capital) y a otras…parece que sorprendió a un joven investigador norteamericano del peronismo, quien luego de visitarla observó una paradoja indescifrable para un politólogo extranjero: ¿cómo podía ser que ese edificio vacío y mal iluminado, a cargo de un custodio y una secretaria, alojara la sede del partido político más importante de la Argentina? Esta anécdota le habría ocurrido a Steven Levitsky, que acaso empezó a reformular a partir de esa experiencia las hipótesis que lo llevarían a desarrollar una de las interpretaciones más lúcidas del peronismo, plasmada en numerosos aportes, entre los que se destaca el libro “La transformación del justicialismo (del partido sindical al partido clientelista, 1983-1999)” (…) “El título (de un capítulo del libro) es un oxímoron, que constituye todo un editorial sobre el peronismo: “Una desorganización organizada”. El texto original comienza así: “El partido justicialista o peronista” argentino representa desde hace un tiempo un misterio para los analistas. Si bien su fuerza electoral está más allá de toda discusión, la debilidad e inactividad de la burocracia partidaria y de los cuerpos formales dirigenciales han llevado a numerosos estudiosos a describir la organización de este partido como inexistente…para describir al Partido Justicialista original y al actual: “cadáver”, “apéndice de las instituciones estatales”, “membrete” o “sello”, manejado por un pequeño grupo de operadores asentados en la provincia de Buenos Aires” (…) “No se necesita ser peronista para constatar que esta es una descripción insuficiente, que puede deleitar a sus adversarios, pero omite la fortaleza del movimiento que dominó la inestable democracia argentina en los últimos 70 años” (…) “Levitsky cifró esa solidez caracterizándolo como un partido de masas informal…el énfasis está puesto en la organización, no en la ideología, que puede mutar, como se ha observado tantas veces” (…) “Con su patética celada, la jueza y el sindicalista decadentes podrían potenciar este prejuicio, aportando más causas al certificado de defunción que algunos se apresuran a extenderle al movimiento fundado por Perón” (…) “Quizá sea conveniente no confundir el justicialismo fantasmal con el real y la pérdida ocasional del poder con el ocaso definitivo. Y tampoco sostener dos afirmaciones no demostradas: 1) que la corrupción incumbe principalmente al peronismo; y 2) que se puede capturar pronto, con obras y programas sociales, su voto arraigado en los sectores populares. La evidencia indica otra cosa, moderando el optimismo oficialista: en este país la corrupción es estructural, salpica a todos; y, por ahora, el representante electoral de la mayoría de los pobres sigue siendo el peronismo”.

En su edición del 13 de abril La Nación publicó un artículo de Sergio Berensztein titulado “El riesgo de que la lucha anticorrupción afecte la gobernabilidad”. Escribió el autor: “Luego de largas décadas de encendida retórica integracionista, los países de América Latina carecen de mecanismos mínimos de coordinación en áreas vitales de política pública, no solo en materia comercial, financiera, fiscal, de defensa e infraestructura” (…) “Una sensación de frustración similar podría surgir cuando evaluemos los resultados concretos de esta nueva reunión de mandatarios regionales, dedicada nada menos que a la “gobernabilidad democrática frente a la corrupción” (…) “En primer lugar, porque la propia formulación ignora un hecho histórico tan doloroso como real: como ocurrió con muchos países europeos que fueron espejo de nuestras transiciones a la democracia…la corrupción constituyó, lejos de un obstáculo para su consolidación, uno de los mecanismos de cooperación más potentes, en el sentido de modificar prácticas arraigadas dentro de las respectivas elites nacionales” (…) “Sin embargo, el uso político de la corrupción implicó una innovación que discontinuó décadas de inestabilidad institucional y reversiones autoritarias. De este modo, fue posible desandar las lógicas de confrontación intensa, el divisionismo, la polarización y la interrupción de la continuidad institucional con golpes militares. En vez de desplazarse del poder con la intervención de actores “ajenos” al sistema, las élites políticas comenzaron a alternarse y compartir el poder con las mieles aparejadas, tanto formales (vía presupuestaria) como informales (vía la corrupción)” (…) “Primera conclusión: la corrupción no es un fenómeno exógeno a la gobernabilidad democrática, tal como fue históricamente concebida en las últimas décadas de desarrollo político latinoamericano. Por el contrario es endógena” (…) “En segundo lugar, y como consecuencia de lo anterior, los participantes de la cumbre de Lima en general carecen de la reputación, las credenciales y la autoridad moral para formular propuestas creíbles y sustantivas para revertir la inercia de tantas décadas de desidia y descontrol” (…) “Segunda conclusión: los vínculos público-privados no fueron ajenos a las prácticas corruptas, sino que constituyeron un componente fundamental. Esto ocurrió tanto bajo gobiernos autoritarios como en las experiencias democráticas que tuvieron lugar en las últimas décadas” (…) “¿Cómo se rompen inercias y comportamientos tan arraigados? ¿Cómo se modifican prácticas y (dis) valores que han permeado en amplios espacios institucionales e influido en las decisiones de los principales protagonistas de la vida política nacional? Interrogantes cruciales sin respuestas sencillas”.

En su edición del 12 de abril Página/12 publicó un artículo de Boaventura de Sousa Santos titulado “Los tribunales lo condenan; la historia lo absolverá”. Escribió el autor: “El proceso Lula da Silva pone descaradamente de manifiesto que algo está podrido en el sistema judicial brasileño, evidenciando procedimientos y prácticas incompatibles con principios fundamentales de un Estado de derecho democrático, los cuales deben ser denunciados y democráticamente combatidos” (…) “El principio de independencia de los tribunales constituye uno de los principios básicos del constitucionalismo moderno como garantía del derecho de los ciudadanos a una justicia libre de presiones e interferencias tanto del poder político como de poderes fácticos, nacionales o internacionales. El refuerzo de las condiciones de ejecución de esos principios se da a través de modelos de gobierno del Poder Judicial con amplia autonomía administrativa y financiera. Sin embargo, en una sociedad democrática, ese refuerzo no puede deslizarse hacia un poder selectivo y totalitario, sin fiscalización y sin que exista un sistema de contrapesos. El proceso Lula da Silva evidencia un poder judicial en el que tal deslizamiento está en curso” (…) “En un Estado democrático de derecho, los tribunales tienen que ser espacios de profundización de derechos. Lo que sucede en Brasil es precisamente lo contrario. La Constitución brasileña determina que nadie se considerará culpable si no es en virtud de una sentencia condenatoria firme, es decir, hasta que se agoten todas las posibilidades de recurso” (…) “¿Cuál es la legitimidad social y política del poder judicial para restringir derechos y libertades fundamentales constitucionalmente consagrados? ¿Cómo puede un ciudadano o una sociedad quedar a merced de un poder que dice tener razones legales que la propia ley desconoce? ¿Qué confianza puede merecer un sistema judicial que cede a presiones militares que amenazan con un golpe si la decisión no es la que prefieren, o a presiones extranjeras, como las que están documentadas de interferencia del departamento de Justicia y del FBI de Estados Unidos en el sentido de agilizar la condena y ejecutar la pena de prisión de Lula” (…) “El debate mediático en torno a la prisión de Lula destaca el hecho de que el proceso fue apreciado y juzgado por un tribunal de segunda instancia que no solamente confirmó su condena, sino que además agravó la pena. Este agravamiento obligaría a una justificación adicional de culpabilidad. Desgraciadamente, la hegemonía ideológica de derecha que domina el espacio mediático no permite un debate jurídicamente serio al respecto. Si ello fuese posible, se comprendería cuán importante es cuestionar las pruebas materiales, las pruebas directas de los hechos en los que se asentó la acusación y la condena. Esas pruebas no existen en el proceso. La acusación y condena a 12 años de prisión de Lula da Silva se funda, sobre todo, en informaciones obtenidas mediante acuerdos de delación premiada y en presunciones” (…) “El guión mediático de la demonización del PT es tan obsesivo cuanto grotesco. Consiste en la siguiente ecuación: corrupción=Lula=PT. Cuando se sabe que la corrupción es endémica, alcanza a todo el Congreso e incluso supuestamente al actual presidente de la República” (…) “Por increíble que parezca, de la lectura de las sentencias se concluye que la supuesta prueba es mera presunción y convicción de los magistrados. Las campañas antipetismo hacen recordar las campañas antisemitismo de los tiempos del nazismo. En ambos casos, la prueba para condenar consiste en la evidente no necesidad de probar”.

