Por Eduardo Difonso.-

ANÁLISIS DE LOS HECHOS

Cualquier argentino de buena voluntad que analice objetivamente la gestión presidencial de Mauricio Macri y del gobierno PRO-RADICAL, sin dejarse influenciar por simpatías o fobias de carácter ideológico o político-partidario debería concluir que lo suyo ha resultado, hasta el momento, un fracaso absoluto.

Hasta la economía más próspera, incluso la de países desarrollados, se hubieran sumido en la parálisis productiva y la estanflación que caracteriza hoy a la Argentina, por el sólo hecho de haber aplicado las siguientes fórmulas que rigen desde diciembre de 2015:

-Liberaron la compra venta de dólares equiparando su valor extraoficial, en ese momento $14,60/1U$S en el mercado paralelo, para convertirlo en el valor del dólar oficial y con ello devaluar el peso en un 50%. Sin prever que esa devaluación se trasladaría a precios y con ello dispararía el crecimiento de índice inflacionario.

-Decidieron la apertura importadora irrestricta -lo que provocó un gran desbalance en la balanza de pagos con el exterior- y el cierre progresivo de la industria nacional que quedó desprotegida.

-Decretaron una Emergencia Energética -dudosa según los valores de producción comparados con los valores de los dos primeros años de la gestión de este gobierno- lo que les permitió aplicar un aumento salvaje de tarifas de servicios públicos (entre 400% y 3.000%), lo que desestabilizó no solamente las economías hogareñas, sino también la viabilidad del comercio y los sectores productivos que no eran afectados por la competencia extranjera.

-Impulsó e implementó una desgravación impositiva a grandes grupos económicos, la quita de retenciones al agro y la minería( que hoy, pasados dos años y medio, están volviendo a implementar consientes de tal error) y otras exenciones impositivas a los sectores más concentrados de la economía nacional. Con ello desfinanciaron las arcas públicas y produjeron un agravamiento del déficit fiscal.

-La vertiginosa devaluación de la moneda y elevación de las tasas de interés alimentó una inflación que amenaza desbocarse para convertirse en otro episodio de hiperinflación, y agravó las pésimas condiciones de la economía en su conjunto.

-Las tarifas de servicios públicos, el combustible y otros insumos básicos fueron dolarizados, con lo cual, cada incremento del dólar impacta directamente sobre el costo interno de la producción de bienes y servicios.

Es evidente que este paquete de políticas conforma un claro daño al país, su aparato productivo y la calidad de vida de su población.

Todos este esquema cierra sólo con un alto grado de endeudamiento externo acelerado que financió las medidas resumidas en esta nota y que al cerrarse los préstamos de distintas entidades mundiales por falta de confianza encaminó al país a volver al FMI, como último recurso, que impuso nuevas medidas de achique de gastos, interrupción de obra pública y recortes de programas sociales.

Vale aclarar en este punto que el primer acuerdo firmado con el FMI no fue cumplido por Argentina por eso estamos renegociando un nuevo acuerdo que tendrá condiciones y exigencias más duras por parte del Fondo. Y que los recursos que aporta el FMI son para garantizarle a nuestros acreedores que con ellos se pagarán los vencimientos de intereses y servicios de la deuda externa contraída. De ninguna manera para aplicar, esos fondos, para desarrollo económico-industrial y tecnológico del país.

Estas no son las recetas de ningún tipo de capitalismo productivo, que por definición demanda bajos costos de producción (crédito, tarifas y salarios baratos), protección racional frente a la competencia exterior, estabilidad monetaria, políticas de subsidios sectoriales y estímulos al desarrollo de las capacidades nacionales.

Pero sin ninguna duda no es el capitalismo productivo lo que persigue este gobierno PRO-RADICAL conducido por el Ing. Macri, sino que busca instalar un capitalismo financiero, monetario, especulativo y que beneficia a los grupos más poderosos de la economía nacional.

CONSECUENCIAS

-Hoy el índice inflacionario alcanzaría 45%;

-la caída del PBI sería, aproximadamente, de 2%;

-35% de la población se hallaría bajo la línea de pobreza;

-el país va camino a una recesión de proporciones;

-la deuda ya casi representa el 80% del PBI,

Una espiral recesiva de estanflación, creciente endeudamiento externo e interno, contracción del consumo y corrida cambiaria está sumiendo al país en el caos, a solo dos años y medio del inicio de la administración de Mauricio Macri.

¿A quién se le puede ocurrir pensar seriamente que se puede controlar la inflación aumentando los combustibles (hasta doce veces en lo que va de este 2018), incrementando las tarifas de gas, luz, agua y transporte por encima del 1400% en general y pensando en otro aumento a partir de octubre de este año?

Esos son valores que se trasladan automáticamente a los costos de las empresas y con ello al precio final e inmediatamente inciden en crecimiento de la inflación.

PROMESAS DEL GOBIERNO PRO-RADICAL

-Las promesas algo grandilocuentes respecto del cambio de paradigma que traería aparejada la acción gubernamental del macrismo;

-la catarata de inversiones extranjeras que desde el segundo semestre del 2016 le darían un impulso a la economía nacional como nunca antes había sucedido.

-la sentencia de muerte de la Inflación que realizara el mismo Macri -al menos en los discursos- el presidente despedazó una y otra vez,

-la eliminación del impuesto a las ganancias para los asalariados,

-la eliminación de los impuestos al trabajo, para poder generar más empleos,

Entre tantas otras promesas que con el paso de estos dos años y medio se fueron derrumbando, sucumbiendo ante la triste realidad de las medidas adoptadas en sentido contrario o de deficiente implementación.

Ninguno de esos anuncios quedó en pie y, en cambio, como producto de las fallas garrafales de un gabinete de CEOs, sin demasiadas ideas ni experiencia política, ahora nos anuncian un pretendido “Déficit Cero” incorporando más ajustes y mayor presión impositiva o tributaria en el proyecto de ley de presupuesto para 2019 sin definir seriamente una reducción del gasto público que -como de costumbre entre nosotros- recaerá sobre los bolsillos de los asalariados, jubilados y pensionados, PyMES, comercios minoristas y en general argentinos de escasos recursos que también verán resentidos sus servicios básicos de salud, educación, seguridad y justicia.

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