Por Máximo Luppino.-

Mientras la justicia Argentina cita a indagatoria por espionaje al ex presidente Mauricio Macri, prohibiéndole la salida del país, él se encuentra en Los Estados Unidos de Norte América anunciando que dará clases de economía en una universidad de La Florida.

Muchos analistas políticos manifestaron que la gran potencia mundial se encuentra en un irreversible proceso de decadencia con significativo deterioro moral y político. Muchas señales de franca declinación social fueron marcadas por diversos pensadores del fenómeno evolutivo de las naciones. A todas las pruebas exhibidas por los pensadores debe sumarse quizás la más cruel de todas las evidencias: que Mauricio dará clases en una de sus facultades.

Reconocemos en Macri un auténtico “artista” ya que interpretó con éxito varios personajes que le son totalmente ajenos a su naturaleza. Docto en la falacia de mostrarse idóneo en lo que olímpicamente ignora, como lo es el desafío de gobernar una Nación. Tomó la deuda externa más monstruosa de la historia del país sin siquiera construir una sola garita para aguardar el colectivo, y habla como si fuera un Pericles contemporáneo.

En vez de dar clases de economía, ciencia que en concreto demostró soberanamente desconocer, sería adecuado que brindara lecciones en “Arte dramático”, “Teatro Clásico” o cualquier otra disciplina que muestre destreza en interpretar personajes de ficción. También podría ser un exitoso Mimo ya que le es fácil darse a entender con gestos y mímica más que con el lenguaje escrito o hablado, disciplina con la cual está reñido drásticamente. Cada vez que habla se entiende menos cómo llegó a presidir los destinos de la Nación.

Mientras otros ex presidentes siempre se encontraron atentos a estar en sintonía con la justicia de la República, como en los caso de Carlos Menem y de Cristina Fernández, Macri continúa intentando evadir sus responsabilidades. Pésimo ejemplo brinda el ex mandatario a una sociedad que reclama transparencia a todos sus dirigentes, inclusive al poder judicial que con este desplante de Macri deberá tomar delicadas decisiones para no ver su prestigio más deteriorado de lo que ya se encuentra. Más poderoso y encumbrado es un ciudadano, más ejemplo de rectitud debe mostrar ante sus semejantes para exhibirse como un prohombre a imitar en sus deberes cívicos.

A pocos días de las elecciones legislativas, Macri, “Pepín” Rodríguez Simón y el diputado Fernando Iglesias, conforman una trilogía pesada para el proyecto presidencialista de Horacio Rodríguez Larreta. Deterioran la prolija imagen que el Jefe porteño pretende laboriosamente cuidar.

El clima electoral tensa los ánimos de los dirigentes y entre la puja de los que ya festejan de antemano su éxito acorde a los resultados de las PASO y los que intentan achicar la brecha numérica en cantidad de sufragios, se establece una dura disputa. Lo concreto es, ¿se estará pensando adecuadamente en las penurias de los habitantes de nuestro suelo? ¿Todo es una confrontación por el poder y una danza macabra de egos gigantescos?

Los encuestadores están en crisis, los resultados golpearon violentamente su deteriorada credibilidad, y el humor social continúa enrarecido por la crisis inflacionaria que produce cada vez más pobreza. Con un 50% de pobreza todo proyecto político tanto oficialista como opositor corre serias posibilidades de naufragar en la palangana de una burbuja emocional de profundo desánimo. Veremos cómo algunos propósitos políticos morirán antes de nacer definitivamente.

Los dirigentes deben tomar riesgos atrevidamente calculados si se nos permite la expresión. Nadie pesca tiburones en la pecera del living. Hay que ser intrépidos y audaces. La epopeya de una Argentina justa y poderosa requiere disciplina laboriosa de todos.

Mientras Mauricio dará clases de lo que desconoce, parece correr el riesgo de hospedarse en la “celda que construyó para Cristina”. En el derrotero de la historia podemos apreciar cómo muchos verdugos acuden al cadalso que para otros edificaron. Cabe señalar como triste ejemplo el de Maximiliano Robespierre, quien fue decapitado en la guillotina que varios opositores “visitaron”. Es la ley del Karma que jamás deja de imperar.

¡Sólo la conducta recta, altruista y compasiva nos salva de nuestra propia estupidez!

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