En su edición del 12 de abril Página/12 publicó un artículo de Boaventura de Sousa Santos titulado “Los tribunales lo condenan; la historia lo absolverá”. Escribió el autor: “El proceso Lula da Silva pone descaradamente de manifiesto que algo está podrido en el sistema judicial brasileño, evidenciando procedimientos y prácticas incompatibles con principios fundamentales de un Estado de derecho democrático, los cuales deben ser denunciados y democráticamente combatidos” (…) “El principio de independencia de los tribunales constituye uno de los principios básicos del constitucionalismo moderno como garantía del derecho de los ciudadanos a una justicia libre de presiones e interferencias tanto del poder político como de poderes fácticos, nacionales o internacionales. El refuerzo de las condiciones de ejecución de esos principios se da a través de modelos de gobierno del Poder Judicial con amplia autonomía administrativa y financiera. Sin embargo, en una sociedad democrática, ese refuerzo no puede deslizarse hacia un poder selectivo y totalitario, sin fiscalización y sin que exista un sistema de contrapesos. El proceso Lula da Silva evidencia un poder judicial en el que tal deslizamiento está en curso” (…) “En un Estado democrático de derecho, los tribunales tienen que ser espacios de profundización de derechos. Lo que sucede en Brasil es precisamente lo contrario. La Constitución brasileña determina que nadie se considerará culpable si no es en virtud de una sentencia condenatoria firme, es decir, hasta que se agoten todas las posibilidades de recurso” (…) “¿Cuál es la legitimidad social y política del poder judicial para restringir derechos y libertades fundamentales constitucionalmente consagrados? ¿Cómo puede un ciudadano o una sociedad quedar a merced de un poder que dice tener razones legales que la propia ley desconoce? ¿Qué confianza puede merecer un sistema judicial que cede a presiones militares que amenazan con un golpe si la decisión no es la que prefieren, o a presiones extranjeras, como las que están documentadas de interferencia del departamento de Justicia y del FBI de Estados Unidos en el sentido de agilizar la condena y ejecutar la pena de prisión de Lula” (…) “El debate mediático en torno a la prisión de Lula destaca el hecho de que el proceso fue apreciado y juzgado por un tribunal de segunda instancia que no solamente confirmó su condena, sino que además agravó la pena. Este agravamiento obligaría a una justificación adicional de culpabilidad. Desgraciadamente, la hegemonía ideológica de derecha que domina el espacio mediático no permite un debate jurídicamente serio al respecto. Si ello fuese posible, se comprendería cuán importante es cuestionar las pruebas materiales, las pruebas directas de los hechos en los que se asentó la acusación y la condena. Esas pruebas no existen en el proceso. La acusación y condena a 12 años de prisión de Lula da Silva se funda, sobre todo, en informaciones obtenidas mediante acuerdos de delación premiada y en presunciones” (…) “El guión mediático de la demonización del PT es tan obsesivo cuanto grotesco. Consiste en la siguiente ecuación: corrupción=Lula=PT. Cuando se sabe que la corrupción es endémica, alcanza a todo el Congreso e incluso supuestamente al actual presidente de la República” (…) “Por increíble que parezca, de la lectura de las sentencias se concluye que la supuesta prueba es mera presunción y convicción de los magistrados. Las campañas antipetismo hacen recordar las campañas antisemitismo de los tiempos del nazismo. En ambos casos, la prueba para condenar consiste en la evidente no necesidad de probar”.

En su edición del 11 de abril La nación publicó un artículo de Andrés Malamud titulado “Brasil es hoy una democracia tutelada”. Escribió el autor: “(…) Brasil no es para principiantes, decía Tom Jobim. Tampoco para iniciados, gruñen desde la cárcel los más de 60 convictos por el Lava Jato, la mayor investigación de corrupción de la historia” (…) “Los presos recorren todo el espectro ideológico. Y a su modo, hacen justicia social: en un país patriarcal, con millones de pobres y mayoría mulata, los convictos son mayoritariamente hombres blancos y, por supuesto, ricos. Entre ellos figura Marcelo Odebrecht, uno de los empresarios más poderosos de Brasil; José Dirceu, expresidentes del PT y mano derecha de Lula, y Joao Santana, el publicista que diseñó las campañas electorales de Lula, Dilma, Hugo Chávez y algún político argentino” (…) “El fenómeno tampoco es nuevo en Brasil: Lula es el sexto expresidente encarcelado, aunque es el primero en serlo por un caso de corrupción. El fenómeno se extiende para abajo y por todo el cuerpo político: de los últimos siete gobernadores de Río de Janeiro, cinco están bajo investigación judicial, los otros dos se murieron. De los cinco investigados, tres ya están presos y el actual gobernador está precalentando” (…) “Mientras la democracia brasileña estaba sitiada por el mal gobierno y la corrupción, llegó la infantería. Con una serie de frases que van de la desubicación al golpismo, algunos militares (la mayoría en retiro) salieron al rescate de la moral y las buenas costumbres” (…) “En 2004 el juez Sergio Moro publicó su ahora famoso opúsculo en que vaticinaba el Lava Jato bajo el ejemplo del Mani Pulite. En el mismo año, Jorge Zaverucha, doctorado en la universidad de Chicago y profesor en la de Pernambuco, escribía en Folha de Sao Paulo que “el militarismo es un fenómeno amplio, regularizado y socialmente aceptado en Brasil” (…) “En 2002, un candidato presidencial llegó a afirmar sobre la dictadura que “los militares, con todos los defectos de visión política que tuvieron, pensaron a Brasil estratégicamente”. Ese candidato era Lula” (…) “Visto desde la Argentina…es inadmisible que las Fuerzas Armadas intervengan en la vida pública. Visto desde Brasil…las Fuerzas Armadas evocan el orden antes que el autoritarismo. No se trata de justificar, sino de entender. El problema no es que los militares hablen, sino que los civiles hayan abdicado de controlarlos. En palabras del periodista Elio Gaspari, la declaración extemporánea del jefe del Ejército “expuso el peor legado de la breve presidencia de Michel Temer: él plantó la semilla de la anarquía militar, que estaba adormecida desde finales del siglo pasado”. Brasil es hoy una democracia tutelada, en la que los uniformados no gobiernan, pero tienen poder de veto” (…) “Los contrastes con la Argentina también se manifiestan en las investigaciones de corrupción, pero al revés. Para empezar, la prisión de Lula no es preventiva: ya fue condenado en dos instancias. Guste o no, el expresidente está en al cárcel por sentencia y no por sospecha” (…) “Al lado de Comodoro Py, el circo judicial brasileño parece una ópera. Y Lula no está proscripto: la habilitación de las candidaturas la realizará el tribunal electoral recién en septiembre, un mes antes de las elecciones” (…) “Para la credibilidad de la justicia y el futuro de la democracia brasileña, el problema no es Lula preso, sino Temer libre”.

