Por Hernán Andrés Kruse.-

Las casualidades no existen en política. Sólo existen causalidades. Horas después del paro docente y de los palazos a los manifestantes en la Panamericana, aterrizó en el Congreso un proyecto macrista que propicia una reforma del Código Penal tendiente a agravar las penas ante manifestaciones públicas de toda índole y cortes de calles y rutas. Según lo explican los especialistas, el proyecto convierte en un acto al margen de la ley toda protesta social y en delincuentes a quienes se manifiestan. El proyecto introduce cambios en cuatro artículos que aluden a amenazas, daños, abuso de armas o delitos contra la seguridad del tránsito y los medios de transporte. Impone penas de hasta diez años de cárcel en ciertos casos, legitimando el accionar arbitrario de jueces y policías. Lo que busca el Gobierno es ampliar las facultades represivas de las fuerzas de seguridad para de esa manera enervar la capacidad de protesta de los adversarios del presidente de la nación. En los fundamentos se estipula que el objetivo de la reforma penal es “no dejar las decisiones finales en manos de autoridades inermes, fiscales temerosos y jueces politizados. Elementos contundentes diseñados y empuñados para causar lesiones y capuchas y máscaras para ocultar la identidad y permanecer impunes no deben ser materia de interpretación, objeto de analogías impropias del Derecho Penal, o sujetas al relativismo moral o a la hipocresía descarada”. Más adelante, expresa que “frente al debate de legos y de expertos, que parece no encontrar consenso en calificar a esos palos amenazantes y las caras cubiertas en los piquetes como armas de intimidación, amenaza, extorsión, vemos necesario introducir la tipificación específica y el agravamiento de las penas en los delitos así perpetrados, dando a las autoridades policiales y a los jueces y fiscales intervinientes la facultad indubitable de disuadir, impedir, detener, reprimir y arrestar y procesar penalmente a las personas implicadas en tales juicios”. Según la abogada Ileana Arduino, miembro del Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP), “así dicho, el proyecto reinstala un derecho penal de autor para penalizar no ya conductas y en su caso aplicar a cualquiera que las cometa, sino elegir unas personas para castigarlas solo por lo que son: manifestantes pertenecientes a los sectores populares que a diario son demonizados como piqueteros. Es un proyecto cuyo principal objetivo es ilegalizar la protesta social y a quienes participan de ella. En realidad, cualquier manifestación pública podría ser alcanzada por esa criminalización. La convalidación social basada en prejuicios clasistas y racistas hacia los sectores populares podría estar habilitando una herramienta sumamente riesgosa porque los procesos autoritarios construyen nuevos enemigos conforme sus necesidades represivas. Esa modificación, técnicamente deplorable por cierto, se apoya en la demonización piquetera pero podría asfixiar cualquier forma de disidencia y reclamo social”. “Un proyecto que establece derechos de autor viola la Constitución. Además, propone neutralizar el derecho constitucional de peticionar ante las autoridades, lo que también lo hace inconstitucional. Y afecta el principio de legalidad. Estas normas están redactadas con una generalidad tal que aumentan las posibilidades de punición. Violan el mandato de certeza y eso también es inconstitucional”, concluye.

Los ejes sobre los que se asienta el proyecto macrista son los siguientes:

a) “La propuesta del oficialismo cercano a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, modifica el artículo 149 (bis y ter.), y transforma los delitos de amenazas y extorsión, porque engloba en su definición a las manifestaciones públicas. “Convierte el derecho constitucional de peticionar a las autoridades en un delito porque propone castigar como amenaza la participación misma en una manifestación” (Arduino). Prevé tres a seis años de prisión si en una manifestación se portan “elementos contundentes, proyectiles, elementos inflamables y objetos capaces de dañar la integridad de personas o bienes, o actúe a cara cubierta de modo de impedir su identificación”. Y si las manifestaciones tuvieran como propósito la obtención de alguna medida o concesión por parte de cualquier miembro de los poderes públicos la pena puede llegar a ser de 10 años de prisión”.

b) “En el artículo 104 sobre “abuso de armas” abre la posibilidad de considerar arma a cualquier cosa utilizada en una manifestación”.

c) “Para los cortes de calles o rutas eleva la pena del artículo 194 que actualmente tiene un máximo de dos años y un mínimo de tres meses, a un rango de dos a seis años si se trata de una manifestación con todas las características de lo que considera una protesta (elementos que el oficialismo considera peligrosos y las caras tapadas)”.

d) “También se modifica el artículo 184, sobre el delito de años: mantiene las penas de tres meses a cuatro años, pero agrega la variante de manifestaciones públicas”.

