Por Hernán Andrés Kruse.-

Jamás un presidente argentino elegido democráticamente tuvo a su favor un blindaje mediático de tal magnitud como Mauricio Macri. A partir del 10 de diciembre, los grandes medios escritos y televisivos han puesto todos sus recursos, que son poderosísimos, a disposición de un dirigente político que es el emblema de la derecha no peronista, que cree a pie juntillas en la sabiduría de los mercados, que está convencido de que el Estado es una bestia antediluviana que debe reducirse a la mínima expresión. Macri es un dirigente político que cree que la economía debe marchar por sí misma, que el mundo se reduce a Estados Unidos y Europa Occidental, que la libertad de empresa está por encima de la libertad de prensa, que sólo el kirchnerismo es corrupto, que ha sido tocado por la varita mágica para torcer definitivamente el curso de la historia. Macri es un dirigente que reduce todo a estadísticas, cálculos y porcentajes. Para él las personas de carne y hueso no cuentan, son ceros a la izquierda, son la nada misma. Reduce los despidos a un asunto estadístico, cuando en realidad se trata de un drama profundamente humano. Cuando utiliza el helicóptero para recorrer las zonas afectadas por las inundaciones, sólo se limita a rogar al cielo para que no sigan las precipitaciones. El desastre humanitario que implican las inundaciones no le llega al corazón. Estamos en presencia de uno de los presidentes más cínicos y perversos de nuestra historia. Cada vez que aparece en televisión se limita a tomarle el pelo a la sociedad. Porque eso es lo que viene haciendo desde que asumió. Le encanta subestimar intelectualmente a los argentinos, al igual que la perversa que ejerce la vicepresidencia de la Nación.

Este “personaje”, aunque cueste creerlo, ganó el ballotage el 22 de noviembre pasado. Su asunción fue transmitida en vivo y en directo durante todo el día por todos los canales de cable. Fueron cadenas nacionales sucesivas que no se cansaron de rendirle pleitesía al flamante matrimonio presidencial. A partir de entonces, los periodistas del Trece, de TN, de Canal 26 y de América, pasaron a ser voceros de Mauricio Macri. Luis Majul llegó a compararlo con Nelson Mandela, con el líder que fue capaz de unir a blancos y negros de un país devastado por el apartheid. El mensaje de estos medios fue el siguiente: “terminó una de las etapas más negras de nuestra historia y comienza otra etapa que, si el flamante presidente hace las cosas relativamente bien, puede significar para la Argentina el ingreso en una nueva era histórica”. Pero muy pronto los periodistas militantes de Cambiemos (el mencionado Majul, Pablo Vilouta, Luis Novaresio, Santiago del Moro, Alejandro Fantino, Jorge Asís, Nelson Castro, Morales Solá y Jorge Lanata, entre tantos otros) se dieron cuenta de que había muy poco que rescatar de la presidencia de Macri. Entonces comenzaron a tapar todos los desaguisados del presidente haciendo cadena nacional continuada con la supuesta corrupción kirchnerista. La “ruta del dinero K” pasó a ocupar el centro del “análisis profesional” de estos periodistas. Un tal Fariña, cuyo único mérito en su vida fue estar brevemente casado con una diosa de la farándula, vomitó durante varias horas ante la Justicia y a partir de ese momento estalló el “affaire Báez”. Todos los canales mencionados comenzaron a poner en la pantalla las peripecias de Lázaro Báez, un oscuro empleado bancario a comienzos de los noventa que dos décadas más tarde aparece como dueño de media Patagonia. Por supuesto que hay que investigarlo, como sucedería con un personaje de estas características en cualquier democracia civilizada del mundo. Pero de ahí a montar una operación política tendiente a tapar la triste realidad actual media un abismo. Lo que está aconteciendo ahora en el sur argentino es sencillamente desopilante. ¿Alguien con algo de sensatez puede suponer que Báez, si realmente robó miles de millones de dólares, iba a esconder semejante montaña de dinero bajo tierra y en Santa Cruz? Porque eso es, precisamente, lo que el poder mediático anti k quiere hacer creer al pueblo argentino. Ver por televisión gigantescas retroexcavadoras tratando de encontrar el tesoro escondido realmente provoca vergüenza ajena. Al igual que ver al grotesco Marijuán, que más que actuar como fiscal pretende emular a Elliot Ness.