La escandalosa e irresponsable intervención al PJ nacional ocultó o, mejor dicho, careció de una repercusión que debió y mereció tener la falta absoluta de respeto del presidente de la nación por el Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín. Durante la visita del franquista Mariano Rajoy al país Mauricio Macri organizó un desafile militar en su honor, lo que hasta aquí no constituye nada grave. Lo que sí lo es fue el hecho de ver a los actuales Granaderos a Caballo portando una bandera española, la bandera del imperio que sometió a sangre y fuego estas tierras hace unos siglos. Lo increíble del caso es que nada ocurrió ya que los grandes medios lo ignoraron y el pueblo ni se inmutó. Pero lo cierto es que el primer mandatario se mofó de un cuerpo de élite creado nada más y nada menos que por José de San Martín, nuestro militar más ilustre. Frente a semejante afrenta conviene rememorar la historia de los Granaderos a Caballo para que todos nos percatemos de la magnitud del agravio cometido por Mauricio Macri. Cuando llegó al territorio de las flamantes Provincias Unidas del Río de la Plata, el por entonces teniente coronel José de San Martín se dio cuenta que su organización militar era deficiente. A raíz de ello el gobierno Superior Provisional (Chiclana, De Sarratea, Rivadavia y De Herrera) del territorio recientemente independizado de España decidió nombrarlo teniente coronel de Caballería y comandante del Escuadrón de Granaderos. El libertador de América sabía que era muy importante para la seguridad de los flamantes territorios independientes contar con un cuerpo de caballería idóneo y calificado, compuesto por hombres bien preparados profesionalmente, con fuerte personalidad militar y con una moral de hierro. De esa forma las precarias milicias revolucionarias del Río de la Plata contarían con un importante apoyo logístico para hacer frente al desafío español. Pero además quedaría constituida una unidad militar que estaría compuesta por los mejores soldados y oficiales, una unidad que, además de ser un ejemplo para toda la tropa, serviría de insignia dentro las Fuerzas Armadas. Fue por ello que San Martín estipuló un estricto código de disciplina-el Código de Honor sanmartiniano-que hasta el día de la fecha rige el accionar diario de los Granaderos a Caballo. Se trata de la enumeración de una serie de conductas consideradas “delitos” y que, en virtud de ello, hacían de los Granaderos merecedores de la expulsión del cuerpo: “1. Por cobardía en acción de guerra, en las que aún agachar la cabeza será reputado tal. 2. Por no admitir un desafío, sea justo o injusto. 3. Por no exigir satisfacción cuando se halle insultado. 4. Por no defender a todo trance el honor del cuerpo cuando lo ultrajen a su presencia o sepa ha sido ultrajado en otra parte. 5. Por trampas infames como de artesanos. 6. Por falta de integridad en el manejo de intereses, como no pagar a la tropa el dinero que se haya suministrado para ella. 7. Por hablar mal de otro compañero con personas u oficiales de otros cuerpos. 8. Por publicar las disposiciones internas de la oficialidad en sus juntas secretas. 9. Por familiarizarse en grado vergonzoso con los sargentos, cabos y soldados. 10. Por poner la mano a cualquier mujer aunque haya sido insultado por ella. 11. Por no socorrer en acción de guerra a un compañero suyo que se halle en peligro, pudiendo. 12. Por presentarse en público con mujeres conocidamente prostituidas. 13. Por concurrir a casas de juego que no sean pertenecientes a la clase de oficiales, es decir, jugar con personas bajas e indecentes. 14. Por hacer un uso inmoderado de la bebida en términos de hacerse notable con perjuicio del honor del cuerpo”. A raíz de las complicaciones provocadas por el desarrollo del proceso revolucionario no fue sencilla la preparación de los miembros de este cuerpo de élite. Sin embargo, en diciembre de 1812 ya estaban constituidos tres escuadrones de Granaderos a Caballo. El bautismo de fuego tuvo lugar en la localidad santafesina de San Lorenzo, a pocos kilómetros al norte de la ciudad de Rosario. San Martín y sus Granaderos arribaron al Convento de San Carlos en la noche del 3 de febrero de 1813. Su objetivo era resguardar las costas del Río de la Plata para prevenir posibles incursiones españolas. En ese momento San Martín se entera de un futuro desembarco realista en una zona cercana al convento y decide entrar en combate para evitar que la flota española se reabastezca de víveres en tierra. De esa forma lograría obstaculizar eventuales futuros avances por tierra de las tropas invasoras. San Martín y sus 120 granaderos esperaron el arribo de los realistas protegidos por los muros del convento. El objetivo del gran militar era evitar que los españoles tuvieran la más mínima sospecha de su presencia en el lugar. De esa forma, una vez que los españoles se acercaran al terreno situado delante del convento, quedarían a su merced ya que los atacaría por sorpresa. A la señal del clarín, los dos escuadrones dispuestos estratégicamente por San Martín se lanzaron sobre las líneas enemigas, unos 250 soldados que sólo atinaron a replegarse como pudieron mientras repelían como podían el sorpresivo poder de los granaderos. Como todo el mundo sabe San Martín y sus hombres derrotaron a los realistas en quince minutos. El factor sorpresa fue vital. Los invasores abandonaron el lugar totalmente desconcertados dejando a su paso su artillería, y sus muertos y heridos. Como siempre sucede con los que ganan, San Martín fue nombrado Comandante de las fuerzas de la Capital por el Gobierno de Buenos Aires. El nuevo desafío de San Martín y sus granaderos se llamó Montevideo, que estaba bajo el control de los españoles. El gobierno de Buenos Aires envió al flamante comandante en auxilio de Manuel Belgrano, que estaba por arribar a Tucumán. Las tropas sanmartinianas arribaron a dicha ciudad el 12 de enero de 1814. Ambos patriotas se encontraron en la “Posta de Yatasto”. El regimiento de Granaderos a Caballo tuvo varios “encontronazos” con los realistas poniendo en evidencia su