Por Hernán Andrés Kruse.-

Al principio de su mandato el presidente de la nación prometió que la reactivación de la economía comenzaría en el segundo semestre. Tal promesa quedó en la nada. 2016 terminó, económicamente hablando, peor que 2015. El recambio de gabinete fue puro gatopardismo. Las medidas que el gobierno tomó a partir de entonces no hicieron más que atentar contra los ya vapuleados consumo y producción nacional. En efecto, si se hace un repaso de lo que viene haciendo “el mejor equipo de los últimos cincuenta años”, se concluye fácilmente que Cambiemos muestra un desinterés supino por los derechos de los trabajadores. Todas las medidas tomadas por el oficialismo atentaron contra la calidad de vida de la inmensa mayoría de la población: 1) incremento de los combustibles; 2) tarifazo eléctrico; 3) eliminación de las cuotas sin interés; 4) aumento de los peajes; 5) suba de las prepagas; 6) ratificación del aumento del gas en abril; 7) eliminación de dos feriados puente; 8) recomendación de mirar televisión sólo 4 horas diarias; 9) mayor apertura de las importaciones para disciplinar precios; 10) calificación de “inflacionario” cualquier estímulo al consumo; 11) techo del 17 por ciento a las paritarias; 12) impulso a la flexibilización laboral; 13) reemplazo de Fútbol para Todos por Pay Per View; 14) cambio de Precios Cuidados por Precios Transparentes; 15) sostenimiento de tasas de interés elevadas; 16) indiferencia frente al cierre de fábricas y los despidos. Este paquete ortodoxo aplastó a una economía que ya venía severamente dañada desde 2016, cuando Cambiemos decidió modificar radicalmente el rumbo económico a través de la devaluación, la quita de retenciones y la liberalización de capitales. Esperar, por ende, una reactivación del mercado interno y el relanzamiento de la industria nacional suena, a esta altura de los acontecimientos, utópico. Si la demanda no se reactiva, 2017 se presenta como una continuidad de 2016 o quizás peor, como una agudización del ciclo recesivo. El oficialismo, consciente puertas adentro de la realidad económica que agobia a los argentinos, está dispuesto a batir palmas si durante este crucial año electoral se logra detener la caída a través del impulso a la obra pública, el aporte de la actividad agropecuaria, el ingreso de capitales especulativos, el festival de deuda y un incremento de exportaciones a nuestro vecino gigante.

Durante 2016 quedó palmariamente en evidencia el cambio de modelo económico implementado por el presidente de la nación. El modelo kirchnerista, basado en el apoyo a la producción nacional, el empleo y la inclusión social, fue reemplazado por un modelo orientado a los agronegocios y el capital financiero. En 2016 la masa salarial de los sectores de línea blanca y muebles sufrió, en relación con 2015, una pérdida de 200 millones de pesos. Ello se debió a la caída estrepitosa de la producción provocada por la falta de demanda y la sustitución de artículos nacionales por artículos extranjeros. En las fábricas de heladeras se registró un récord de horas de trabajo perdidas: 1, 5 millón. En la vereda de enfrente, el complejo oleaginoso, al igual que la molienda de aceite de soja, alcanzaron el año pasado un volumen récord de procesamiento de semillas de soja. Emerge en toda su magnitud quiénes ganaron y quiénes perdieron el año pasado con las medidas económicas implementadas por el macrismo. Mientras tanto, en noviembre y diciembre el gobierno consumió la totalidad del dinero que ingresó al país por el blanqueo de capitales, tal como aconteció durante el gobierno de De la Rúa con el blindaje y el megacanje. Según un informe de la consultora FIDE, de Mercedes Marcó del Pont”, “los datos oficiales indican que el mercado de cambios cerró 2016 con una dolarización bruta equivalente a 29.000 millones de dólares (solo en el último bimestre esa demanda consumió la totalidad de las divisas ingresadas por el blanqueo de capitales)”. Lo que anticipa la redolarización de la economía resulta por demás inquietante: la crisis económica provocada por las medidas neoliberales el año pasado puede extenderse más allá del período de gobierno del actual presidente. El gobierno de Macri está tan convencido del rumbo elegido que cada vez se corrobora más la hipótesis de que la crisis que hoy agobia a los argentinos forma parte del plan para bajar salarios y situar a la Argentina como uno de los países más injustos y desigualitarios de Latinoamérica