Para Federico Efron, Coordinador de Litigio del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), “como se ve, las escalas pueden quedar muy desproporcionadas, algunas son elevadas significativamente. ¿Cortar una ruta puede ser igual a una estafa? Y se hace una descripción de, por ejemplo, elementos contundentes, que queda en una nebulosa. De manera que van a decidir la policía o un juez qué es eso. Lo que produce este proyecto es ampliar el universo de herramientas para criminalizar la protesta social”. Por su parte, Esteban Rodríguez Alzueta, Investigador de la Universidad Nacional de Quilmes, opina que “la reforma está a la altura del malhumor de la vecinocracia agitada por el periodismo empresarial. Se enfoca en las prácticas militantes de los actores más vulnerables. Una reforma que busca no sólo transformar los conflictos sociales en litigios judiciales sino borrar la historia y proscribir las identidades que se modelaron en torno a las luchas a fines de los 90 y en el 2001 y 2002. No sólo agravan las penas sino que crea nuevas figuras que criminalizan el flolklore militante. Porque los desocupados fueron aquellos que, como dijo alguna vez el subcomandante Marcos, tuvieron que taparse el rostro para tener un rostro. Las capuchas y los palos en Argentina mucho antes de transformarse en una marca de identidad era una estrategia de seguridad. Cuando los MTD empezaron a salir a la calle no cortaban las grandes rutas sino las arterias internas que comunicaban una localidad con otra localidad, o dos barrios dentro de la misma localidad. Las policías que mandaban a cubrir los cortes eran los agentes de las comisarías de la misma zona donde vivían los trabajadores desocupados que estaban protagonizando el corte. Después de cada manifestación, durante los días posteriores, los policías empezaban a detener a las personas que habían estado en el corte. Los detenían porque los conocían, porque se los cruzaban todos los días. De allí que una de las estrategias que desarrollaron las organizaciones para evitar que sus militantes sean detenidos y hostigados por las policías, fue cubriéndose el rostro con un pañuelo”.Por último, para Arduino es sorprendente que sigan llamando Protocolo (de Actuación de las Fuerzas de Seguridad) a algo que “no fue más que una acción de prensa en el marco de la retórica bélica que se planteó desde el primer minuto frente a la obvia conflictividad social que las políticas vigentes generarían y están generando, con la agravante de que su aplicación fue imposible porque como señaló oportunamente una jueza, se trataba de un texto sin ninguna jerarquía normativa, que ni siquiera había sido publicado en el boletín. Lo único menos serio que los fundamentos del proyecto, es el proyecto mismo” (fuente: Irina Hauser, “Cuando protestar se convierte en un delito”, Página/12, 15/4/017).

En su edición del 15 de abril Página/12 publicó un artículo de Luis Bruschtein titulado “La bomba”, en el que brinda un sesudo análisis de la realidad internacional. Dice el autor: “Estados Unidos tiene capacidad nuclear para destruir dos veces y media al planeta. Rusia solamente una vez y media. Pero con eso basta. La guerra nuclear es un despropósito. Pero el lanzamiento de la bomba madre de todas las bombas, la más potente de las no atómicas, significa que está abierta la posibilidad de las otras guerras de tipo no nuclear en un momento de crisis en Estados Unidos y de reestructuración del poder ruso tras la caída de la URSS y la expansión del poder comercial chino. La globalización liberal generó un mundo unipolar cuyo hegemonía entró en crisis y en ese proceso, ha profundizado como nunca brechas entre ricos y pobres y entre países ricos y países pobres, y ha generado guerras por el control de las riquezas naturales de los países pobres y multitudinarias olas migratorias que huyen de las guerras y la pobreza desde los países pobres hacia los países ricos” (…).