conocimiento del manejo de técnicas de combate convencional y de guerra de guerrillas. Luego de una serie de combates el regimiento aseguró el éxito de la revolución en septiembre de 1816. Mientras tanto, el escuadrón tercero y cuarto del Regimiento se dirigieron a la Banda Oriental en ayuda del ejército de Oriente. En junio de 1814 ambos ejércitos entraron victoriosos en la Plaza Fuerte de Montevideo. En agosto de 1814 San Martín fue designado gobernador intendente de Cuyo. En julio de 1816 se reunió con su jefe de escuadrones tercero y cuarto. Junto con los escuadrones primero y segundo conformaron todo el Regimiento que participó de la campaña en Chile. Entre 1817 y 1820 el Regimiento de Granaderos a Caballo tuvo tres escuadrones, con 32 oficiales, 21 sargentos, 39 cabos y 397 soldados en total. A comienzos de 1821, el escuadrón de Granaderos a Caballo del Perú se constituyó con el aporte de los Granaderos de los Andes. Luego de la campaña esa unidad se distribuyó entre los Granaderos de los Andes y los Húsares de la Legión Peruana de la Guardia. En abril de 1822 un escuadrón compuesto por 96 granaderos fue protagonista de la batalla de Riobamba (Ecuador) considerada por los expertos la más brillante victoria militar de caballería durante la Guerra de la Independencia. Por esta acción Simón Bolívar denominó a este cuerpo de élite Granaderos de Riobamba, que en mayo participó en la batalla de Pichincha. Luego de la batalla de Ayacucho los Granaderos se situaron en Arequipa en marzo de 1825. En diciembre comenzó el cruce de la cordillera rumbo a Mendoza. El 13 de enero de 1826 comenzaron el viaje a Buenos Aires. De un total de 1000 hombres que llegó a tener el regimiento, sólo volvieron a Buenos Aires unos 120. Por decreto del 23 de abril de ese año el presidente Bernardino Rivadavia los convirtió en su escolta presidencial (fuente: Wikipedia y su profusa bibliografía a pie de página). Emerge en toda su magnitud la importancia del cuerpo de élite creado por San Martín durante las guerras de la Independencia. De no haber contado con los Granaderos a Caballo otra hubiera sido la historia. ¿Hubieran existido lo que hoy se conocen como Argentina, Chile y Perú? Estos tres países le deben a los Granaderos nada más y nada menos que su independencia. Gracias a que existieron estos soldados se consolidó el proceso revolucionario comenzado el 10 de Mayo de 1810. Tal como lo hacen contar los registros históricos los Granaderos fueron soldados valientes, imbuidos de inquebrantables principios éticos. Pero para lograr conformar un cuerpo de élite de semejante magnitud fue fundamental el liderazgo de San Martín. Este militar predicó con el ejemplo, con su ejemplo. A diferencia de lo que hicieron otros militares en otros conflictos más cercanos, San Martín no sólo estuvo al lado de los Granaderos en las batallas sino que se situó al frente. Los argentinos le debemos mucho a San Martín y sus Granaderos a Caballo. En realidad, le debemos todo. Le debemos ser lo que es Argentina en la actualidad. Porque de no haber existido ni San Martín ni sus Granaderos muy probablemente los realistas hubieran aplastado a la revolución y reestablecido la colonia. Ellos son nuestros máximos héroes, qué duda cabe. Pues bien, Mauricio Macri, al obligar a los actuales Granaderos a Caballo a marchar en homenaje al franquista Rajoy portando la bandera española, está tomando posición en relación con las guerras de la Independencia. Está reconociendo su favoritismo por la corona de España. De haber vivido en aquella época Macri seguramente hubiera sido un colaboracionista de España o, lo que es lo mismo, un traidor a la Patria. Evidentemente para Macri es una necesidad casi vital el pedir perdón a España por el atrevimiento que tuvieron los patriotas de haber consumado la revolución. Cree sinceramente que el 10 de Mayo de 1810 le hizo mal a ese territorio. Cree que el virreinato del Río de la Plata debería haber mantenido su vigencia durante mucho tiempo. Para el presidente todo lo que huela a independencia le provoca escozor. Siente en lo más profundo de su ser que lo que hicieron Moreno, Castelli y sus amigos fue nefasto, una falta de respeto a la investidura de los reyes de España. Para él es lógico y natural que haya imperios que manejen a piacere sus dominios. Es lógico y natural que haya colonias. En su opinión es lógico y natural que haya países que nacieron para dominar y otros países para ser sojuzgados. Igual que Macri piensan la clase media alta y la clase alta de la Argentina. Por eso toleran que, en estos momentos, esté anclado frente al centro porteño un buque británico y que los Granaderos hayan marchado portando la bandera española. Para dichas clases está bien que eso pase porque así debe ser. A esta altura no cabe la menor duda que el gobierno de Cambiemos quiere hacer de la Argentina una colonia de alguna potencia. Es probable que el más íntimo deseo del presidente sea hacer de la Argentina un apéndice de Estados Unidos o de algún país importante de Europa. Como Trump y Merkl lo menosprecian bastante, cree ver en Mariano Rajoy el presidente ideal para materializar ese objetivo. Ahora bien, ¿no se da cuenta Macri que con semejante bajeza lo único que consigue es granjearse el menosprecio mundial? ¿Qué cree que siente en la intimidad Mariano Rajoy? ¿Cree que siente respeto por Argentina y su presidente? No, lo que siente es asco y repugnancia, aunque, claro está, se cuidará mucho de exteriorizar esos sentimientos. ¿No se da cuenta el presidente que hechos como el de los Granaderos a Caballo portando la bandera española son noticia en todo el mundo? ¿No se da cuenta que si Rajoy siente en la intimidad asco y repugnancia, sienten lo mismo Trump, Merkl, Putin y el resto de los poderosos del mundo? ¿Se imagina el presidente a Merkl, May o Macron obligando a sus tropas a marchar en un día festivo portando la bandera con la esvástica? Evidentemente no se lo imagina y, lo peor de todo, es que el presidente cree que es alguien con peso propio dentro del concierto de las naciones más importantes del planeta.

