Por Hugo Marietan.-

Decepción es una palabra fuerte en política, porque remite a engaño, fraude, extravío. Prefiero quedarme con la última acepción: extravío, errar el camino, por el sentimiento benévolo que embarga al argentino ante un nuevo presidente que empezó bien, que nos dio la esperanza de que la crispación que provocaba el estilo «adolescente tardío» con sus caprichos y prepotencias había sido reemplazado por el estilo adulto, no exento de fallas, pero tampoco de rectificación. Y ese pedido: «¡si me equivoco, avísenme!» tan refrescante luego del ardor intenso por tantos años… Y ahora, de todos los costados, avisan: «Es un error, el método es un error. Es más de lo mismo». Es el momento de volver, rectificar y avanzar. Un paso atrás, en estos momentos en que se edifica la confianza, es un gran avance. Se solidifica la coherencia. La coherencia trasmite seguridad, previsión; la terquedad, capricho, y la incoherencia inseguridad. Un mazazo en la pared de la confianza.

Deben existir sesudas razones para colocar a esos dos jueces; la calidad de las personas es óptima, pero el método es el mismo, el agotado y fastidioso método de la imposición. Si está ahí, Macri, es justo por esto: no queremos más lo arbitrario, lo impositivo, tenga o no tenga razón. ¡Basta!

Encuentre otra manera, use el diálogo, el acuerdo, la negociación. Pero no persista en el error. Necesitamos seguir confiando en usted.

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