“La OTAN desplegó un escudo antimisiles en Europa supuestamente para resguardarse de ataques de Irán y Corea del Norte. Rusia alegó que ese escudo se podía transformar en pocos minutos en un lanzador de misiles nucleares, e instaló a su vez una base de misiles nucleares de largo alcance en Kaliningrado. Europa desestabilizó a un presidente neutral en Ucrania y favoreció la instalación de un presidente prooccidental y así inició la guerra separatista en Ucrania. Crimea y Sebastopol se reintegraron a Rusia y la guerra civil se asentó en Donetsk y Lugansk. La OTAN, muy presionada por Alemania, decidió entonces romper los acuerdos posteriores a la caída de la URSS y asentó tropas en los países bálticos y en Polonia, fronterizos a Rusia y Bielorusia” (…) “En Siria, las fuerzas prooccidentales ya habían sido derrotadas cuando fueron desalojadas de Alepo. Y con esa derrota habían perdido toda la fuerza para la mesa de negociación. Negociar mientras tenían el control de Alepo era una cosa. Cuando la perdieron, sellaron su destino. El gobierno sirio no tenía ninguna necesidad de usar armas químicas contra un enemigo que ya había derrotado. En ese marco, la denuncia de Occidente, tras la derrota militar de sus fuerzas en el escenario bélico, resulta por lo menos sospechosa, igual que el bombardeo con misiles Tomahawk en el primer ataque directo de Estados Unidos a una base de la fuerza aérea siria. Rusia, aliada con Irán en ese escenario, rechazó las denuncias y responsabilizó a los insurgentes por las armas químicas. Entonces el secretario de Estado, Rex Tillerson, la acusó de complicidad, en un punto de tensión máxima, un día antes de llegar a Moscú, donde fue recibido con suma frialdad por Vladimir Putin” (…) “En la semana pasada, el presidente chino Xi Jinping se reunió en Florida con Donald Trump. Corea del Norte aprovechó para hacerse sentir y realizó una prueba de misiles cuyo alcance sigue siendo limitado” (…) “El miércoles (Trump) envió al portaaviones nuclear Carl Vinson, dos destructores y un crucero con misiles guiados a la zona de la península de Corea, con lo cual volvió a desequilibrar el esquema de paz en el área” (…).

“La noticia de Estados Unidos en plan de negocios, tratados y acuerdos fue desplazada por un país que vende seguridad, al estilo de las viejas políticas de mafiosos de Chicago, como si fuera sustituyendo la expansión económica con presencia militar aún a riesgo de guerra a gran escala. Busca revitalizar su economía interna sin perder influencia internacional. Se trata de una economía en crisis pero con sus principales corporaciones transnacionales florecientes” (…) “La voracidad del neoliberalismo arrasa con reglas de juego y con cualquier racionalidad que se superponga a la lógica de la ganancia máxima, rápida, directa y sin riesgo. Una lógica que implica gran concentración por un lado, al mismo tiempo que gran desigualdad y destrucción” (…) “esa lógica que lleva a una espiral de caos y violencia, está expresada en Argentina con un cuadro parecido: una economía en retracción permanente como lo han mostrado los índices que hizo públicos el Indec esta semana, con muy alta inflación que no cede, muy altas tasas de interés y muy alto déficit fiscal, pero con grandes corporaciones representadas en el gobierno, haciendo florecientes negocios farmacéuticos, aeronáuticos, energéticos, de obra pública y demás. Una economía que se hunde, al tiempo que profundiza al máximo la brecha entre ricos y pobres, lo cual va generando escenarios de protestas que son reprimidas en forma violenta” (…) “Allí está la solución del conflicto (en la represión). Entonces endurece la mano dura. No ha sobresalido en educación, salud ni en contención social, pero en cambio el gobierno hizo alarde del gasto en seguridad y de su decisión de reprimir el conflicto social con sobreactuación y fuerza sobredimensionada” (…) “La Iglesia critica que se profundizó la división, pero para este gobierno aumentar la división no es un problema sino una virtud de la nueva sociedad que se plantea compartimentada y discriminada entre caceroleros bienpensantes y simiescos choripaneros, como la describió muy gráficamente Mauricio Macri”.