En su edición del 11 de abril Página/12 publicó un artículo de Mario Wainfeld titulado “Servini conducción”. Escribió el autor: “La jueza federal con competencia electoral María Romilda Servini ejerce dicho apostolado desde hace más de un cuarto de siglo. Su momento de fama mediático se remonta a aquella época, cuando censuró un programa de Tato Bores” (…) “Participó en la represión del 20 de diciembre de 2001. Dictó fallos memorables condenando el robo de bebés, en parte contrapesados por decisiones deprimentes en varias materias” (…) “Entiende de política y de derecho, es consciente de sus actos” (…) “Con ese bagaje, casi sobra decir que Servini sabe que lo más resonante de la intervención al PJ es el nombramiento del interventor, Luis Barrionuevo” (…) “La designación queda librada a la discrecionalidad de la magistrada. No está sometida a una lista preestablecida ni (Dios sea loado) tuvo que recurrir a los viciosos sorteos del Poder Judicial. Podía escoger entre millones de personas, debe hacerse cargo de su criterio. Discrecionalidad y arbitrariedad no son sinónimos. En este caso, funcionan como antónimos” (…) “Su Señoría incurrió en una provocación mayúscula, viciada por la parcialidad. Una gracia concedida al integrante de una facción interna del PJ, a la sazón muy cercana al oficialismo nacional” (…) “Ni el perfil ni la biografía del interventor resisten un escrutinio serio. Servini injiere de modo torpe en la interna del PJ, abusa de sus prerrogativas” (…) “Barrionuevo es un dirigente que construye poder en soportes por demás variados. No es la figura más poderosa de la Argentina, pero no hay tantas que combinen tantos espacios de acumulación” (…) “El sindical primero, el más sólido y perdurable” (…) “El político territorial es otro” (…) “El fútbol, cómo no. Llegó a ser presidente de Chacarita, donde subsiste su influjo” (…) “Ahora enriquece la colección con la intervención al PJ, que salió corriendo a asumir” (…) “El impacto no parece muy lesivo, a primera vista. El PJ es una maquinaria poco activa durante los interregnos electorales. La próxima votación nacional comienza el recorrido en junio del año próximo lo que deja margen para que las autoridades del PJ se despabilen y se apliquen a desarmar la movida” (…) “Servini cita profusamente al “General Juan Domingo Perón”, sin privarse de referencias a las Veinte Verdades” (…) “Funda parcialmente la decisión en una retahíla de argumentos ajenos a su competencia, jurídica e intelectual” (…) “Analiza las performances electorales del peronismo, sus divisiones. Opina que son nocivas y las conecta con las (supuestas) irregularidades del partido que no se abordan en la medida cautelar” (…) “Extraña causalidad la del discurso de Servini…para ella las derrotas son consecuencia de la crisis partidaria” (…) “La relación entre el Poder Judicial y la “política” llega a extremos atroces. El nombramiento de Barrionuevo armoniza con la tendencia, sin ser el hecho más grave. El prestigio de la política flaquea cuando los protagonistas se empeñan en parecerse a las caricaturas despectivas dibujadas por los adversarios” (…) “El combo favorece objetivamente al macrismo y a la dirigencia peronista que le es más afín. Si están de por medio dos figuras taimadas como Servini y Barrionuevo, cuesta mucho creer en casualidades”.

El peronismo está que arde. La decisión de la jueza Servini de intervenir el PJ nacional y designar como interventor nada menos que a Luis Barrionuevo asestó un golpe letal a los esfuerzos de algunos referentes del PJ para lograr la tan ansiada unidad. Si había un dirigente capaz de provocar un gigantesco revulsivo en todo el arco peronista identificado con Cristina Kirchner es, precisamente, el jefe eterno del gremio de gastronómicos. Es por ello que cuesta creer que la jueza haya tomado semejante decisión por su cuenta. Lo más probable es que doña María sea tan sólo un títere manejado por el gobierno nacional, secundado por varias espadas del peronismo anti K. Lo que es seguro que semejante decisión no fue tomada de un día para el otro. Se trató, obviamente, de una operación política cuidadosamente planeada desde hace tiempo en las más altas esferas del poder. Luis Barrionuevo no fue escogido al azar. Por el contrario, quienes tomaron la decisión de intervenir el PJ seguramente se tomaron su tiempo para elegir la figura que más escozor causara al kirchnerismo. Y esa figura no podía ser otra que Barrionuevo. Este veterano dirigente sindical es un emblema del peronismo ortodoxo, de la patria sindical. Es un auténtico “pesado”. Su carrera sindical comenzó en el lejano 1975, año crítico para el país. El gobierno estaba en manos de “Isabel” y López Rega y la derecha e izquierda del movimiento estaban en guerra. Ese año Barrionuevo asaltó a mano armada la sede de la Unión de Empleados Gastronómicos. Dos días más tarde, obligado por la justicia, repuso en el mando a su legítimo jefe, Ramón Elorza. En ese entonces Barrionuevo demostró su escaso apego por las normas democráticas y su predilección por la acción directa. En 1980 acompañó en la lista peronista a otro pesado, Herminio Iglesias, famoso por quemar un ataúd con la bandera radical en el acto de cierre de campaña del peronismo en 1983. Durante la década menemista fue socio político de Enrique Nosiglia. En aquel entonces, la interventora del PAMI, Graciela Rosso, los denunció por ser partícipes de numerosos negocios espurios vinculados con dicho organismo. Según la interventora Barrionuevo y Nosiglia eran dueños de varias prestadoras de salud del PAMI y tenían vinculaciones con diversas asociaciones de clínicas y sanatorios. Más adelante, Eugenio Semino, en ese entonces Ombudsman, señaló que ambos dirigentes eran dueños del PAMI en el Gran Buenos Aires. Mientras tanto, Barrionuevo había sido nombrado presidente del club de sus amores, Chacarita Juniors. Se lo acusó de haber tejido estrechos vínculos con su barra brava, una de las más violentas del fútbol argentino. En 2003 ocupó el centro de la escena política al quemar urnas en las elecciones por la gobernación catamarqueña, luego de conocer los resultados que no lo favorecieron. Al poco tiempo la entonces senadora Cristina Kirchner, opositora al gastronómico, visitó esa provincia y recibió huevos de parte de los barrionuevistas cuando hablaba en un acto partidario. Desde 2006 Barrionuevo está imputado en una causa judicial por presuntas irregularidades en el PAMI, a raíz de una contratación directa para la provisión de prótesis, otorgada a una empresa fantasma. En 2008 provocó un sismo en la Confederación General del Trabajo, creando a posteriori la CGT Azul y Blanco. En 2017, la jueza federal Arroyo Salgado ordenó un buen número de allanamientos en busca de información de facturas apócrifas pertenecientes al sindicato conducido por Barrionuevo, con las cuales se produjo una defraudación al fisco por 1000 millones de pesos durante 2014 y 2015. Barrionuevo dejó para la posteridad estas frases: “A éstos que robaron el país habría que meterles la picana para que canten todo”; “hay que dejar de robar por dos años”; “nadie se hizo rico trabajando”; “soy recontra alcahuete de Menem”. Este es Luis Barrionuevo. Un dirigente sindical de derecha, violento. Un matón que llegó a lo más alto del poder sindical. Un corrupto, un venal. Un hombre que no respeta a nadie. Es un barra brava químicamente puro. Pues bien, a este individuo la jueza Servini le entregó la conducción del PJ nacional. Inmediatamente después de haber sido designado, Barrionuevo se despachó con declaraciones altisonantes. Dijo: “Hace unos días yo estaba en la plaza de Tribunales cuando me sonó el teléfono y me dijeron que la jueza me quería ver. Fui y me preguntó si no quería ser el interventor del PJ. Todo el asunto se manejó en silencio. Me eligió porque soy un verdadero peronista. La sangre que me fluye es completamente peronista”. Luego remarcó que lo primero que hará como interventor es rodearse de gente de su extrema confianza. Reconoció que estará dispuesto a abrir “los brazos bien grandes” para darle la bienvenida a los peronistas en