El documento elaborado por FIDE alerta sobre la pérdida de independencia del país frente a los embates del capital financiero internacional. “Las evidencias de que el escenario internacional se presenta muy adverso para los países emergentes, con renovadas señales proteccionistas y de volatilidad de los mercados cambiarios y financieros, son recibidas con indiferencia por el Gobierno argentino, que ha ratificado su línea estratégica de apertura comercial y financiera unilateral”. “Por un lado, avanzó en la eliminación de los plazos obligatorios para la liquidación de las exportaciones de servicios (ya había prolongado los plazos para las exportaciones de bienes), lo que supone reducir todavía más la disponibilidad de los dólares del comercio exterior en un contexto de ampliación del desequilibrio de la cuenta corriente (en 2016 el déficit se incrementó en más de 4000 millones de dólares). Por otro lado, eliminó el límite mensual de 2500 dólares para las compras de esa moneda en efectivo. Pero la decisión más relevante desde el punto de vista del alcance hacia una apertura financiera unilateral fue la eliminación del plazo mínimo de estadía para el ingreso de capitales financieros, que ya en 2016 se había achicado de un año a 120 días, como forma de estimular el ingreso de inversiones financieras de corto plazo”, se lee en el documento. Luego agrega: “Frente a la enorme volatilidad que exhiben esos flujos, en un escenario internacional enrarecido y con un consenso generalizado de que Estados Unidos se transformará en una aspiradora de capitales, cuesta entender la racionalidad de todas esas decisiones”. Finalmente, señala que “la Cepal ratifica que la dependencia de los flujos financieros internacionales constituye un factor de vulnerabilidad externa tan relevante como el patrón de especialización primaria que caracteriza a los países subdesarrollados”. ¿Qué proceso se está poniendo en marcha en la Argentina? Así lo explica Adrián Caneto, especialista en temas laborales: “Van a un modelo de mano de obra barata. Cuando la desocupación supera el 15 por ciento se acabaron los convenios colectivos de trabajo, porque nadie tiene fuerza para hacerlos respetar. Acá no hay errores, es el plan económico liberal del siglo pasado. Mano de obra barata en abundancia” (fuente: David Cufré, “El plan Crisis”, Página/12, 4/2/017).

En su edición del sábado 4 de febrero, Página/12 publicó un artículo de Slavoj Zizek titulado “Despertar para seguir soñando”, en el que analiza las causas y consecuencias de la victoria de Trump y de qué manera puede llegar a influir en Europa, en especial las elecciones que tendrán lugar próximamente en Francia, donde el duelo se dará entre Fillon (derechista conservador) y Marine Le Pen (populista de extrema derecha).