Lo que se pretende no es hacer Justicia sino tapar lo que está haciendo el gobierno de Cambiemos y, fundamentalmente, la corrupción que amenaza con sepultar al propio presidente de la nación. ¡Oh casualidad!, desde hace varias semanas que nada se dice respecto de los Panama Papers. Se trata de un escándalo de corrupción a nivel planetario que ya costó, por ejemplo, la cabeza del primer ministro de Islandia. Según la información filtrada varios personajes de la política mundial, entre ellos varios presidentes en ejercicio, son dueños de empresas off shore localizadas en paraísos fiscales. Los especialistas coinciden en que nadie tiene una empresa de esta índole en algún paraíso fiscal para realizar tareas de beneficencia. Por el contrario, estas empresas se montan fundamentalmente para evadir impuestos y/o lavar dinero. Se trata de delitos, de acciones reñidas con la legalidad. En consecuencia, quien es dueño de una empresa off shore es un delincuente, se trate de un privado o de un presidente. Pues bien, el nombre del presidente de la Argentina figura en los Panamá Papers. Junto a su padre es dueño de varias empresas fantasmas, lo que obliga a decir que Mauricio Macri es lisa y llanamente un delincuente. También lo es su padre, por supuesto. La reacción del gobierno nacional posterior a la difusión de los Panama Papers no ha hecho más que confirmar la culpabilidad del presidente de la nación. Tampoco se habla del dólar a futuro, una especulación relacionada con una futura devaluación del peso en relación con el dólar que habría beneficiado a funcionarios macristas. Claro que en este caso habrían tenido complicidad importantes funcionarios kirchneristas.

Pero los periodistas militantes macristas no se limitan a ocultar la corrupción del gobierno de Macri. También presentan como positivas las medidas económicas que ha tomado el presidente a partir del 10 de diciembre. En este sentido el periodista Antonio Laje se lleva las palmas. Todas las mañanas, utiliza la pantalla de América para felicitar al gobierno por su política económica. Y lo hace sin ponerse colorado. Porque él sabe perfectamente cuál es el objetivo central del gobierno de Cambiemos: gobernar para los grupos económicos concentrados, es decir, para la oligarquía. Apenas se sentó en el sillón de Rivadavia Macri ordenó el levantamiento del cepo al dólar. Laje presentó esta medida como si se tratara de un acto fundacional, de la piedra basal para la construcción de un nuevo país. Fue tan solo el primer paso dado por el gobierno de Cambiemos para atraer a las inversiones foráneas. Luego el equipo económico supuestamente liderado por el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, no tuvo piedad con el bolsillo de los trabajadores al imponer una devaluación del orden del 40%. Las consecuencias fueron las esperadas: más inflación y menor consumo; enfriamiento de la economía, en suma. Al poco tiempo llegó lo más temido: tarifazos y despidos. Con el pretexto de eliminar subsidios el gobierno nacional autorizó la suba de agua, luz y gas, con el único objetivo de hacer más ricos a quienes tienen a su cargo la administración de estos servicios que son vitales para la sociedad. Como los sueldos se mantienen estables, no hay que ser un economista para darse cuenta del feroz impacto al bolsillo que vienen sufriendo los trabajadores desde que Macri es presidente. Sin embargo, el gobierno ni se mosquea. Hace unos días, en Tucumán, la Vicepresidente de la Nación le dijo a un grupo de comerciantes y empresarios que debían aguantar unos cinco años para que el país se encarrile. Claro, total los sacrificios quedan, como siempre, a cargo de los sectores más débiles de la sociedad: los trabajadores y los jubilados. Laje y otros colegas suyos nada dicen al respecto.

Otro escándalo que fue presentado por los periodistas militantes machistas como un éxito fenomenal del gobierno nacional ha sido el acuerdo con los fondos buitre. Estos fondos no son otra cosa que bandas de delincuentes internacionales, tal el caso de Paul Singer, que lucran, emulando a los caranchos, con los países que cayeron en default. Lucran con las tragedias populares, en suma. El presidente Kirchner y su sucesora pusieron en práctica un plan de desendeudamiento que resultó exitoso ya que el 93% de los acreedores externos aceptaron los canjes de deuda de 2005 y 2010 y que significaron una importante quita de la deuda del país. Hubo un 7% que se quedó al margen, entre ellos Singer. Son estos acreedores los que obligaron al gobierno de Macri a pagarles en los últimos días casi diez mil millones de dólares, lo que constituye una afrenta para la nación soberana. Sin embargo, los periodistas militantes macristas celebraron el pago aduciendo algo inverosímil: que con este acto de sumisión la Argentina comenzará a recibir un aluvión de inversiones extranjeras, lo que permitirá la creación de innumerables puestos de trabajo. Se trata, obviamente, de una mentira fenomenal que, sin embargo, ha sido recepcionada favorablemente por un importante sector de la sociedad.

Para los periodistas militantes macristas todo marcha viento en popa. La situación es muy difícil, pontifican, no por culpa de Macri sino por responsabilidad exclusiva de la presidente maldita: Cristina Fernández de Kirchner. Macri y sus funcionarios son conscientes de los sacrificios que está haciendo el pueblo (no ellos, por supuesto) pero vale la pena ya que, en el largo plazo, la Argentina estará mucho mejor. Claro que, como muy bien lo señaló Lord Keynes, en el largo plazo estaremos todos muertos.

Share