la sede del PJ porque su meta será que el justicialismo sea competitivo en 2019. “Ya estoy en contacto con la gente de los equipos de Eduardo Duhalde, con Julio Bárbaro, voy a hablar con todos los que son peronistas”, destacó. Expresó que está dispuesto a dialogar con el senador Miguel Ángel Pichetto, el diputado Diego Bossio y el jefe renovador Sergio Massa, los principales animadores del encuentro en Gualeguaychú. Respecto a los kirchneristas sentenció: “Ellos no tienen nada que hacer en el PJ. Ellos armaron su propio partido, Unidad Ciudadana. Ellos lo que quieren es usar al PJ de madriguera”. Barrionuevo expuso de manera brutal la razón de fondo de la intervención al PJ: expulsar a los kirchneristas. Los argumentos dados por la jueza Servini en su fallo son, por ende, puras macanas o, como hubiera dijo Saadi, “pura cháchara”. La intervención no se debe a las derrotas sufridas últimamente por el peronismo ni a la supuesta escasa actividad partidaria en el local de la calle Matheu. La intervención se debe pura y exclusivamente a la necesidad imperiosa del gobierno nacional de “deskirchnerizar” el peronismo, de “curarlo” definitivamente de una “enfermedad” que azotó al país durante 12 años. El objetivo perseguido es amputarle al cuerpo peronista su pierna kirchnerista. Y para esa operación qué mejor que el carnicero Barrionuevo. Ahora todo está mucho más claro. El peronismo anti K es socio del gobierno nacional. Y muy importante por cierto. En efecto, Macri necesita contar con el apoyo de Pichetto, Bossio y Massa para aprobar un paquete de leyes que considera vitales, por ejemplo la polémica reforma laboral. Habrá que ver qué favores deberá retribuir el presidente a Pichetto, Bossio y Massa, quienes avalaron la intervención. Porque en política, se sabe desde siempre, nada es gratis, no hay amistades, no hay lealtades. Todo es un “toma y daca”, una negociación permanente. De esa forma se está reconfigurando una gran fuerza política de derecha conformada por Cambiemos y el peronismo colaboracionista. Es una fuerza que pretende imponer en el país una economía de mercado salvaje e inmoral y una política exterior basada en las más abyectas relaciones carnales. La pregunta que cabe formular es la siguiente: los referentes del peronismo colaboracionista ¿son realmente peronistas? Porque Perón siempre habló de la soberanía política, la justicia social y la independencia económica. Ah, y la tercera posición. ¿Qué tiene que ver la doctrina peronista con la ideología de Mauricio Macri, de un gobierno que obliga a los Granaderos a desfilar portando la bandera española? ¿Qué tienen que ver el endeudamiento y el ajuste infinitos con la justicia social? Muy poco, realmente. Sin embargo, ahí se los ve a Pichetto, Bossio y Massa muy cómodos saboreando las mieles del poder macrista. En la vereda de enfrente quedó el kirchnerismo. Para la fuerza política bendecida por el establishment el kirchnerismo es el hecho maldito de la política argentina del siglo XXI, un virus muy peligroso capaz de provocar la muerte del cuerpo social argentino. El kirchnerismo es la fuerza antisistema, la fuerza excluida, expulsada del orden constituido. Es por ello que lo primero que hizo Barrionuevo fue decir que estaba dispuesto a hablar con todos los peronistas, menos con los kirchneristas. No se trata de algo fortuito. A su manera, Barrionuevo expuso ante la opinión pública la razón de ser de la intervención. Su objetivo no es la proscripción del peronismo sino su deskirchnerización. Ahora bien, ¿por qué tanta obsesión de parte del macrismo y el peronismo colaboracionista por deskirchnerizar al peronismo? ¿Por qué tanta obsesión por ver destruida a Cristina Kirchner? Para responder a tales preguntas conviene la lectura del artículo de Edgardo Mocca titulado “El golpe brasileño y los argentinos” que fue publicado por Página/12 el pasado 8 de abril. Dice el autor: “El hecho real es que las democracias globalizadas que sucedieron a las añejas dictaduras de signo militar, tienen algunos rasgos más o menos comunes. Son todas democracias de partidos. En todas ellas funciona la alternancia-es decir cambios periódicos pacíficos del signo político del gobierno-. Y funcionó hasta el final del siglo pasado una suerte de pacto no escrito en cuyo marco había cosas que no se podían hacer, particularmente afectar los intereses y los negocios del sector dominante del país” (…) “Este pacto no escrito de las democracias liberales se quebró a principios de este siglo. En nuestra región el repertorio de las democracias “controladas” dejó de ser el único juego que se puede jugar” (…) “El éxito de las transiciones democrático-liberales consistió en sacar del escenario central de la discusión y de la lucha política cualquier idea de transformación del carácter de nuestras democracias. “Aventuras antisistémicas”, “utopías trasnochadas” fueron los anatemas más habituales que la ciencia política oficial asignó a los programas revolucionarios y hasta los reformistas un poco más profundos. El idioma de la defensa de los recursos naturales, el repudio del colonialismo en Malvinas, la distribución justa del ingreso fue declarado caduco. Se impuso la democracia como el nombre de una maquinaria institucional cuyo funcionamiento estable y regular es el único bien al que podemos aspirar” (…) “Los gobiernos “populistas” sudamericanos de los primeros años son el signo distintivo de lo que las élites de la democracia neoliberal-locales u extranjeras-no pueden admitir. Naturalmente, por ahora, el asalto y la recuperación del poder no pueden asumir las formas antiguas de la intervención militar y la violencia sin reglas. Se recurre a sistemas judiciales corruptos, el aparato monopólico de comunicación, servicios de inteligencia que trabajan en redes de conexión internacionales y políticos dispuestos a alinearse” (…) “El mensaje del poder en Brasil tiene un enorme alcance regional. Es una declaración de guerra preventiva, es el aviso de que no se tolerarán hacia el futuro liderazgos y proyectos que pongan en juego la “paz de los poderosos” (…) “Es indispensable pensar la política en nuestro país en los años que vienen a partir de esta novedad que trae la experiencia brasileña” (…) “La historia argentina-particularmente desde la década del cuarenta del siglo pasado-consolidó la existencia de una roca dura de sindicatos, organizaciones sociales y, por sobre todo, una especial capacidad de movilización y de resistencia popular a proyectos antipopulares. La retahíla macrista tiene algo de cierto: Argentina es un país “menos confiable” para los grandes inversores globales (léase los grupos concentrados del poder financiero). Es demasiado igualitaria, demasiado sindicalizada, demasiado industrialista, demasiado “politizada” (…) “En nuestro país el objetivo oficial es la desarticulación y debilitamiento definitivo de la fuerza que gobernó al país entre 2003 y 2015. Si, y solo si, esa fracción política queda fuera de juego puede reconstruirse el juego de la alternancia pacífica y el pacto no escrito de la democracia neoliberal”. La decisión de la jueza Servini de intervenir el PJ se inscribe dentro de este ámbito regional muy bien explicado por Mocca. Lo que se busca es eliminar definitivamente al kirchnerismo de la faz de la tierra para que nunca más una “patología” semejante vuelva a asolar el país. El objetivo del establishment es recrear el tradicional sistema bipartidista sumiso y obediente, incapaz de desafiar las “verdades reveladas”, es decir, de tocar los intereses de ese establishment. Lo que se persigue es la coexistencia pacífica de dos fuerzas políticas: a) Cambiemos (fuerza política no peronista); b) el Frente Renovador o como se llame (fuerza peronista “de centro”). Serían las dos ramas de una única fuerza política hegemónica cuya función esencial sería la de darle cobertura democrática a un sistema económico rapaz y depredador basado en el capital financiero nacional y transnacional. Para sepultar para siempre a la única fuerza política capaz de sacar los pies del plato fue que se tomó la decisión de intervenir el PJ nacional.

