Por Hernán Andrés Kruse.-

“Es cierto que el gobierno enfrenta dificultades, que importantes sectores de la sociedad la están pasando mal, pero vamos por el camino correcto”. Así pontifican los defensores del gobierno nacional y los que aparentan ser la oposición pero que en el fondo coinciden en el rumbo económico macro de Cambiemos. ¿Vamos realmente por el camino correcto? Desde que asumió Mauricio Macri se han incrementado la inflación, la pobreza y el desempleo, producto de una política económica que privilegia el control del déficit fiscal, la concentración de la riqueza y, a nivel internacional, el ingreso indiscriminado de productos foráneos. Ferviente partidario de la doctrina librecambista, el presidente de la nación ha abierto las compuertas para que un sinnúmero de productos del extranjero hagan pie en nuestro territorio provocando el sabido efecto: la paulatina desindustrialización de la Argentina. Esto ya lo padecimos durante el menemismo pero da la sensación de que el pueblo argentino no aprende de sus errores del pasado y se empecina en volver a cometerlos.

En su edición del domingo 17 de julio Página 12 publicó un muy ilustrativo artículo de Alfredo Zaiat titulado “José Mercado compra todo importado”, en el que analiza esta cuestión. A partir del 10 de diciembre de 2015 comenzó a producirse una verdadera invasión de bienes de consumo final importado sobre territorio de la producción nacional. Para el empresariado local es una película cuyo final conoce perfectamente. Para que el lector tenga una idea de lo que está sucediendo: la entrada al país de artículos de limpieza, carteras, mochilas, colchones, juguetes, lavavajillas y maquillaje implicó, si se comparan los primeros cinco meses de 2016 con los primeros cinco meses de 2015, un incremento en la importación de estos productos del 20 a más del 150 por ciento. Esto demuestra a las claras que el gobierno nacional tiene decidido iniciar un nuevo proceso de desindustrialización y fragmentación del aparato productivo, mientras los capitostes de la Unión Industrial Argentina aplauden alborozados al presidente de la nación y, fundamentalmente, su política económica. Lo cierto es que la economía argentina está en recesión y que los duros tarifazos en la luz, gas y agua han dañado severamente el poder adquisitivo de la inmensa mayoría de la población. Con semejante escenario económico el gobierno nacional ha permitido el ingreso vertiginoso de bienes del exterior, lo que no ha hecho más que configurar un cuadro sumamente crítico para la industria nacional. Como los productos nacionales no están en condiciones de competir con los productos importados, la industria nacional se ve imposibilitada de incrementar los precios de manera afín con el alza de los costos lo que ocasiona inexorablemente una merma en el nivel de las ventas debido a la brusca caída del poder adquisitivo de la población. La eliminación del cepo a las importaciones no ha hecho más que provocar la caída de la industria nacional y el aumento del desempleo, la inflación y la recesión.

La apertura indiscriminada a la importación trae aparejadas deletéreas consecuencias en el nivel de empleo. Varias de las empresas afectadas por esta invasión se han visto obligadas a suspender personal, a no renovar contratos de trabajadores temporarios y a dar comienzo a una política selectiva de despidos. ¡Pensar que Macri prometió durante la campaña electoral que iba a proteger el empleo! El asunto es que las predicciones del equipo económico de cambiemos fallaron. En efecto, sus integrantes apostaron a una caída de los precios fruto de la recesión e importación pero la realidad indicó otra cosa: recesión e importación acompañando a una tasa de inflación elevada. El IPC- Macri y el IPC-CABA indicaron que el mes pasado hubo alzas inesperadas del orden del 3,1% y 3,2%, respectivamente. Hay un indicador por demás elocuente: durante los primeros siete meses del gobierno de Cambiemos la variación de precios interanual es del orden del 45 al 47 por ciento, porcentaje superior al de febrero de 1992 (42% interanual), diciembre de 2002 (41% interanual) y octubre de 2014 (42% interanual). Ello significa que estamos padeciendo la inflación más alta de los últimos 24 años. Lo peor de todo es que este umbral del 42% interanual tiene una proyección de alcanzar el 50%. ¡Podemos terminar 2016 con el 50 por ciento de inflación!

Con la devaluación y el tarifazo el gobierno nacional golpeó duramente a la industria y al comercio minorista. Con la apertura indiscriminada a las importaciones en un contexto marcado por la crisis internacional y el derrumbe económico brasileño, Macri le ha dado un golpe de knockout a la producción nacional. Con su apego por la doctrina librecambista el equipo económico de Cambiemos ha permitido que excedentes de producción de economías recesivas o estancadas ingresen sin control en el mercado argentino, con el consiguiente efecto deletéreo sobre la industria vernácula. No ha de extrañar, entonces, lo afectados que quedaron la producción y el empleo local. Para ilustrar este desastre económico provocado ¿intencionalmente? por el equipo económico macrista, Zaiat da a conocer un informe de la consultora “Radar”, cuya directora, la ex subsecretaria de Comercio Exterior, Paula Español, brinda una sagaz explicación de un hecho curioso: si bien las importaciones cayeron el 4,7% en los primeros cinco meses de 2016 en comparación con igual período del año anterior, esa merma se debió fundamentalmente al importante retroceso que experimentaron los precios, en especial en el rubro “combustibles y lubricantes”; sin embargo, al mismo tiempo se registró un incremento de la cantidad de bienes importados (bienes de consumo final y autos, especialmente). Se está en presencia de una importante crisis industrial que también se ve reflejada en la merma en la compra de maquinaria importada.

