Por Rodolfo Patricio Florido.-

Hay una brecha de desierto y tormentas del orden de los 4 meses hasta que la luz asome detrás de la tormenta perfecta que dejó instalada Cristina Fernández de Kirchner. Agosto está muy cerca y muy lejos, sobre todo si no se entiende que la modernidad cultural, la apertura política y la tolerancia buscada son observadas como una debilidad antes que como un cambio de paradigma compartido. El tuit del ex funcionario (Secretario de Obras Públicas) y dirigente kirchnerista sindical Abel Fatala que encabeza esta nota, muestra qué es lo que buscan y qué es lo que son.

Cuando los gestos de diálogo y la inexistencia de agresiones son interpretadas como una debilidad; cuando el poder no se usa brutalmente como lo usaba Cristina, dividiendo y presionando, dando dinero o sacándolo, cuando esto sucede y los actores, antes gatitos domesticados, se transforman en una combinación de aves de rapiña y predadores agazapados, el Gobierno estará en problemas y tiene su responsabilidad por una cierta dosis de autismo.

Macri esperó de los empresarios (de la mayoría de ellos) una actitud constructiva, porque dejaron de agredirlos diariamente, y lo que obtuvo en respuesta fue un salvajismo inflacionario, a sabiendas aún de que serán las clases medias y las clases bajas las que sufrirán lo indecible hasta que los números vuelvan a una normalidad inexistente en los últimos 8 años.

Esperó de los sindicalistas que comprendieran que esta etapa de ajuste era imposible de soslayar, hablándoles de un mediano plazo soleado, siendo que son millones los argentinos que no pueden pensar siquiera en el corto plazo porque su horizonte económico es el mes a mes y para algunos el día a día. ¿Que hubo medidas paliativas como la ampliación de la asignación universal por hijo, la modificación del mínimo no imponible y la anunciada quita del IVA a los productos de primera necesidad para los salarios más bajos, etc.? Es cierto, pero también es cierto que esto, además de pésimamente comunicado, es absolutamente insuficiente para paliar el brote inflacionario inmediato, por más inevitable que sea.

Por otra parte, el Presidente Mauricio Macri debería reflexionar más profundamente que lo que dijo Ricardo Forster (“Yo no quiero que le vaya bien al gobierno de Macri”) no fue un error sino un lapsus que reflejó lo que muchos justicialistas y sin lugar a dudas el cristikirchnerismo quiere y propicia, aunque no lo explicite como se le escapó a Forster, porque saben que es políticamente incorrecto decirlo pero hacen y harán todo lo que esté a su alcance para debilitar al gobierno aunque sea toda la sociedad la que pague el costo del Juego por el Poder.

Macri tiene responsabilidades porque si bien es cierto que es probable que todo empiece a ordenarse después de agosto cuando los salarios ya estén ajustados por las paritarias, también es cierto que no puede apostar todo su gobierno a una entelequia que puede desmoronarse si la conflictividad social alentada por un peronismo con síndrome de abstinencia de poder y por un cristikirchnerismo dispuesto a dinamitar todo en aras a evitar sus procesos judiciales y algunos destinos carcelarios, buscarán el caos y si lo logran esto evitará que el mundo nos vea como un destino económico y el sector financiero internacional no baje las tasas ni preste dinero a un gobierno con signos de debilidad aunque se parezca a lo que ellos pretenden.

Pensar lo contrario es ingenuo. Los actores locales y los internacionales siguen sus propias reglas. Unos, ocupan los espacios de poder si perciben que el Ejecutivo retrocede o se paraliza en expresiones ciertas pero sin capacidad para ejecutar sus políticas. Los otros, buscan mercados con potencialidad de crecimiento y reglas claras, pero piden de esos mercados que exista una estabilidad político social que hoy la argentina aún no ofrece.

Lo cierto es que mientras Macri quiere jugar al ajedrez, los desposeídos del poder pasado juegan al Don Pirulero, o sea… cada cual atiende su juego.

Muchos periodistas dicen con ironía que Macri logró lo que Cristina no logró, que es unir a las 5 centrales de trabajadores. Es realmente muy triste observar esto como una ironía. Casi como si festejaran el mecanismo perverso de dividir como si eso hubiese sido un acierto político antes que un sistema cruel de construcción de poder para saquear el país mientras los sectores divididos se disputaban el favor oficial y sus reclamos se perdían en la falta de fuerza que supone la división.

Pero también es cierto que esos signos de unión que hoy parecieran transitar las 5 Centrales de Trabajadores, suenan más un epifenómeno de la abstinencia peronista y de algunas izquierdas casi anarquistas, antes que un legítimo y necesario camino a recorrer. El viernes pudimos observar a las 5 centrales de trabajadores pedir a voz en cuello que aumenten el mínimo no imponible a las ganancias o que lo supriman. Muchas de esas centrales callaron cobardemente cuando durante más de dos años los 15 mil pesos se mantuvieron inamovibles y, ahora que se subió a 30 mil, se desgañitan pidiendo 60 mil o su anulación. No tienen vergüenza, pero tampoco nadie que se los haga notar.

En esto, hay también un fenómeno particular hacia el interior del periodismo. Mientras los periodistas militantes K siguen reivindicado el gobierno anterior y descreen de los múltiples saqueos que muy tardíamente la justicia descubre, el resto de los periodistas, hacen un esfuerzo tan obvio por mostrarse no militantes sino periodistas en estado puro, que son llevados por los militantes hacia un obstruccionismo muy crítico de quienes acaban de empezar a gestionar la república, aún sabiendo que les dejaron una bomba que explotó después de diciembre. La situación es absurda. Empiezan a culpar a quien no pudo evitar la explosión, mientras que obvian al que colocó la bomba.

Aun en este contexto perverso, Macri tiene responsabilidades importantes. Actúa con una consideración del contexto que no tiene nada que ver con la realidad que se transita. Puesto en otras palabras, a un pedófilo no se le da una segunda oportunidad poniéndolo a cargo de un jardín de infantes.

Es claro que de la parte profunda de la crisis no se saldrá con magia instantánea, pero en el mientras tanto deben tomarse medidas paliativas y gestos que no tienen tantos costos para acompañar a quienes no tienen resto alguno para afrontar la herencia recibida y el presente post datado. Utilizando un ejemplo menor es como los obreros y trabajadores de Austral Construcciones, hoy no tienen trabajo ni comida para llevar a sus casas, mientras que si ven como sus trabajos se perdieron en manos de la corrupción de su Jefe y de toda su familia. Ahí, el Estado podría estar presente con algún paliativo por menor que sea, siquiera para mostrarles a los trabajadores que hay un gobierno que se preocupa y ocupa de ellos cuando sus Jefes se robaron todo. Porque la percepción del trabajador estafado es que hoy, Lázaro Báez está en un vip carcelario, alimentado 4 veces al día con los impuestos ciudadanos mientras que sus hijos terminan comiendo carne de guanaco y salteado.

Macri no es el culpable de todo esto, pero lo será si sigue pensando que es cierto el dicho que dice… “poné el carro en movimiento que los melones se acomodan solos”. Porque no es así. A veces se acomodan y a veces hacen volcar el carro si no se desacelera y se corrige cuando se llega a la curva. Y estamos en una curva.

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