En su edición del 10 de abril Página/12 publicó un artículo de Atilio Borón titulado “A 70 años del asesinato de Gaitán”. Escribió el autor: “Ayer, 9 de abril, se cumplieron 70 años del asesinato del líder popular colombiano Jorge Eliecer Gaitán” (…) “Gaitán representaba una renovación en clave radical de izquierda del histórico partido Liberal. En sus intervenciones públicas y en su calidad de abogado había denunciado la masacre de las plantaciones bananeras de la United Fruit en 1928, en las cercanías de Santa Marta, donde se estima fueron exterminados alrededor de dos mil jornaleros. Fue un líder poseedor de un extraordinario carisma que suscitaba entusiasmo de grandes masas populares en toda Colombia; creía en la democracia directa y popular y combatía sin cuartel a la oligarquía y a los agentes del imperialismo en su país. Era, sin duda, el hombre llamado a cambiar el destino de Colombia” (…) “El gobierno norteamericano había delegado (testimonio de Gloria, la hija de Gaitán) en el General George “Marshall la responsabilidad de gestar acciones para frenar el avance del comunismo, que para ese momento había adquirido gran prestigio popular por el papel heroico que cumplió el ejército ruso durante la Segunda Guerra Mundial” (…) “Lo primero que ideó Marshall fue la creación de la CIA en 1947 como herramienta para luchar contra “el comunismo”, o sea contra todo movimiento popular revolucionario. Para Europa gestó el Plan Marshall, con el propósito de frenar la muy posible victoria del comunismo en Grecia e Italia y, para la América Latina, ideó la creación de una organización que se enfrentara al posible avance del “comunismo” en este continente (Conferencia Panamericana)” (…) “El único obstáculo que veía en el camino era que, para ese momento, había muchos gobiernos progresistas en la América Latina, que no se interesarían en crear ese organismo al que bautizaron OEA. Por lo tanto Marshall propuso que, a través de la CIA recién creada, se planeara el asesinato de Gaitán” (…) “Fue así como la CIA, con la colaboración del gobierno colombiano, que empleó al jefe de la policía, el coronel Virgilio Barco, montó un complot denominado “Operación Pantomima”, que fue relatada en detalle por la confesión que hiciera el agente de la CIA de nombre John Merkless Espirito y que desembocó en el asesinato de mi padre” (…). Expresa Borón: “Gaitán tenía un pensamiento profundamente democrático, claramente antioligárquico y antiimperialista e imbuido de una profunda vocación latinoamericanista. Su muerte provocó el inicio de una nueva fase histórica aún inconclusa en Colombia y conocida como “la Violencia” (…) “La reacción popular ante su muerte se extendió como un violento reguero de pólvora por todo el país” (…) “No exageraríamos un ápice si dijéramos que Jorge Eliecer Gaitán fue un brillante y heroico precursor del ciclo antiimperialista y de izquierda que cambiaría el mapa sociopolítico latinoamericano desde finales del siglo pasado y cuyos efectos se sienten todavía con fuerza el día de hoy”.

En su edición del 9 de abril La nación publicó un artículo de Claudio Jacqueline titulado “La paciencia social, el aliado inesperado del gobierno”. Escribió el autor: “La metáfora gastronómica de uno de los hombres de consulta del Presidente no podría ser más elocuente: “Es verdad, solo hay sopa. No hay lomo ni salmón, pero todos los días podés tomar sopa”. Es la admisión de lo que pasa con la economía, pero también con la política nacional. Nada cambia ni mejora mucho, pero para el Gobierno esa es hoy una buena noticia” (…) “Las últimas encuestas que circulan por el mundo político, y que miran en la Casa Rosada, muestran un fin demasiado apacible para un verano que empezó con clima de guerra en las calles porteñas” (…) “Los sondeos de fin de marzo de diversas consultoras, como Poliarquía e Isonomía, confirman no solo que se detuvo la caída en la aprobación del Gobierno, sino una recuperación que viene haciéndose tendencia en el último bimestre” (…) “Si este fuera el momento más crítico del año, como asegura el Gobierno, no están nada mal esos números para enfrentar el desafío de pasar el otoño, en medio de las fragilidades financieras y económicas y de un frente externo que no deja de deparar preocupaciones, con la ilusión de que luego llegará el repunte siempre prometido y tantas veces postergado” (…) “En términos políticos, las perspectivas de índices por encima de lo previsto para el bimestre marzo-abril son una luz roja para el oficialismo: según la última encuesta de Isonomía, hace siete meses que crece sostenidamente la percepción de que el Gobierno no sabe cómo controlar la suba generalizada de precios” (…) “Más allá de las fronteras locales, la situación de Brasil vuelve a inquietar tras la tumultuosa detención (fruto de una polémica condena) del ex presidente Lula, cuya popularidad, aunque muy lejos de sus años de gloria, lo ubicaba como el candidato con las mayores chances de volver a la presidencia. La continuidad o no de la recuperación económica del principal socio comercial no es un factor neutro para la economía y el empleo nacional” (…) “Como no logra hacerlo con la economía, el Gobierno trata de sostener su imagen y su base de sustentación con la política y la obra pública, que no es lo mismo, pero es igual. Como se advierte en la mayoría de las encuestas, la percepción de que el Estado está haciendo obras crece sostenidamente” (…) “Las frecuentes visitas del Presidente y sus principales ministros al interior, sumadas a las reuniones con legisladores nacionales, no solo van en el mismo sentido, sino que también se apalancan en las obras que se realizan en las provincias” (…) “La “pax” política hacia fuera también es fruto de las vulnerabilidades ajenas. Como dijo uno de los hombres más cercanos a Macri, con quien comparte su afición por el golf: “Nosotros solo hacemos pares, pero los demás no hacen un birdie ni por equivocación”. La imagen golfística es simple, el gobierno juega a no perder porque percibe que sus adversarios no saben, no pueden o no tienen con qué ganar” (…) “El cierre de una buena mayoría de negociaciones paritarias sin mucho ruido dentro de los parámetros que pretendía imponer el Gobierno es otro logro para esta etapa de aspiraciones austeras. También es un éxito que se le atribuye al hasta hace nada escorado ministro de Trabajo, Jorge Triaca, quien desde la gestión silenciosa y eficaz viene recuperando terreno velozmente en la consideración gubernamental” (…) “Difícil determinar en estos casos la rigurosidad del cálculo, pero no se puede decir que le falte audacia cuando los defiende (Caputo, Triaca y Bullrich) a pesar de los cuestionamientos que han generado algunas de sus acciones por parte de la opinión pública. También es una demostración de que las turbulencias del verano van quedando atrás y el otoño acaba de comenzar con un clima menos inclemente que el que se podía pronosticar. Pero todavía falta demasiado para la primavera”.