En el informe la consultora “Radar” brinda la siguiente descripción, sector por sector, de la crisis que afecta al sistema industrial por la invasión del importado: a) textil e indumentaria: este sector ha sufrido mucho la caída del consumo interno, la contracción del mercado de exportación brasileño, el fuerte incremento en las importaciones de rubros con fabricación local y el aumento en las tarifas; b) calzado: durante los primeros seis meses de 2016 las ventas cayeron entre un 20 y un 25 por ciento; c) marroquinería: en el sector admiten que durante el primer semestre de 2016 las ventas disminuyeron un 25 por ciento menos en relación con el mismo período del año pasado; d) madera y muebles: es uno de los rubros más afectados debido a una fuerte caída de la demanda local ( el mercado se achicó un 40 por ciento en enero-mayo); juguetes: el primer semestre fue muy flojo y la industria del ramo deposita todas sus expectativas de venta a una fecha emblemática: el día del Niño; e) línea blanca: se registra una fuerte caída en este rubro junto a un considerable aumento en la oferta de productos (heladeras, lavavajillas, estufas, calefones, etc.) extranjeros (brasileños, especialmente); f) maquinaria agrícola: la maquinaria nacional está perdiendo la pulseada frente a la maquinaria extranjera; g) electrónica: en este rubro se registra un fuerte crecimiento en las importaciones de tablets, módems, radios, celulares y decodificadores; h) vehículos, motos y neumáticos: hubo un gran incremento en la importación de vehículos (los brasileños, especialmente), de motos (la entrada de motos terminadas creció un 239% durante los primeros cinco meses del año) y de neumáticos; i) química de consumo: las importaciones de productos terminados (artículos de higiene descartable, productos capilares, fragancias, maquillaje, etc.) se incrementaron un 43% en mayo, experimentando una suba del 21% durante los primeros cinco meses de 2016; j) industria gráfica: las importaciones de publicaciones experimentaron un crecimiento del 43% durante los primeros cinco meses de 2016; k) petroquímica y plásticos: este sector se ve muy afectado por el aumento de importaciones de bienes finales (provenientes de Brasil y China, fundamentalmente) y por una menor demanda brasileña.

Pese a todas las evidencias que demuestran lo que es Macri como presidente, la sociedad continúa anestesiada, confiando en que en un futuro las cosas mejorarán. Difícil que ello suceda con un presidente que ha dado cabales demostraciones de su espíritu antidemocrático. La peor de todas quedó al descubierto la semana pasada cuando autorizó la visita a la Casa Rosada de un grupo de simpatizantes de Adolph Hitler, quienes manifestaron su disposición a hablar de política con dirigentes macristas. Nadie duda que la tolerancia y el pluralismo ideológico hacen a la esencia de la democracia, pero como sucede en todos los aspectos de la vida hay ciertos límites que no se deben franquear. Uno de esos límites es, precisamente, la tolerancia a los totalitarismos. La democracia siempre debe ser intolerante frente a aquellos sistemas que tienen en mente su destrucción. En aras de los valores democráticos no se puede ni se debe dialogar con defensores de un totalitarismo que destruyó millones de vidas humanas y transformó a los alemanes y a los ciudadanos de los países conquistados en cucarachas. Con su permiso para que neonazis visiten la Rosada Macri no ha hecho más que legitimar de manera encubierta al régimen de Hitler. No ha hecho otra cosa que menospreciar lo que significó el nacionalsocialismo para la humanidad. Porque el nazismo no fue cualquier régimen autoritario o dictatorial que en gran número asolaron a la humanidad a lo largo de la historia. No, el nazismo fue más, mucho más, que una dictadura o una autocracia. Fue, lisa y llanamente, un totalitarismo que intentó dominar al mundo para imponer a sangre y fuego su concepción racial de la sociedad. Para Hitler había una raza superior, la aria, que había nacido para ejercer la dominación mundial. El resto de los mortales eran seres inferiores que habían nacido para ser sus esclavos. Para Hitler el nazismo era una filosofía de vida que obligaba al hombre a vivir las veinticuatro horas como nacionalsocialista. El hombre dejaba de ser una persona para transformarse en un ladrillo más de la pared, en un engranaje de un sistema perverso y monstruoso. El hombre como tal no valía absolutamente nada. Sólo era “alguien” si formaba parte de la estructura nacionalsocialista. Los que osaban rebelarse eran triturados sin piedad. Además, Hitler consideraba un crimen de lesa humanidad el ser judío, por ejemplo. Por eso hizo construir los abominables campos de concentración donde murieron millones de personas que profesaban esa religión. Pues bien, los jóvenes neonazis que estuvieron en la Rosada días pasados creen ciegamente en Hitler y sus alucinaciones. Como no tuvieron inconveniente alguno en ingresar y participar de reuniones en la Casa de Gobierno, se deduce que hay funcionarios macristas que también son admiradores de Hitler. Lo que resulta inentendible es el silencio de las autoridades de la comunidad judía frente a un hecho que constituye una afrenta para la memoria de los seis millones de judíos que perecieron en esas aberraciones que fueron los campos de concentración. Realmente resulta inadmisible ese silencio, como también el silencio de la Unión Cívica Radical y de Elisa Carrió, cuya fundación lleva el nombre de una gran filósofa política que sufrió en carne propia al nazismo. Si seguimos así en cualquier momento veremos flamear la esvástica en la Rosada.

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