Dice el escritor esloveno: “(…) el 21 de enero, en Koblenz, los representantes de los partidos populistas de derecha europeos se reunieron bajo el lema de Libertad para Europa. El encuentro fue dominado por Marine Le Pen, quien llamó a los votantes de toda Europa a “despertar” y seguir el ejemplo de los votantes estadounidenses y británicos; predijo que las victorias del Brexit y de Trump desencadenaría una ola imparable de “todos los dominós de Europa”. Trump dejó claro que “no apoya un sistema de opresión de los pueblos”: “2016 fue el año en que el mundo anglosajón despertó. Estoy seguro de que 2017 será el año en el que la gente de Europa continental se despierte”. ¿Qué significa despertar aquí?” (…) “Ya en la década de 1930, Adorno comentó que el llamado nazi “¡Deutschland, erwache!” (“¡Alemania despierta!”) significaba… ¡seguir nuestro sueño nazi (de los judíos como el enemigo externo arruinando la armonía de nuestras sociedades) para que uno pueda continuar durmiendo! ¡Dormir y evitar el rudo despertar, el despertar de los antagonismos sociales que atraviesan nuestra realidad social! Hoy la derecha populista está haciendo lo mismo: nos llama a nosotros a “despertar” a la amenaza de los inmigrantes para que podamos seguir soñando, es decir, ignorando los antagonismos que atraviesan nuestro capitalismo global. El discurso inaugural de Trump era, por supuesto, la ideología en su estado más puro, un mensaje simple y directo que se basa en toda una serie de inconsistencias bastante obvias” (…) “Sin embargo, a pesar del evidente contraste entre estas proclamaciones y las primeras nominaciones de Trump (¿cómo puede el secretario de Estado de Trump, Rex Tillerson, director ejecutivo de Exxon Mobil, ser la voz de los trabajadores explotados?), hay una serie de pistas que dan un giro específico a su mensaje. Trump habla de “élites de Washington”, no de capitalistas y grandes banqueros. Habla de la desvinculación del rol del policía mundial, pero promete la destrucción del terrorismo musulmán, la prevención de las pruebas balísticas norcoreanas y la contención de la ocupación china de las islas del mar de China meridional… así que lo que estamos obteniendo es el intervencionismo militar global ejercido en nombre de los intereses estadounidenses, sin la máscara de derechos humanos y democracia” (…) “Pero lo que hace que el discurso inaugural de Trump sea interesante (y eficiente) es que sus inconsistencias reflejan las inconsistencias de la izquierda liberal. Hay que repetir una y otra vez que la derrota de Clinton fue el precio que ella tuvo que pagar por neutralizar a Bernie Sanders. Ella no perdió porque se movió demasiado a la izquierda, pero precisamente porque era demasiado centrista y de esta manera no logró capturar la rebelión anti-establishment que sostuvo tanto a Trump como a Sanders. Trump les recordó la realidad medio olvidada de la lucha de clases, aunque, por supuesto, lo hizo de una manera populista distorsionada” (…).

“La reacción liberal predominante al discurso de asunción de Trump estaba predeciblemente llena de visiones apocalípticas bastante simples-basta mencionar que el anfitrión de MSNNBC Chris Matthews detectó en él “un fondo hitleriano”. Esta visión apocalíptica es típicamente acompañada por la comedia: la arrogancia de la izquierda liberal explota en su forma más pura el nuevo género de programas de Talk Shows en clave de humor político … que en su mayoría promulgan la pura arrogancia de la élite intelectual liberal. Pero el aspecto más depresivo del período post-electoral en Estados Unidos no son las medidas anunciadas por el Presidente electo, sino la forma en que la mayor parte del partido Demócrata está reaccionando a su histórica derrota: la oscilación entre los dos extremos, el horror al Gran Lobo Malo llamado Trump y el anverso de este pánico y fascinación, la renormalización de la situación, la idea de que nada extraordinario ocurrió, que es sólo otro revés en el intercambio normal entre presidentes republicanos y demócratas” (…) “Para ella (Nancy Pelosi), la lección es clara: “el pasado es un prólogo. Lo que funcionó antes funcionará de nuevo. Trump y los republicanos se sobreponen, y los demócratas tenemos que estar listos para aprovechar la oportunidad cuando lo hagan”. Tal postura ignora totalmente el verdadero significado de la victoria de Trump, las debilidades del partido Demócrata que la posibilitaron y la reestructuración radical de todo el espacio político que anuncia esta victoria” (…).

“En Europa occidental y oriental, hay señales de una reorganización a largo plazo del espacio político” (…) “Ahora cada vez hay más un partido que representa el capitalismo global como tal, generalmente con relativa tolerancia hacia el aborto, los derechos de los homosexuales, las minorías religiosas y étnicas, etc.; en oposición a ese partido, hay otro partido populista anti-inmigrante cada vez más fuerte que va acompañado de grupos neofascistas directamente racistas en sus márgenes. De manera que la historia de Donald y Hillary continúa: en su segunda entrega, los nombres de la pareja se cambian por los de Marine le Pen y Francois Fillon. Ahora que Francois Fillon fue elegido candidato de la derecha para las próximas elecciones presidenciales francesas y con la certeza (casi total) de que en la segunda vuelta de las elecciones la elección será entre Fillon y Marine le Pen, nuestra democracia alcanzó su (hasta ahora) punto más bajo. Si la diferencia entre Clinton y Trump era la diferencia entre el establishment liberal y la rabia populista de derecha, esta diferencia se redujo al mínimo en el caso de Le Pen versus Fillon. Si bien ambos son conservadores culturales, en materia de economía Fillon es puramente neoliberal mientras que Le Pen está mucho más orientada a proteger los intereses de los trabajadores. En resumen, dado que Fillon representa la peor combinación en la actualidad-el neoliberalismo económico y el conservadurismo social-uno está seriamente tentado a preferir a Le Pen El único argumento para Fillon es uno puramente formal: representa formalmente la Europa unida y una distancia mínima de la derecha populista, aunque, en cuanto al contenido, parece ser peor que Le Pen. Así que él representa la inmanente decadencia del establishment mismo” (…).