En su edición del 9 de abril Página/12 publicó artículos de Mempo Giardinelli (“Lula, el fascismo y la esperanza”) y Eduardo Aliverti (“El mecanismo”).

Escribió Giardinelli: “No hay eufemismos que valgan: Brasil muestra en estas horas lo peor y más descarnado del fascismo contemporáneo. Sacar a Lula de la carrera presidencial, y meterlo preso, es una decisión del fascismo brasileño” (…) “Desde los llamados medios-que en realidad son enteros en su misión de engañar-se inventó la absurda condena y veloz prisión. Sin ninguna prueba, ninguna, de que el expresidente brasileño haya cometido hecho ilícito alguno” (…) “A la operación del grupo Globo, camarada de los mentimedios argentinos, se sumó la prédica de varias décadas de docencia reaccionaria a cargo de decenas de iglesias truchas y abusadoras de la ingenuidad popular. Que en Brasil tienen un inmenso poder” (…) “Con esos ingredientes-mentiras, falsas convicciones, carencia de pruebas y mucha bulla en la televacía nacional-y con poderes judiciales, con minúsculas, que son proverbialmente injustos servidores del poder de turno, hoy se puede condenar a cualquier persona. Sobre todo si esas personas tienen influencia, ideas, reconocimiento y trayectorias de decencia y honradez. Y ni se diga proyección política, como es el caso de Lula da Silva, cuyo techo político es todavía, y a pesar de estas bestialidades jurídicas, incalculable” (…) “La regla epocal, el sello de estos tiempos, es la mentira y el engaño; la estafa y la frivolización; el aborregamiento de las masas que “creen” en lugar de pensar” (…) “Como el monstruo invertebrado y sigiloso que es, capaz de entrar en todos los hogares y someter todas las mentes y todos los corazones, se impone día a día y hora a hora abusando de “la pobre inocencia de la gente” (León), ésa que “le cree a las revistas” (Charly) y a la tele, y ahora a las infamias reproducidas al infinito por las llamadas redes sociales, que en realidad son antisociales e incluso contrasociales” (…) “Entonces la pregunta es: ¿quién detiene a estos tipos, estos medios, estos jueces, estos gobiernos, esta maldad de traje y corbata y coches suntuosos que llaman de “alta gama”? ¿Quién los para ahora que vuelven a enfermar de antidemocracia a las fuerzas armadas que tanto costó democratizar? ¿Quién, si el único argumento final de estos tipos son las fuerzas de choque y el chocobarismo santificado por una montonera conversa al servicio de tenedores de Panamá Papers a rolete? ¿A qué magistratura recurrir, a qué justicia?” (…) “El panorama es desolador” (…) “Entonces lo que nos queda es primero enterarnos. Y refrescar la memoria de los conscientes que aún quedan, diciéndoles que esto se llama Fascismo. Y que así funcionó siempre” (…) “Refrescar la memoria es necesario, y con las palabras precisas: cuando los fascistas proceden, como ahora contra Lula en Brasil, eso es sólo espejo de lo que nos pasa y seguirá pasando con estos tipos que marchan día a día hacia el funeral de la democracia” (…) “Lo que en estas horas se vive en Brasil equivale a un golpe de estado. Sin disimulo, sobrado de hipocresía, con un cinismo fenomenal que en todo el continente cuenta con “periodistas” que son capaces de justificar lo que sea” (…) “En ese espejo debemos mirarnos hoy. Pero no para llorar y desesperarnos, sino para remontar. Porque la esperanza no muere, a pesar de todo. Y porque a pesar de dirigencias que muestran mezquindades a diario, la esperanza se sigue llamando democracia, paz, conciencia cívica y sobre todo decencia” (…) “En países de corruptos a mansalva, la esperanza está en no serlo. En países de mentirosos, la esperanza es no mentir. En países ganados por el fascismo, la esperanza y carta de triunfo está en pensar y decir lo que se piensa, y luego actuar como se dice. Sólo así la política es digna y es buena, y vence, como siempre venció, a los fascistas”.

Escribió Aliverti: “La nueva instancia del golpe de Estadio en Brasil es un salto de calidad perversa cuyas conclusiones exceden largamente al vecino. Es la Derrocracia, como definió de manera quizá insuperable la inventiva de Rep” (…) “Pero en su ejemplaridad golpista, las dimensiones de lo que ocurre en Brasil eran desconocidas y eso no tiene que ver únicamente, con el tamaño y la influencia del país” (…) “Se trata de El Mecanismo-de relojería-que en lo formal se puso en marcha al iniciarse el proceso contra Dilma y que acabaría con la destitución de la ex presidenta, por juicio político, a raíz de haberse interpretado como “crimen de responsabilidad” la forma de cálculo del déficit presupuestario” (…) “Rousseff no fue acusada de corrupta, ni de cerca ni de lejos, ni antes ni ahora, en un país donde parecería que toda su dirigencia política amerita, por lo menos, el rango de sospechosa. El ingenio sí que criminal del entramado mediático-judicial-empresarial-parlamentario más, sobre todo o a la par, el ya entonces envalentonado influjo de Estados Unidos, causó una circunstancia decisiva” (…) “De allí en adelante, simplemente era cuestión de saber si, además de impedirle ser candidato como factor prioritario, se animarían a meter preso al político más popular de Brasil por una causa respecto de la que el propio juez interviniente admitió no tener pruebas para condenarlo sino su “intima seguridad jurídica” (…) “Lo hicieron. Metieron preso a Lula. Y al haberlo hecho, cabe una pregunta incómoda, antipática, necesaria desde todo pensamiento crítico que no pretenda agotarse en el asco y la condena por la brutal arbitrariedad que ejecutaron. ¿Acaso puede creerse que tomaron una medida de ese grado barbárico sin calcular que no habría reacción masiva del pueblo, siquiera en forma de algunas minorías intensas dispuestas a ganar las calles?” (…) “El viernes a la mañana hubo un dato escalofriante que pasó inadvertido. La cabeza informativa de un despacho de O globo, consignado aquí por el diario La Nación, acerca de cómo es la celda exclusiva de Curitiba donde Lula deberá cumplir su condena, decía que “la habitación está prácticamente lista” porque “fue refaccionada durante dos meses” a tales fines” (…) “O globo. El monstruo mediático de escala brasileña que se puso al frente de las campañas contra Lula 2003/2010, Dilma 2011/2016 y otra vez Lula como opositor favorito reconocía tan alegre como bestialmente que el juez Sergio Moro y el espectáculo tribunalicio no eran, en efecto, más que un circo cuidado hasta en sus últimos detalles” (…) “Tomado desde el 2003 si es por la gestión del ex presidente brasileño y, de paso, por la que inauguró Kirchner, antes Chávez, poco más tarde Evo y Correa, el título era La Venganza será Terrible. Es”.

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