En la misma edición, Página/12 publicó un artículo de David Cufré titulado “La era del hielo”. Dice el autor: “La suba de la tasa de interés por parte del Banco Central en una economía donde la utilización de la capacidad instalada industrial se encuentra en un mínimo en catorce años, entre otras múltiples señales de la persistencia de una recesión galopante, puede resultar tan perniciosa para el nivel de actividad como lo fue la creación de Precios Transparentes para el consumo. Haber eliminado las cuotas sin interés después de más de un año de caída de la demanda fue una decisión que agravó la contracción de las ventas. El Gobierno imaginó que esa medida provocaría una disminución de la inflación al empujar hacia abajo los precios al contado. El resultado fue el que cualquiera que no viva en el laboratorio donde habitan los funcionarios podía imaginar. Un desastre. Lo mismo puede decirse del tarifazo de la luz, el gas, el agua y el transporte el año pasado luego de producida la devaluación y la quita de retenciones. El fundamentalismo ideológico de los economistas de Cambiemos les impidió advertir que ese violento ajuste en las boletas dispararía todavía más la inflación y agrandaría la pérdida de poder adquisitivo de trabajadores y jubilados” (…) “El alza de las tasas, de igual modo, operará en sentido negativo para la inversión productiva. Es obvio. Lo dicen hasta las consultoras de la city que han declarado a la Argentina como campeona del mundo de la bicicleta financiera, donde puede obtenerse una rentabilidad extraordinaria en dólares, con intereses alocados, y volver después a comprar divisas con la cotización planchada” (…) “Por último, entre las decisiones estructurales que han configurado un escenario de crisis, la presión de las autoridades nacionales para imponer un techo a las paritarias que inhiba cualquier recuperación del salario por sobre la inflación atenta contra la reanimación del consumo. Sin un horizonte claro para la producción industrial, para la demanda interna y para la inversión, las respuestas que da el equipo económico, comandado desde el Banco Central por Federico Sturzenegger, lo vuelven cada día más oscuro, o más claro, como se quiera interpretar. Cada vez es más evidente que el negocio no es producir sino importar, no es comprar una máquina sino Lebacs. El Gobierno avanza con el modelo clásico de la derecha argentina, montado sobre la actividad agropecuaria-los agronegocios en particular-y la valorización financiera, por ahora con atraso cambiario y seguramente más adelante con otra devaluación que haga girar la rueda de ganancias monumentales para un sector acotado de la población y pérdidas para las mayorías”.

“La sustentabilidad política de un proyecto semejante, que excluye a una porción creciente de la sociedad, forma parte de otro debate. Cambiemos ha tenido éxito primero en convencer a un 51 por ciento para que lo vote, con la promesa de que no habría pérdidas de los derechos conquistados y de que todos vivirían mejor, con pobreza cero y la revolución de la alegría, y después de haber logrado imponer la interpretación de que nada de eso ocurrió, sino todo lo contrario, por culpa de la pesada herencia y porque se robaron todo. Frente a ello, de cara a las elecciones de octubre se abren distintas posibilidades. Una es que el oficialismo gane y potencie su fuerza política para encarar reformas de fondo en los campos laboral, previsional e impositivo con perfil neoliberal, es decir, quitando derechos a los trabajadores y a los jubilados y favoreciendo aún más la concentración de la riqueza” (…) “Otra alternativa es que el oficialismo pierda las elecciones por poco margen e intente hacer lo mismo pero de manera más moderada, dependiendo de la negociación que logre entablar con un sector de la oposición. Y una tercera chance es que pierda con claridad, lo cual lo pondría entre la espada y la pared, con la presión social para que cambie de política económica de un lado y la presión de los mercados por otro, de quienes depende para financiar el déficit fiscal y el externo” (…).

“A corto plazo, el escenario de estanflación-estancamiento con inflación-se acentúa con decisiones como el aumento de las tasas de interés que dispuso el Banco Central. “Tarifazos, incremento de las importaciones, altas tasas de interés y retraso cambiario, sin políticas activas que fomenten la producción industrial ni el poder adquisitivo, configuran un panorama que hunde más la economía y no consigue disminuir la inflación por debajo de la media de los últimos años”, advierte el ex presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli. “A esta altura el año pasado la mayoría de los consultores seguía diciendo que el PIB crecería 1 por ciento o a lo sumo tendría una caída marginal, y finalmente retrocedió 2,3 por ciento según el Indec. Ahora el consenso es que en 2017 habrá una expansión de 2,8 por ciento. Puede haber un crecimiento anémico en comparación con las bases deprimidas de 2016, pero no mucho más”, contradice. Como en otras etapas de la Argentina, cuando referentes de la ortodoxia económica decían que había que pasar el invierno, con Macri y Sturzenegger lo que se ha instalado es una nueva era, la era del hielo”.

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