“PiS (Derecho y Justicia, el partido gobernante-populista en Polonia) hace lo que Marine le Pen también promete hacer en Francia: una combinación de medidas anti-austeridad (transferencias sociales que ningún partido de izquierda se atreve a considerar) más la promesa de orden y seguridad que afirma la identidad nacional y promete lidiar con la amenaza de inmigrantes. ¿Quién puede superar esta combinación que aborda directamente las dos grandes preocupaciones de la gente común? Podemos discernir en el horizonte una situación extrañamente pervertida en la que la “izquierda” oficial está imponiendo la política de austeridad (al tiempo que aboga por los derechos multiculturales, etc.), mientras que la derecha populista lleva a cabo medidas anti-austeridad para ayudar a los pobres (continuando con la agenda xenófoba nacionalista)-la última figura de lo que Hegel describió como el verkehrte Welt, el mundo del revés. ¿Y si Trump se mueve en la misma dirección? ¿Qué pasaría si su proyecto de proteccionismo moderado y grandes obras públicas, combinado con medidas de seguridad anti-inmigrantes y una nueva pervertida paz con Rusia, funciona de alguna manera? El idioma francés utiliza el llamado “ne” expletivo después de ciertos verbos y conjunciones. También se denomina “no negativo” porque no tiene valor negativo en sí mismo, sino que se usa en situaciones en las que la cláusula principal tiene un significado negativo (negativa o negativa negada), es decir, como expresiones de miedo, advertencia, duda y negación” (…) “Lacan observó cómo esta negación superflua representa perfectamente la brecha que separa nuestro verdadero deseo inconsciente de nuestro deseo consciente: cuando una esposa tiene miedo de que su marido esté enfermo, bien puede preocuparse de que no esté enfermo (deseando que esté enfermo). ¿Y no podríamos decir exactamente lo mismo acerca de los liberales de izquierda horrorizados por Trump? Ils ont peur que´il ne soit une catastrophe (ellos temen que sea una catástrofe. Lo que realmente temen es que no sea una catástrofe)” (…).

“Las elecciones de 2016 fueron la derrota final de la democracia liberal, más precisamente, de lo que podríamos llamar el sueño de la izquierda (Fukuyama), y la única manera de derrotar realmente a Trump y redimir lo que vale la pena salvar en la democracia liberal es realizar una división sectaria del cadáver principal de la democracia liberal-en definitiva, cambiar el peso de Clinton a Sanders-. Las próximas elecciones deberían ser entre Trump y Sanders. Trump promete la cancelación de los grandes acuerdos de libre comercio apoyados por Clinton, y la alternativa de izquierda a ambos debería ser un proyecto de nuevos acuerdos internacionales diferentes. Los acuerdos que establecieran el control de los bancos, los acuerdos sobre normas ecológicas, sobre los derechos de los trabajadores, la asistencia sanitaria, la protección de las minorías sexuales y étnicas, etc. La gran lección del capitalismo global es que los Estados nacionales por sí solos no pueden hacer el trabajo, sólo una nueva política internacional puede quizás frenar el capital global” (…) “Para concluir volvamos a Marine le Pen. En un momento, ella definitivamente dio en la tecla: 2017 será el momento de la verdad para Europa. Sola, aplastada entre Estados Unidos y Rusia, tendrá que reinventarse o morir. El gran campo de batalla de 2017 estará en Europa, y en juego estará el núcleo mismo del legado emancipatorio europeo”.

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